ATRIBUTOS
DE LOS GRANDES CARACTERES
©Abg. Giuseppe
Isgró C.
Augusto Mijares (1897–1979) fue un gran
pensador venezolano. Además de abogado, fue historiador, ensayista, pedagogo y
periodista. Tuvo su profunda influencia en la educación; fue Ministro de
Educación, y su labor histórica y ensayística, enriqueció la historiografía
nacional y formó parte del humanismo hispanoamericano. Además, fue Miembro de
número de la Academia Nacional de la Historia (1947), Academia de Ciencias
Políticas (1960) y Academia Venezolana de la Lengua (1971). Además,
fue Embajador de Venezuela en España (1950–1952) y ocupó cargos
diplomáticos en México y Costa Rica.
Mijares fue autor de una de las mejores
biografías de Simón Bolívar, intitulada El Libertador, y de grandes obras de
ensayos, como Lo Afirmativo Venezolano y Hombres e Ideas en América, entre
otras. En esta última, al hacer referencia a los grandes caracteres, señala,
acertadamente, la paciencia, la constancia y el valor.
Dichos atributos conforman una tríada
poderosa: la paciencia, como parte de la virtud de la templanza, otorga calma
imperturbable ante todos y en todo y la serenidad, que permite el dominio de
los pensamientos, de los sentimientos, de las palabras y de las propias
acciones, manteniendo, siempre, el perfecto equilibrio. La constancia, integrante de la virtud de la fortaleza, señala la dirección hacia la cual
avanzar, y potencia la voluntad para
alcanzar la meta de turno en que se enfoca la mente; y el valor, también como
parte de la fortaleza, permite afrontar, dominando, las circunstancias de la
vida cara a cara, con coraje, exteriorizando la fuerza interior para
transformar cualquier adversidad en oportunidad de éxito, crecimiento personal
y riqueza integral, entre las cuales se encuentra la experiencia, verdadero
tesoro. Pero, no solo esos atributos, todas sus obras están imbuidas de un
contenido axiológico profundo, tratando una extensa gama de valores
universales, fuentes de las virtudes todas.
Releer El Libertador y Hombres e Ideas en
América, de Mijares, en estos días, después de veinticinco años, me ha hecho
redescubrir una de las prosas más exquisitas y cultivadas de las letras
venezolanas, lo cual constituye un recordatorio que, entre los grandes
pensadores que ha dado Venezuela, desde Francisco de Miranda, y aún antes, José
de Oviedo y Baños (1671-1738), con su Historia de la conquista y población de
la Provincia de Venezuela (1723), considerado el primer gran cronista y
escritor "venezolano", aunque naciera en Bogotá, vivió y escribió su
obra en Caracas, usando un estilo épico y cultivada pluma. Luego, la extensa
gama de escritores del siglo XIX, sin dejar de lado las Obras completas de
Bolívar, fuente obligada de los grandes geopolíticos mundiales, las Memorias de
O`Leary, un monumento de la historia de la época de la Independencia, con sus
34 tomos, Andrés Bello (1781–1865), el maestro de América, Luis Sanojo
(1815–1878)
y Aníbal Dominici (1842–1897), grandes juristas, con
obras aún vigentes, y de lectura obligada, Juan Vicente González (1810–1866), Rafael María Baralt (1810–1860), José Gil Fortoul (1861–1943), Francisco
González Guinán (1841–1932), y Teresa de la Parra (1889–1936), por mencionar
solamente algunos, más los del siglo XX, auténticos maestros de la Patria, en los
que hay que inspirarse, para montarse en hombros de gigantes, al estilo de
Isaac Newton.
Augusto Mijares es una fuente de estudio
vigente para las nuevas generaciones al nivel de Mariano Picón Salas, Arturo
Uslar Pietri, Rómulo Gallegos y más recientemente, Jon Aizpúrua, en Venezuela.
A nivel latinoamericano, el uruguayo José Enrique Rodó, el mexicano Alfonso
Reyes, el dominicano, Pedro Henríquez Ureña, el ecuatoriano Juan Montalvo y el argentino
Jorge Luís Borges, entre otros.
Enfocamos este breve ensayo a 22 vertientes y
variantes que conforman algunos de los atributos de los grandes caracteres
humanos, que es preciso desarrollar, gradualmente, en su máxima expresión, ad
infinitum.
1. Curiosidad insaciable: Mantiene el deseo de explorar, de descubrir y
encontrar el interés en temas y experiencias nuevas, lo cual evita el
estancamiento e invita a la renovación y a la actualización. Es un anhelo de
búsqueda infinita, sin límites de ninguna naturaleza.
Expresa, en cada ser, la consciente necesidad del eterno aprendizaje,
para adecuarse a las inquietudes de los tiempos presentes, manteniéndose activos y
vigentes.
2. Amor por el aprendizaje: La pasión por adquirir nuevas habilidades y
profundizar en conocimientos de forma sistemática, en todas las áreas del
propio interés, para potenciar una visión amplia de todas las cosas. El auténtico sabio adquiere
consciencia de que es un eterno aprendiz, corrigiendo el error de creerse
maestro, para evitar estancarse y quedar rezagado. Séneca sostenía que, muchos
abrían llegados a ser sabios, si no hubiesen creído serlos ya. Como decía
Andrés Bello: -“El estudio es tarea de todos los días”, y no termina jamás, a
ninguna edad. La curiosidad induce a la exploración; la exploración permite
descubrir áreas de conocimiento del propio interés; el interés permite
profundizar en lo que se anhela conocer a fondo; el conocimiento a fondo de
cualquier tema desarrolla la convicción y la convicción desarrolla la propia
competencia en las áreas en que cada quien se desenvuelve, potenciando la propia
convicción en las verdades, siempre relativas, que se profesan. La curiosidad
abre nuevos caminos de progreso incesantemente.
