EL CARACTER
Autora:
Marta Vidal Gallego
Curso Práctico de INTELIGENCIA EMOCIONAL
"SIEMBRA UNA ACCION Y COSECHARAS UN
HABITO; SIEMBRA UN HABITO Y COSECHARAS UN CARACTER, SIEMBRA UN CARACTER Y
COSECHARAS UN DESTINO".
William James
Muchas y muy diversas acepciones tiene en
todos los idiomas la palabra ‘CARÁCTER’, que deriva de un término griego cuyo
significado es GRABAR,
porque en verdad es la señal, marca o signo que la naturaleza imprime en las
criaturas.
El carácter es el modo peculiar y privativo
de cada persona, por sus cualidades físicas, mentales y morales.
Pero el carácter no es una substancia
inmutable. También es un proceso, que sufre modificaciones por influencias
externas, y puede ser transformado por la voluntad.
Stuart Mill propuso la creación de la etología, o ciencia del carácter, proponiendo un método y definiendo su
naturaleza.
A la parte heredada de nuestro carácter se le
llama temperamento.
Son las tendencias con las que se nace, en virtud de la constitución particular de
cada individuo, que es el resultado del predominio fisiológico de un sistema
orgánico, como el sanguíneo o el nervioso, o de un humor, como la linfa o la
bilis.
Dice el Dr. Ramón Fuster: ‘El temperamento es un conjunto de
peculiaridades fisiológicas y morfológicas de las que dependen las diversas
formas de reacciones emocionales de los individuos; pese a ser determinada por
la herencia, puede modificarse considerablemente a base de influencias
ambientales, tratamientos médicos, regímenes alimenticios, etc’.
Volviendo al carácter, éste es el modo
particular de conducirse una persona, o el comportamiento típico de la misma.
El estudio del carácter comenzó desde un punto de vista fisiológico. Heráclito lo identificó con el destino del hombre y Teofrastro, autor de una obra titulada precisamente LOS CARACTERES, distinguía 30 tipos distintos.
Del carácter se ha ocupado ampliamente la
psicología moderna, como tipo psicológico, es decir, como estructura
psicológica personal del individuo manifestada en su forma de reaccionar en el
ambiente en que vive y en todo su comportamiento. Así, por ej., Jung ha puesto en relación el carácter como
disposición fundamental del individuo, con el mundo. De él procede la doctrina de la introversión (disposición de quien asume una actitud de
defensa frente al mundo, o sea, el tímido) y de la extraversión (posición activa
y creadora del hombre que se abre ante el mundo). Para Jung el carácter es una tendencia constante, primaria e inconsciente
del individuo.
Le Senne añade a este concepto los elementos que poco
a poco ha ido adquiriendo el individuo por libre elección individual. Por tanto el carácter no es ya, en este
contexto, algo necesitante, sino algo modificable.
Por su parte, Adler defiende que el carácter es un concepto
social, y en el que nada hay de innato, sino que todo es adquirido y solamente
experimentable a nivel de sociedad.
Scheler lo definió a su vez como el elemento
hipotético mediante el cual se explica el comportamiento particular de la
personal. Por lo general, en principio, la psicología moderna concibe el
carácter como una manifestación objetiva de la personalidad individual en el
mundo, es decir, en la sociedad, independientemente de los datos orgánicos de
la persona, que constituyen, a lo sumo, el temperamento. Se excluye, en suma,
en el carácter, el elemento determinista y necesitante, y se admite la libre
elección de comportamiento como su manifestación.
CARACTEROLOGÍA: Parte de la psicología que
estudia el carácter y la personalidad. Existió ya dentro del marco de la
filosofía y medicina griegas (Aristóteles, Plutarco, Hipócrates), pero su pleno
desarrollo es moderno y coincide con el de la psicología experimental. El
término fue creado por Wundt. La clasificación de los caracteres puede
hacerse desde distintos puntos de vista. Una de las más conocidas es la de Heymans, que distingue ocho tipos según predomine en ellos uno u otro de los
siguientes pares de propiedades: emotividad, no-emotividad, actividad-inactividad,
primariedad (reacción inmediata y pasajera), secundariedad (repercusión lenta y
duradera). Los tipos son los siguientes:
COLÉRICO: emotivo, activo, primario.
APASIONADO: emotivo, activo, secundario.
NERVIOSO: emotivo, inactivo, primario.
SENTIMENTAL: emotivo, inactivo, secundario.
SANGUÍNEO: no-emotivo, activo, primario.
FLEMÁTICO: no-emotivo, inactivo, primario.
APÁTICO: no-emotivo, inactivo, secundario.
Esta y otras divisiones, exclusivamente
psicológicas, han hallado su complemento en otras en que se tiene más en cuenta
el tipo somático del individuo. Así lo hicieron Kretschmer y Jung.
