lunes, 17 de julio de 2023

EL PODER DEL HONOR

 


EL PODER DEL HONOR

 

©Abg. Giuseppe Isgró C. 

 

 

Acepta el honor que el Supremo Hacedor y la naturaleza de las cosas te brindan de vivir una vida virtuosa y útil para ti y la humanidad, en evolución ascendente, en la espiral cósmica, hasta alcanzar la auto-maestría. 

Los antiguos romanos erigieron dos templos: uno al honor y otro a las virtudes; para entrar en el primero se requería pasar, antes, por el segundo, demostrando, con ello, como el honor alcanza su plena manifestación sólo mediante la práctica de las virtudes, cuyas cuatro básicas, son: La prudencia o sabiduría, la fortaleza o coraje, la justicia y la templanza o moderación. Existen, además, otras virtudes complementarias, de las cuales se sintetizarán cierto número. 

La prudencia y la sabiduría, consideradas como una sola virtud, contemplan dos aspectos de un mismo valor; ambas otorgan la visión para actuar de acuerdo con la verdad; con plena percepción y comprensión de las leyes que rigen los valores universales y, humanos, y las posibilidades a su alcance, permitiendo conocer la ruta a seguir y la meta que debe ser alcanzada, en cada etapa. 

La sabiduría permite vislumbrar, claramente, el camino correcto, y, la prudencia, hasta que fase del mismo se debe avanzar. 

La práctica de la prudencia y/o sabiduría permite que el honor se exprese como la verdad del ser; aceptándola, cada persona, con realismo y objetividad, trabaja a partir de ella para realizar los cambios necesarios, utilizando dos aliados que, en el hombre, se exterioriza como sentimiento de la propia dignidad y, en la mujer, como decoro o recato; en ambos casos, les lleva a realizar acciones acordes con la ética y a evitar las incompatibles con ella y con la propia conciencia, único medio de acentuar el propio respeto y la autoestima. 

La fortaleza permite avanzar con coraje en lo más intenso de las situaciones por dominar, cumpliendo el objetivo trazado y llegando, oportunamente, a la meta. 

La práctica de la justicia facilita la ecuanimidad y rectitud en las acciones, cumpliendo, cada persona, sus deberes y, satisfaciendo, por derecho, las propias necesidades, mediante un trabajo honrado, eficiente y productivo. 

La justicia, como virtud, se expresa en la rectitud de intenciones y conducta, obteniendo los más loables y nobles resultados, de igual manera que, para recorrer la distancia entre dos puntos, el camino más corto es la línea recta. 

Actuar de acuerdo al estricto sentido de la justicia implica cumplir los compromisos asumidos, las promesas efectuadas o palabra dada, lo cual equivale al cumplimiento de un contrato. 

El honor de toda persona vale tanto cuanto su palabra dada y cumplida, por eso suele dársele el calificativo de palabra de honor, que en este caso, se rinde a si al liberarse de las obligaciones contraídas.  Por cuan grande que sea el mérito, el honor siempre significa el cumplimiento del propio deber y, por ende, es el único camino para alcanzar la libertad y la auto-independencia. 

La templanza, es la virtud que permite mantener el equilibrio y la moderación en todos los actos, en concordancia con las leyes contenidas en los códigos escritos o no; la conciencia, juez severo y justo, en cada ocasión hace sentir su voz clara y nítida, a la cual cada uno debe oír, haciendo caso de sus indicaciones, para mantener la paz interior e intacto el honor y el auto-respeto. 

Cada ser es como una gota en el océano del universo, donde, al igual que una de miel endulza el agua, en un vaso, haciéndola más agradable, así el honor individual constituye la que acrecienta la honorabilidad  colectiva. 

Cada persona, en su hoja de vida, arroja un total que corresponde a la suma de los resultados alcanzados en todas sus acciones, positivas o no, que van acreditando o debitando, en su cuenta cósmica, cuyo saldo existencial constituye su potencial de realización que, por atracción magnética, atrae a la propia existencia, lo equivalente,  a dicho saldo, por eso la ley cósmica, expresa: -“Cada persona toma afuera  según tiene adentro”-. Por lo cual, se reubica, automáticamente, en el orden cósmico que le corresponde. 

Allí, la vida le asigna tareas para realizar de acuerdo a su capacidad de asunción y  al esquema existente, en cada momento, dentro de los planos trazados por el Gran Arquitecto del Universo; aceptar el propio orden, realizando las tareas que corresponden a la propia posición existencial, es el máximo honor que cada persona puede alcanzar, otorgado por la propia conciencia, cuando los resultados son positivos y elevados, cuyo veredicto permite experimentar el sentimiento del deber cumplido, incrementando la auto-estima y la auto-realización, obteniendo el derecho de asumir nuevas tareas en el esquema cósmico. 

Contribuye, con la potenciación de tu honor, a elevar la gloria de tu ciudad, país y de la humanidad. 

Consolida tu prestigio con la autoridad de la persona experta que realiza todas sus obras con excelencia. 

Desarrolla un poderoso entusiasmo y la convicción de las bondades de tu servicio. 

Cultiva la honradez; actúa con ánimo contento y alegría; ten fe en los logros positivos; desarrolla tu voluntad; visualiza los resultados apetecidos debidamente realizados. 

Práctica la generosidad, el altruismo, la sinceridad, la nobleza, la serenidad, la paciencia, la constancia, la confiabilidad y una actitud mental de prosperidad, dando cada día un mejor servicio. Actúa con cortesía y dignidad con todos. 

Estudia los valores universales. La vida te entrega tanto más de lo que tú das. Si quiere más, da más. Los resultados que obtienes, equivalen a determinado grado de honor y constituyen tu honra y honorarios. 

Las virtudes y el bien que ellas generan, conforman el camino a seguir; el honor es la meta, la cual, una vez alcanzada, proporciona la felicidad de la auto-realización.

Adelante.


 


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