miércoles, 28 de junio de 2023

COMENTARIOS EXEGÉTICOS SOBRE AFORISMOS DE SOLÓN, EL ATENIENSE. Por: ©Abg. Giuseppe Isgró C.

 


COMENTARIOS EXEGÉTICOS

SOBRE AFORISMOS

DE SOLÓN, EL ATENIENSE.

 

©Abg. Giuseppe Isgró C.

 

 

-Escudero, -dice Hidalgo- estos son algunos aforismos que se conservan de Solón, por obra, en su mayoría, de Diógenes Laercio.

-Hidalgo, -responde Escudero- me gustaría que los comentaras, ya que por su profundidad es posible extraerle su quintaesencia, que podría resultarnos de gran utilidad, así como para quienes esto vieren, y leyeren.

Escucha con atención:

 

       I. -“Las palabras son imágenes de las obras”:

Para que las palabras tengan credibilidad, deben corresponderse con las obras realizadas, con aquellas que se tenga en proyecto llevar a cabo, y con las que, efectivamente, en el tiempo preestablecido, se hagan, dando cumplimiento al compromiso adquirido, bien sea verbalmente, o mediante contratos. La reputación que la persona tenga de la seriedad de los tratos que realiza y de la culminación exitosa de los mismos, tal como se proyectó, consolida la reputación del líder que hace de la confiabilidad de su palabra una cuestión de honor. Adquirido el compromiso se debe cumplir tal como se adquirió al costo que sea, o renegociar de mutuo consentimiento, asumiendo la responsabilidad inherente, para liberarse. Aquí reside el poder del líder: el de la credibilidad de su palabra

    II. –“Ten por más fiel la probidad que el juramento”:

La probidad es una demostración de la honradez de cualquier persona que honra los sentimientos de lealtad por la gran confianza que se le depositó al delegarle determinadas funciones de poder. Se demuestra, también, en la fidelidad de las relaciones afectivas, o de amistad o en las interrelaciones profesionales éticas. El juramento, hoy en día, no tiene la relevancia de épocas pasadas; son los actos lo que dan fe del valor de una persona. Hay una regla de oro de estricto cumplimiento: Si se tiene duda que la persona con la cual se va a realizar un trato, vaya a cumplirlo, hay que abstenerse de hacerlo. Siempre se perciben señales inequívocas que así lo indican. Es preciso leer en la conciencia de la persona; allí se puede detectar si es una persona de valores sólidos o de dudosa naturaleza. Hasta en una negociación de un toma y dame, las personas mañosas, constituyen un riesgo que es preferible evitar. La experiencia indica, salvo raras excepciones, que, si una persona falla una vez, se debe abstener de realizar nuevos tratos con ella. Otra regla dorada: Si alguien se equivocó negociando con la persona inadecuada, debería aceptar esto como un aprendizaje, ya que esta experiencia le prepara para evitar casos análogos o de mayor envergadura, en el futuro. Se desaconseja involucrarse en acciones legales en contra de gente poco convenientes, ya que donde no hay no se puede sacar. Algunas veces dar a pérdida el resultado de una negociación que jamás debió haberse realizado, podría significar el no incurrir dos veces en el mismo error, es decir, poner dinero bueno, y tiempo, en un negocio que ya demostró ser poco favorable. Libérese y dispondrá de tiempo y paz mental para ocuparse de actividades que aporten óptimos beneficios para las partes involucradas. Esto vale en los negocios y en las relaciones humanas de toda índole.

 III. –“Piensa en acciones ilustres”:

Primeramente, las acciones relevantes se forjan mediante pensamientos creativos, con visión clara de la realidad, viendo más allá de las apariencias. Ello permite expresar las palabras correctas y las acciones justas y perfectas, sujetas a rectos propósitos existenciales, a corto, mediano y largo plazo, en todas las vertientes y variantes. Es preciso encontrarle un sentido a la vida, útil y gratificante, que aporte un sentimiento de autorrealización. Caso contrario, a qué afanarse, si al final de la jornada no se logró el objetivo previamente establecido, como plan, ante de reencarnar en el presente ciclo. Hay que inspirarse en el ejemplo de los hombres y mujeres ilustres que han dedicado lo mejor de su esfuerzo a la realización de grandes ideales en beneficio de la humanidad, con lo que han cumplido su deber, y cosechado gloria inmortal. Los pensamientos son las semillas que desembocan en las grandes obras, de análoga magnitud a lo pensado. Los sentimientos dinamizan lo pensado con la percepción de lo justo y perfecto, de la belleza, del amor, de la fortaleza, de la templanza, del equilibrio, de lo perdurable y de lo útil para todas las partes involucradas. Concebidas las ideas en relación a la obra que se desea ejecutar, son semillas que, al germinar, cuidando la planta con el trabajo asiduo, el riego y la dedicación y amor suficientes, generan los frutos apetecidos de acuerdo a la propia dignidad personal, que no se conforma con meno que con la obra perfecta, aunque siempre perfectible. Hay que relacionarse con las obras de los genios para vibrar al unísono con ellos. Contemplar obras de arte de los grandes artistas, escuchar música de genios como Beethoven, Mozart, Chopin, y tantos otros; leer a los maestros de la literatura universal y ensayistas de todos los países y épocas, las biografías de personajes ilustres; visitar lugares hermosos y rodearse de ambientes agradables. En todo es preciso buscar la excelencia, sosegadamente.

