jueves, 6 de julio de 2023

CAMINO SUFÍ

 



CAMINO SUFÍ

 
©Abg. Giuseppe Isgró C.

 


El camino del amor, contiene todos los caminos. El amor es la síntesis de los valores universales, de los principios y leyes que rigen el universo, y dentro de éste, a todos los seres de los cuatro reinos de la naturaleza.

 ¿A dónde conduce el camino del amor? A la fuente universal: a Dios, el Ser Universal.

 El amor, en una de las acepciones de Platón, en el Banquete, y en una de sus múltiples vertientes, podría definirse como una necesidad. Si una persona ama a Dios, es porque necesita a Dios. Constituye la necesidad suprema, y por ende, expresa, también, el supremo poder, y la inefable sabiduría, en el grado precisado, en la conciencia del ser individual, por el lenguaje de los sentimientos, utilizando las letras del alfabeto universal: los valores, o atributos divinos.

 Conforman las dos grandes vertientes: El poder creador y la sabiduría de los valores universales. La conciencia de la unión perfecta e indisoluble con el Creador Universal, los expresa a ambos, en directa proporción a los estados de conciencias alcanzados, en un momento dado, o al grado de necesidad expresada, en el mismo intervalo.

 El camino del amor es personal, individualizado, donde el caminante, el camino y la fuente, constituyen un único ser: Dios, pese a sus múltiples individualizaciones. Empero, el Ser Universal, es, al mismo tiempo, el motor y el guía, de los seres individuales. Es decir, Él se acompaña a sí mismo en el eterno camino que conduce a sí mismo. Es un trabajo, y al mismo tiempo, un acto de amor.

 Empero, Dios, como fuente universal contiene todas las vertientes, y variantes, desarrolladas en grados infinitos. Es voluntad y anhelo de ser. El ser individual, expresión indivisa de Dios, constituye el caminante, y el camino, que eternamente expresarán el poder potencialmente infinito, en la creación sin límites que permitirá adquirir la conciencia de la sabiduría de los valores universales, gradualmente. En esa labor, siempre encontrará un más allá, en el eterno ahora. Es el instrumento de la voluntad de Dios.

 Abulabás Ben Alarif de Almería, es uno de los místicos más singulares de Andalucía. Vivió en el siglo XI. En él se inspiró Ibn Arabí, otro de los grandes exponentes del sufismo, para desarrollar su extensa obra.

 En el Mahasin Al Machalis, Ben Alarif desarrolla los temas de “las moradas del camino místico”, que él sintetiza en: 1) La gnosis o intuición extática de Dios; 2) La voluntad; 3) El ascetismo o la abstinencia; 4)  La confianza o el abandono en Dios; 5) La paciencia; 6) La tristeza y el temor; 7) La esperanza; 8) La gratitud; 9) El amor; y. 10) El deseo.

 Posteriormente, agrega otras dos: 11) La penitencia; y, 12) La familiaridad con Dios.

 En el desarrollo de estas moradas, Ben Alarif retoma el hilo conductor del argumento que iniciara, tres siglos antes, el maestro sufí Dzulnún el Misrí.

 Desarrollaremos cada uno de los temas relativos a estas moradas, en capítulos apartes. Empero, aquí es importante destacar lo siguiente:

 1.  Ben Alarif, sostiene que él escribió el Mahasin Al-Machalis, no para los que aspiran a la perfección mística, ni para los que, aún, caminan por la senda de los perfectos, sino, exclusivamente, “para los que llegaron a la meta de la unión y gozan de la intuición o gnosis”.

 2.  El enfoque anterior tiene diferentes connotaciones, entre las cuales podemos señalar: a) De acuerdo con Ben Alarif, existen seres que ya han alcanzado la meta de la unión y gozan de la intuición o gnosis de Dios. Esta percepción es inobjetable, y además, correcta. Ha sido corroborada por incontables maestros sufíes y por buscadores de diferentes corrientes de pensamiento, a lo largo de la historia. b) Él distingue tres estadios en el camino sufí, diferenciando entre: 1) El aspirante; 2) El que camina por la senda de los perfectos; y, 3) El que alcanzó la meta de la unión y goza de la intuición o gnosis de Dios. Estas tres vertientes ameritan que se medite en ellas y reseñar las reflexiones en otro ensayo.