INTROVERTIDOS Y EXTROVERTIDOS
En la década de los treinta, el psicoanalista
Carl Jung propuso
una tipología de la personalidad fundamentada en ‘actitudes’ congénitas fundamentales: la introversión (la energía dirigida hacia
un mundo subjetivo e interior) y la extroversión (la energía dirigida hacia las
personas y cosas del mundo exterior). Creía él que uno de esos dos aspectos
predominaba en cada individuo. También postuló que en cada persona predomina
uno de los cuatro modos de funcionar –pensamiento, sentimiento, sensación e
intuición-,
cada uno de los cuales puede experimentarse de una forma extra o introvertida.
CARÁCTER E INTELIGENCIA EMOCIONAL
Existe una palabra anticuada para designar al
conjunto de habilidades que conforman la inteligencia emocional: carácter. El carácter, escribe Amitai Etzioni, teórico social de la Universidad de Washington, es ‘el músculo psicológico que la conducta
moral exige’. Y el filósofo John Dewey sostuvo que una educación moral es más
efectiva cuando las lecciones se imparten a los niños durante los hechos
reales, no sólo como cuestiones abstractas: el modelo de la alfabetización
emocional.
Si el desarrollo del carácter es la base de
las sociedades democráticas, consideremos algunas de las maneras en que la
inteligencia emocional puede apoyar este fundamento. El carácter está sustentado en la autodisciplina; la vida virtuosa, como lo observaran los
filósofos, desde Aristóteles,
está basada en el autodominio.
La piedra angular del carácter es la capacidad de motivarse y guiarse uno mismo, ya sea haciendo los deberes, terminando un
trabajo, o levantándose a la mañana. Y, como hemos visto, la capacidad de diferir las gratificaciones y de controlar y canalizar la urgencia de actuar es una habilidad emocional básica, lo que en
tiempos anteriores se llamaba voluntad. ‘Necesitamos controlarnos a nosotros
mismos, nuestros apetitos, nuestras pasiones, para hacer el bien a otros’,
señala Thomas Lickona, al escribir sobre la educación del carácter. ‘Se
necesita voluntad para mantener la emoción bajo el control de la razón’.
LA FORMACIÓN DE UN BUEN CARÁCTER
“Preocúpese mas por su carácter que por su
reputación, porque su carácter constituye lo que es usted en realidad, mientras
que su reputación sólo es lo que los demás creen que es usted, dijo John Wooden. Esta es la importancia de la cuestión que
usted está leyendo.
Respecto a la formación del carácter, dice un
autor reconocido: “Por lo que elegimos o rechazamos vamos procediendo a la
modificación de nuestro carácter. Del mundo externo vamos asimilando lo que
escogemos.
“Nos asemejamos a los insectos, que adoptan
el color de las plantas y de las hojas con la que se nutren, porque más tarde o
más temprano nos identificamos con el alimento que ha recibido nuestra mente, y
con los sentimientos de nuestro corazón”.
John Stuart Mill refuerza el concepto: “Aunque las
circunstancias influyen mucho en nuestro carácter, la voluntas puede modificar
en nuestro favor las circunstancias. Educar nuestro carácter es formarnos
buenas costumbres”.
Algunas de esas “buenas costumbres” son:
espíritu de iniciativa, dominio de sí mismo, perseverancia, amor al trabajo,
habilidad, ponderación, discernimiento, nobleza, prudencia, seguridad,
resistencia ala fatiga, buen humor y optimismo.
Quizá teniendo en cuenta que también se habla
de la falta de carácter, o que el carácter más común es no tener ninguno,
Stuart Mill recalcó que “un carácter es una voluntas completamente moldeada”.
COMIENCE POR CONOCER SU PROPIO CARÁCTER
El profesor William James has dado esta pista: “Muchas veces he pensado
que la mejor manera de definir el carácter de un hombre sería buscar aquel
estado de ánimo mental o moral con el cual, cuando lo experimenta, se siente
más profunda e intensamente activo y vivo. En tales momentos, oye una voz
interior que le dice: “Este es mi verdadero yo”.
NO OLVIDE QUE ES EN LOS MOMENTOS DIFÍCILES
CUANDO MÁS SE REVELA NUESTRO CARÁCTER
El célebre escritor Herman Hesse así lo señaló: “Sólo en las circunstancias
aciagas de la vida sale a relucir, sin disimulos, el carácter de una persona”.
Pero no confunda las verdaderas dificultades
con lo que cree que son grandes dificultades. Hace ya muchos siglos, el
filósofo Demócrito se
preocupaba por la falta de equilibrio entre la excesiva superficialidad con que
tomamos los asuntos de real gravead y la excesiva seriedad con que consideramos
los asuntos de menor importancia.