   IV.  –“Sólo los bienes que otorgan los Dioses son permanentes; los obtenidos por la injusticia y la violencia, no hacen otra cosa que alimentar la Até, cuya presencia no se hace esperar”:

Los bienes que otorga la Divinidad, Escudero, son aquellos que se corresponden con la estricta justicia, con el merecimiento que determina el fiel de la balanza, y que la ley de compensación retribuye, infaliblemente. Es una siembra y recogida, de acuerdo a las semillas utilizadas. Si los frutos no son los apetecidos, es que se utilizaron las inadecuadas. Es preciso rectificar. Nada se obtiene sin el esfuerzo adecuado, aplicado al objetivo preestablecido, ya que, si no tienes un propósito, ¿qué resultados se plasmarán en la realidad? Ninguno, o por lo menos, nada que sea lo deseado, ya que la nada no produce nada. Hay que precisar lo que se anhela y enunciarlo en calidad de objetivos, describiendo los resultados a corto, mediano y largo plazo. Luego, hay que ponerse en movimiento, ejecutando las acciones pertinentes para manifestar el logro. Todo se logra si no se abandona a mitad de camino, ni se pasa de una cosa a otra, antes de haberla concluido exitosamente. Todo empieza a nivel de los pensamientos y de los sentimientos. Los primeros, como semillas; los segundos, como potencia creadora. La Até, Escudero, es lo que no puede evitar el pensamiento y el esfuerzo humano. En la mitología existía la Diosa Até que se ocupaba de las acciones irreflexivas y sus consecuencias.

      V. –“No te metas a juez que te harás enemigo de la persona que juzgas”:

Los jueces naturales, son la Divinidad y la conciencia. A ti no te corresponde juzgar a nadie; antes, lo que despierta tu intento de juzgar, observa si no has incurrido, tú mismo, en dichas acciones merecedoras de juicios. Si así fuera, júzgate a ti mismo y enmienda todo lo que requiera la acción correctiva, para restablecer el equilibrio, la armonía y el orden. Tu conciencia te indicará, por la acción coactiva de la misma, la enmienda que debes realizar en tus pensamientos, sentimientos, palabras y actos. El silencio, muchas veces, es el mejor y el más severo juez, ya que sin hablar se recrimina y se obliga a la enmienda, si tal cosa cabe.

   VI. –“Aléjate de aquellos placeres que terminan en tristeza”:

Los placeres que conllevan el trasnocho, a la larga pasan factura, desgastando el cuerpo, y el Espíritu, innecesariamente. El consumo de bebidas alcohólicas, que desgastan la energía vital; cigarrillos, hábito que demuestra hasta donde puede llegar la estupidez humana, al introducir sustancias nocivas en el propio organismo. Placeres de cualquier tipo que superan los límites de lo permitido, de la decencia y del respeto ajeno, que deshumanizan al ser humano. Aquí es donde se demuestra la importancia de la fortaleza en la templanza, para moderarse en todo, manteniendo el perfecto equilibrio, la belleza en la conducta, la virtud en las acciones, y en las palabras. También hay que preferir la utilidad del alimento a los placeres de la gula, ya que somos los que comemos y la salud es el tesoro más preciado, junto con la virtud. Es preciso mantener el justo equilibrio entre el trabajo, el estudio, el descanso y la recreación. Preferir los placeres del Espíritu, la lectura de un buen libro, escuchar una buena música, degustar una excelente comida en compañía de la familia o de amigos, disfrutar del cultivo de un buen hobby, y cualquier cosa que proporcione un placer equilibrado, que eleve el Espíritu, sea cual fuere lo que lo proporcione, sin exceder los límites de la vergüenza y el decoro, evitando los placeres prohibidos que desembocan en pasiones, la indecencia y el exceso. Todo se puede, y debe, disfrutar dentro de los justos parámetros de la templanza, conservando el autodominio y el señorío de sí mismo. Los sanos placeres de la vida aportan alegría, reconfortan el ánimo, elevan la auto-estima y la dignidad personal, y se granjean el respeto ajeno por mantenerse en el cultivo de una vida virtuosa. Es parte de una vida saludable, a nivel del cuerpo, del alma y del Espíritu. Los sentimientos son elevados, los pensamientos creativos, las palabras armoniosas y las acciones ejemplares.

