LAS CUATRO NOBLES VERDADES
©Agb. Giuseppe Isgró C.
Del libro: El Mago Blanco
-Hidalgo, -dijo Escudero-, háblame ahora de las Cuatro Nobles Verdades.
-Escudero, -le responde Hidalgo-: escucha con atención y en silencio, para expandir la conciencia, una de las más hermosas enseñanzas que se conservan de la antigüedad.
La esencia de la doctrina de Shakyamuni, o Sidharta Gautama, reside en las dos geniales concepciones que tuviera en el Parque de los Ciervos, cerca de Benarés, alrededor del año 500 a.n.e., que denominó: Las cuatro nobles verdades y El noble sendero óctuple.
En uno de los primeros discursos que pronunciara frente a sus discípulos, les reseñó las cuatros nobles verdades, las cuales son: 1) La noble verdad de la insatisfacción; 2) la noble verdad del origen de la insatisfacción: consistente por los deseos en su polaridad negativa y la ausencia de propósitos. 3) la noble verdad de la cesación de la insatisfacción, es decir: la transmutación de los deseos en su polaridad positiva y la formación de propósitos; y, 4) la noble verdad del sendero que conduce a la cesación de la insatisfacción.
El cuarto punto se relaciona con el Noble Sendero Óctuple, el cual conduce a la cesación de la insatisfacción, que consiste en la comprensión de la doctrina y en la práctica de la disciplina, relativas a: 1) la recta opinión; 2) el recto propósito; 3) la recta palabra; 4) la recta acción; 5) el recto sustentamiento de medios de vida; 6) el recto esfuerzo; 7) la recta atención; y 8) la recta concentración.
Si bien un gran número de traductores utilizan la palabra “sufrimiento” en lugar de “insatisfacción”, esta última es más acorde con el término pali “dukkha”, el cual, más que al dolor físico y a la ausencia de dicha, se refiere a la insatisfacción personal frente a cualesquiera aspectos de la existencia humana.
La noble verdad de la insatisfacción reside en la ignorancia del ser humano sobre los elevados fines y propósitos de la existencia, las leyes que le rigen, los valores universales que fungen de guía para regir su acción, el conocimiento de la preexistencia y de la supervivencia del Espíritu al presente ciclo de vida, que le inhibe la canalización de la propia energía creadora, en constante fluir, la cual al no encontrar salida hacia el exterior, mediante la realización de objetivos claramente definidos, busca una vía de escape hacia adentro, expresándose en forma de insatisfacción, en cualesquiera de sus múltiples grados y variantes.
La noble verdad del origen de la insatisfacción, además de la ignorancia de los fines existenciales y de las leyes que les rigen, reside en los deseos en su polaridad negativa. Ya, 2.500 años antes de Shakyamuni, el Brihadaranyaka Upanishad IV.4.5., señalaba: -“Tú eres lo que es el profundo deseo que te impulsa. Tal como es tu deseo es tu voluntad. Tal como es tu voluntad son tus actos. Tal como son tus actos es tu destino”, texto que, sin duda alguna, él conocía.
La noble verdad de la cesación de la insatisfacción, señala, diversamente a como lo enfocan la mayoría de los tratadistas, no en el cese de los deseos, sino su transmutación en la polaridad positiva y el encauzamiento de los mismos, conjuntamente con la satisfacción de las respectivas necesidades existenciales, en sus diversas jerarquías, de acuerdo con la práctica del Noble sendero óctuple,
La cuarta noble verdad, que conduce al cese de la insatisfacción, es, por lo tanto, el Noble Sendero Óctuple, quien dirige la canalización de la energía creadora interior hacia el logro de objetivos exteriores, mediante la disciplina del desapego de los resultados en la satisfacción de los deseos, sometiéndolos a la rectitud de: opiniones, propósitos, palabras, acciones, medios de sustentamientos de vida, esfuerzos, atención y concentración, cuya práctica conduce a la autorrealización y a la obtención de la iluminación –nirvana- transmutando todo estado de ignorancia anterior en sabiduría.
