LA EDUCACIÓN DE BOLÍVAR
Ensayo escrito en 1995
©Abg. Giuseppe Isgró C.
¿Cómo se desarrolló, para estar preparado y, llevar a cabo con éxito, la
gran misión que la naturaleza de las cosas y la Divina Providencia le asignaron
en el escenario del Continente Suramericano y mundial?
¿Cómo, en tan pocos años, llevó a cabo una síntesis tan admirable y
coherente del saber universal, a cuyas grandes concepciones y proyectos
siguieron acciones realizadoras, para plasmar lo pensado en la realidad?
Bolívar, haciendo lo que parecía imposible, una y otra vez, hizo lo
posible: La Independencia Latinoamericana.
Ello marca el nacimiento de un nuevo mundo de realidades y posibilidades
para el progreso de las causas de la humanidad y el desarrollo de los grandes
valores universales del espíritu.
Bolívar nació en una familia de elevada condición
socio-económico-cultural. Su padre poseía una importante biblioteca con libros
de contenido vario, tales como: las obras completas de Benito J. Feijoo,
erudito y ensayista español, entre ellas el Teatro Crítico Universal y los 19
tomos de las Cartas Eruditas y Curiosas, que contenían disertaciones sobre
temas tan variados como filosofía, literatura, medicina, ciencias naturales,
artes, etc.; obras literarias como la Odisea, Don Quijote, las Vidas Paralelas,
de Plutarco, clásicos griegos, latinos y europeos, entre otros.
Los miembros de las familias como la de Bolívar, en la sociedad
caraqueña de finales del siglo XVIII e inicios del XIX, al decir de los
ilustres viajeros de la época, como Humboldt y el Conde Segur, eran de elevada
cultura, buen gusto y distinción; las mujeres eran consideradas con nivel
cultural superior a las de la Europa de entonces.
Si bien el contacto de Bolívar con su padre duró sólo hasta los tres
años, su psiconsciente se alimentó con las imágenes de su personalidad, con
efectos modeladores. Su madre fue una mujer culta, disciplinada y excelente
administradora, por lo cual, su contacto con ella, hasta los nueve años,
modeló, con certeza, la personalidad del futuro gran hombre, con los valores
éticos-morales, costumbres y actitudes positivas frente a la vida, tan propios
de una familia que, por generaciones, jugó un rol de preponderancia en la
sociedad caraqueña.
El temprano contacto con las negras Hipólita, que lo amamantó, y Matea,
con quien realizó sus primeros juegos infantiles, le pusieron en comunicación
con un mundo que, al identificarse con él, y recibir expresiones de amor y
bondad, le prepararon para apreciar, y valorar, en su justa dimensión, en el
futuro, a cada una de las personas con las cuales estuvo en contacto,
independientemente de su condición social.
Quedar solo, a los nueve años, le enfrentó, tempranamente, a la vida,
permitiéndole aprender a valerse por sí mismo, sin desestimar la importancia
que tuvieron sus tutores en la formación de su carácter y personalidad. La
educación que recibió fue acorde a su nivel socio-económico y de lo mejor que
un niño de su condición podía recibir en la Caracas de la época.
Entre sus primeros maestros, en forma gradual y espaciados en el tiempo,
se encuentra Francisco Antonio Carrasco, empleado de confianza, contador y
cajero de la familia, en una tienda de importaciones, quien, en sus ratos
libres o en las horas fuera del trabajo, le daba a Simoncito, lecciones de
primeras letras, escritura y aritmética. Carrasco, actuó, en 1791, en calidad
de “Curador Ad litem” tanto de Simón como de Juan Vicente. Fernando Vides, el
mismo que fungió de testigo cuando Simón, que tenía cinco años, acompañado de
su abuelo y del licenciado Sanz, tomó posesión, el 30 de julio de 1788, de su
casa de Las Gradillas, también le dio clases de primeras letras, escritura y
aritmética.
Bolívar, asistió formalmente a la escuela de Manuel Zidardia, pedagogo
erudito, de larga trayectoria. José Antonio Negrete, fue su maestro en
historia, y espiritualidad. Guillermo Pelgrom, ilustre educador, de gran cultura,
le dio clases de latín y, posiblemente, le habló de la historia de Roma, y de
los clásicos latinos, en comentarios acordes con su edad. Francisco de Paula
Revé y Berdura, mejor conocido como Andujar, gran humanista y científico, a
partir de 1795, luego de la partida de Don Simón Rodríguez, de quien se hablará
en el siguiente segmento, fue maestro, de Bolívar, a nivel más avanzado, en:
Gramática, geometría, álgebra, moral y dibujo. A tales efectos le acondicionó,
en su casa, un salón donde instaló una academia de matemáticas exclusivamente
para él, a la cual, sin embargo, asistieron gran número de niños y jóvenes. Un
principio de la filosofía educativa de Andujar, expresa: -“Es necesario orden y
método para ensañar con claridad”.