VII. –“Guarda en tu conducta la bondad bella de ver, que es mucho más segura que los juramentos”.

Es lo que se denomina el cultivo de una vida virtuosa que se refleja por sí misma, sin necesidad de justificar nada de lo que se hace, por cuanto la virtud es por sí sola explícita y, a la vez, un excelente maestro. Se enseña por el ejemplo. La belleza es la justicia estética que se aplica, también, a las costumbres, a los pensamientos, a los sentimientos, a las palabras y a las acciones. El bien rige cada uno de los pensamientos y sentimientos, y por ende, todo lo que se haga se enmarca dentro de lo justo y perfecto. El auto-respeto es la guía para reflejar la belleza en la propia conducta, ya que, al respetarse a sí mismo, cada quien, respeta, al mismo tiempo, a cada ser en los cuatro reinos naturales. Todas sus acciones aportan beneficios equilibrados para las partes involucradas. Se cosecha lo mismo que se siembra. Se recibe de análoga manera de lo que se da. La cortesía, el respeto, la consideración, el aprecio, la amistad, son valores que engalanan los propios modales con la dignidad de los valores elevados del Espíritu. Hay que ser benévolo en el trato con los demás, cordial y justo, aplicando la regla de oro: Hacer lo mismo que le gustaría recibir, a cada quien, en idénticas situaciones.

VIII. –“Pon a tus palabras el sello del silencio y al silencio el de la oportunidad”:

El silencio tiene su lenguaje, y un gran poder; hay que conocerlos y aplicarlos con efectividad. La regla de oro que es preciso observar en toda situación en que sea necesario hacerlo, es de la permanecer en silencio cuando alguien se extralimita con palabras ofensivas, o haciendo un comentario indebido. Jamás hay que reaccionar sin pensar, y sin compenetrarse a fondo del contenido inoportuno. Esa es una auténtica demostración de autodominio, sobre todo si efectivamente se controlan los pensamientos, los sentimientos, las palabras y las acciones. Ya habrá tiempo para reflexionar y actuar en consecuencias, según corresponda. El silencio, una mirada serena, abstrayéndose de la circunstancia que se afronta y no dejándose involucrar en la diatriba, permite conservar el total control de la situación. En las negociaciones, cuando llega la oportunidad de concluir el cierre del trato, después de haber hecho la proposición, después de haber descrito los beneficios de la misma, y realizado la pregunta de cierre de venta, hay que guardar silencio, y no hablar hasta que la otra parte responda. En esto reside un poderoso secreto que los grandes maestros de la venta dominan a la perfección. Usted ha explicado las ventajas comparativas, su prospecto reúne los requisitos, es decir, posee el poder adquisitivo, tiene una necesidad que su bien o servicio satisface plenamente, y, además, tiene la autoridad para tomar la decisión de compra. Usted debe guardar silencio para darle la oportunidad a su prospecto para que, libremente, tome la decisión. Usted no debe manipular la toma de decisión con nuevo parloteo; si lo hace, salvo casos excepcionales, la venta deja de realizarse. La responsabilidad de la toma de decisión de compra debe reposar únicamente en la otra parte. Luego, existen múltiples casos en los cuales guardar silencio implica que no toma demasiado en serio a la otra persona, y lo que dijo, restándole importancia, con lo cual deja de involucrarse en complejidades mayores. Frente a un ataque verbal férreo, sin importar el contenido del mismo, guardar silencio permite controlar la situación neutralizando a la otra parte. Escuchar es una forma virtuosa de guardar silencio, y de convertirse en un excelente conversador, ya que a la gente le gusta hablar, pero la mayoría precisa aprender a oír. Si usted escucha con atención, tendrá ocasión de compenetrarse con lo que dice su interlocutor, entendiéndole, poniéndose en su lugar, con empatía. Al atender la queja, o reclamo, de una persona o cliente, si usted le escucha con atención, buscando comprenderle, y solucionarle su caso, si tiene solución, y le compete hacerlo, casi inmediatamente, la persona cambia su actitud y se vuelve amistosa. Esto debe hacerse no por hipocresía, sino como un acto de hacer a los demás lo mismo que a usted le gustaría recibir en casos análogos. Hablar poco, en forma concisa, por objetivos y resultados, permite entenderse perfectamente, con ahorro de esfuerzo y energía. El vano parloteo desgasta la propia energía vital. El silencio, la acumula, incrementándola. Hablar, únicamente, sobre lo bueno que se conoce sobre los demás, callando lo negativo, debe constituir un hábito inquebrantable. Guardar silencio sobre las cosas negativas que se conocen de los demás, y hablando las positivas, permite caminar por la vida en armonía con todos. Muchas veces, las cosas negativas que circulan sobre algunas personas, son opiniones infundadas, que difundiéndolas, se crea un karma negativo para si mismo, del cual hay que responder moral, y muchas veces, civil y penalmente. En otros casos, por muy negativo que se hable de alguien, le está haciendo un favor, ya que existen conductas incalificables, y toda calificación, por muy severa que sea, siempre le rinde un beneficio a la persona involucrada. Una mirada, y el silencio, bastan, muchas veces, para indicarle a alguien, a un niño, a un cliente, a cualquier otra persona, que debe interrumpir su conducta equívoca y que debe respetar. El silencio encierra una profunda autoridad.