3. Juicio: La capacidad de analizar información
objetivamente y tomar decisiones basadas en evidencias, no en prejuicios.
Consiste en desarrollar el discernimiento, para distinguir entre la verdad y la
falsedad, entre lo justo y lo injusto, entre el respeto y el irrespeto, entre
la belleza y la fealdad, entre la virtud y el vicio.
El pensamiento crítico debe
convertirse en un hábito constante para diferenciar hechos de opiniones,
identificar sesgos y aplicar el análisis lógico, inductivo y deductivo. Es una
habilidad que se desarrolla con la práctica constante y permite mejorar la
capacidad para tomar decisiones efectivas, en todo momento.
Para ello, es preciso
adoptar una actitud de cuestionamiento constante, preguntándose: ¿qué evidencia
respalda esta afirmación? ¿Se consideran otras interpretaciones, así como
escenarios contrarios o diferentes, para ver todas las vertientes y variantes de
una realidad?
Se diferencian los hechos
reales de las opiniones. Percibir la diferencia entre datos verificables de las
opiniones subjetivas sin bases objetivas sólidas. Precisa entrenamiento
constante, manteniendo la mente abierta y viendo más allá de las apariencias.
Hay que formularse
preguntas: 1) ¿Qué se quiere decir con eso? 2) ¿Cómo saber que es cierto? 3) ¿Podría
haber otra explicación? 4) ¿Qué implicaciones tendría si actuamos así? Es
decir, hacerse cargo probable de los resultados, antes de tomar una decisión, o
tomar partido por algo.
Analizar información desde
distintos puntos de vista, para compenetrarse con todas las eventuales
posibilidades, sobre cualquier tema que se estudie, o caso que se analice. Esto
ayuda a evitar conclusiones apresuradas y fomenta la empatía intelectual.
Evaluar la credibilidad de
las fuentes, preguntando: ¿la fuente es confiable, actual y objetiva? Es
preciso descifrar la presencia de manipulaciones, en todo, de alguien que se
encuentra a la vista o no. Los grandes caracteres se forman ideas propias y son
seres pensantes; trascienden matrices de opiniones que las grandes mayorías
repiten como loros, sin comprender su contenido. Generalmente, no se le puede
echar “cuentos” chinos o de otras clases.
Diariamente, hay que
acostumbrarse a debatir con otras personas para contrastar las propias ideas
con las de otros. Pero, acto seguido, reconocer dónde está la verdad.
Diariamente analizar la publicidad, los discursos políticos o las noticias
virales.
Habilidades esenciales del
pensamiento crítico: 1) Examinar datos de un informe antes de decidir; 2) Comprender
el contexto detrás de una noticia. 3) Evaluar, juzgando la solidez de un
argumento. 4) Deducir conclusiones a partir de evidencias. 5) Reflexionar sobre
cómo piensas y decides. El pensamiento crítico no es innato: se entrena con
práctica diaria. Cuestionar, analizar, contrastar y reflexionar son los pilares
que permiten construir una mente lúcida y resiliente frente a la sobrecarga de información
actual.
4. Ingenio (Creatividad): La habilidad de concebir soluciones
originales y formas novedosas de resolver problemas, desarrollan la capacidad
para ver las cosas tal como son, más allá de las apariencias. Además del
estudio variado en todas las áreas de sus intereses, para formarse una visión
universalista, completa, de las cosas, han cultivado la intuición, trascendiendo
los límites de la lógica inductiva y deductiva, a nivel objetivo, para
percibir, comprender, conocer y realizar sin límites algunos de ninguna índole,
para ver y aceptar la verdad tal como es, para ellos mismos, y para trasmitirla
a los demás, sin manipulación alguna: verdad pura y simple, le guste a quien le
guste. Saben que la verdad siempre se impone, aunque no existan verdades
absolutas, sino que, siempre son relativas. Pero están pronto a rectificar, cuando
se dan cuenta que se han equivocado en sus apreciaciones previas. La
inspiración es algo que los Espíritus cultivados, con mente abierta, son
capaces de percibirla, y al vuelo, una simple idea recibida como inspiración,
comprenderla, reconocerla, desarrollarla y realizarla bien sea como un
invento, una innovación, una creación literaria u obra de cualquier naturaleza.
Empero, están conscientes de que, dicha idea recibida por inspiración no le
pertenece; es algo que alguien le ha transmitido, o insuflado, como pensamiento en el
pensamiento, sentimiento en el sentimiento, una idea que se recibe como propia,
sin conocer su origen, pero que activa la creatividad y la realización en la
persona que está preparada para aprovecharla. Por eso, casi todos los grandes
genios, al igual que los grandes poetas, ampliamente preparados, han sido
receptores de inspiraciones, que han capitalizado en obras de creación que han
enriquecido a la humanidad, en todas las épocas de la historia. Uno de los
grandes genio de la antigüedad, Homero, en sus dos obras eternas e inmortales,
la Ilíada y la Odisea, expone en profundidad, la intervención del mundo
espiritual en los hechos humanos, fuente que aún tiene mucho que contarnos, por
eso, los grandes pensadores, desde entonces, las han leído y releído, a lo largo de su vida.
