EN EL CAMINO SUFÍ
©Abg. Giuseppe Isgró C.
El caminante recibió una pregunta directa de alguien que recorría la
misma senda sufí: -"Si te despojas de los pensamientos de maestros como
Rumi u otros y en la mañana, al despertarte, te miras en el espejo,
observándote tal como eres, ¿cómo te ve? ¿Cómo te sientes?, ¿Cómo amas? ¿Cómo
eres realmente? Es como decir: -¿Quién eres tú cuando estás a solas contigo
mismo, instante en que no puedes presumir con nadie o aparentar lo que no eres?
¿Cómo tratas a los tuyos? Eres amables, cariñoso o un tirano? ¿Te respetas,
haciendo otro tanto con los demás? ¿Te amas, valorando la divinidad que reside
en tu interior? ¿Eres capaz de amar a la divinidad interior que reside en los
demás seres que te rodean o que encuentras en tu diario vivir? Poco más o
menos, en esencia, esta era la pregunta, aparte de recibir las expresiones
inherentes de simpatía.
Es mucho lo que una pregunta puede generar. Hay que dar las gracias al
toparse con alguna que denota agudeza de esta índole, como si fuese planteada
por un Sócrates, con la sabiduría añadida de Platón y de Rumi, simultáneamente.
¿Quién puede sentirse preparado para estas profundidades desacostumbradas?
Asemejan a los "leñazos" que impartían los maestros Zen a quienes
querían "despertar" para que alcanzaran el estado de verdadera
iluminación. ¡Hacen pensar, comprendiendo!
No vayamos a creer que esa fue la pregunta de un discípulo a su maestro.
No, en este caso la maestría reside en quien hace la pregunta que enfrenta, al
otro, a la realidad exenta de apariencias.
La regla, en el camino, suele ser descentrar la atención del propio ego
para centrarla en la Fuente. En la Fuente, se aviva la conciencia de Unidad que
siempre ha existido. En la Unidad es fácil dar y recibir en grado sublime;
fluye la luz, la energía, el amor y la sabiduría. La luz es el centro de la
Verdad. ¿Quién se atreve a ver la Verdad cara a cara? ¿Usted? ¿Yo? ¡Quizá,
hasta cierto punto! La Verdad es la meta eterna, es decir, la que existe y la
que puede llegar a existir, -en el argot taoísta-, asimilándola cada quien por
grados, hasta el infinito.
El pensamiento contenido en algunas preguntas es más profundo de lo que
la persona misma que las plantea cree o percibe. La conciencia intuitiva
permite que las palabras expresen contenidos que les trascienden.
Desconectarse de la Fuente para volver a centrarse en el ego. ¿es
necesario? ¿Para qué? ¿Qué somos? Despojarse de todo lo añadido es descubrir la
propia esencia, -o la propia ignorancia-, o el "conócete a ti mismo",
ni más ni menos equivalente a conocer a Dios, al Dios que reside en cada ser.
Para ello sería necesario eliminar todas las capas que envuelven la luz
interior, al igual que es preciso depurar, a elevadísima presión, el carbón,
para descubrir el diamante que en él se encuentra encerrado. Requiere valor,
fortaleza y humildad o simplicidad, hacerlo. En la naturaleza, todo es simple,
sencillo; mucho más de lo que se cree o parece; la gente va en busca de cosas
más complejas de lo que es requerido; temen dejar de ser importantes o se toman
demasiado en serio. Es esencial vaciarse para adquirir la capacidad de llenarse
con los nuevos nutrientes adecuados a las inquietudes de los tiempos. Sin
vacuidad, ¿cómo llenarse?
Parafraseando al sabio de Arunachala, Ramana Maharshi, el maestro de
Paul Brunton, si se transmite y se recibe en la Unidad, -¿qué más se puede
decir? ¿Somos capaces de ello?
El caminante y el camino hacia la Fuente son la misma cosa: el
caminante, el camino y la Fuente. Es un camino en apariencia solitario, pero
aún dispersos en billones de mundos habitados, en determinadas esferas,
formamos una Unidad con la Fuente y dentro de ella, todos los que vibramos al
unísono. Son inexistentes las barreras de espacio y tiempo.
Una sola palabra puede decirlo todo; las hay que son alumbradoras al
estilo socrático, capaces de inducir al "darse cuenta", al
percatarse. Gracias, es una palabra de gran poder que requiere mayor uso, aún.
Doy las gracias por la pregunta que permite estas reflexiones. Es preciso, cada
día, expresar gratitud por todo y a todos, como eslabones útiles de la Unidad.
Anclarse en Rumi, el segundo Mahoma es anclarse bien; o en cualquier
otro maestro, como Shakyamuni, -Sidharta Gautama-, cuya inmensa obra elaborada
por sus discípulos es apenas conocida; Pitágoras, Confucio, Apolonio de Tiana,
o Hipolite León Denizard Rivail, por ejemplo. Empero, es indispensable
trascender a todos los maestros y a todas las corrientes de pensamiento, pese a
que el caminante debe conocerlos –y sintetizarlos- en su totalidad,
conjuntamente con sus doctrinas, para convertirse en un auténtico pensador, con
autonomía mental y brillar con luz propia, con visión de líder, para ser, en
primer lugar, dirigente de su propio aprendizaje.
Formar la Unidad en la Rueda de la Vida o en el Círculo y el Signo Más,
es esencial. Adquirir conciencia de que ya se forma, -de manera indisoluble y
permanente- canaliza los sentimientos de los atributos divinos, dando y
recibiendo, cada quien, valor por valor, expresando gratitud al abrir los ojos
y mirarse la cara en el espejo, cada mañana, tal como somos. ¿Qué somos, si
hemos emanados de la Fuente y el inmortal y eterno Espíritu es de la misma
naturaleza espiritual que la Fuente?
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