TEMPLANZA, ASCETISMO Y
ABSTINENCIA
©Abg. Giuseppe ISGRÓ C.
La
templanza es una de las cinco virtudes esenciales, conjuntamente con la
sabiduría y/o prudencia, la justicia, la fortaleza y la belleza.
Representa
un valor universal que tiene múltiples vertientes, entre ellas,
fundamentalmente, la disciplina, la moderación, la austeridad, la frugalidad,
el justo medio en todas las cosas, el silencio, la sencillez y el autodominio,
o autocontrol. Todos estos valores, en la práctica efectiva, buscan, y logran,
el perfecto equilibrio en todas las cosas.
La
templanza, en sí, conlleva la práctica de todas las demás virtudes, como es el
sentido común, la sabiduría y/o prudencia, la justicia y la equidad, la fortaleza,
con sus elementos coadyuvantes, como son, el valor, o coraje, la serenidad, la
constancia y/o tenacidad, la paciencia, la aceptación de las cosas tal como
son, la visión clara de las cosas, la firmeza y la determinación, el
entusiasmo, la voluntad de triunfar, entre otros aspectos inherentes, y la
belleza, reflejo estético del carácter y de la personalidad.
Mientras
la sabiduría y la prudencia representan dos aspectos esenciales del saber, o
conocimiento, que es una de las dos grandes vertientes universales, que
manifiesta la visión del camino y la etapa a recorrer en cada fase, la
fortaleza y la templanza, reflejan la otra gran vertiente: la manifestación del
poder creador universal, en sus dos elementos esenciales: Acción de empuje y
acción de bloqueo. Hacer y dejar de hacer. Acción y descanso, día y noche,
verano e invierno, otoño y primavera. Desgaste y recuperación.
SidhartaGautama,
-El Buda, o el Despierto-, en su
primera fase de retiro espiritual, practicó un ascetismo férreo- Después de
llegar a los extremos de que su cuerpo fuese sometido a los rigores inherentes,
se percató que de nada servía debilitar el cuerpo de esa manera. Que era
preciso mantener el perfecto equilibrio de la salud, y la integridad de las
fuerzas vitales para tener una mente y un cuerpo vigorosos. Para cumplir con la
misión de vida asignada por la naturaleza de las cosas, era necesario tener una
mente y un cuerpo sanos. A tales efectos descontinuó ese sistema de vida, y
comenzó a practicar otra forma de vida más natural y equilibrada, alimentando
adecuadamente su cuerpo, y llevando condiciones de vida higiénicas. Tanto es
así que vivió una larga vida, con un perfecto estado de salud integral.
La
practica espiritual, necesaria para el perfecto equilibrio existencial, se
puede realizar en cualquier condición de la vida moderna. No es necesario
aislarse en un ascetismo riguroso, apartándose de la sociedad. Una elevada
espiritualidad se puede, y se debe practicar, en cualquier circunstancia en que
se desenvuelva el diario acontecer. Tanto es así que, en el sufismo, en algunas
de cuyas corrientes se practicaban extremos ascéticos tales de llevar a cabo el
ayuno de los cuarenta días. Este tipo de ayuno se sometía a extremos rigores al
cuerpo, ha sido abolido, en línea general.
La
práctica del misticismo elevado, que constituye una espiritualidad directa
centrada en el Ser Universal, contribuye a enriquecer la propia vida, y a
encontrarle un sentido a la existencia humana. La conexión con la fuente, que
permita constituirse en canal de sabiduría, luz y poder creador, permite
alcanzar la plenitud y un estado de alegría de vivir permanente. La felicidad
es un estado mental, que requiere ser retroalimentado diariamente, al igual que
se reprograma un termostato para mantener estable la temperatura ambiental. La
meditación en el Ser Supremo, y en los atributos divinos es una fuente esencial
de alimentación del espíritu, de iluminación para la mente y de fortaleza
espiritual. Se puede practicar en cualquier ambiente, sin necesidad de someter
a ningún tipo de excesos al organismo.
Con cada triunfo que se obtenga, en cualquier ámbito existencial, la
voluntad se fortalece para emprender retos de mayor envergadura.
Lo esencial es trabajar en base a objetivos específicos, de manera que se
pueda centrar la propia potencia en una cosa a la vez, claramente definida en
el espacio y en el tiempo. Donde se centra la potencia espiritual se expande la
conciencia perceptiva y el poder realizador para mantener el perfecto
equilibrio en todo, con todos, en conexión con el Todo.
En
cuanto a la abstinencia, ésta tiene múltiples vertientes:
En
primer lugar: Abstenerse de todo lo que excede los límites de los parámetros de
los valores universales, como guía de vida.
A
tales efectos, se requiere dejar de alimentarse con carnes de cualquier tipo.
No es el alimento natural e idóneo para el cuerpo humano. Al mismo tiempo, es
preciso dejar de producir sufrimiento al reino animal, en todas sus especies,
ya que, de alguna manera, se revierte en quienes lo provocan. Hay que buscar
los nutrientes en el reino vegetal y mineral. Las lentejas pueden suplir todo
tipo de carnes, conjuntamente, por supuesto, con otros nutrientes, previo
asesoramiento profesional.
Abstenerse
de consumir cualquier tipo de substancias nocivas, como bebidas alcohólicas,
tabaco, etc.
Abstenerse
de llevar a cabo relaciones sexuales ilícitas y contra natura.
Abstenerse
de sacrificar cualquier tipo de vida animal, salvo los casos excepcionales en
resguardo de un bien mayor, o de la propia subsistencia, en situaciones de
riesgo.
Abstenerse
de hacer daño, de cualquier especie, de ofender, de calumniar, de mentir, de
chismear, de decir groserías, de mantener conversaciones frívolas e
insustanciales, de realizar actos de infidelidad, entre otros.
Abstenerse
de abortar, teniendo respeto por toda vida, y sabiendo que el aborto es un
crimen en todo el sentido de la palabra, del cual habrá de responder quien
incurra en ello, aún cuando existan leyes inmorales y aberrantes que lo
autorice, precisamente en los países denominados del “primer mundo”, en los
cuales gran número de personas se abrogan el derecho de decidir al respeto.
Nadie tiene, ni tendrá jamás, frente a la ley divina, el derecho de suprimir
una vida en gestación, salvo los casos de excepción para salvaguardar la vida
de la madre. Inclusive, aún en los casos de embarazos fruto de violaciones, la
madre tiene el derecho de suprimir esa vida. El violador incurrió en un delito;
la madre que aborta el fruto de ese acto indebido, también incurre en un
delito, al abortar. Esa vida es un regalo de Dios, y en los planes cósmicos
tiene su razón de ser. No sabemos que ser es el que nace de ese acto, ni las
compensaciones de múltiples vertientes, o variantes, aporta ese ser en
gestación, ni siquiera podrá imaginarse que auto-aprendizaje proporcionan
circunstancias de esa naturaleza. Aunque este tipo de casos no deja de tener
complejidades poco solubles, del punto de vista de la ley cósmica, tiene su
razón de ser todo lo que acontece, y es preciso afrontar las realidades
absteniéndose de incurrir en actos indebidos. Abstenerse de matar la vida
humana
Igualmente,
abstenerse de tomar lo que no ha sido dado.
Abstenerse
de legislar leyes y normas jurídicas que violenten cualquier derecho natural, o
que contradiga los principios inherentes a los valores universales.
Adelante.
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