5. Perspectiva: El nivel de sabiduría que permite ver el
"cuadro completo" y ofrecer consejos valiosos a otros. Los grandes
caracteres suelen ser lectores incansables en todos los temas de su interés y
no se encierran en una sola corriente de pensamiento ni se estancan en un solo
estado o estación de la conciencia. Su mente se encuentra en un proceso continuo
de evolución, de estudios variados en todo el bagaje universal, para ver las
cosas desde todos los puntos de vista posibles, o perspectiva integral, sin
limitaciones alguna, hasta que adquieren la capacidad de leer directamente en
el libro de la vida, según las inquietudes de los tiempos, trascendiendo fronteras
y límites de todo tipo. Esa es la razón por la cual los contemporáneos son
incapaces de comprender a muchos de los genios de su propia época, y solamente,
con el tiempo se aprecia la importancia de su legado, y aún, muchas veces, son
fuente de estudio ineludible, aun varios milenios después. Son incontables los
casos que se pueden enumerar: Las Leyes de Manú, o Manava Dharma Sastra, El
Bagavad Gita, Los Cuatro Libro de Confucio, El I Ching o Libro de las
Mutaciones, Las Cuatro Nobles Verdades o el Noble Sendero Óctuple, de Siddharta
Gautama, la Obras de Platón, algunas de Aristóteles, las obras de Cervantes, El
Quijote, y otras, que después de 500 años, los eruditos españoles no han
comprendido a Cervantes; siguen diciendo
que no sabía escribir, aunque no pueden negar el valor de sus obras, ya que son
admiradas a nivel mundial. Pero, se sigue leyendo en mayor grado en América, por
ejemplo: Estados Unidos, México,
Argentina y Colombia y en el resto del mundo, en países como: Francia,
Alemania, Reino Unido, China, Japón y Corea del Sur, entre otros 130 países adicionales.
En España, según una encuentra reciente, citada por Andrés Trapiello, el 80% de
los españoles no ha leído el Quijote, y el 20% que declara haberlo hecho, solo
una mínima parte, lo ha realizado de verdad. No obstante, así será, aún, por
mucho tiempo, en otras partes del mundo, con otros escritores geniales, grandes
caracteres paradigmáticos del género humano. Empero, es importante acercar a
las grandes masas a la lectura selecta, única manera de mejorar el nivel
cultural de la humanidad.
6. Valentía: La fuerza para enfrentar desafíos, amenazas o
dolor, manteniendo las convicciones personales. Forma parte de la fortaleza,
como virtud y valor universal. Implica afrontar la adversidad para
transformarla en oportunidades de progreso, de crecimiento, de experiencia
enriquecedora. Se expresa, en parte, como resiliencia, que es la capacidad
de recuperarse y adaptarse después de una dificultad o crisis. Implica la
capacidad de resistencia y superación de las etapas menos fáciles de la vida.
Al mismo tiempo, la resiliencia posee elementos vinculados con la templanza, al
ser capaz, en la persona que la desarrolla y cultiva, de mantener el equilibrio
en todo lo que hace y la serenidad, es decir, total dominio de las
circunstancias que afronta, y de sus pensamientos, sentimientos, palabras y
actos. La serenidad permite mantener las ideas claras en todas las situaciones,
lo cual le permite ver las cosas tal como son, sabiendo lo que debe hacer en
todo momento, en tiempo oportuna, enfocándose en la solución correcta, haciendo
prevalecer la propia dignidad y valor.
La valentía, como decía Confucio, permite
levantarse cada vez que se cae, respondiendo de todos sus actos y resarciendo
cualquier perjuicio que haya ocasionado a otros, siempre. Los grandes
caracteres no tienen miedo de nada ni a nada; de nadie ni a nadie, por cuanto
afrontan la realidad con plena conciencia de su responsabilidad, con la verdad
por delante, con prudencia y respeto, no trascendiendo los límites de los
parámetros inherentes, manteniendo el ejercicio de la propia dignidad, pero
respetando la dignidad ajena, en los cuatro reinos naturales. Los grandes
caracteres respetan a autonomía de las demás personas, no manipulan a nadie,
son justos con todos, aceptan la realidad tal como es, una vez reconocida,
pero, se esfuerzan para cambiar las cosas a su estado ideal, con la verdad, la
justicia y el respeto, pero, sobre todo, con el ejemplo, el mejor medio de
transmitir la enseñanza. Los grandes caracteres trabajan con baja presión, pero
siguen adelante, sin esperar a nadie que desea quedarse rezagado o no desea
aprovechar una importante oportunidad en una negociación. Es respetuoso de las
decisiones ajenas, aunque esté consciente de su error. Cada quien debe asumir
su propia responsabilidad. La persona valiente se atreve a aceptar los grandes
desafíos de la vida, dentro de los parámetros de la prudencia y de la sabiduría
y experiencia que le es inherente. Y aunque caiga mil veces, mil veces se
levantará enfocado en su objetivo, hasta alcanzarlo y hacerlo realidad.
7.
