por
Jaime Thorne León
Los que fundamos la
Asociación. Jurídica Thémis, acordamos desde un principio que la institución
debía contemplar en sus Estatutos la forma de rendir homenaje a aquellos juristas
y filósofos del derecho que colaborasen en realizar los fines que se imponía la
naciente asociación.
Este fue el origen de lo
que después se denominó "Asociados Honorarios".
Apenas constituida la
asociación, sus objetivos son puestos en marcha.
El más dinámico de ellos,
la revista Thémís, se pone en contacto con distintos profesores nacionales y extranjeros,
solicitando su colaboración.
Giorgio Del Vecchio, en
cuyos textos nos internamos en la filosofía del derecho, nos envió desde la
milenaria Roma su aliento y su colaboración decisiva. El Consejo decide hacerle
un homenaje de gratitud, y lo nombra nuestro Primer Asociado Honorario.
Por coincidencia, yo debía
viajar a Italia por esos días, y el Consejo me honra con el encargo de entregar
al venerable maestro italiano la respectiva Resolución, y la Medalla de Oro
correspondiente. Se convertía así en viva realidad, lo que fríamente se
estipulaba en los Estatu tos.
Llegué a Roma con la
emoción del viajero que se interna en la historia de nuestro tiempo. Italia no
es para nosotros solamente el país de la belleza y el arte, sino algo más: el centro
del mediterráneo donde el derecho romano nació, se desarrolló y se hizo
universal. Llamé por teléfono al profesor Del Vecchio y me comunica que me
recibiría gustoso. Al día siguiente estaba en su domicilio en Vía Tripoli, un
poco alejado del centro turístico de la ciudad (vía Veneto, Piazza del Popolo,
etc). Llego a su departamento a la hora señalada, y el maestro Del Vecchio me
extiende su brazo cordial. . . de mirada profunda, de estatura más bien baja,
en la cumbre de sus años. Me habla en correcto castellano, sin el menor acento extranjero.
Empezamos a hablar ... el Perú, me dijo, es un país de tan rica y antigua
cultura, pensar que ahí se fundó hace cuatrocientos años la Universidad más
antigua de América, San Marcos . . . Por algo aquí se dice de algo bueno que
"vale un Perú. . . Le explico mi encargo, . . . leo la resolución y le
entrego la Medalla de Oro. Me lo agradece emocionado.
Me envía saludos para
todos los de la Asociación Thémis. Alarga su brazo y me sirve de la botella de vino
dulce una copa para celebrar el acontecimiento.
Se acerca a su escritorio,
toma un ejemplar de su última obra "Lo Stato moderno e i suoi problemi"
Torino, 1967, garrapatea una dedicatoria, demasiado generosa maestro. Es el mejor
recuerdo que guardo de él.
Hablamos de todo, de la
belleza de Roma, en fin. Es hora de partir, y quisiera volver, me inhibo, quizá
sea impertinente. El profesor Del Vecchio me invita a su biblioteca particular de
cuarenta mil volúmenes, hoy en el Instituto de Filosofía del Derecho de la
Universidad de Roma, que lleva justamente el nombre de su antiguo Director. Nos
despedimos.
Hombre humilde el Profesor
Del Vecchio. Nadie creería que es una de las cumbres del pensamiento actual.
Lima,
junio de 1968
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