Evidentemente, Shakyamuni estaba consciente de los múltiples ciclos de vida que vive el ser humano, arrastrando hasta la presente existencia las consecuencias de todas las anteriores, y sembrando para las futuras, las que se deriven de la actual.
Viviendo en un universo sin límites, donde el inmortal Espíritu está dotado de vida eterna, es inconcebible pensar, siquiera, de que pudiera ponerse fin al ciclo de renacimientos, como suelen sugerirlo algunos. Representaría, ello, el fin del progreso universal en total desacuerdo con las leyes cósmicas.
Lo que, trascendiendo las interpretaciones parciales de muchos seguidores de la doctrina universal, es preciso destacar que, con la practica del Noble sendero óctuple, se pone fin, con el debido tiempo, al ciclo de compensaciones de deudas kármicas contraídas con múltiples seres, cuyas consecuencias someten a los seres humanos a los rigores, o efectos, coercitivos y coactivos de la leyes de: justicia divina, compensación universal, afinidad –que ordena a los seres por su grado de suma existencial- y libertad, debiendo venir a los renacimientos con la finalidad de pagar, compensando, sus deudas kármicas, y mientras no lo haga, cada ser, y, al mismo tiempo, no deje de crearse otras nuevas, estará obligado a reencarnar para efectuar las respectivas compensaciones, sin disposición de la total autonomía de quienes, encontrándose libres de deudas kármicas, renacen entre sus afines con la finalidad de realizar el trabajo del quehacer cósmico de acuerdo a la propia vocación y a su libre elección, -en armonía con los planes trazados por el Supremo Artífice-, al igual que una persona con abundante saldo en su cuenta bancaria tiene libertad de acción de la cual carecería si fuese el caso contrario.
Es preciso tener presente que, mientras se sea acreedor –o acreedora- de compensaciones, se está, “virtualmente”, en la obligación de recibirlas -o cobrarlas-, lo que significa la realización de cierto número de encarnaciones a tales efectos, lo cual, casi siempre, el Espíritu lleva a cabo como una misión para ayudar a determinados seres a superar sus pruebas existenciales.
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El ser humano es un productor constante de energía creadora, la cual busca expresarse positivamente en la realización de objetivos existenciales, canalizándose en grado equivalente a las necesidades y a los deseos, en todos los ámbitos vitales.
La energía creadora, cuando no encuentra una vía de expresión hacia el exterior, por medio de la realización de objetivos claramente definidos, como propósito existencial, busca un escape hacia el interior, haciendo experimentar, a la persona, el “descontento motivador” el cual es preciso transmutar en su polaridad opuesta positiva, transformándose en un tremendo poder capaz de inducir al logro de las más importantes metas.
Para transmutar la insatisfacción creadora que se manifiesta por el desconocimiento de diversos factores, es preciso:
1. Conocer los objetivos existenciales, y planificarlos a corto, mediano y largo plazo, única manera de encauzar la energía creadora positivamente.
2. Comprender a fondo las leyes de la vida, para encontrar el sentido a la propia existencia, trabajando en armonía con los planes cósmicos. Dentro de estas leyes, de manera especial:
o La ley de compensación, mediante la cual se compensan cada una de las acciones humanas. Las consecuencias de los propios actos no serán experimentadas únicamente en la próxima existencia, sino en forma inmediata; la ley actúa, en ambas polaridades, bien sea en compensaciones positivas como en las negativas, instantáneamente.
o La ley de reencarnación: la cual permite comprender que todos los resultados existenciales actuales que nos insatisfacen, tienen un origen en ciclos anteriores de vida, cuyas consecuencias deben ser asumidas, aportando las respectivas compensaciones y, a la vez, aprender las lecciones inherentes, haciendo de tal manera que, a partir de ahora, además de saldar nuestras deudas kármicas, vayamos creando la plataforma existencial para que se manifieste la autorrealización anhelada. Además, ofrece una perspectiva de vida más allá del presente ciclo, que ensancha el horizonte evolutivo sin límites algunos.