Perseverancia: La persistencia para terminar lo que se
empieza, a pesar de las dificultades o el cansancio. El ejemplo de Edison, al
probar más de diez mil filamentos distintos, hasta encontrar el que,
finalmente, le permitió crear la bombilla eléctrica, y tantos otros ejemplos de
personas que afirmaron: “Lo quiero y lo conseguiré”, sigamos adelante. Henry
Ford es otro de esos grandes ejemplos, con el motor de combustión interna, 8 en
V. La perseverancia permite superar obstáculos sin rendirse; es la constancia en el
esfuerzo, incluso cuando los resultados tardan en llegar o las circunstancias
son adversas; constituye la forma práctica y cotidiana de la fortaleza: sostiene el esfuerzo
a lo largo del tiempo. Empero, los grandes caracteres antes de emprender una
acción determinada siempre han preparado una curva de los resultados factibles
de ser alcanzado, en el espacio y en un tiempo determinado. Es decir, se
asignan un lapso prudente y suficiente, para alcanzar los resultados. Nunca
buscan los resultados al instante, se preparan y actúan en consecuencia. Jamás
abandonan a mitad de camino. Saben que, cuando las cosas se ponen menos
fáciles, es cuando más cerca están de los resultados apetecidos. Quien se niega
en abandonar, activa los poderes creadores de la mente, y es cuando las
situaciones mudan en favorables, y aparecen las circunstancias de donde menos
se piensa, para resolver las situaciones satisfactoriamente. Por eso los
grandes caracteres siempre persisten hasta llegar a la menta con confianza
absoluta en los resultados sin apegarse a un determinado canal de resultado,
sino, dejando que la vida aporte el canal correcto, el resultado adecuado, en
tiempo oportuno. Es una manera inteligente de practicar el Wu Wei, es decir,
dejar fluir.
8. Integridad: Ser auténtico, honesto y asumir la
responsabilidad de los propios actos. La práctica de la honestidad y el
actuar de forma genuina, siendo coherente entre lo que se piensa y se hace. Los
grandes caracteres son íntegros. Decía Peter Drucker, en un breve ensayo
sobre La Integridad en el Liderazgo:
-“El espíritu de una
organización viene desde arriba”.
-“La prueba de la sinceridad
y la seriedad de una dirigencia es el énfasis constante en la integridad del
carácter. Este principio, más que ningún otro, se manifiesta en las decisiones
sobre las “personas” dentro del management. Porque es el carácter lo que guía
al liderazgo; es el carácter lo que da ejemplo y termina siendo imitado. El
carácter no se puede fingir. Los colaboradores, y sobre todo los subordinados,
comprenden en poco tiempo si una persona tiene integridad o no”.
-“Puede ser que perdonen
muchas cosas: la incompetencia, la ignorancia, la inseguridad o la mala
educación. Pero nunca perdonan la falta de integridad. Y tampoco perdonan a la
dirigencia que elige a una persona así”.
-“Este hecho es aún más
cierto para quienes están a la cabeza de una empresa. El espíritu de una
organización viene desde arriba. Si la organización es grande de espíritu, es
porque sus líderes tienen grandeza de espíritu. Si se corrompe, es porque la cabeza
se corrompe; como dice el proverbio: “Los árboles se pudren desde la cabeza.”
Nunca se debe poner en un cargo supremo a nadie si la dirigencia no está
dispuesta a hacer de su integridad un ejemplo para los demás”.
-“Consejo de acción:
Cuando evalúes una propuesta de trabajo, observa el carácter del CEO y de la
dirigencia. Acércate a personas que tengan integridad”.
Esto es válido en cualquier
actividad humana, sobre todo en las negociaciones de la vida diaria. Se debe
negociar con personas que demuestren un carácter íntegro. Cuando se observen
mañas en las personas con quienes se negocia, es preciso descontinuar la
negociación, por cuanto, por muy ventajosa que pueda parecer una negociación,
al tratar con personas con ausencia de integridad, siempre pueden surgir
situaciones que resulten poco deseables, cosa que no ocurrirá jamás cuando se
negocia con personas íntegras. Los grandes caracteres hacen de esto un lema
esencial en sus vidas; son íntegros y buscan relacionarse con personas que
comporten el mismo ideal de integridad.
9. Vitalidad: La energía y entusiasmo con los que se
aborda la vida; no hacer las cosas a medias. El secreto consiste en
centrarse en una cosa a la vez, enfocando el 100% de la atención y recursos
hasta culminar la obra u objetivo, en forma satisfactoria. Es decir, estar
totalmente presente en el acto que se realiza, además, con entusiasmo. El
entusiasmo transforma en incansable al realizador de la tarea, hasta
convertirla en una obra maestra. Esta es una característica esencial de los
grandes caracteres. Cada caso es
abordado con la agudeza mental total. Toda obra maestra precisa entusiasmo,
vitalidad, total entrega, solo con ello es factible alcanzar la perfección
posible, en cada caso, siempre perfectible, por supuesto. Un abogado que pasa
tres semanas en perfeccionar un dictamen jurídico, nuevo o doce horas en
redactar un documento complejo o exigente, o un escritor que puede transcurrir
un día entero en redactar un capítulo cuando le asiste la preparación y la
inspiración, por otra, o el corredor inmobiliario cuando enseña varias decenas
de veces un inmueble para lograr su venta, precisan optimizar su vitalidad y
entusiasmo para culminar con éxito su labor, con plena satisfacción de todas
las partes involucradas. Esto va de la misma manera para todas las actividades
humanas. Quien trabaja con entusiasmo consciente, mantiene intacta su vitalidad
y el equilibro. La
vitalidad y el entusiasmo se transmiten y generan confianza en la otra parte.
Los grandes caracteres jamás hacen las cosas a media; primeramente, las
meditan, al tener un cuadro mental completo de lo que desean hacerlo, cómo y
cuándo se ponen en movimiento, hasta terminarlo. Los demás casos deberán
esperar su turno, con lo cual, siempre tienen tiempo para todo. Manejan un caso
a la vez por su estricto orden de importancia. El trabajo duro jamás cansa a
los grandes caracteres. Están acostumbrados a ello. Lo que cansa es hacer las
cosas sin entusiasmo, o sin la preparación adecuada.
