UNA
RESPUESTA A VUELA PLUMA,
A
UN LECTOR DE COLOMBIA
©Abg.
Giuseppe Isgró
-"Muchos se creen maestros, y en algún grado, todos
los somos, de alguien, en un momento dado, por un tiempo determinado, hasta que
la persona guida se transforme en nuestro maestro. Empero, es más ventajoso el
anhelo de ser un eterno aprendiz y aprender de todos, hasta de una hormiguita".
Giuseppe Isgró C.
Gracias por su correo y sus comentarios inherentes.
Todo trabajo de cooperación lo es, también, de aprendizaje; recordando que cada ser tiene libre albedrío, y por lo tanto libertad de adherir, o no, a las ideas que se transmiten, lo cual, estimo que es de secundaria importancia.
Lo importante es sembrar las verdades universales trascendiendo toda doctrina por excelente que sea, ya que todas conforman la Doctrina Universal, y toda la doctrina universal desarrollada en todos los mundos habitados del universo, por muy elevados que sean, es sólo una ínfima parte de lo que, durante toda la eternidad, en el eterno presente, se irá desarrollando, encontrando siempre un más allá, consigna que usted utiliza en su correspondencia, como percepción de su escuela. De manera que, todo el saber acumulado hasta ahora, no deja de ser una simple bagatela en relación al infinito camino que. aún, queda por recorrer.
Esa edad de oro que anunciaban los grandes utopistas del siglo XX, entre ellos Aldous Husley, Henry Poincare, H. G. Wells, y George Bernard Shaw para el año 30.000 de nuestra era, será apenas cuando encontraremos el terreno abonado para que, a partir de ese momento se pueda, apenas, comenzar la realización del auténtico trabajo a que está destinado el planeta tierra. Por lo cual, mucho es lo que hay que sembrar para hacer realidad esa edad de oro en torno al año 30.000. Esas tres generaciones a las que hacía referencia el Maestro eran por demás muy optimistas, pero la realidad tiene una curva de resultados mucho más extensa. De manera que, hay que prepararse para muchísimas reencarnaciones más para transformar al planeta tierra en el mundo con el que soñamos vivir.
Empero, en mi caso, más que para enseñar es para aprender, ya que el único Maestro es el Creador Universal quien, a nivel de la conciencia de cada ser, en los cuatro reinos naturales: humano, animal, vegetal y mineral, es quien enseña por medio de los sentimientos análogos a los valores universales -Axiología-, en la conciencia de cada ser. Cada uno es un instrumento de la voluntad divina, en su propio nivel de aptitudes, que es utilizado según la vocación que le anima.
En un mundo donde las mayorías de las personas se creen maestros, apreciar el verdadero valor de ser un aprendiz aporta beneficios incalculables. Entonces, ¿de que sirve tratar de enseñar nada a nadie? Sin embargo, si nuestro mensaje tiene algo de valor, lo reflejará el ejemplo de nuestra conducta, y eso enseñará más que cualquier otra cosa. Los resultados son los que cuentan. Sembremos, con desapego, dejemos que la gente viva su propia vida, sin imposiciones de ningún tipo de ideas, o doctrina. No tiene ninguna importancia que la gente del planeta tierra siga la Doctrina Espírita, la masonería, el yoga, el taoísmo, la teosofía, el sufismo, o el budismo zen, que están entre las excelentes corrientes de pensamiento, entre tantas otras. Pero, si tiene importancia que la gente sea virtuosa, encuentre el sentido de la vida en el planeta tierra, sepa que eternamente continuará aprendiendo sin agotar jamás ninguna fuente de conocimiento, de que la reencarnación ofrece la certeza de un nuevo aprendizaje en la siguiente existencia.
La Masonería Universal tiene una excelente definición, que me gusta mucho, como objetivo que sigue todo hijo de la luz: El estudio de todas las ciencias, de todas las filosofías, de todas las artes, y la práctica de todas las virtudes.
Uno de los puntos fuertes de la doctrina del Maestro es el de los valores -Axiología-, cuya percepción es muy elevada, a la altura de los grandes pensadores.
