sábado, 1 de julio de 2023

LA CREACIÓN CONSTANTE DESDE UNA PERSPECTIVA CÓSMICA

 


LA CREACIÓN CONSTANTE

DESDE UNA PERSPECTIVA CÓSMICA

 

©Abg. Giuseppe Isgró C.

 

 

Imaginemos, por un instante, la inmensidad del universo.

Partiendo de “lo conocido”, que es nuestro planeta, -uno de los más pequeños, además-, que tiene, a su vez, un satélite, que es la luna, que forma parte de un sistema solar.

La tierra tiene un movimiento de rotación en torno a su eje imaginario, a la velocidad de 1.700 km/h, a nivel del ecuador, y otro, de traslación alrededor del sol, a la velocidad de 107.200 km/h.

La luna tiene un movimiento de rotación en torno a su eje imaginario, y otro de traslación en torno a la tierra, que a su vez gira en torno a su eje y alrededor del sol, a las velocidades inmensas antes reseñadas.

Contemporáneamente, cada uno de los planetas del sistema solar gira alrededor de su eje imaginario y alrededor del sol. Y lo hacen, singularmente, a velocidades que les son propias. Igual ocurre con cada uno de los respectivos satélites, o lunas.

Todos estos planetas, con sus respectivos satélites, giran en torno al sol, que a su vez gira sobre sí mismo y alrededor de la galaxia de la cual forma parte.

Nuestro sistema solar y sus respectivos planetas y cada uno con su luna o lunas, para aquellos casos que poseen más de una, forman parte de una galaxia, que, en nuestro caso es la vía láctea. Según datos que aporta la astronomía, “el Sol se mueve dentro de la galaxia a una velocidad media de 220 km/s y la Tierra le acompaña al igual que el resto del Sistema Solar. El Sol tarda 250 millones de años en dar una vuelta a la galaxia. Se estima que, desde su nacimiento, habrá hecho este recorrido unas 20 veces, según información oficial.

En la Vía Láctea existen entre 400 millones y 600 millones de planetas, y cada uno con su respectivo movimiento de rotación y el de traslación en torno a su respectivo sol. Acontece lo mismo, con la luna, o lunas, según el caso. Es decir, en cada galaxia, cada uno de esos millones de planetas está en un constante y perfecto movimientos en la forma descrita.

Nuestra Galaxia, la Vía Láctea, forma parte de un conjunto de veintidós Galaxias, en las cuales ocurre lo mismo que en la nuestra. Un mecanismo sincronizado donde cada mundo gira en torno a su eje y alrededor de su respectivo sol.

Este conjunto de galaxias, de la que depende la Vía Láctea, se armoniza a otro conjunto de galaxias de mayor envergadura, donde, en todas, simultáneamente, ocurren esos movimientos que les son inherentes, tanto de rotación como de traslación, y a las diferentes velocidades que les son propias, a cada planeta, satélite o sol.

Ese conjunto de galaxias que a su vez conjugan con otro conjunto de mayores dimensiones aún, y así ad infinitum, o, por lo menos, en cantidades inconmensurables. Se trata de billones de billones de galaxias, y cada una con un promedio de 400.000.000 a 800.000.000 de planetas, con ese movimiento sincronizado en un viaje constante por el universo.

Imaginemos, ahora, todo ese inmenso conjunto de galaxias, con ese sincronismo cósmico perfecto, desplazándose, simultáneamente, en un viaje ininterrumpido por el cosmos, con esos movimientos individuales de rotación y traslación de los planetas, y de sus satélites, de éstos con los demás planetas y satélites, en torno al sol, de éste en torno a un sistema mayor, de este sistema a otro mayor, y así ad infinitum.

Veamos, claramente, en nuestra mente, ese inmenso conjunto desplazándose en un perenne movimiento, a velocidades enormes, por ese inmenso cosmos.

Es un viaje constante por el cosmos, desplazándonos por el espacio infinito del universo, por el que, jamás estamos en el mismo sitio. Estamos viajando por el universo.

Ahora veamos otros detalles. Ninguno de estos mundos es eterno. Emergió y llegará un momento en que concluirá su ciclo y se desintegrará.

Hay mundos que han concluido su ciclo, y se han desintegrado, y que, por la distancia tan grande en que se encontraban, en años luz, todavía nos llega su luz, pero ya esos planetas no existen. Recordemos que un año luz representa 9.46 billones de kilómetros que la luz puede recorrer en 365 días.

Los astrónomos han descubierto que, en el cosmos, hay mundos en formación constante. Se forman, iniciando su proceso, cuando están formados aparece la vida, se desarrollan sus respectivas humanidades y llega un día en que concluye ese ciclo, y esa humanidad pasa a otro mundo que ya se había formado para tales efectos, y el planeta de turno, oportunamente se desintegrará. Es el paso constante de la energía al estado de materia y de esta al de aquella.

Es decir, un día, todos los planetas y los sistemas que los son inherentes, ya se habrán desintegrado, y en su lugar, en el punto de equilibrio pertinente, habrán surgido otros que les sustituyen.

Por supuesto, ese proceso de sustitución de mundo no es simultáneo, sino en forma gradual, pero en un lapso cósmico determinado, todos los mundos que ahora existen, habrán sido sustituidos en su totalidad.

Quiere decir que, en el cosmos todo se renueva constantemente. Hay una voluntad directora que no quiere que algo se estanque indefinidamente. Existe una creación constante de todo el universo, en una renovación ad infinitum.

Esto nos permite ver que, el Creador Universal ha dispuesto, en la ley cósmica, que no haya estancamiento jamás.

En esa creación perenne, cada quien, con el tiempo, al alcanzar su grado de maestro de la creación cooperará en la formación de esos mundos. Empero, ya, ahora, cada quien está contribuyendo a ese trabajo de creación constante. Estamos aquí en una escuela cósmica, aprendiendo el proceso de la vida universal.

Esta es una idea esbozada a vuela pluma, que precisará ulteriores reflexiones para compenetrarse de la inmensidad del universo y de la perspectiva cósmica.

Adelante.



En revisión .....


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