3. Fortalecer la visión de los valores universales, los cuales sirven de guía en todos los actos de la vida, facilitando la práctica de todas las virtudes, creadoras de la auténtica felicidad.
4. Percibir, claramente, las propias necesidades, canalizando, adecuadamente, el poder creador-motivador equivalente que le es inherente para su respectiva satisfacción.
5. Transmutar los deseos, activadores de la voluntad, desde la polaridad negativa a la positiva, con la finalidad de que sean vehículo de un destino favorable.
6. Desarrollar la conciencia intuitiva e inspirativa. La primera permite percibir la información precisa, esté donde esté contenida, en el espacio y en el tiempo, por propia proyección espiritual al lugar donde se encuentre, para observarla, o donde se encuentre la persona que la contenga, en cuyo archivo espiritual, la lee. También, la información, podría estar archivada en el propio archivo, en el alma. La segunda, la percepción inspirativa, por comunicación de pensamientos en el propio pensamiento, de algún ente de la dimensión espiritual, o encarnado, en desdoblamiento. La otra fuente es el Ser Universal quien realiza la inspiración por medio de los sentimientos, como voz interior, alertando a la persona para dejar de hacer las cosas inadecuadas, y así realizar, únicamente, las más acordes a los propios objetivos y misión de vida, en armonía con la ley cósmica.
7. Potenciar el poder del pensamiento positivo, quien es el creador de los resultados inmediatos en la propia vida, por la ley de atracción, mediante la cual, lo semejante atrae a lo semejante y los opuestos jamás se juntan. Dada su índole creadora, es preciso cuidar con toda atención la calidad de lo que se piensa, para expresar únicamente resultados positivos anhelados y evitar lo contrario.
8. Asumir, valientemente y con confianza, las pruebas de la vida, la adversidad, en sus diversos grados, y la insatisfacción creadora, que, como agua represada, va acumulándose en el ser interno, las cuales siempre es factible transmutarlas positivamente, canalizando en forma adecuada el propio poder potencialmente infinito para construir una vida satisfactoria en todos los niveles de aspiraciones.
9. El arte de vivir es apasionante, empero, es preciso actuar con sabiduría, de acuerdo con las leyes que rigen la naturaleza, en armonía con todos y con el Todo; para ello hay que descubrir la docta ignorancia, es decir, adquirir conciencia de lo que se ignora, auto-cultivándose, viviendo una existencia positiva, virtuosa y útil, de acuerdo a los propósitos que el Supremo Hacedor plasmara en los planes cósmicos.
10. Es preciso canalizar el propio poder potencialmente infinito mediante la conexión divina con el Ser Universal, poniéndose bajo su guía e inspiración, para fungir como un instrumento efectivo de su voluntad, por medio de las leyes cósmicas.
El incumplimiento de las leyes cósmicas genera en el ser humano los efectos negativos de su acción y el dolor es la escuela de sabiduría que le indica la existencia de “algo” que es preciso normalizar.
En tales casos, contrariamente a lo que se pudiese pensar, el dolor es nuestro amigo, por cuanto nos avisa del peligro y nos induce a rectificar.
Si no se experimentase dolor, al introducir las manos en el fuego, éstas correrían el riesgo de hacerse daño; igual acontece en todo. Es una voz de alerta; escuchándola se puede aplicar el correctivo oportuno y hacer que cese la causa que lo produce, transmutándola en su opuesta positiva.
Afrontar la realidad, caminando impasible por la vida, transmutando con serenidad la dosis de insatisfacción que por las acciones pasadas hemos generado, es una manera sabía de adelantar en el progreso del Espíritu, acelerando el ascenso hacia el nivel en que, debidamente depurado, se exprese la energía creadora en su polaridad positiva, y las pruebas de la vida, en todas sus variantes, se superen con paciencia, ánimo contento y satisfacción interior.
Adelante.
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