domingo, 25 de febrero de 2024

NUNCA

 


NUNCA

©Giuseppe Isgró C.

01 de Mayo de 2021

 

 

Escudero, -dijo Hidalgo:

 

Nunca te des por vencido, antes de emprender cualquier proyecto; siempre debes creer que lograrás culminarlo, una vez tomada la decisión, y hayas dado el primer paso, aunque pases una eternidad, en hacerlo. Empero, a cada proyecto debes asignarle un lapso máximo –curva de resultado- dentro del cual alcanzar los resultados anhelados. Igualmente, antes de decidir realizarlo, calcula si vale la pena llevarlo a cabo; caso contrario, abstente con firmeza.

Nunca abandones a mitad de camino la realización de un propósito u objetivo, una vez emprendido el proyecto; persiste hasta que logres culminarlo con éxito. Cuando las cosas se ponen menos fáciles, si no abandonas, en el momento de negarte en abandonar, a mitad de camino, se activan los poderes creadores de tu mente, y comienzan a surgir las coincidencias que aportan los resultados apetecidos.

Nunca pierdas la serenidad frente a nada ni nadie, hasta el momento en que afrontes cara a cara a realidad emergente, tal como es; allí, en ese instante en que, realmente la necesidad se hace manifiesta, o la situación alcanza su punto álgido, encontrarás que, con facilidad tomas el control, por cuanto el caso se ha delimitado en su fase objetiva y enmarcado dentro de determinados linderos o límites controlables, aún en su aspecto menos favorable. Automáticamente, emerge, desde el interior de la conciencia, el conocimiento, las ideas necesarias y oportunas que aportan la visión de la solución, como un chispazo intuitivo, o inspirativo, y el poder creativo que generará la potencia suficiente para resolver lo que sea menester o alcanzar cualquier logro que tú anheles con firmeza, a prueba de todo.

Nunca pierdas la calma imperturbable bajo ninguna circunstancia por terrible que pueda parecerte; en el momento en que las afrontas cara a cara te darás cuentas que sí puedes resolver lo que sea, si confía hacerlo, con expectativa positiva, si asumes tus compromisos, responsabilidades y la dirección de tus pensamientos, sentimientos, palabras y actos, sin evasión. Recuerda: jamás abandones a mitad de camino. Puedes hacerlo si crees que puedes, es la clave esencial que aplican los grandes triunfadores.

Nunca hagas negocios con quienes no están dispuestos a pagar tus honorarios en lo que valen y toman algo sin intención de pagar lo deben por los servicios recibidos, ya que, donde no hay intención de pagar nada se puede sacar.

Nunca hagas negocios con gente sin valores, y cuando observas una maña característica de gente con tendencia incumplidora, abstente firme de hacer negocios, ya que, seguramente incumplirá, salvo excepciones.

Por eso, a tu vez, nunca dejes de pagar lo debes, rápidamente. Paga, cumple tus obligaciones, una vez contraídas. La credibilidad y la confianza que generas, constituyen tu carta de crédito, que vale tanto, o más que el dinero, cuando precisas hacer uso de ella.  

Nunca hagas negocios sin hacerte cargo probable de los resultados, sobre el qué, el cómo, el cuándo, el quién, el dónde, el cuánto y el por qué.

Nunca tomes decisiones, igualmente, sin hacerte cargo probable de cómo resultarán las cosas; 1) En el mejor de los casos, si aun ocurriendo lo mejor, satisfacen, o no, las expectativas que se tienen; 2) Si ocurriendo lo peor puedes controlarlo, sin descalabros de ningún tipo. Si las respuestas permiten pasar la prueba, entonces se toma la decisión con seguridad. Empero, una vez tomada, hay que persistir, serenamente, con confianza y tenacidad, aunque se caigan cielo y tierra, hasta alcanzar la meta, en el tiempo prefijado, y eso ocurrirá siempre, por haber forjado el hábito de hacerlo.

Nunca hagas mal a nadie, porque tarde o temprano tendrás que pagarlo, con los intereses acumulados.

Nunca creas que pasa desapercibido lo que piensas, sientes, dices o haces; el universo tiene ojos invisibles, y visibles, por todas partes. En primer lugar, la conciencia, que es una réplica exacta de la de la Divinidad. Todo, al instante, lo transmites a la conciencia de la Divinidad.

