EXALTACIÓN
DEL INFLUJO CREADOR
©
Abg. Giuseppe Isgró C.
El influjo de una fuerza superior invade el propio
ánimo, dinamiza el Espíritu en el fragor de una batalla, en la persistencia de
la realización de un objetivo, que transforma en incansable a la persona, hasta
que alcanza la meta, el resultado anhelado, el logro deseado con fervor y
entusiasmo.
Le posee una fuerza superior que le hace superar
todo dolor, toda fatiga, todo sufrimiento e impasible le conduce a la meta
prefijada, o que trasciende, inclusive, su propia visión, en concordancia con
los supremos designios divinos o de un orden superior.
Por eso los antiguos denominaban al entusiasmo
“Dios dentro de sí”, que le insufla ese aliento divino, que le transfigura el
semblante, y le anima de una fuerza superior que le engrandece, cuando le anima
un ideal de orden superior. Empero, también, podría ocurrir lo opuesto, si el
orden moral que anima los propios pensamientos y sentimientos, fueren de un
orden moral inferior. La polaridad en los pensamientos y sentimientos, en la
índole del ideal, hace la diferencia. Una pasión de índole superior impele a la
perfección suprema en el arte que se cultiva, y se imanta con la potencia
suprema de los genios de todos los tiempos, en el propio nivel de
manifestación, e inspiración.
Por eso es de principal importancia la sintonía
con los principios elevados, con el orden moral superior, con la potencia del
bien, de la belleza, del amor, de la justicia, de la benevolencia, de la
cooperación y de la felicidad por el servicio a la humanidad en el entorno del
que se forma parte y en el que, se participa, dando y recibiendo bienestar,
asumiendo la inherente cuota de responsabilidad social, aportando bienes y
servicios que satisfagan necesidades insatisfechas.
He ahí la explicación por la cual el bien siempre
se impone. El inflijo de la cooperación cósmica, dinamiza a los líderes de
turno, situacionales, que le impelen a poner orden en el entorno en que actúan,
con el fin de restablecer la armonía y la nueva realidad que debe imperar según
la inquietud de los tiempos que corren.
Siempre emergerá, de dónde menos se piensa el
líder efectivo, en todos los escenarios del mercado, y de las actividades
humanas, en tiempo oportuno, que desplazará a aquel otro ser que ya no se adecua
a las inquietudes actuales del entorno, y al orden divino de la justicia, y
objetivos cósmicos inherentes en cada fase histórica. Tal como lo percibiera
Adam Smith, en el libro La Riqueza de las Naciones, siguiendo fines egoístas de
grupos de poder que, no dejan de representar una constante controversia entre
el bien y el aparente mal, empero, como
el viento en contra que impele a las aeronaves a elevarse, al despegar su
vuelo, o a aterrizar, una vez alcanzado el aeropuerto de destino, se obtienen
los resultados que deben ser logrados, que trascienden las intenciones
personales de los propios actores de turno, determinando que, en todo aparente
caos, impere el orden justo y perfecto y la armonía cósmica.
Al igual que en una hoja de Excel, con cada suma y
resta, con cada multiplicación, o división, u otro tipo de actividad
matemática, se ajusta el saldo, instantáneamente, y cada quien, en el juego de
la vida, es ubicado, o reubicado, donde le corresponde, en primer lugar, por la
Ley de atracción, por la naturaleza y polaridad de sus pensamientos y
sentimientos; y, en segundo lugar, por la ley del karma y el vipaka, es decir,
acción y reacción, causa y efectos, siembra y recogida, para compensar, o
recibir la compensación según la índole de los actos realizados, en polaridad
positiva o negativa.
En cada época se cosecha según las semillas
sembradas en tiempos pasadas. En el futuro, se obtendrán los que correspondan a
las semillas inherentes al presente. Cada quien es el artífice de su destino.
Es una pugna constante entre diversos niveles
morales, o estados de conciencia, en las infinitas estaciones de la vida, que
cumple la función pedagógica de la naturaleza. La misma manifiesta por esa
conexión inherente a cada ser, en los cuatro reinos naturales, con la
Divinidad, quien, en forma silenciosa, cumple su función de guía divina en la
conciencia de cada ser.
La unidad se manifiesta en la diversidad,
restableciendo el orden divino de acuerdo a la inherente suma existencial de
cada ser, en perfecta armonía con todos y con el Todo.
Ciertamente, así es, para el bien de todos.
La vida no permite que nadie se duerma en los
laureles, o que se estanque en un recodo temporal del camino, insuflando el
aliento divino del ideal supremo, en cada esfera de manifestación, que impele,
en cada edad, al cultivo del arte inherente que se es capaz de concebir, conjuntamente con la inspiración del
conocimiento suficiente, en la conciencia, y del poder creativo, expresado por
medio de la fuerza de empuje y de bloqueo, para que las cosas se manifiesten en
el tiempo perfecto de la Divinidad, en el aquí y ahora, oportunamente, haciendo
la cosa correcta, por la persona adecuada, en cada misión de turno.
Al igual que en el mercado, cada ciclo histórico,
hay quien sale del selecto grupo del 20% de personas y/o empresas, que obtiene el 80% de los resultados, en la comercialización de los bienes y servicios,
para darle entrada a los nuevos empresarios que, creando, o innovando nuevos
bienes y servicios acceden a ese selecto grupo realizador, por propios méritos.
Empero, en el siguiente ciclo, quienes dejan de adecuarse a la satisfacción de
las nuevas necesidades emergentes del mercado, en bienes o servicios, inevitablemente
saldrán de ese selecto círculo de excelencia, para darle paso a los nuevos
impulsores del progreso humano.
Cuando Napoleón Bonaparte perdió la batalla de
Waterloo, que virtualmente estaba ganada de antemano, Víctor Hugo que estudió
las causas inherentes, expresó que la única razón que había encontrado era que:
-“Napoleón se había convertido en un obstáculo en los planes de Dios”.
En conclusión, el progreso seguirá indetenible su
marcha ad infinitum, y todo lo que estorba en los planes cósmicos, será
quitado, o reubicado, donde corresponda, en el concierto de todas las cosas, por la Ley de atracción y la del Karma y el Vipaka, es decir: causa y efecto, acción y reacción, y siembra y recogida.
Adelante.
Excelente
ResponderEliminarGracias, María Lourdes, por su comentario.
EliminarUn cordial saludo.
EliminarEsta lectura me viene como anillo al dedo. Excelente como siempre.
ResponderEliminarGracias, Elenita; un abrazo.
Eliminar