-II-
El maestro que ejerció mayor influencia en Bolívar, entre los ocho y los
doce años, antes de las enseñanzas del profesor Andujar y de Andrés Bello, fue
el Sócrates venezolano, Don Simón Rodríguez. Esto, no tanto por la legendaria
aplicación del método Rousseauniano, leyenda plasmada por Jules Manzini, en su
famosa biografía, publicada en París en 1912, con el título: -“Bolívar y la
Emancipación de las Colonias Españolas desde los Orígenes hasta 1851”, la cual,
modernas investigaciones dejan de sustentar, pese al gran número de biógrafos
que la adoptaron, posteriormente, sino porque Simón Rodríguez era un excelente
maestro.
Estaba al día con los más importantes e innovadores tratados educativos
de España, estaba dotado de una sincera vocación para la enseñanza, la cual lo
acompañará toda su larga vida.
Supo inculcar en su discípulo Simoncito, -su alumno de primeras letras,
lengua castellana y latina, aritmética e historia, por recíproca elección
espontánea y por la simpatía mutua que se tuvieron, mientras el maestro era amanuense
en la casa de su abuelo Don Feliciano Palacios y Blanco, un gran amor al
estudio y despertar su notable curiosidad. Preguntaba mucho y constantemente,
constituyendo el primer paso para desarrollar sólidos conocimientos, firmes
convicciones y poderoso entusiasmo.
Le enseñó a aprender de la vida misma, de la convivencia social y
escrutando la naturaleza, con aguda observación, profunda concentración y
reflexión constante.
Formó su carácter, templando su personalidad. Le inculcó el orden y
afianzó su sentido de responsabilidad y autodisciplina.
El 03 de septiembre de 1792, Don Feliciano escribe a su hijo Esteban,
que se encontraba en España, diciéndole: -“Te incluyo una lista para que me
compres y me remitas los libros que contiene. Dichos libros, encargados por
requerimiento de Don Simón Rodríguez, fueron, entre otros: Reflexiones sobre el
Verdadero Arte de Escribir, de Servidori, con sus respectivas láminas; Arte de
Escribir, y Discurso sobre la necesidad de la mejora de las escuelas, de Don
José de Anduaga; Compendio de Este Arte; Método de enseñar el conocimiento de
las letras y sus uniones en sílabas y dicciones; Aritmética y Elementos de Álgebra;
Prevenciones a los Maestros; además de otras, lo cual da una idea de su interés
por el estudio y la actualización profesional constante.
Paralelamente, Simón Rodríguez, fue maestro en la escuela de Primeras
Letras, de Caracas, desde el 31-05-1791 hasta el 19-10-1795, por lo cual, su
actividad de amanuense de Don Feliciano fue desarrollada a tiempo parcial,
educando voluntaria y desinteresadamente a Bolívar.
Bajo su dirección, Simoncito, fortalece su capacidad para actuar con
aprovechamiento del tiempo, con modestia y sosiego. El maestro, enseña
divirtiendo, narrándole fábulas instructivas, como las de Esopo; leyéndole
rasgos biográficos de hombres ilustres, trayendo a colación sucesos
ilustrativos, estimulantes y formativos.
Estimuló al discípulo en ser: Fiel, servicial, comedido, benéfico,
agradecido, consecuente, generoso, amable, diligente, cuidadoso, aseado,
respetuoso, y a cumplir con lo prometido. Dichas cualidades afianzadas en su
personalidad lo llevarán a desarrollar, en cada caso, las habilidades que las
circunstancias precisaban.
Le habla de las cinco clases de necesidades, fundamento del derecho
natural, como son, a saber: alimentarse, vestirse, alojarse, curarse y
distraerse; y, de las virtudes de los sabios, entre ellas: la prudencia, la
justicia, el coraje, la fortaleza, la templanza, la modestia, el
discernimiento, el respeto a la vida, a la propiedad, a la reputación, propia y
ajena, que constituye la moderna auto-estima, indicándole que de la propia
reputación depende el crédito.
Don Simón Rodríguez solía expresar: -“Sólo el modesto es respetable,
porque tiene en que fundar sus pretensiones. Pretende con orgullo porque sabe
que ha de obrar con acierto. Esta especie de hombre es la que reúne, de
ordinario, mayor número de virtudes y hace mayor suma de bien, -yerra a veces,
es verdad, pero, -¿quién se expondrá a errar sino el que emprende?”
