domingo, 11 de junio de 2023

UNA REFLEXIÓN A VUELA PLUMA


UNA REFLEXIÓN A VUELA PLUMA


Abg. Giuseppe Isgró C.

 

 

Un futuro que, tecnológicamente, está llegando más rápido de lo que se está mentalmente preparado. Esto, cambiará nuestros hábitos de vida, en gran parte; y será muy positivo.

Empero, moralmente, en valores, la humanidad está muy lejos en adelantar al mismo ritmo.

Mucha de está tecnología, como lo anticipaba Aldous Huxley, en su libro El Mundo Feliz, en 1932, será utilizada por grupos de poder, o por los Estados del planeta, para someter a un mayor control al ser humano, y se tendrá menos privacidad, y sus derechos serán más fácilmente vulnerados por los mismos Estados de los países en que se viva. Para muestra un botón muy cercano.

Pero, con esa misma tecnología, los mismos ciudadanos podrán controlar mejor al Estado, y hacerlo más eficiente. Se podrá controlar los escrutinios electorales, y hacer más seguros los procesos.

Sin embargo, eso va en beneficio del progreso. El ser humano, estando muy lejos de haber alcanzado un estado de perfeccionamiento moral, en un mundo de la normalidad anterior, no acelerará ese desarrollo moral paralelamente con esta tecnología; por una razón: en los últimos seis mil años no ha avanzado moralmente al mismo ritmo que la ciencia y la tecnología. Necesita su tiempo de maduración y educación. En muchos sentidos, parte de ese progreso se ha estado utilizando en detrimento del propio ser humano.

Precisamente, por esa imperfección moral del ser humano en determinados niveles y grados, determinará el mal uso de esos avances, por grupos de poder inadecuadamente desarrollados éticamente.

Sin embargo, desde una perspectiva optimista, estos adelantos podrían contribuir a desarrollar un enfoque más positivo.

No dudo tanto del ser humano, en general, quien con buena orientación mejoraría rápidamente, también en la parte moral. La duda reside en algunos centros de poder mundiales, que por largo tiempo se rehusarán en dejar de manipular la vida en el planeta tierra, buscando de mantener a la población mundial dentro de cierto encajonamiento, ya que perderían el control de la situación.

A como están las cosas, no existe ningún estado, en el planeta, y eso quiere decir, ningún líder capaz de dirigir a un ser humano desarrollado en sus niveles más elevados. No sabrían que hacer con él, ya que buscaría asumir esas funciones de poder que ahora poseen unos pocos.

Sin embargo, las empresas que dejan de adaptarse a las nuevas realidades desaparecerán del mercado, como ha ocurrido en tiempos pasados. Hay que adecuarse. Leía, recientemente, que estos robots, no tienen la capacidad de los sentimientos, y en algunas circunstancias se ignora como podrían reaccionar.

Dos puntos adicionales:

Al final de cuenta, el ser humano es un “robot” inmensamente más poderoso que cualquier otro invento realizado, o por realizar, en un futuro; pero ignora cuál es su poder, y como utilizarlo. Ese aprendizaje es imperioso que se comience por desarrollarlo de manera más efectiva.

Por otra parte, para concluir, a pesar del comentario en relación a los abogados, estimo que la carrera de Derecho existirá, aún, por muchos milenios, precisamente, por la imperfección moral del ser humano. Lo que pudiese variar es el uso de los conocimientos del abogado: podría transformarse en un educador de la axiología, o ciencia de valores.

En un futuro, el Derecho, estimo, debe ser enseñado en las escuelas desde los primeros grados, al igual, que los principios esenciales de la salud, para que cada quien pueda mantenerse sano, por sí mismo, y actuar, éticamente, también, a conciencia.

Personalmente, prefiero el progreso con todos los riesgos que pueda implicar. Pero, tengo confianza, que el ser humano preparado, tendrá trabajo en cualquier lugar y tiempo; lo que sí estoy seguro, que si ahora, en la vida normal de una persona, sea preciso cambiar de actividad de tres a cuatro veces, mínimo, en la existencia; el futuro, con las situaciones cambiantes del mercado, quizá habrá que hacerlo veinte o más veces, o cada año.

No hay que temer al progreso, pero sí es preciso asimilarlo y adaptarse; mejor aún: Anticiparlo, dirigirlo, optimizarlo y aprovecharlo como experiencia realizadora, para llenar necesidades insatisfechas, y anhelos de logros, así como fuente de servicio inagotable y de riqueza integral, en todos los ámbitos existenciales.

El progreso es un camino potencialmente infinito que habrá que recorrerlo encontrando siempre un más allá, sin límites algunos, jamás. Esta perspectiva de potencialidad ad infinitum, permite encontrar un sentido a la vida, en el eterno presente: Aquí, ahora y siempre. 

Un tema para seguir meditando.

Adelante.

 

 


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