   IX. –“Sé veraz; di siempre la verdad”.

Sólo la verdad os hará libres, expresa un antiguo aforismo. La verdad debe regir nuestros pensamientos, sentimientos, palabras y actos para rendir la propia existencia honorable. La credibilidad, es uno de los mayores bienes que posee una persona. La palabra de honor que se honre es la mayor virtud de un hombre. Xenócrates, discípulo de Platón, era conocido en su época como un hombre que siempre decía la verdad, a tal punto que cuando prestaba testimonio, jurídicamente hablando, jamás se le hacía prestar juramento, tal era su credibilidad. No hay razón alguna para omitir una verdad. Tarde o temprano, siempre se paga un costo. Si la vedad deja de gustarle a alguien, es problema de esa persona; en cambio, usted, en su conciencia, siempre podrá estar tranquilo. La verdad, sobre la base de la justicia, o la equidad, si tal fuera el caso, la consideración, las buenas maneras, la cortesía, el respeto, y otros valores inherentes, deben constituir la auténtica naturaleza de cada ser.  

      X. –“Afánate por lo virtuoso”.

La virtud es la sujeción de los propios pensamientos, sentimientos, palabras y actos, bajo la égida de los parámetros de los valores universales: del amor, de la prudencia, de la justicia, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del bien, de la verdad, de la amistad, de la armonía y del orden. Son una guía certera de vida, en todos los actos y circunstancias de la vida. El hijo de la luz, además del estudio de todas las ciencias, de todas las filosofías y de todas las artes, se ejercita en la práctica de todas las virtudes, como ideal de vida, en perfecta armonía con la naturaleza.

   XI. –“No digas que no hay justicia mayor que la de ser justos con los que nos engendraron”.

Hay que ser justos con todos los seres de los cuatros reinos naturales: Humano, animal, vegetal y mineral. En uno de sus primeros diálogos, Platón, deja clara evidencia que Eutifrón, aún tratándose de su padre, que había incurrido en actos indebidos, le denuncia frente a las autoridades competentes, para que responda por los cargos respectivos. Tal era la conciencia elevada del filósofo ateniense.

XII. –“No te hagas deprisa de amigos; mas no te deshagas, tampoco, deprisa, de los que tengas”.

El aforismo popular expresa que más vale malo conocido que bueno por conocer. Con el tiempo, la misma vida compensa todas las situaciones, por la ley cósmica. Muchas veces, después de reflexionar, se comprende mejor la razón de algunos amigos por su tipo de conducta, y se percibe que habría sido un error haber interrumpido la amistad con la misma. Hay que tomarse su tiempo. Oportunamente, las personas involucradas, se presentan a disculparse, o a compensar el perjuicio ocasionado. Sin embargo, es prudente alejarse, en silencio, de cualquier persona cuya vida no es virtuosa, sobre todo, no haciendo negocios con personas que al final lo único que podrían aportar son inconvenientes. El sentimiento de la amistad es algo genuino que, en las relaciones personales: existe, o no. No hay que forzarlo por interés, ya que la misma se sustenta por afinidad, por similitud de valores y análoga naturaleza humana, o grado de conciencia equiparable.