Otras de las máximas del maestro, son:
1. –“Si la ignorancia reduce al hombre a la
esclavitud, instruyéndole, el esclavo será libre”-.
2. –“Pedir lo necesario, es el derecho natural; pedir
lo que es debido, derecho civil; interesarse por el prójimo, benevolencia”-.
Bolívar, aprendió tempranamente que, el cumplimiento del deber es fuente
certera de satisfacción, y a ser constante y esforzado en el logro de sus
metas.
Don Simón Rodríguez, expresó: -“Todo es oficio; el que hace profesión de
influir, debe saber en qué influye: -por qué, cómo y para qué”-.
Con el tiempo, Don Simón Rodríguez, sintetiza, fruto de su experiencia
como educador, que toda persona debe recibir cuatro tipos de instrucción:
1. –“Social, para hacer una Nación prudente”-.
2. Corporal, para hacerla fuerte”-.
3. Técnica, para hacerla experta”-.
4. Y, “científica, para hacerla pensadora”-.
Como maestro efectivo, Don Simón Rodríguez, ayudó a Bolívar a comprender
los elevados valores de la vida y a aprender por sí mismo, con lo cual, se
convirtió, gradualmente, en uno de los más fecundos autodidactas que ha dado la
humanidad.
Es posible que la influencia mayor de Simón Rodríguez, sobre el
discípulo, la ejerció en el encuentro efectuado al inicio de 1805, en París,
durante el segundo viaje de Bolívar a Europa, como se verá en otro artículo.
En el próximo segmento, se analizará la influencia, en la formación de
Bolívar, de uno de los más importantes forjadores intelectuales que tuvo
Bolívar: El Marqués de Ustariz, quien gestó al Estadista.
-III-
El 19 de abril de 1799, a los 16 años, Simón Bolívar, se embarca para
España, con el objetivo de perfeccionar sus estudios.
Allí estará hasta mayo de 1802. Lleva con él las Vidas Paralelas, de
Plutarco, de las cuales es asiduo lector. Su tío Esteban, queriéndolo preparar
para la carrera diplomática, le pone al frente de profesores de lengua
francesa, inglés e italiano; de matemáticas, baile, esgrima y equitación,
durante aproximadamente un año.
Empero, la mayor influencia en su formación la ejercerá el sabio Marqués
de Uztariz, a quien Bolívar estimaba como a uno de los siete sabios de Grecia.
Lo admiró, expresándose de él, siempre, con veneración.
El Marqués de Uztariz poseía una de las mejores bibliotecas personales y
había cultivado una sólida y profunda cultura clásica y filosófica. Francisco
de Miranda que le conoció en 1778, se expresó elogiosamente de él, por: -“sus
profundos conocimientos en las ciencias morales y políticas y por sus virtudes
públicas y privadas pocos comunes”-.
Fue quien convirtió a Bolívar en un verdadero estudiante y estimuló el
desarrollo de su personalidad a niveles muy elevados. Bajo su guía, estudió con
profesores selectos las materias de: Matemáticas, idiomas vivos, filosofía,
literatura e historia.
Profundizó el estudio de los autores clásicos de la antigüedad, entre
ellos: filósofos como Platón, con sus obras La República y Las Leyes;
Aristóteles, de quien estudió, con toda seguridad, su libro La Política;
Epitecto y su famoso Manual; Marco Tulio Cicerón y sus Discursos, Sobre las
leyes, La República, De los Deberes, Del Supremo Bien, etcétera; Séneca y sus
Epístolas Morales a Lucilo y los Tratados Morales; historiadores como Herodoto
y sus Nueve Libros de Historia; Tucidide y La Guerra del Peloponeso; Diógenes
Laercio y Sus Vidas de los más ilustres Filósofos Griegos; Polibio y su
Historia Universal; Tácito y los Anales del Imperio Romano; Suétonio y la Vida
de los Doce Césares; Tito Livio y su Historia de Roma desde su fundación; Julio
César y su Guerra Civil y Las Guerras de las Galias, obra ésta, que será su
libro de cabecera durante sus futuras campañas.
Las lecturas de Bolívar incluyeron: Oradores como: Demóstenes y sus
Discursos Políticos y privados; poetas, como Homero y sus clásicos La Ilíada y
La Odisea. Hesiodo: Teogonía y Los trabajos y los días. Virgilio: La Eneida y
Las Bucólicas.
Entre los autores clásicos europeos, leyó a Vittorio Alfieri, el poeta
de: -“Quise, siempre quise, fortísimamente quise”-; Dante: La Divina Comedia;
Maquiavelo: El Principe y El Arte de la Guerra; Voltaire: El siglo de Luis XIV
y Cartas Filosóficas; Rousseau: El Contrato Social, Emilio o la Educación,
Confesiones, Discurso sobre la Economía, etc.; John Lock: Ensayo sobre el
Gobierno Civil y el Ensayo sobre el Entendimiento Humano. Es preciso destacar
que la influencia de John Lock, además de la de Aristóteles, se observará, años
más tarde, en las dos Constituciones escritas por Bolívar: la de Angostura y la
de Bolivia.
