jueves, 6 de julio de 2023

EN EL CAMINO SUFÍ

 


EN EL CAMINO SUFÍ 

 

©Abg. Giuseppe Isgró C. 

 

 

El caminante recibió una pregunta directa de alguien que recorría la misma senda sufí: -"Si te despojas de los pensamientos de maestros como Rumi u otros y en la mañana, al despertarte, te miras en el espejo, observándote tal como eres, ¿cómo te ve? ¿Cómo te sientes?, ¿Cómo amas? ¿Cómo eres realmente? Es como decir: -¿Quién eres tú cuando estás a solas contigo mismo, instante en que no puedes presumir con nadie o aparentar lo que no eres? ¿Cómo tratas a los tuyos? Eres amables, cariñoso o un tirano? ¿Te respetas, haciendo otro tanto con los demás? ¿Te amas, valorando la divinidad que reside en tu interior? ¿Eres capaz de amar a la divinidad interior que reside en los demás seres que te rodean o que encuentras en tu diario vivir? Poco más o menos, en esencia, esta era la pregunta, aparte de recibir las expresiones inherentes de simpatía. 

Es mucho lo que una pregunta puede generar. Hay que dar las gracias al toparse con alguna que denota agudeza de esta índole, como si fuese planteada por un Sócrates, con la sabiduría añadida de Platón y de Rumi, simultáneamente. ¿Quién puede sentirse preparado para estas profundidades desacostumbradas? Asemejan a los "leñazos" que impartían los maestros Zen a quienes querían "despertar" para que alcanzaran el estado de verdadera iluminación. ¡Hacen pensar, comprendiendo! 

No vayamos a creer que esa fue la pregunta de un discípulo a su maestro. No, en este caso la maestría reside en quien hace la pregunta que enfrenta, al otro, a la realidad exenta de apariencias. 

La regla, en el camino, suele ser descentrar la atención del propio ego para centrarla en la Fuente. En la Fuente, se aviva la conciencia de Unidad que siempre ha existido. En la Unidad es fácil dar y recibir en grado sublime; fluye la luz, la energía, el amor y la sabiduría. La luz es el centro de la Verdad. ¿Quién se atreve a ver la Verdad cara a cara? ¿Usted? ¿Yo? ¡Quizá, hasta cierto punto! La Verdad es la meta eterna, es decir, la que existe y la que puede llegar a existir, -en el argot taoísta-, asimilándola cada quien por grados, hasta el infinito. 

El pensamiento contenido en algunas preguntas es más profundo de lo que la persona misma que las plantea cree o percibe. La conciencia intuitiva permite que las palabras expresen contenidos que les trascienden. 

Desconectarse de la Fuente para volver a centrarse en el ego. ¿es necesario? ¿Para qué? ¿Qué somos? Despojarse de todo lo añadido es descubrir la propia esencia, -o la propia ignorancia-, o el "conócete a ti mismo", ni más ni menos equivalente a conocer a Dios, al Dios que reside en cada ser. Para ello sería necesario eliminar todas las capas que envuelven la luz interior, al igual que es preciso depurar, a elevadísima presión, el carbón, para descubrir el diamante que en él se encuentra encerrado. Requiere valor, fortaleza y humildad o simplicidad, hacerlo. En la naturaleza, todo es simple, sencillo; mucho más de lo que se cree o parece; la gente va en busca de cosas más complejas de lo que es requerido; temen dejar de ser importantes o se toman demasiado en serio. Es esencial vaciarse para adquirir la capacidad de llenarse con los nuevos nutrientes adecuados a las inquietudes de los tiempos. Sin vacuidad, ¿cómo llenarse? 

Parafraseando al sabio de Arunachala, Ramana Maharshi, el maestro de Paul Brunton, si se transmite y se recibe en la Unidad, -¿qué más se puede decir? ¿Somos capaces de ello? 

El caminante y el camino hacia la Fuente son la misma cosa: el caminante, el camino y la Fuente. Es un camino en apariencia solitario, pero aún dispersos en billones de mundos habitados, en determinadas esferas, formamos una Unidad con la Fuente y dentro de ella, todos los que vibramos al unísono. Son inexistentes las barreras de espacio y tiempo. 

Una sola palabra puede decirlo todo; las hay que son alumbradoras al estilo socrático, capaces de inducir al "darse cuenta", al percatarse. Gracias, es una palabra de gran poder que requiere mayor uso, aún. Doy las gracias por la pregunta que permite estas reflexiones. Es preciso, cada día, expresar gratitud por todo y a todos, como eslabones útiles de la Unidad. 