Millones de pequeños seres se encuentran en tu entorno, que son testigos. No sueles prestarle atención, pero, están allí, percibiendo todo lo que haces: moscas, mosquitos, insectos, e incontables otros. Las mentes interrelacionadas contigo, por vía telepática perciben lo que piensas, siente, dices o haces, intuitivamente, por cuyos efectos, son atraídos o apartados de ti, automáticamente.

Con tus pensamientos y sentimientos, activas la ley de atracción y la de repulsión, donde lo semejante atrae lo semejante y rechaza lo desemejante. Automáticamente, va creando las situaciones análogas a tus pensamientos y sentimientos y pasas a formar parte de los grupos que piensan o sienten como tú, en cualquier lugar en que se encuentren, en este planeta, o donde se encuentren, a nivel físico, o espiritual. Canalizarás, sin darte cuenta, de esa esfera mental, por la ley de los reflejos, -como es abajo es arriba, como es arriba es abajo, y como es adentro es afuera, y viceversa- creando tu realidad inherente. Tus palabras y actos, activarán, automáticamente, por la ley del karma y del vipaka, acción-reacción, las circunstancias de tu vida, satisfactorias o insatisfactorias, según corresponda. Haz, siempre, el bien; será tu mayor riqueza.

Nunca seas injusto; siempre debes ser justo y perfecto, en todo, aunque, también, perfectible, ya que la perfección es de desarrollo eterno, sin límites algunos.

Nunca odies a nadie; libérate de ese sentimiento nefasto. Lo semejante atrae lo semejante y aparta de lo opuesto. Ama siempre; será tu mejor escudo protector.  

Nunca digas mentiras, bajo ninguna circunstancia, ni aún "las piadosas"; hay que decir siempre la verdad, sea la que fuere. Es la que prevalece por encima de todo. Lo que vale es la credibilidad, por eso, sé veraz a prueba de todo, lo cual será tu tesoro más valioso, como lo fue para Xenócrates, en la antigua Grecia, donde su palabra valía más que un documento. Siempre con la verdad por delante, le duela a quien le duela, con las las consecuencias eventuales que fueren. Nadie podrá criticarte por decir la verdad, pero, sí podrán hacerlo por lo contrario y pagarás un precio elevado, por ello, si fuera el caso. ¿A qué sirve engañarte a ti mismo, ya que a nadie más podrías engañar, aunque tú no lo creas?

Nunca seas desleal, ni infiel; sé leal y fiel siempre, es decir moneda verdadera, no falsa, en cuyo caso la persona, o vale, o no vale nada. Al final cosecharás lo mismo que siembres, y mereces. O, ¿acaso crees que siendo desleal e infiel merecerás la lealtad y la fidelidad? Para merecer el bien que anhelas, debes darlo tú, primero.

Nunca sueñes imposibilidades, es decir, recibir algo a cambio de nada. Todo tiene un precio, hay que pagarlo. Si no deseas pagarlo, no tome la cosa, por cuanto, siempre pagarás, virtualmente, aunque con demérito.

Nunca dejes de pagar lo que debes. Págalo, por cuanto nunca se podrá escapar de hacer el pago. Pagar libera, y es gratificante. El deudor es esclavo andante, y no podrá descansar jamás mientras no pague, sea lo que fuere el tipo de su deuda. Libérate, pagas lo que debes, afronta tu realidad en estricto orden jerárquico. Da la cara por tus obligaciones de cualquier índole. Vas a observar como tu vida irá cambiando, mejorando, enriqueciéndose. Cumple tus compromisos.

Nunca vuelvas a hacer negocios con quien te incumple una vez, salvo las excepciones justificadas. El incumplidor debe pagar un costo: el de ser ignorado como si ya no existiese, e inclusive, hay que perdonarlo, para liberarse de él. En ese caso, automáticamente, se activa a la ley de justicia. La compensación vendrá de donde menos se espera con cargo a la balanza de pago del deudor. Es la ley de compensación divina, impresa en una hoja de cálculo automático, en la conciencia de cada ser, en los cuatro reinos naturales, con abonos y cargos instantáneos. Arroja el saldo, o suma existencial, actualizado, en todo momento. Esto permite disponer de libertad, o de la inhibición de la misma, en forma imperceptible, pero activa, con precisión matemática.