Bolívar leyó, de Francis Bacon: Novum Organum y La Nueva Atlántida; de
Condillac: su Ensayo sobre el origen del conocimiento humano, el comercio y el
gobierno, el lenguaje del cálculo, etc.; de Lavosier: Elementos de Química; de
Spinoza: Ética y Tratado Teólogico-político; de Holbach: Sistemas de la
naturaleza y sistema social; de Hume: Sobre el humano entendimiento; de Adam
Smith: La Riqueza de las Naciones; de Montesquieu: El Espíritu de las Leyes; de
Bufón: Épocas de la Naturaleza, Historias Naturales, generales y particulares y
Discurso sobre el estilo; de Hobbes: Leviatán, obra ésta que Bolívar estimaba
mucho; de Diderot: Sistema Social; de Cervantes: Don Quijote; de Garcilaso de
la Vega, El Inca, los Comentarios Reales y La Florida del Inca; de Bartolomé de
Las Casas, Breve relación de la destrucción de India y su Vida de Cristóbal
Colón.
Leyó, también, a Helvetius, D`Lambert, Filangieri, Rollin, Berthot;
Labaide; Mably, Robertson, -de quien leyera su Vida de Carlos V y la Historia
de América; Lord Chesterfield y los dos tomos de sus famosas Cartas a su hijo.
Conoció –y leyó- la Enciclopedia, y un gran número de otros autores.
La enumeración que precede refleja las principales obras de los autores
citados, de las cuales existen referencias, directas e indirectas, de que
Bolívar las leyó. Es posible que algunas las leyera con mayor profundidad; que
otras las haya solamente hojeado y continuado su lectura en épocas futuras, y
cierto número de ellas, en su contenido las conociera por sus conversaciones,
tanto con el Marqués de Ustariz, como con otros intelectuales con quienes entró
en contacto.
Bolívar, solía expresar: -“Más se aprende conversando con el Marqués de
Ustariz que en las obras de los sabios”. Bajo su guía, Bolívar comenzó a amar
las grandes obras del espíritu humano, a meditar sobre sus ideas y a conversar
con él sobre los variados temas de sus lecturas. Adquirió el hábito que lo
mantendrá durante toda su vida, de alimentar su espíritu con las obras de los
grandes pensadores de todos los tiempos.
El Marqués de Ustariz, es realmente quien gestó al futuro gran Estadista
que luego sería Bolívar. Con él consolidó Bolívar su acervo cultural que tanta
confianza le daría al emitir con brevedad juicios profundos y certeros, en cada
una de sus actuaciones. En la casa del Marqués de Ustariz se efectuaban
reuniones constantes con intelectuales destacados, cuyo intercambio de ideas,
en el cual participó Bolívar, fue un medio importante para ampliar sus
horizontes culturales y su visión de líder continental.
Cuando se va rastreando la influencia de las lecturas de Bolívar, se
descubren las huellas de las mismas en muchos acontecimientos importantes de su
trayectoria; por ejemplo: su decreto de la “Guerra a Muerte”, en el cual
obligaba a los que vivían en Venezuela, durante la guerra de la independencia,
-realistas y patriotas- a definirse por el bando de la causa patriótica, se
inspiró en el emitido por Solón, cuando éste decretó que en épocas de peligro
para la Patria ningún ciudadano podía permanecer indiferente.
La Carta con las instrucciones para la educación de su sobrino Fernando,
-que constituye de por sí una joya de la Pedagogía moderna, de lectura obligada
para todo intelectual- denota la influencia de las lecturas de Aristóteles y de
Plutarco; del primero, cuando se refiere a la educación musical, -sugiriendo
que no era preciso impartírsela salvo que mostrara una predisposición especial
para dedicarse a este arte- reflejando el pensamiento aristotélico al respecto
y del segundo, en lo referente al estudio de la historia, debiéndola estudiar
comenzando desde la más reciente hasta remontarse, gradualmente, a la más
antigua, emulando el plan de Plutarco en la redacción de sus Vidas Paralelas.
En el Resumen sucinto de la Vida del General Sucre, emula el arte de la
biografía al estilo del gran Maestro de Queronea, al poner énfasis en los
detalles edificantes, la cual constituye una auténtica obra maestra.
Adelante.
Publicado en el Diario EL TIEMPO, I) 28/07/1995; II) 04/08/1995; y III)
11/08/1995.
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