EL SOÑANTE Y CASANOVA
©Abg. Giuseppe Isgró C.
El soñante, poco antes de despertar, se encontraba, en la región de los
sueños, con un hombre de edad madura que le relataba sus andanzas de larga
data. Saltaba a la vista de que se trataba de un Espíritu “de los muy antiguos”.
Había, también, un hombre joven que había sido el primero en reunirse con el
narrador de la aquella historia onírica.
Dicho relato no era otra cosa que un recuento de vivencias ejemplares de
aquel guía espiritual, aunado a una arenga que pretendía ser orientadora de la
conducta adecuada, en la vida, en cualquier situación que se presentase, válida
para cualquiera que se decidiese en seguirla.
En eso, cuando el hombre de mayor jerarquía espiritual guardó silencio,
el soñante, en el sueño, valga repetirlo, se lanzó con un discurso de evidente
y solemne inspiración.
Decía textualmente: -Habemos muchas personas que desde el inicio de
nuestra carrera nos ha tocado en “suerte”, o por causalidad generadora de
coincidencias, que se cruzase en nuestro camino alguien que nos trazara el
curso, que de un nacimiento a otro, de una reencarnación a la subsiguiente, sin límites, hemos de seguir por los tiempos
de los tiempos. Esto, por supuesto, -añadió-, además del plan tazado por el
Gran Arquitecto del Universo, en
Se le quedaron mirando los otros dos, ya que el argumento se compaginaba
con lo que venían discurriendo, de quienes el que había hablado inicialmente era
el más maduro de criterio, como si el joven fuese su guiado.
El soñante, que había sido precedido en el diálogo por aquellos dos,
aparentemente maestro y discípulo, le había sorprendido en pleno parlamento, o
coloquio amistoso, pero se dan cuenta todos de la afinidad que les unía a los
tres.
Empero, lo que sí percibió el soñante era que estaba hablando un
castellano muy antiguado, en consonancia con la época que rememoraban, como si
estuviesen en ella.
El soñante percibía su rol de poeta, ya que, virtualmente, se expresa
con poético ritmo, y evidente inspiración en su extensa perorata onírica.
Pero, habiendo sido mucho más lo que dijo el soñante de lo que recordaba
al despertar, y más extenso lo que le escuchó relatar al Espíritu más antiguo,
alcanzó a rememorar, reseñando, únicamente, lo que precede.
El sentido general de la conversación era el de que, el guía espiritual
le explicaba a su guiado las ventajas de incontables ciclos de vida muy bien
aprovechados.
Una vez despierto el soñante, a las 5:45 am, aún de medio lado en la
cama, está consciente del sueño, y comienza a recordarlo lo más que puede. Sabiendo
que si no se levanta y escribe la experiencia onírica, lo va a olvidar tan
pronto como se duerma de nuevo y vuelva a despertarse, lo que es más frecuente de
que suele imaginarse. Se reincorpora, lentamente, y mientras sigue recordando lo
que soñó va en busca de un par de hojas de papel y su bolígrafo, y reseña el breve
relato onírico que antecede.
Concluido el acto de la escritura, le viene a la mente el hecho de que,
en la noche anterior, antes de dormirse, había comenzado a releer un grueso
libraco de más de 2.500 páginas, cuyo título, en letras doradas, decía:
“Casanova: Memorias”. El soñante, encontró que venían al pelo algunos aforismos
que Casanova reseñaba en el prefacio, parte del libro éste, que el insigne
caballero siempre sugería de leer.
Estos son los aforismos:
–“Hay, pues, que rogar a Dios y
creer que hemos obtenido la gracia que le hemos pedido, incluso cuando la
apariencia nos muestre lo contrario”.
1.
–“El hombre es libre, pero deja de serlo si no cree en su libertad; y
cuanta más fuerza concede al destino, tanto más se priva de la que Dios le ha
dado al dotarle de razón.
2.
–“Aunque el hombre sea libre, no hay que suponer por eso que es dueño de
hacer lo que quiera; pues se convierte en un esclavo cuando se deja arrastrar
en sus actos, cuando le domina una pasión. El que tiene fuerza suficiente para
detenerse hasta que vuelva la calma es el verdadero sabio”.
3.
–“Dios no puede exigir de los seres más que el ejercicio de las
virtudes, cuya esencia ha colocado en su Espíritu, y nada nos ha dado más que
el designio de hacernos feliz”.
Adelante.
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