LOS ESTADOS Y LAS ESTACIONES
DE LA CONCIENCIA, EN EL SUFISMO
©Abg. Giuseppe Isgró C.
El
sufismo es la parte mística del islamismo. Constituye una de las corrientes de
pensamiento en la que se han escrito algunas de las más hermosas páginas de
sabiduría.
En
ellas, maestros sufíes como Dzulmún el Misrí, uno de los pioneros en el tema,
Abulabás Ben Alarif de Almería, Ibn Arabi, Rumi, Abî-L-Khayr e Ibn Jaldún,
entre otros, han hablado de “los estados” y “las estaciones” como vías y grados
ascensionales que conducen a
Los
“estados” constituyen los dones, o atributos divinos con que la naturaleza de
las cosas ha dotado a cada ser en los cuatro reinos naturales. “Las estaciones”,
son los grados de desarrollo que en esas vías ha ido alcanzando en el eterno retorno
del ser individual al Ser universal.
Esos
grados de desarrollo representan niveles de percepción, tanto a nivel objetivo
como subjetivo. La primera, es la percepción por medio de los cinco sentidos
físicos, y la capacidad de razonamiento por medio de la lógica inductiva y
deductiva.
La
segunda, dado que los sufíes son expertos en alcanzar elevados niveles de
éxtasis, que les permite una perfecta conexión con
Los
“estados” son caminos que conducen a Dios. Las “estaciones”, constituyen las
etapas por las cuales se ha avanzado, y en las que se encuentra alguien en un
momento dado.
En
cada “estado” se va pasando de un grado de conciencia a otro más elevado,
representado por “las estaciones”. Es la eterna polarización a la que hacía
referencia Lao Tse, en el Taoísmo, cuando afirmaba que, al percibir lo que era
la belleza, se daba cuenta, al mismo tiempo, de lo que era su opuesto, es
decir, la fealdad.
Es
también la transmutación de la alquimia espiritual, mediante la cual, también
se pasa de un nivel de depuración a otro más elevado.
Los
“estados”, equivalentes a los atributos divinos, son los valores universales, o
virtudes, que constituyen los sentidos cósmicos de cada ser en los cuatro
reinos naturales. La sede de esos valores universales es la conciencia. Las “estaciones”
son los grados de conciencia evolutiva alcanzados en cada uno de los valores
universales.
Los
“estados” son vías ilimitadas en el eterno presente, es decir, eternos e
infinitos, sin comienzo y sin fin. Se emana a la conciencia individual a partir
de
Esos
estados a los cuales nos referimos son el amor, la justicia, la sabiduría, la
prudencia, la tolerancia, la compensación, la igualdad, la fortaleza, la
templanza, la belleza, y los incontables otros, equivalentes a los atributos de
Sostenía
Ibn Jaldún, en el capítulo “De la ciencia del Sufismo” en su magna obra
Introducción a
En el Mahasin Al Machalis, Ben Alarif desarrolla los temas de “las
moradas del camino místico”, equivalentes a “las estaciones”, que él sintetiza
en:
1) La gnosis o intuición extática de Dios;
2) La voluntad; Lo que Allah quiera, nada se le asemeja. Querer, desear,
necesidad, deber, amor, bondad, solidaridad,
3) El ascetismo o la abstinencia;
4) La confianza o el abandono en
Dios;
5) La paciencia;
6) La tristeza y el temor;
7) La esperanza;
8) La gratitud;
9) El amor;
10) El deseo. Posteriormente, agrega otras dos:
11) La penitencia;
12) La familiaridad con Dios.
A
su vez Abî-L-Khayr hace referencia a Cuarentas Estaciones “para que su marcha
en el camino del sufismo culmine con éxito”.
Ellas
son:
1. La intención: El sufí, al
buscar el bien para los demás, lo encuentra para sí mismo. Es la pureza bajo la
égida de los valores universales que orienta la intención en la realización de
todo propósito personal, o colectivo.
2. La conversión: El sufí, en
su retiro interior ve, o percibe a Dios. Esa conexión con
3. El arrepentimiento:
Rectificación, abstención, respeto a los valores y enmarcar la propia conducta
dentro de sus parámetros. Decía Don Quijote: -“Quien yerra y se enmienda, a
Dios se encomienda”-.
4. El estado de discípulo: El
estado perfecto es el del eterno aprendiz. El maestro es el Creador Universal
que inspira en la conciencia mediante el lenguaje de los sentimientos análogos
a los valores universales, para vivir una vida virtuosa, en la constante
ascensión de las estaciones en los incontables estados del ser. Esa estación de
eterno aprendiz le permite el ascenso por medio de
5. El combate espiritual:
Mediante el desapego, sujetando todo pensamiento, sentimiento, deseo, palabra y
acto a la más estricta justicia, imbuyendo todo con un profundo amor.