En todo caso, es importante dominar
el arte de la relajación y practicarla, para mantener el equilibrio justo y
perfecto y la vitalidad. Esto implica sueño reparador suficiente, con técnicas
adecuadas para aprovechar bien el descanso. Igualmente, una alimentación
adecuada diseñada con la asistencia de un médico homeópata, eliminando de la
dieta el pollo, huevos y gallinas, la carne de cerdo, el azúcar, el pimentón,
la piña, el ajo y el arroz. Con esto se habrán eliminado enemigos importantes
de la salud y la vitalidad. Practicar ejercicios de respiración incrementa la
energía vital. Se descansa pasando de una actividad a otra diferente,
utilizando otras áreas mentales. Levantarse temprano activa la voluntad de
trabajo, sobre todo cuando se trabaja con una agenda preparada la noche
anterior, sabiendo de antemano a qué prioridades se enfocará la mente a la
mañana siguiente.
10. Amor: La valoración de las relaciones íntimas y la
capacidad de dar y recibir afecto profundo. Aún el amor, como máximo poder existente
en el universo, que contiene todos los demás valores, es susceptible de ser
manipulado con fines egoístas. Esto, tarde o temprano, como todas las cosas
falsas, salen a relucir en tiempo oportuno, y el farsante, o la farsante,
quedan al descubierto, perdiendo toda credibilidad. El amor anhela la propia
libertad y la libertad ajena. Se da y recibe valor por valor, sin someter y sin
ser sometido, para que florezca la propia dignidad, el respeto, la autonomía,
la confianza recíproca, el mutuo aprecio y, además, la amistad recíproca, que
es una de las expresiones más genuinas del amor. La justicia, la comprensión,
la tolerancia, la equidad, la igualdad, la verdad por encima de todo, la
compensación, la valorización en su justa medida, la fortaleza, la templanza,
la prudencia, la belleza y el equilibro, son otros de los grandes valores que
acompañan al amor. Si alguno falta, no es amor verdadero. El ser amado es un
igual, de tú a tú, valor por valor, no alguien a quien se pueda manipular al
propio antojo. Sin embargo, son incontables los casos en que se manifiestan ese
orden de cosas, que determinan la ruptura, antes o después, quedando en
libertad cada una de las partes. Pero, el amor tiene incontables facetas: el
amor a la humanidad, a la ciencia, al estudio, al servicio, al bien, a la belleza,
a los animales, a la naturaleza, al propio país, a los amigos, a los hijos, a
los nietos, y pare usted de contar: a Dios, a las leyes o valores universales,
a la historia, y sobre todo, a sí mismo. Si alguien no se ama a sí mismo, ¿cómo
puede amar a los demás? El amor permite comprender que, cada uno de los seres,
en los cuatro reinos naturales, es una expresión de la Divinidad, sin separarse
de la divinidad y sin dejar de ser la Divinidad. Cuando seamos capaces de
percibir, comprendiendo y conociendo a conciencia esta realidad, veremos con
otros ojos a cada ser con quien nos relaciones, cada día. Al amar al otro ser,
nos estamos amando a nosotros mismos, por ser todos, partes indivisas de la
Divinidad. El amor, además de permitir el respecto por la propia dignidad,
permite respetar la dignidad de cada ser con quien se trate, en cualesquiera
situaciones en que pueda encontrarse. El respeto reivindica la dignidad ajena,
y la propia, al mismo tiempo, ya que sin la una no existiría la otra. Por eso
el gran estagirita, Aristóteles decía: -“Donde hay amistad, no hace falta
justicia”. Igual ocurre con el amor. Si hay amor, están presente todos los
demás valores existentes. Caso contrario, faltando un solo valor, no existirá
el amor genuino.
11. Amabilidad: Generosidad, ayuda y atención
desinteresada por los demás, sin esperar nada a cambio. Tratar a los demás
como nos gustaría ser tratados, es la regla de oro. Cada quien recibe lo que da.
Aún a los peores contrincantes, si se tuvieren, hay que tratar con respeto, con
amabilidad. El hecho de que alguien actúe en forma incorrecta, no significa que
hay que descender a su mismo nivel. Cuántos líderes en contiendas bélicas han
ganado a su propio bando a los soldados enemigos, al ser tratados respetando su
propia dignidad, inclusive, muchas veces mejor que por sus propios jefes.
Alejandro Magno trató con amabilidad, respeto y dignidad a la familia de Darío,
Rey de Persia, cuando quedó bajo su propia custodia. El General José Antonio
Páez, ganó a soldados del bando opuesto, cuando hechos prisioneros se vieron
tratados con respeto y consideración. A Manuelote, el antiguo capataz del Hato
La Calzada, al ser hecho prisionero con un grupo de soldados realistas, lo
sentó a su propia mesa, para almorzar y cenar, tratándolo con suma
consideración. El General Pablo Morillo siempre expresó respeto y admiración
por Simón Bolívar y viceversa. Así así se lo comentó a Daniel Florencio
O'Leary, cuando en 1835 este le visitó, a aquel, en compañía del general Carlos
Soublette, en la ciudad de La Coruña, Así lo demostró la Entrevista de Santa Ana,
conocida también por el famoso "abrazo de Santa Ana", que se realizó
el 27 de noviembre de 1820, donde ambos contendores deciden poner fin a la
Guerra de la Independencia, en Venezuela. Lo del abrazo de Santa Ana, es por
cuanto ambos generales, Morillo y Bolívar, eran hermanos masones, al igual que
todos los hombres que les acompañaban a ambos, y entre “hermanos masones”,
decidieron poner fin a dicha contienda, como en efectos, así sucedió casi en
forma inmediata, con la Batalla de Carabobo, el 24 de junio de 1821, la Batalla
Naval de Maracaibo, el 24 de julio de 1823 y la toma del Castillo de San Felipe,
en Puerto Cabello, por Páez, expulsando al último reducto de tropas españolas
del territorio venezolano.