Los grandes utopistas, entre ellos los antes mencionados, opinan que el estudio de la humanidad del año 30.000 de nuestra era, cuando se dispondrá de mayor tiempo libre, ese tiempo libre se dedicará en mayor grado al estudio de los valores universales, para que, en el argot masónico, se pueda vivir una vida virtuosa, ejerciendo la práctica de todas las virtudes. Fácil es decirlo; pero, esa es la meta ad infinitum.
El estudiante de la Doctrina Universal debe conocerlo todo; sembremos lo que esté a nuestro alcance, dejando en libertad a cada persona que siga libremente el curso de sus pensamientos, sentimientos, palabras y actos. Si el Creador Universal tuvo confianza de dotar a cada ser de libre albedrío es porque sabe que cada ser, por la inspiración y trabajo creativo que el mismo Creador Universal realiza dentro de la conciencia de cada ser -en los cuatro reinos naturales- por el lenguaje de los sentimientos dentro de la conciencia, por los elementos coercitivos y coactivos dentro de la misma conciencia, por medio de la fuerza de empuje y la de bloqueo, el Ser Universal se va ocupando de cada quien -por la ley cósmica impresa dentro de su conciencia- de que, cada ser, oportunamente adquiera la luz que precise. En algunas ocasiones nos utiliza a nosotros para impartir la tenue luz que podamos tener en alguna ínfima área del saber humano; pero, la mayoría de las veces, es a nosotros mismos que nos auxilia cuando por aparente casualidad entramos en contacto con personas que, a veces sin darse cuenta, -ellas mismos- nos aportan el aprendizaje que precisamos.
Es preciso sembrar. Homero sembró hace 3.100 años con su Ilíada y la Odisea, esta última una de las mejores obras de todos los tiempos, y contribuyó a crear la edad de oro griega unos 600 años después; Platón, sigue siendo desconocido después de más de 2.300 años; Cervantes, con todas sus obras, seguirá inagotable; Allan Kardec, con el Libro de los Espíritus, seguirá también, vigente, señalando el camino que él mismo habría utilizado para desarrollar sus geniales percepciones del siglo XIX. Él mismo no habría considerado estática e inamovible su doctrina, ya que la vida es un eterno movimiento hacia el progreso inagotable. Luego, los filósofos del Derecho, y los Códigos Civiles de cada país, constituyen estudio obligado, por la profunda sabiduría que contienen. Esto, por nombrar solamente algunos autores y/o temas. Todo lo que está a nuestro alcance estudiar, en el planeta tierra, no alcanzarían mil vidas, o millones de vidas, para agotarlo; cuanto más nos faltará por aprender de aquellos mundos que, existiendo una eternidad por detrás nuestro, están una eternidad por delante de nosotros.
Dos años que usted se fijó para ver si
vale la pena impulsar la escuela, o tomar vías diferentes para transmitir el
mensaje y sembrar lo que se precisa, es nada. Forjase el objetivo de que,
vida tras vida, mientras cultiva su propio aprendizaje, y realiza su respectiva
misión, en cada época sembrará las semillas de los frutos que va cosechando
para contribuir en la creación del mundo que, en cada nueva reencarnación,
cuando volvamos al planeta tierra queremos encontrar. Pero, el peso del
mundo, y del universo lo tiene el Creador Universal sobre sus hombros
-metafóricamente hablando-. Si solamente nosotros somos capaces de librarle del
trabajo de que se ocupe de nosotros, ya sería un avance. Pero, quien se atrevería
a decir que ya somos auto suficientes, y que ya no precisamos que se ocupe de
nosotros. El verdadero trabajo lo realiza el Creador Universal por nuestro
intermedio, -de todos los seres-, por la inspiración de los sentimientos
dentro de la conciencia. Si usted se encuentra animado en esta misión que le
entusiasma, usted tiene por delante, por lo menos quince años, o más de
preparación, hasta que su mensaje alcance la densidad necesaria que justifique
que alguien le lea, o siga su enseñanza en algún grado. Pero, hay que empezar,
es preciso dar el primer paso, y mientras aprendemos transmitimos, compartimos,
y hasta nuestras imágenes mentales, ideas y pensamientos, por resonancia
magnéticas, -efecto delos campos morfo genéticos- están cumpliendo su
función de sembrar nuevas ideas sin esfuerzo alguno, por transmisión natural, de
contenidos mentales, y por el ejemplo, maestro indiscutible, silencioso.
Adelante.
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