6. La atención constante:
Atención centrada en
7. La impasibilidad: La cual
permite la imperturbabilidad para afrontar, con calma serenidad y autodominio,
todas las circunstancias existenciales. Es preciso desarrollar la tenacidad, la
resistencia, la paciencia y la tolerancia. El amor potencia todas estas
cualidades y su sentimiento crea un lazo de afinidad que unifica y armoniza a
todos los seres involucrados en la realización del propósito común.
8. El Dzikr, o constante
recuerdo del nombre de Dios. Pronunciar el Nombre, sosegadamente, mil o más
veces en la mañana y en la noche, y cada vez que se deba transmutar un estado
de conciencia. Percepción de
9. La satisfacción: Por la
percepción intuitiva, o inspirativa, percibe el qué, el cómo, el cuándo, el
dónde, el cuánto y el por qué, lo que le permite satisfacer toda necesidad en
la forma justa y perfecta. Esto implica
aceptación de la realidad, capacidad de adaptación. Con el 20% de lo que se
posee se satisface el 80% de las necesidades.
10.
La oposición al ego: Es preciso trascender el ego, descentrando la
atención del ego y establecer la conexión con
11.
La perfecta ecuanimidad: Funge de termostato espiritual. Mantiene el
equilibrio interior. Permite la aceptación de las cosas tal como son y
aprovechar su potencial inherente.
12.
La sumisión: Aceptar las pruebas de la vida; afrontar la realidad tal
como es, y se presenta. Resistir en forma inquebrantable regido por los
parámetros de los valores universales.
13.
La entrega confiada: Establecer
14.
La renunciación: Centrarse en las cosas que tienen valor, realmente. La
propia comprensión y actitud frente a la realidad. Todo se puede transmutar. Es
preciso trascender la realidad objetiva, lo cual implica una renunciación.
Aceptación de la realidad. La voluntad de superar estaciones o etapas, la
visión de las cosas actuales y de las tendencias naturales; percepción de las
cosas tal como deben ser. Al renunciar a lo superfluo, e intrascendente, se
deja cabida para lo trascendental, lo perdurable, lo auténtico y verdaderamente
valioso. Es necesario renunciar a todo lo que no sea Dios, para llegar a Él.
15.
La adoración: El constante recuerdo del nombre de Dios y la meditación
en Él y en los atributos divinos o valores universales. Perseverancia en el servicio. Aplicación
constante del poder del amor. Mente centrada en Allah. Perfección en el trabajo
y en la realización de todo cuanto se ejecute.
16.
La compañía de Dios: Repetir cien veces o más: Compañía de Dios, con los
ojos cerrados, y observar lo que pasa. Se abre mentalmente el camino que
conduce a Dios. Centrar, al mismo tiempo, la atención en el punto tan tien, o
hara, tres centímetros debajo del ombligo y tres centímetros hacia dentro, en
dirección de la columna.
17.
La sinceridad: Sinceridad interior, autenticidad, autenticidad en el
cultivo de los valores. Verdad de las cosas y de los valores. Intención firme,
decisión y carácter.
18.
La veracidad: Se sujetan los pensamientos, los sentimientos, los deseos,
las palabras y los actos a la verdad. Se deja de pronunciar todo lo que no se
corresponda con la verdad.
19.
El temor: Basado en la conciencia del rigor de la ley cósmica, y en la
efectividad de los efectos coercitivos y coactivos de los valores universales.
Esto se traduce en el temor de infringir la ley de Dios. Es preciso sustituir
el temor por la confianza sometiendo los pensamientos, los sentimientos, los
deseos, las palabras y los actos bajo la égida de los valores universales.
Decía Don Quijote: -“Primeramente, oh hijo!, has de temer a Dios; porque en el
temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada”-.
20.
La esperanza: Es la expectativa que, tanto en su polaridad positiva como
en su opuesta negativa, siempre se cumple. La esperanza en una potencia
interior que siempre hace esperar lo mejor y la persona lo obtiene, ya que no
acepta nada que le sea diferente, persistiendo hasta lograrlo. Cuando las cosas
se ponen menos fáciles persiste y activa los poderes creadores de la mente
humana. La protección Divina por el ceñimiento a la ley de Dios.
21.
La extinción: La trascendencia del ego, y la conexión con
22.
La permanencia: Por donde mires siempre verás a Dios. Es preciso ayudar
a Dios con el trabajo de la creación. Te estarás ayudando a ti mismo.
23.
La ciencia de la certeza: Percibir la realidad tal cual es trascendiendo
la conciencia objetiva, sin el velo que separa la dimensión física de la
realidad espiritual. Decía Don Quijote: -“Has de poner los ojos en quien eres,
procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que pueda
imaginarse”-.
24.
25.
