©Abg. Giuseppe Isgró C.
-“….A Dios “el pedido” del ser por la plegaria, y al hombre la respuesta de Dios, (El Ser Universal), por la inspiración”-.
León Denis
-Hidalgo, -dijo Escudero-, háblame ahora de la Recta Opinión.
-Escudero, -le responde Hidalgo-: escucha:
La recta opinión puede traducirse por recto conocimiento, en una doble vertiente: objetivo y subjetivo; lógico e intuitivo.
Es el conocimiento aprehendido mediante el estudio, la investigación y la experiencia directa de las cosas sometidas a la propia atención, aplicando el razonamiento y la lógica inductiva y deductiva y aquel obtenido mediante la percepción intuitiva y la inspiración, bien sea por medio de la meditación, el recogimiento o el chispazo espontáneo que aporta la visión de lo que se precisa, en un momento dado.
El primero, como decía Sócrates, es aquel obtenido por medio del cultivo de un arte determinado, mientras que el segundo se alcanza por la iluminación, es decir, la conciencia intuitiva, en cualquiera de sus formas. Ambas conforman la visión precisa del conocimiento necesario para formarse una recta opinión, discerniendo entre la verdad y la falsedad, siendo preciso una elección entre ambas, para emitirla.
En todo caso, cuando Shakyamuni se refería a la recta opinión como uno de los factores del Noble Sendero Óctuple, la vinculaba con el conocimiento de las Cuatro Nobles Verdades y dentro de éstas, la cuarta contempla el Noble Sendero Óctuple, propiamente dicho.
Para formarse una recta opinión de las nobles verdades es preciso alcanzar la docta ignorancia, es decir, tener conciencia de lo que se ignora, -que era la virtud por la cual la Pitia en el Oráculo de Delfos había designado a Sócrates como el hombre más sabio de Grecia, razón por la que él solía expresar: -“Yo sólo sé que no sé aquello que no sé”-, condición sine qua non para alcanzar la respectiva iluminación, por cualquiera de las tres vertientes: el conocimiento objetivo, el intuitivo y el inspirativo.
Para esto, es preciso que la persona tenga un conocimiento profundo de los valores universales, tales como la sabiduría, -o su variante, la prudencia-, la justicia, la igualdad, la compensación, la afinidad, la fortaleza, la templanza, la belleza, la compasión, la tolerancia, y tantos otros, cuya comprensión guíen su discernimiento para elegir opiniones acordes con la verdad.
Aún la visión de los valores universales precisa, además del conocimiento objetivo, fruto del análisis y la investigación, la percepción intuitiva, la cual trasciende toda limitación y facilita la recta opinión.
Una persona, en un momento dado, aunque no se haya formado una opinión sobre la cosa sometida a su consideración, podría tener, sin embargo, un sentimiento que le indica si una cosa es justa o no, lo cual no deja de tener un cierto tinte de intuición, por cuanto, el conocimiento intuitivo, generalmente es apriorístico, el cual luego se suele confirmar con el análisis y el razonamiento.
La opinión firme, sustentada por el conocimiento a fondo del tema del cual se trata, se transforma en creencia o persuasión, es decir, en convicción y ésta en entusiasmo.
El conocimiento es fundamental para erradicar los prejuicios, el fanatismo, las falsas creencias, la superstición y el temor. Se teme, generalmente, lo que se desconoce; empero, lo que se conoce inspira confianza, fe, convicción y entusiasmo e invita a la acción determinada para alcanzar el éxito en la realización de los objetivos previamente antepuestos.
Este conocimiento sobre el cual se pueda fundar una recta opinión, es preciso que sea sustentado por la comprensión de la vida en todas sus vertientes, con una perspectiva universal y una conciencia clara de los objetivos últimos del ser humano en su eterna carrera, de su Espíritu eterno e inmortal, de las leyes cósmicas, entre ellas la del karma y la del vipaka, es decir, causa y efecto, acción y reacción, la de justicia, la de compensación, la de igualdad, y todos los valores universales que conforman los principios por los cuales se rigen todas las leyes cósmicas, cuya expresión intuitiva la percibe, cada ser, en su conciencia.