XIII. –“Si has aprendido ya a ser mandado, sabrás mandar”:

Si has aprendido a obedecer a la naturaleza, podrás mandar sobre ella y hacerte obedecer, por la ley cósmica. El dominio esencial es el que se ejerce sobre los propios pensamientos, sentimientos, palabras y actos. La relación con los demás debe ser sustentada sobre una base de valor por valor, regida por los valores de la justicia, la verdad, la fortaleza, la templanza, la belleza, el decoro, la honradez, el honor y la vergüenza.  Si alguien no ejerce el dominio sobre sí, ¿cómo podrá hacerlo sobre los demás? Luego, por ley de vida, cada quien obedece a quienes se encuentran en un plano superior de conciencia, y rige sobre aquellos de niveles de conciencia, y visión, de menor quilates.

XIV. –“Sométete tú mismo a dar cuenta de lo que juzgas como deben darla los otros”:

Otro de los aforismos antiguos expresa: Con la misma vara con que midieres serás medido. Si uno somete al mismo canon de justicia que aplicas a otro, y siendo este genuino de verdad, lo que es igual, en la ley, y ante la ley, para todos, debe dejar conformes a todas las partes involucradas.

  XV. –“Aconseja a los ciudadanos no lo más agradable, sino lo mejor”:

En todos los ámbitos de la vida, a nivel personal, o profesional, siempre existe un mejor curso de acción, que aporta el mayor bien factible, y el menor perjuicio para todas las partes involucradas. Por lo cual, es preferible elegir y lo más útil a lo más agradable; lo más justo, a lo más provechoso, aparentemente. Lo más hermoso, genuinamente hablando, que a lo aparente.

XVI. –“No seas temerario”:

Los actos temerarios son castigados en todos los códigos legales, como una medida de aprendizaje para quienes ejecutan actos que no se corresponden con la justicia. Hay que ser osado, atreviéndose a dar el primer paso en la realización de un objetivo, o recto propósito. Pero, la temeridad, puede superar los límites de la prudencia, y ocasionar perjuicios que escapan al propio y al ajeno control, de los cuales se es responsable y hay que responder.  Por tal razón, antes de tomar una decisión, adoptando un determinado curso de acción, es preciso preguntarse: Si ocurre lo mejor, ¿me satisface? ¿Es justo para todas las partes involucradas? Y, si ocurriese lo menos favorable, ¿puedo contralar sus efectos? La prudencia debe medir, cual compás, cada paso que se da, en cualquier dirección de la rosa de los vientos.

XVII. –“No trates familiarmente con los malos”:

Dime con quien andas, te diré quien eres. Los buenos y los de conducta menos ejemplar, se juntan por afinidad, o por interés. Si el interés es regido por el sentimiento del amor, de lo justo, del recto proceder, esa sociedad, en los tratos, siempre aporta resultados favorables. Pero, en las personas con ausencia de probidad, cualquier trato que se realice con ellas, se hará en detrimento de la propia virtud. Un político serio, no puede negociar con colegas indignos, ya que, al final, terminará en el mismo saco, siendo juzgado de la misma índole. Igual ocurre en el comercio, es preferible hacer trato con personas sanas, y evitar lo contrario. La buena reputación de las personas, debe ser el móvil que nos mueva a realizar tratos con ellas, caso contrario, es preferible abstenerse, para evitar costosa experiencia. Después que el honor se mancha, es muy difícil volverlo a reedificar. La rectitud de los pensamientos, sentimientos, palabras, actos y relaciones, debe ser el norte de la propia existencia.

XVIII. –“Consulta a los Dioses”:

Era práctica de los griegos consultar el Oráculo de Delfos, donde la pitonisa aportaba los sabios consejos según los casos sometidos a su consideración. Es preciso, en la vida diaria, pedir asistencia espiritual a los propios guías y protectores, a seres afines con quienes se comparte sentimientos de aprecio, amistad o simpatía, ya que, los entes superiores siempre aportan la inspiración precisada, si el pedido se realiza con sinceridad. Es más, la mayoría de las veces, la inspiración espiritual es aportada por los entes afines, sin solicitarla. Esto ocurre por simple cooperación entre seres afines. También, es preciso la conexión espiritual con la Divinidad, la cual permite que aflore en la conciencia la inspiración de los sentimientos análogos a los valores universales, y el flujo del poder creador potencialmente infinito. La simple y habitual conexión espiritual con la Divinidad permite que aflore la referida inspiración, con naturalidad, sin formular pedido alguno, como un servomecanismo natural. Pero, si es preciso que se efectúe la conexión con la Divinidad, ya que permite la libre circulación del  citado flujo, en forma activa, y constante. La conciencia de la conexión divina permite percibir que la unidad que se conforma con la Divinidad es indisoluble y eterna, y de que se forma una parte indivisa con Ella.

 


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