DESDE UNA PERSPECTIVA CÓSMICA
©Abg. Giuseppe Isgró C.
Imaginemos,
por un instante, la inmensidad del universo.
Partiendo
de “lo conocido”, que es nuestro planeta, -uno de los más pequeños, además-, que
tiene, a su vez, un satélite, que es la luna, que forma parte de un sistema
solar.
La
tierra tiene un movimiento de rotación en torno a su eje imaginario, a la
velocidad de 1.700 km/h, a nivel del ecuador, y otro, de traslación alrededor
del sol, a la velocidad de 107.200 km/h.
La
luna tiene un movimiento de rotación en torno a su eje imaginario, y otro de
traslación en torno a la tierra, que a su vez gira en torno a su eje y
alrededor del sol, a las velocidades inmensas antes reseñadas.
Contemporáneamente,
cada uno de los planetas del sistema solar gira alrededor de su eje imaginario
y alrededor del sol. Y lo hacen, singularmente, a velocidades que les son
propias. Igual ocurre con cada uno de los respectivos satélites, o lunas.
Todos
estos planetas, con sus respectivos satélites, giran en torno al sol, que a su
vez gira sobre sí mismo y alrededor de la galaxia de la cual forma parte.
Nuestro
sistema solar y sus respectivos planetas y cada uno con su luna o lunas, para
aquellos casos que poseen más de una, forman parte de una galaxia, que, en
nuestro caso es la vía láctea. Según datos que aporta la astronomía, “el Sol se mueve dentro
de la galaxia a una velocidad media de 220 km/s y la Tierra le acompaña al
igual que el resto del Sistema Solar. El Sol tarda 250 millones de años en dar
una vuelta a la galaxia. Se estima que, desde su nacimiento, habrá hecho este
recorrido unas 20 veces, según información oficial.
En
Nuestra
Galaxia,
Este
conjunto de galaxias, de la que depende
Ese
conjunto de galaxias que a su vez conjugan con otro conjunto de mayores dimensiones
aún, y así ad infinitum, o, por lo menos, en cantidades inconmensurables. Se
trata de billones de billones de galaxias, y cada una con un promedio de
Imaginemos,
ahora, todo ese inmenso conjunto de galaxias, con ese sincronismo cósmico
perfecto, desplazándose, simultáneamente, en un viaje ininterrumpido por el
cosmos, con esos movimientos individuales de rotación y traslación de los
planetas, y de sus satélites, de éstos con los demás planetas y satélites, en
torno al sol, de éste en torno a un sistema mayor, de este sistema a otro
mayor, y así ad infinitum.
Veamos,
claramente, en nuestra mente, ese inmenso conjunto desplazándose en un perenne
movimiento, a velocidades enormes, por ese inmenso cosmos.
Es
un viaje constante por el cosmos, desplazándonos por el espacio infinito del
universo, por el que, jamás estamos en el mismo sitio. Estamos viajando por el
universo.
Ahora
veamos otros detalles. Ninguno de estos mundos es eterno. Emergió y llegará un
momento en que concluirá su ciclo y se desintegrará.
Hay
mundos que han concluido su ciclo, y se han desintegrado, y que, por la
distancia tan grande en que se encontraban, en años luz, todavía nos llega su
luz, pero ya esos planetas no existen. Recordemos que un año luz representa
9.46 billones de kilómetros que la luz puede recorrer en 365 días.
Los
astrónomos han descubierto que, en el cosmos, hay mundos en formación
constante. Se forman, iniciando su proceso, cuando están formados aparece la
vida, se desarrollan sus respectivas humanidades y llega un día en que concluye
ese ciclo, y esa humanidad pasa a otro mundo que ya se había formado para tales
efectos, y el planeta de turno, oportunamente se desintegrará. Es el paso
constante de la energía al estado de materia y de esta al de aquella.
Es
decir, un día, todos los planetas y los sistemas que los son inherentes, ya se
habrán desintegrado, y en su lugar, en el punto de equilibrio pertinente,
habrán surgido otros que les sustituyen.
Por
supuesto, ese proceso de sustitución de mundo no es simultáneo, sino en forma
gradual, pero en un lapso cósmico determinado, todos los mundos que ahora
existen, habrán sido sustituidos en su totalidad.
Quiere
decir que, en el cosmos todo se renueva constantemente. Hay una voluntad
directora que no quiere que algo se estanque indefinidamente. Existe una
creación constante de todo el universo, en una renovación ad infinitum.
Esto
nos permite ver que, el Creador Universal ha dispuesto, en la ley cósmica, que
no haya estancamiento jamás.
En
esa creación perenne, cada quien, con el tiempo, al alcanzar su grado de
maestro de la creación cooperará en la formación de esos mundos. Empero, ya,
ahora, cada quien está contribuyendo a ese trabajo de creación constante.
Estamos aquí en una escuela cósmica, aprendiendo el proceso de la vida
universal.
Esta
es una idea esbozada a vuela pluma, que precisará ulteriores reflexiones para
compenetrarse de la inmensidad del universo y de la perspectiva cósmica.
Adelante.
En revisión .....
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