Nunca hagas a nadie lo que no quieras para ti, en idénticas condiciones y situaciones. Siempre haz a los demás lo mismo que quisieras para ti, en cualquier escenario.

Nunca te quejes por costumbre, por nada, de nada ni por nadie ni de nadie; acepta las cosas como son; pudieron ser diferentes, inclusive, menos favorables. Sé agradecido. Las cosas suceden, siempre, de la mejor manera posible, y factible, por ley cósmica. La gratitud permite optimizar los resultados a partir de cualquier circunstancia que se afronte. Constituye el factor creador de la riqueza integral acorde con las inquietudes de los tiempos, según el inherente plan cósmico.

Nunca devuelvas mal por bien. Es mejor devolver bien por mal, aunque es preferible mantener apartada la otra mejilla, no sea que te la vuelvan a golpear; por prudencia.

Nunca faltes el respeto a nadie, ni maltrates a ningún ser humano, animal, vegetal o mineral; aún el reino mineral es sensible al irrespeto del ser humano. Sé, siempre respetuoso con todos, en todo, siempre. La clave es el respeto, aunque te irrespeten, nunca le falte al respeto, tú, al irrespetuoso. Esa será su mejor lección moral. Felipe de Macedonia, el padre de Alejandro Magno, cumplía rigurosamente, este precepto. Demostraba su superioridad moral con todos aquellos que, en el mundo político de la época, algunas veces se insolentaban.

Nunca te salgas de los límites enmarcados dentro de los parámetros de los valores universales, como el amor, la prudencia, la sabiduría, la justicia, la fortaleza, la templanza, la belleza, la serenidad, el autodominio, la armonía, el orden, el respeto, la salud, el perdón, la compensación, la reciprocidad y el equilibrio, dando y recibiendo, siempre, valor por valor.

Nunca dejes de hacer la mayor suma posible de bien que te sea factible, ni dejes de devolver, siempre, bien por mal.

Nunca dejes de creer que hoy es mejor que ayer, a pesar de las apariencias, que mañana, será mejor que hoy, y que, el futuro, a pesar de cualquier época oscura temporal, siempre será mejor que el pasado, por ley de vida. 

Nunca te apartes del bien y de la la justicia; nunca dejes de apartarte del mal y de la injusticia.

Sea el recto camino, siempre, tu camino. 

Sean la bondad, y la justicia, la gratitud y el amor, la belleza y el respeto, el trabajo y el servicio, la generosidad y el altruismo, la nobleza y la práctica de todas las virtudes, tus emblemas como un hijo de la luz, que eres.  

Nunca la esperanza te abandone, bajo ninguna circunstancia adversa, porque en los momentos menos fáciles de la vida, es cuando la noche muda en día, el sol vuelve a aparecer, y las situaciones adversas se transforman en los canales de las grandes oportunidades y riquezas integrales, si persistes mirando confiadamente, hacia adelante, enfocado tu atención en el cumplimiento de tu gran destino, en los planes cósmicos, del que eres un activo instrumento creador bajo la égida de la voluntad divina que te impele a las grandes realizaciones, como un reflejo divino de tu ser. 

Nunca dejes de reconocer tu esencia divina análoga a la esencia de la Divinidad, sin separación de la Divinidad y sin dejar de ser la Divinidad. 

Nunca dejes de percibir la sabiduría potencialmente infinita de tus atributos divinos, ni el poder, de igual manera, potencialmente infinito, análogo al del Creador Universal, que te es inherente, que manifestarás en igual grado a las magnitudes de las necesidades que experimentes, en un momento dado, día a día, y a los elevados objetivos de realización que te antepongas como metas de contribución en la Gran Obra, como aporte voluntario al bien común. 

Recuerda: Nunca, es la consigna liberadora, y enriquecedora, integralmente, que permite aflorar la nobleza divina del carácter del ser, en el eterno camino de la vida, cada día más y mejor, ad infinitum.

Adelante. 

 

 

 

 

 

 

 


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