La gnosis: Contemplar a Dios en cada ser de los cuatro reinos naturales,
con la certeza de que se le está percibiendo. De igual manera, en los valores
universales que, como sentimientos, van fluyendo en la propia conciencia. Esos
valores universales son los “estados” y el grado de percepción de los mismos
denota el de la conciencia que se va adquiriendo de Él.
26.
El esfuerzo: Amar a Dios en la propia conciencia, y en cada ser de los
cuatro reinos naturales. Amarle en el Espíritu. Someterse a su voluntad,
plasmada en la ley cósmica y en los valores universales o atributos divinos, o
“estados”. Percibir la guía divina por medio de los sentimientos de los
“estados”, en sus respectivas “estaciones”, en la conciencia.
27.
La virtuosidad: Por la práctica de todas las virtudes se llega a
identificar con
28.
El amor: La síntesis de todos los “estados”, o valores universales. Por
el amor se llega a ser uno con el UNO. Atención centrada en Allah, permanentemente,
hasta adquirir conciencia de Él, expresando su presencia divina en el propio
ser, o estaciones por la que se va pasando ascensionalmente, en forma
consciente.
29.
El éxtasis unitivo: Conexión espiritual con el Creador Universal que
permite adquirir una conciencia clara de Él en todo cuanto existe, expresando
la sabiduría de los valores universales, o estados, en el grado de conciencia
que, por propio esfuerzo, se haya llegado a desarrollar. El éxtasis de
30.
La proximidad: Ser un instrumento, o “estación en el camino”, de
31.
La meditación: Meditación en Dios y en sus atributos divinos, o
“estados”, o valores universales. Es preciso centrar la atención en el Nombre,
practicando el Dzikr o constante recuerdo de Él. Donde se centra la atención se
expande la conciencia. Diálogo con el Creador Universal en la conciencia por
medio de los sentimientos de los valores universales. Se trata de un diálogo de
Dios consigo mismo. Por medio de la meditación se puede adquirir conciencia de
cualquier clase de conocimiento que se anhele. Por encima de todo, se puede
adquirir conciencia de Él.
32.
33.
El desvelamiento: No hay velo alguno entre la conciencia del ser
individual y la del Ser Universal. En cualquier lugar en que se encuentre el
ser individual, allí se reside Dios y sus atributos divinos, o “estados”.
34.
El servicio: Conexión con Dios por el servicio. Dios actúa en cada ser
para realizar el servicio a todos los seres del universo, en los cuatro reinos
naturales. Es Dios el Servidor, cada ser es un instrumento de su voluntad
divina. La disposición de servir le transforma, a cada quién, en un instrumento
de su voluntad divina.
35.
El despojamiento: En cualquier circunstancia en que el sufí se encuentra
práctica la amistad con Dios, acepta las cosas como vienen y las transforma en
como deben ser. En cada situación ve una oportunidad de aprendizaje y de servicio.
Ser amigo de Dios es ser, al mismo tiempo, amigo de cada ser en los cuatro
reinos naturales, por cuanto en cada uno reside su presencia divina. Cultivando
la amistad con cada ser de los cuatro reinos naturales se práctica la amistad
con Dios, simultáneamente.
36.
El aislamiento: Mediante el termostato espiritual, sea cuales fueren las
condiciones externas, por su programación interior, expresan, o manifiestan,
siempre resultados perfectos, positivos, creativos y alentadores, en el eterno
retorno del ser individual hacia el Ser Universal. Transmutan toda condición
inadecuada en la que debe imperar en un momento dado. El sufí siempre se
mantiene en la vía que conduce a Dios, mediante la conexión divina. Tiene
presente que, por encima del ser individual se encuentra Dios y su ley cósmica.
37.
La expansión: La visión constante de Dios le permite osar en la
conquista de sí mismo y permanecer constante en el camino hacía Dios. Sabe que
el caminante, el camino y la fuente, son lo mismo: Dios. El universo se encuentra
en constante expansión y el ser individual, con su aporte cuota a
38.
La afirmación de
39.
40.
El Sufismo: Se le define como el instrumento de
Evidentemente, solo a través de la experiencia directa se puede percibir
el conocimiento de los “estados”, en forma gradual, por medio de las
estaciones, o niveles de conciencia. Para conocer el sabor del té es preciso
tomarlo; para saborear las delicias de la miel, es preciso ingerirla; para
experimentar el sabor salado de la sal, es preciso colocar unos pocos granos
debajo de la lengua; para vivir la sublimidad del acto de amor, que trascienda
el acto sexual propiamente dicho, es preciso realizarlo. Para percibir
De nada sirve que alguien explique lo que es el té, la miel, la sal, la
experiencia del amor sexual, o divino, y la magnificencia de la conexión
divina, si cada quien no se pone en camino, obteniendo la experiencia de
primera mano. La práctica desarrolla la maestría; la maestría consiste en
mantener un constante estado de aprendiz a través de la eterna polarización,
por las vías de los estados y sus respectivas e incontables estaciones.
Adelante.
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