La generosidad constituye el
poderoso principio de dar: dar más de aquello por lo cual nos pagan honorarios.
Al dar, se recibe siempre, aunque se haga sin esa finalidad. Por cuanto, al
abrir la puerta de la mente para dar, queda abierta para recibir. La gente
suele hablar de las cosas buenas que recibe, de la amabilidad con que ha sido
tratada, por el servicio generoso que se ha recibido, lo cual constituye una
siembra de semillas que a su debido tiempo darán sus respectivos frutos. Se
podría decir, a la día de hoy, cada uno de nosotros sigue recibiendo beneficios
por los incontables actos de servicios generosos, imbuidos de amabilidad, con
que se ha servicio a incontable número de personas, que, bien sea por las
mismas personas que los recibieron, o sus descendientes, o personas relacionadas,
siguen utilizando los propios servicios por la reputación que han forjado en torno
de cada quien. Podría decirse que la riqueza de cada quien es la suma de bien
que ha realizado en beneficios de otras personas, cuyas semillas siguen
generando frutos que constituyen un potencial inagotable como fuente de riqueza
inagotable. Los grandes caracteres, con sus actos de amabilidad y generosidad,
suelen transformarse en benefactores de la humanidad. Aún se siguen recibiendo
numerosos beneficios de dichos benefactores, la mayoría de ellos anónimos, pero
que, gracias a sus aportes, la humanidad disfruta de un bienestar maravilloso. Por
eso es deseable que cada persona, con su aporte generoso, amable, deje un Planeta
Tierra mejor de como lo recibió, ya que, al regresar en un nuevo ciclo de vida,
habremos merecido el mundo mejor que se recibirá.
12. La empatía: Permite comprender las emociones de los demás
y saber adaptarse a diferentes contextos. Al colocarse, cada quien en el lugar
del otro, para conocer, o interpretar sus puntos de vistas, al conocer sus
necesidades reales, permitirá que se le pueda brindar el servicio que realmente
precisa, o aportarle el bien acorde con su necesidad y capacidad de pago. Es
decir, se le podrá ayudar a la realización de su objetivo. Y si por alguna
razón no se posee el bien o servicio que la persona necesita, se le podrá
orientar sobre la mejor manera de alcanzar la satisfacción inherente. Se le
habrá brindado un servicio generoso, desinteresado, que fortalecerá los lazos
de amistad, que granjearán la preferencia para otras ocasiones, o la
recomendación de personas amigas o conocidos, en relación a los propios
servicios.
13. El compromiso de trabajar
bien como miembro de un equipo o comunidad; ser leal al grupo. Los grandes
caracteres poseen un sentido de pertenencia arraigado con su propio país, o
lugar de trabajo, y con el Planeta Tierra, y han asumido, conscientemente, desde
temprana edad, la responsabilidad social de contribuir, con el propio trabajo y
aporte, a satisfacer necesidades insatisfechas. Hacerlo de la mejor manera
posible, le permitirá, aún cuando lo haga desinteresadamente, a tener una
participación más importante a la hora de que se repartan los beneficios en la
torta de los resultados. Por eso, los grandes caracteres, se reparten el 80% de
los beneficios de los resultados a nivel global. Y el 80% de la humanidad, solo
el 20% de los beneficios. Está en las propias manos equilibrar esos resultados,
dando más y mejores servicios. Pero, es imperativo, primero, prepararse para
alcanzar la competencia suficiente que permita brindar más y mejores servicios,
muchas veces, desinteresadamente. Hay que tener en cuenta que, todo acto tiene
en si mismo su propia compensación, tal como lo expresara Ralph Waldo Emerson.
Lo importante es servir, dar lo máximo posible de acuerdo a la propia
competencia. Los beneficios inherentes vendrán por añadidura de donde menos se
piensa y espera.
14. Sentido de Justicia: Tratar a todas las personas bajo los mismos
estándares de equidad y derechos. La justicia representa el Sentido de la medida.
Se debe dar a cada quien lo que le corresponde, de manera justa y perfecta. Muchas
personas no saben lo que valen sus servicios; aún así, hay que compensarle de
manera justa, sin aprovecharse de su ausencia de conocimiento. Eso granjeará la
reputación de persona justa y correcta. Siempre se será atendido de mejor
manera, la siguiente vez, y los cooperadores se esmerarán para brindarle el
mejor servicio posible, cada vez que se le precise. La reputación, buena o no,
acompaña a cada persona, como la sombra al cuerpo, y los propios ojos, ventanas
del espíritu, reflejarán esa realidad sin que se diga una sola palabra. De
igual manera, es preciso adquirir consciencia de lo que valen los propios
servicios, y solicitar que se paguen en forma adecuada. Una cosa es adecuarse a
las posibilidades reales del mercado, de los segmentos menos pudientes, a cuyo
nivel hay que adecuarse, y otra es permitir que otros se aprovechen de manera indebida,
rehusando pagar lo que valen los propios servicios.