El insigne escritor Samuel Jonson dio a un amigo un consejo sensato, de
utilidad para todos, respecto a ubicar los banales problemas cotidianos en una
perspectiva adecuada. “Señor”, le dijo, “considere lo insignificante que le parecerá
esto dentro de un año”.
Pero la regla de oro la dio Edward Hake: “No lleves nunca a cuestas mas de un tipo
de problema a la vez; hay quienes cargan con tres: todos los que tuvieron,
todos los que tienen ahora, t todos los que esperan tener”.
SOMETASE A UNA INFLUENCIA AMBIENTAL POSITIVA
PARA SU CARÁCTER
Una vez que ha determinado los puntos débiles
de su personalidad, sométase a una influencia positiva para neutralizar esa
debilidad. Por medio de lecturas estimulantes, relaciones convenientes, y la
determinación de establecer algunos hábitos nuevos.
BUENA PARTE DEL CARÁCTER CONSISTE EN
ESTABLECER LOS HÁBITOS CORRECTOS
Cualquier sentimiento, emoción o
comportamiento, si son reforzados una y otra vez, se convierten en un hábito,
en un condicionamiento.
No desdeñe de la importancia y el poder de la
formación de hábitos. John Dryden dijo: “Primero formamos nuestros hábitos,
después nuestros hábitos nos forman”.
CUATRO PILARES DEL CARÁCTER
Hay cuatro hábitos virtuosos de inestimable
valía: puntualidad, exactitud, perseverancia y diligencia. Sin la puntualidad, se pierde el tiempo; sin la exactitud, se menoscaba el crédito; sin la perseverancia no es posible hacer nada bien hecho; sin la diligencia se malogran ventajosas ocasiones que ya no se
volverán a presentar.
EL CARÁCTER SE FORMA EN LA ADVERSIDAD
Nos guste o no nos guste, en este punto
coinciden casi todas las corrientes filosóficas y psicológicas.
Quizá sea porque es en las situaciones
difíciles cuando se da lo mejor de sí mismo. Y porque muchas veces se aprende
más en diez días de agonía que en diez años de bonanza.
“Hay un proverbio escandinavo que algunos de
nosotros deberíamos adoptar como grito de combate para nuestras vidas: “El viento norte hace a los vikingos”. ¿De dónde sacamos la idea de que la vida
segura y agradable, la ausencia de dificultades y la comodidad de la holgura
hicieron a las personas buenas o felices? Por el contrario, las personas que se
compadecen continúan compadeciéndose incluso cuando están entre blandos
almohadones, y en cambio la fuerza del carácter y la felicidad han sido
siempre, ligadas, en la historia, a personas que, en toda clase de
circunstancias, buenas, malas o indiferentes, han tomado sobre sus hombros su
responsabilidad personal. Así, repetidamente, el viento norte ha hecho a los vikingos.”
A pesar del humano impulso de escapar lo
antes posible de situaciones difíciles, consideremos que gracias a ellas nuestro carácter puede
fortalecerse y mejorarse.
Para ello no hay otra regla de oro que la
dada por Séneca hace
muchos siglos: “Entrenemos nuestras mentes para desear lo que la situación demande”.
LA DETERMINACIÓN ES LA CHISPA PARA ENCENDER Y
SOSTENER NUESTRO CARÁCTER
La indecisión, la aflicción, la ansiedad y el
temor son los más terribles desmoronadores del carácter.
Y todos se combaten determinándose a actuar.
La det4erminación es el principio del carácter. Dice Zig Ziglar: “El carácter fue lo que nos sacó de la
cama, el compromiso nos hizo entrar en acción, y la disciplina nos permitió
completar la tarea.”.
EL CARÁCTER Y EL PENSAMIENTO
Diversos autores han destacado la importancia
del pensamiento en la formación del carácter.
El gran ensayista Paul Jagot señala: “Somos literalmente un reflejo de los
pensamientos y convicciones que tenemos respecto de nosotros mismos. Día por
día nos vamos convirtiendo en lo que pensamos. Crecemos y evolucionamos de
conformidad con el modelo fijado en la mente.
El hombre que anhelamos ser está delineándose
en nuestro carácter, en nuestra personalidad, en nuestras acciones.
El carácter guarda estrecha relación con la
autoestima. Muchas personas han heredado una especie de deprimente concepto de
ellos mismos, con muy mezquina estimación de la propia valía. Su atraso tiene
probablemente mucho que ver con la insistencia en este despectivo pensamiento.
En cambio, un estudio hecho con muchas personas
de éxito, arrojó un hincapié puesto en la “responsabilidad y la integridad”, o
en “la energía y la integridad”. Es decir, en rasgos del carácter.
A LOS GENIOS SE LES ADMIRA. A LOS RICOS SE
LES ENVIDIA. A LOS PODEROSOS SE LES TEME, PERO SOLO A LOS HOMBRES DE CARACTER
SE LES TIENE CONFIANZA.
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