Anclarse en Rumi, el segundo Mahoma es anclarse bien; o en cualquier otro maestro, como Shakyamuni, -Sidharta Gautama-, cuya inmensa obra elaborada por sus discípulos es apenas conocida; Pitágoras, Confucio, Apolonio de Tiana, o Hipolite León Denizard Rivail, por ejemplo. Empero, es indispensable trascender a todos los maestros y a todas las corrientes de pensamiento, pese a que el caminante debe conocerlos –y sintetizarlos- en su totalidad, conjuntamente con sus doctrinas, para convertirse en un auténtico pensador, con autonomía mental y brillar con luz propia, con visión de líder, para ser, en primer lugar, dirigente de su propio aprendizaje. 

Formar la Unidad en la Rueda de la Vida o en el Círculo y el Signo Más, es esencial. Adquirir conciencia de que ya se forma, -de manera indisoluble y permanente- canaliza los sentimientos de los atributos divinos, dando y recibiendo, cada quien, valor por valor, expresando gratitud al abrir los ojos y mirarse la cara en el espejo, cada mañana, tal como somos. ¿Qué somos, si hemos emanados de la Fuente y el inmortal y eterno Espíritu es de la misma naturaleza espiritual que la Fuente?

 En la trascendencia de la materia, en la Unidad de la conexión divina, es factible dar o recibir lo que ningún sentido físico es capaz de percibir o experimentar. Esa sutil vibración es la que sólo se puede transmitir y/o recibir de espíritu a espíritu, por medio del silencio.

 Es válido preguntarse: -¿Tanto hablar para no decir nada? Lao Tse, decía: -"El que habla no sabe; el que sabe, no habla". Es posible. También lo es que el que no habla, en la mayoría de las veces es porque, realmente, no sabe, tal como se lo demostró Sócrates a Ión, al hacerle ver que su dominio de la escenificació n de la obra homérica era por inspiración y no por el cultivo del arte. Expresaba contenidos mentales que electrizaban a sus oyentes, sin embargo, estaba muy lejos de explicar su significado o de entenderlo.

 En la Apología de Sócrates, se demuestra como, al buscar el filósofo ateniense entender por qué la Pitonisa del Oráculo Délfico lo había designado como el hombre más sabio, se aprestó a visitar a todos aquellos a quienes consideraba como más sabios que él, y al formularle diversas preguntas claves se percató de que todos ellos creían saber mucho más de lo que realmente sabían, pero que no se daban cuenta de lo que ignoraban. Entonces, reflexionó, que la única razón por la cual había sido elegido como el más sabio no era porque supiera más que los otros, sino porque él sí se daba cuenta de lo que no sabía, acuñando aquel famoso aforismo, -aunque poco conocido tal como lo expresó-: -"Yo sólo sé que no sé aquello que no sé"-.

 Igual le acontecía a la gata del cuento Zen que había aprendido a triunfar sin hacer daño; cuando los demás gatos le preguntaron como lo hacia, simplemente, no lo sabía.

 Empero, la fábula del rosal, de Niko Kazantzakis, es muy expresiva, cuando las ortigas le pidieron al rosal que le enseñara su secreto para hacer las rosas. Le contestó: -"Mi secreto es muy simple. Durante todo el invierno, con paciencia, confianza y amor yo trabajo la tierra y solo tengo una cosa en mi mente, la rosa. Las lluvias me azotan, los vientos me deshojan, las nieves me cubren, pero yo solo una cosa tengo en mi mente, la rosa. Éste es mi secreto, hermanas ortigas"-.

 De igual manera, el caminante, -sufí, taoísta, budista zen, espírita, yogui, filósofo, científico, masón, teósofo, rosacruz, martinista, cabalista, poeta, o simplemente, libre pensador, frente a todas las pruebas de la vida, y a todas las circunstancias que afronta o asume, en la sencillez de la vida diaria, sólo una cosa tiene en su mente: la conciencia de la Unidad con la Fuente y meditando en la Fuente y en los valores que conforman los atributos divinos, adquiere la capacidad esencial, o la conciencia intuitiva, de dar valor por valor, en armonía con el Todo y con Todos, realizando la parte que le corresponde en la Gran Obra de acuerdo a los planes trazados por el Gran Arquitecto del Universo.

 Adelante.

 


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