 3.  De las doce moradas antes expuestas, Ben Alarif considera que la de la intuición o gnosis, y el amor, constituyen las únicas que sintetizan todas las demás, ya enunciadas. Empero, los valores universales, o atributos, que han dejado de reseñarse allí, también los sintetiza el amor, expresando, por intuición, o, por inspiración, la sabiduría, o gnosis, que les es inherente, de manera integral.

 4.  Lo expuesto en el parágrafo anterior explica porque el amor es la ley matriz del universo, la cual contiene todos los valores universales.

 5.  El amor, evidentemente, expresa la suma total del poder creador y la sabiduría, -o gnosis-, de la verdad de los valores universales.

 6.  Mientras el Ser Universal, los contiene en sí, como fuente cósmica, desarrollados en todas sus vertientes y variantes, en grados infinitos; el Ser Individual, que es una expresión de Dios, individualizada en cada uno de los seres de los cuatro reinos naturales, posee, tanto el poder creador, como la gnosis, en grado potencialmente infinito, que siempre deberá desarrollar en el eterno presente.

 7.  Quienes alcanzan la conciencia de la unión perfecta e indisoluble con el Ser Universal, canalizan en grado perfecto, tanto el poder creador como la sabiduría de los valores universales.

 8.  Ese grado perfecto de expresión viene dado por las necesidades que el Ser experimenta, en todos los ámbitos existenciales. La conciencia de la unión, trascendiendo el propio ego, permite que fluyan tanto el poder creador como el grado de gnosis suficientes, en cada etapa del eterno camino.

 9.  La excelencia de la conciencia perceptiva de la unión con Dios permite darse cuenta de que ya se posee, dentro de sí, todo lo que se anhela, tanto en poder como en gnosis. Empero, percibe, también, la necesidad de expresar ese poder creador y gnosis, en obras que coadyuven en la Creación Universal, de acuerdo a los planes trazados por el Gran Arquitecto, de conformidad a la cuota de cooperación asumida a nivel individual, en un momento dado.

 10.           La auto-expresión encierra, en si misma, su propia autorrealización y auto-gratificación. Conforma el salario cósmico, que constituye la compensación integral, al recorrer cada etapa de “las moradas” y por cada uno de los objetivos existenciales realizados, en el eterno ahora. La ley de afinidad, irá reubicando, a cada quien, a partir de la conciencia de la unión con Dios, por la ley cósmica, y de manera particular por las leyes de justicia, igualdad y compensación, en el lugar, y en la tarea, que en el tiempo perfecto, le corresponde realizar, aquí y ahora.

 11.           En cada fase del camino sufí, se es, al mismo tiempo: 1) Un aspirante a la espiritualidad sufí; 2) Un caminante en la vía de la perfección; y. 3) Un ser consciente, en determinado grado, de la unión con Dios, siendo una parte indivisa de Él, capaz de percibirle intuitivamente, y de recibir la gnosis por inspiración del mismo Dios, mediante el lenguaje de los sentimientos de los valores universales, siempre oportunamente, y de acuerdo a los propios estados de conciencias y necesidades. Se canaliza, simultáneamente, y en el mismo grado, la expresión del poder creador de Dios, en los cuatro reinos naturales, de potencialidad ilimitada, que le es inherente.

 12.           Con el poder y el conocimiento en conexión con la fuente, de acuerdo a los parámetros reseñados, y otros que cada quien percibirá intuitivamente, se dispone del bagaje necesario para realizar la cuota que nos corresponde en la Gran Obra. Es preciso asumir el reto, y persistir hasta alcanzar las metas sucesivas, una a la vez, después de haber dado el primer paso.

 Adelante.

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