15. Liderazgo: La capacidad de organizar a un grupo para
lograr un objetivo común manteniendo la armonía. El líder es un guía que ve más
lejos que el resto del grupo. Pero, cada miembro del grupo es un líder del área
sometida a su propia competencia. Por eso, el líder genuino se considera líder
de líderes, no un líder de seguidores. Cada quien asume los propios objetivos
que, en su área de competencia deben ser alcanzados y se le delega la autoridad
y el cómo debe alcanzarlos. Muchas veces, los líderes coadyuvantes, en sus
respectivas áreas, tienen mayor experiencia y formación que el líder principal.
Eso debería constituir la regla general. A nivel profesional, se deben tener
cooperadores en las diferentes áreas en que se precisa apoyo, de los mejores
profesionales del mercado, para mantener la excelencia en el servicio que se
brinda. Y hay que pagarle lo que, realmente, valen esos servicios. Este tipo de
liderazgo lo puede ejercer cualquier profesional en todas las extensas gamas de
actividades. Y en cada área, el profesional tiene un equipo de líderes coadyuvantes,
que profesionalmente están mejor preparados que quien los utiliza. El trato que
se le da es equivalente a su rango y dignidad. Este es un nuevo enfoque de
liderazgo dinámico, a destajo, en cada área en que se necesita apoyo. Es un
equipo de excelentes colaboradores que no se encuentran a la vista, pero que
están pronto a cooperar cada vez que se precisa su apoyo y asistencia, a
quienes se le delegan las funciones inherentes y el logro de los objetivos que
deben ser logrados.
Perdón: La decisión de dejar ir el resentimiento hacia quienes
nos han herido, dando segundas oportunidades. El perdón forma parte de la
templanza. Hay que otorgarlo para liberarse, dejando que la ley de compensación
equilibre los resultados, armoniosamente, de acuerdo al fiel de la balanza de
la justicia. Pero, también, solicitar el perdón, tiene efectos liberatorios,
restableciendo el equilibrio, la armonía y la buena voluntad entre las partes.
Si además se ofrece compensar los perjuicios ocasionados, mejor todavía. En las
mayorías de los casos se obtiene la disculpa, o el perdón, sin que la otra
parte acepte la compensación ofrecida. Restablece en cada una de las partes, el
sentimiento de la propia dignidad, y el auto respeto. Aun cuando la parte afectada
no estuviera presente, por diversas razones, por desencarnación, viaje temporal
o definitivo a otra región, se obtiene la liberación anhelada solicitando el
perdón mentalmente, u otorgándolo, igualmente, en forma mental. En la dimensión
cuántica de la ecología mental, ambas cosas tienen efectos positivos en forma,
virtualmente, instantánea.
16. Humildad: El conocimiento real de nuestras capacidades
sin necesidad de buscar el centro de atención. Los grandes caracteres son, generalmente,
humildes, eternos aprendices. Atribuyen el mérito de sus grandes logros a la
Divinidad, o al equipo de cooperadores.
17. Prudencia: La cautela inteligente para no decir o hacer
cosas de las que luego se pueda uno arrepentir. La prudencia es la capacidad de
percibir, comprender y conocer los parámetros dentro de los cuales hay que
enmarcar los pensamientos, sentimientos, palabras y acciones de acuerdo a los
valores universales inherentes que rigen en cada caso, según se trate:
Justicia, fortaleza, templanza y belleza.
18. Autodominio: El control sobre los impulsos, emociones y
deseos básicos en favor de metas a largo plazo. Los grandes caracteres tienen
un absoluto dominio sobre sí mismos, las circunstancias de sus respectivas
vidas, su capacidad de trabajo, de brindar servicio, de ganar dinero, de
realizar estudios, de alcanzar objetivos en todas las áreas de su interés, a corto,
mediano y largo plazo. Tienen, igualmente, total dominio de sus pensamientos, sentimientos,
palabras y actos, así como de todas sus facultades físicas, mentales y
espirituales, en la dimensión objetiva y en la espiritual. Mantienen una calma
imperturbable e impasibilidad a nivel físico, mental y espiritual, manteniendo
siempre una actitud serena, sosegada y un total auto control y dominio sobre el
medio ambiente, automáticamente, sin ejercer control alguno sobre nadie, ya
que, quien se domina, domina automáticamente sobre su entorno. Los grandes
caracteres son respetuosos de la autonomía de las demás personas. Dejan que
cada quien tome libremente sus propias decisiones, sin presiones algunas. Al
correr las demás personas las consecuencias de sus propias decisiones, muchas
veces prefieren la sugerencia del asesor, cuya misión es aportar los beneficios
que representa su decisión, pero, deja que la persona decida. No ejercer ningún
poder sobre los demás es la única manera de ejercer un total dominio sobre el
medio ambiente. Esta es una característica de los grandes caracteres. Es algo
así, toma lo que quiera, o no lo tomes, si no quieres hacerlo, y paga el
precio. Tuya es la decisión. Yo te ofrecí lo mejor que tenía para darte. Haz lo
que quiera, si no lo compras tú, lo venderé a otro, sin problema.