Es preciso que se conozca la fuente de la que proviene todo, es decir, el Ser Universal, la conexión del ser con su creador, y de que él posee en sí todos los atributos divinos de su progenitor, así como, todas las facultades espirituales de las cuales está dotado para utilizarlas conscientemente y la ley de reencarnación en millones de mundos habitados por los cuales habrá de ascender en su avance evolutivo sin límites algunos.
De igual manera, se hace necesario familiarizarse con el mecanismo de necesidades con que la naturaleza de las cosas le ha dotado, de la polaridad de los deseos, para transmutar los negativos en positivos, del alcance del libre albedrío que le otorga el poder de elegir y de un método efectivo para tomar correctas decisiones, eligiendo justos propósitos u objetivos en cada fase existencial.
La recta opinión es una elección discerniendo, siempre, la verdad, en cada caso, por lo cual, su objetivo esencial en la vida, para cada persona, es la búsqueda eterna de la verdad en la ascendente espiral evolutiva.
El camino para canalizar la energía creadora de la cual es una fuente constante de producción, es el noble sendero óctuple, con lo cual, centrándola hacia justos propósitos existenciales, deja de experimentar la insatisfacción, causa de toda ausencia de felicidad.
La opinión que, en un momento dado, emite una persona, viene a representar un veredicto, pudiendo ser verdadera o falsa; objetiva o subjetiva, sustentada por hechos reales o meras suposiciones, positiva o negativa, expresando certeza o duda, dentro de una infinidad de variantes.
Empero, siempre implica:
I. La asunción de la responsabilidad inherente.
II. Ser guiada por los parámetros de los valores universales en sus polaridades positivas y de las leyes que rigen la vida.
III. Conocimiento de la norma legal que rige el caso y de las costumbres e idiosincrasia de la gente en el entorno en que se actúa.
IV. Conocimiento de causa de todas las cosas sometidas a la propia consideración y del pro y del contra, vinculantes, haciéndose cargo probable del resultado de la acción a emprender. Para ello, es preciso dominar la ciencia, el arte o la disciplina respectiva.
V. Conocimientos de las propias fuerzas y recursos.
VI. Dominio del proceso decisorio para determinar el mejor curso de acción, en cada caso, así como del método científico de resolución de situaciones.
VII. Visión del mercado en que se actúa, del producto, del servicio y de todas las circunstancias sobre las cuales se emite la propia opinión.
VIII. Conocimiento de todas las ramas o corrientes de pensamiento para formarse una opinión universal trascendiendo los límites parciales de cada una.
IX. Cultivo de técnicas efectivas de meditación y de las facultades de intuición e inspiración, para optimizar la percepción de la propia conciencia.
X. Desarrollar el arte de escuchar para oír y entender.
XI. Percepción de las señales del cuerpo y de otras índoles, así como las de las inquietudes de los tiempos para discernir la opinión correcta y tendencias realistas.
XII. Conocer las leyes de la economía, los ciclos económicos, los históricos y de otras índoles para aprovechar las oportunidades inherentes.
XIII. Respeto por la recta opinión de cualquier persona que la sustente.
Recordemos los siguientes aforismos expresados por Shakyamuni en el Dhamhapada:
I. -“De los Senderos, el Óctuple Sendero es el mejor”.
II. –“De las Verdades, las Cuatro Nobles Verdades”.
III. –“El Desapego es el mejor de los estados mentales”.
IV. –“Y de los hombres, el hombre de visión clara”.
V. –“Únicamente, éste es el Sendero. No hay otro para la purificación de la visión. Siguiéndolo, pondréis fin al sufrimiento. Habiendo yo aprendido el proceso de arrancar la flecha del deseo, proclamo este Sendero”.
VI. –“Cuando uno comprende esto con sabiduría, se hastía de tal insatisfacción. Este es el Sendero de la purificación”.
VII. -“Verdaderamente, de la meditación brota la sabiduría”.
VIII. –“Conociendo el doble camino de la ganancia y la pérdida, debe conducirse uno mismo de manera tal que pueda aumentar la sabiduría”.
IX. –“..Aquellos que ven lo esencial en lo esencial y lo inesencial en lo inesencial, debido a su correcta visión, perciben la esencia”-.
Adelante.
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