20. Aprecio de la Belleza: La capacidad de asombrarse ante la
excelencia, el arte, la naturaleza o el talento ajeno. Forma parte de la propia
trascendencia. La belleza es una expresión justa y perfecta de la justicia
estética. Es armonía, orden divino. Cualquier obra que se realice debe ser todo
lo perfecta que sea factible, hermosa, de belleza inigualable. Tanto las propias
obras como la conducta, igualmente deben reflejar la belleza, en todos los
aspectos esenciales: en pensamientos, sentimientos, palabras y acciones. Eso
jamás pasa desapercibido y marca la diferencia entre una obra excelente y una
conducta impecable, armoniosa, imbuida de belleza como una expresión de la
divinidad: justa y perfecta, aunque siempre perfectible, ad infinitum.
21. Gratitud: El hábito de reconocer y agradecer
activamente los beneficios y cosas buenas recibidas. Dar las gracias por lo que
se recibe, o darlas por lo que se recibirá, en forma adelantada, vuelve a crear
los buenos resultados por la ley de atracción y repulsión. Se atrae lo análogo
a los propios pensamientos y sentimientos, y se repele lo antagónico a los
mismos. Los opuestos jamás se juntan. Al dar las gracias por los beneficios
recibidos se vuelven a rememorar y esas imágenes mentales activan el imán de la
propia mente, que vuelve atraer lo mismo por lo que se expresa gratitud. Al dar
las gracias por las soluciones en curso, anticipadamente, se visualiza,
automáticamente, las imágenes del resultado final logrado satisfactoriamente, y
abren el camino para su manifestación o llegada, en tiempo oportuno. La
gratitud es una manifestación positiva de los resultados apetecidos. La
confianza abre las puertas a la manifestación de los resultados apetecidos. La
expectativa negativa, la cierra. Es importante recordar el Wu Wei: dejar fluir,
libremente. No empujes al río. El agua siempre llega al mar, a pesar de todos
los eventuales obstáculos que pueda encontrar en su camino. Ella siempre
encuentra como fluir libremente, hasta llegar a su destino. La gratitud elimina
los obstáculos del camino, dejando fluir los resultados, ya que la vida,
siempre busca el mejor resultado para cada quien, y lo aporta, a menos que la
misma persona, obstaculice su llegada.
22. Esperanza: La visión optimista del futuro y la confianza
en que los esfuerzos actuales darán frutos. Michele Isgró Scibilia, padre de
quien esto escribe, siempre decía: -“Cuando el mundo parece que se acaba,
comienza de nuevo”. La esperanza siempre está latente y da sentido a la vida.
Es una ley universal. Es el aliento cósmico, la fuerza de empuje o de bloqueo,
que la divinidad ha colocado dentro de la conciencia de cada ser, en los cuatro
reinos naturales. A veces, la fuerza de bloqueo sujeta a la persona para que,
al llegar la oportunidad, le encuentre en el lugar correcto, en el momento
oportuno, para recibir lo que estaba esperando, o algo mejor, ya que la vida
siempre piensa en grande. Otras veces, es la fuerza de empuje que actúa, y
cuando esto ocurre en muy poco tiempo se logran resultados que habían
permanecido alejados por largo tiempo. Es el mecanismo cósmico que actúa para
que, cada quien, en el tiempo perfecto de Dios, obtenga lo que anhela o
precisa, si no abandona a mitad de camino. Las expectativas, positivas o
negativas, siempre se cumplen. Esto lo demostró el Dr. Joseph Banks Rhine, en
torno al año 1930, en los experimentos de Parapsicología, en la Universidad de
Duke, algunos de los sujetos no lograban ni siquiera los resultados mínimos que
por simple efecto de casualidad estadística debía obtener, aunque no tuviera
desarrolladas las facultades de Percepción Extrasensorial, o Psicoquinética: es
decir, telequinesis o psicoquinesis. Esa ausencia de resultados indicó que,
efectivamente, las personas poseían dichas facultades, pero la expectativa
negativa inhibía los buenos resultados. Los grandes caracteres siempre
mantienen las expectativas positivas aún en los momentos menos favorables. Ellos
saben, por experiencia, que, a medianoche en punto, un segundo después,
comienza el amanecer, trayendo el alba dorada. Por eso, la esperanza debe
mantenerse en polaridad positiva, confiada, sosegada, con desapego de los resultados,
por cuanto la vida siempre traerá los mejores resultados, más allá de las
propias expectativas, ya que la vida es un pagador justo y perfecto.
Conclusión Integradora
La revisión de estos
veintidós atributos nos permite concluir que el "gran carácter" no es
un destino fortuito, sino una arquitectura de la voluntad. Al integrar la
herencia intelectual de figuras como Augusto Mijares con las leyes universales de
la justicia, el equilibrio y la energía, el individuo trasciende su
circunstancia inmediata para convertirse en un factor de cambio social.
En un mundo saturado de
información pero sediento de sabiduría, el ejercicio de la tríada poderosa
(paciencia, constancia y valor) actúa como el eje sobre el cual rotan todas las
demás virtudes. Desde la curiosidad insaciable hasta la esperanza que aguarda
el "alba dorada", estos atributos forman un sistema interconectado:
la integridad sostiene el liderazgo, la amabilidad facilita la empatía, y la
gratitud despeja el camino para que el Wu Wei —el fluir natural de la vida—
aporte sus mejores frutos.
En última instancia,
cultivar estos caracteres es un acto de patriotismo humanista. Como bien lo
señaló Mijares a través de "lo afirmativo venezolano", reconocer
nuestra grandeza potencial y la de nuestros colaboradores es la única vía para
construir una realidad justa y perfecta. Al subirnos a hombros de gigantes, no
solo honramos el pasado, sino que garantizamos que, en cada ciclo de
renovación, entreguemos un mundo mejor del que recibimos.
Adelante.

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