sábado, 18 de marzo de 2023

SERVIR EN EL ORDEN PERFECTO

 


SERVIR EN EL ORDEN PERFECTO

 

©Giuseppe Isgró C.

 

 

Toda persona, en cualquier nivel de sus estados de conciencia, experiencia y desarrollo de aptitudes, actitudes y virtudes, posee determinado grado de percepción, comprensión y capacidad de realización, o ausencia de las mismas, por encima de sus limitaciones temporales.

En cualquier nivel de conciencia en que se encuentra la persona, en el planeta tierra, u otro de turno en que pueda encontrarse, en ese nivel viene a su existencia actual con un determinado rol en el que precisa desempeñarse para cumplir sus objetivos existenciales. Al mismo tiempo, para realizarlos, precisa, antes, brindar un servicio en el entorno en que se desempeña.

Sea cual fuere el grado de ineptitud que posea cualquier ser, en los cuatro reinos naturales, viene a la vida dotado de un saber innato y poder creativo, y creador, potencialmente infinito. Aunque carente de determinada experiencia, su objetivo existencial es adquirirla de acuerdo a su propio plan de vida, y al respectivo programa de aprendizaje del planeta de turno, acorde a su nivel de conciencia y experiencia.

En el citado nivel de aptitud, y actitud inherente, cada ser pertenece a un orden específico, que comparte con una inmensa cantidad de seres, en el planeta tierra, y en numerosos otros mundos, conformando una esfera mental, con objetivos y metas de desarrollo, con maestros temporales que guiarán, de acuerdo al plan de vida de cada quien, y al plan de desarrollo del planeta respectivo. Cada ser representa un aporte de servicio, que, automáticamente, pasará al mando de un maestro que rige determinado grado de actividad. Al adquirir la experiencia inherente al nivel en que se desenvuelve, se encuentra preparado para ascender al siguiente grado de desarrollo de sus facultades, para adquirir la experiencia que le faculta para asumir nuevos roles de desempeño.

En un ciclo existencial, cada ser puede pasar bajo la dirección de diferentes instructores de turno, y cada uno le prepara para el siguiente. Gradualmente, cada quien, se va percatando como una fase anterior le ha preparado para la actual y la presente le está preparando para la siguiente. Es fácil percibirlo, con el tiempo, mirando hacia atrás, en su actual ciclo de vida, como una etapa preparó para la siguiente.

Peter Drucker, uno de los pensadores más profundos del siglo XX, con un excelente aporte al desarrollo de la Gerencia Moderna, percibió como toda persona, precisa efectuar un cambio importante en sus actividades para adecuarse a las inquietudes de los tiempos, y a las realidades del mercado. Esto, para mantener un desarrollo sustentable en el espacio y tiempo, de acuerdo al plan general de estudios y trabajo esencial en el planeta, de acuerdo a las nuevas necesidades emergentes.  Drucker, asignaba a cada uno de estos ciclos un lapso aproximado de 15 años. Lo cual indica que, al margen del éxito alcanzado en un área determinada de desempeño, es preciso prepararse para la siguiente fase, para permanecer en el mercado.

Poderosas empresas que dejaron de prepararse, a tiempo, desaparecieron del escenario del mercado, al igual que incontables profesionales, técnicos y trabajadores en todas las facetas y vertientes. Quien se prepara y asume los retos que traen las nuevas inquietudes de los tiempos, en cada época, son quienes mejor aprovechan las oportunidades emergentes. Los otros, o bien salen del escenario del mercado, o, al no adaptarse a las nuevas realidades, desmejoran su nivel de bienestar. Nada que no se pueda observar, si se mira bien, con atención, en el propio entorno.

En cualquier momento, toda persona posee fortalezas y debilidades; precisa optimizar las primeras y transmutar las segundas en puntos fuertes. Esto, a cualquier edad en que se encuentre la persona, ya que cada fase existencial tiene su propio aprendizaje que realizar y aporte de servicio que brindar, en un perfecto equilibrio entre la ley de oferta y demanda de determinados bienes y servicios, tal como lo enuncia la Ley de Say: -“Toda oferta genera su propia demanda; toda demanda, su propia oferta”. Empero, las nuevas demandas de bienes y servicios, podrán satisfacerlas quienes con tiempo se han preparado interpretando los signos de los tiempos emergentes.

Jamás se debe aceptar la limitación de ninguna particularidad, de edad u otra condición, para dejar de aprender y adecuarse a los tiempos que corren. Aún a los cien años, si la persona alcanzó ese nivel de longevidad, se debe continuar estudiando, para alcanzar niveles más elevados de comprensión, y la experiencia inherente. Todo aprendizaje de hoy, es una experiencia que servirá mañana, o en el siguiente ciclo de vida. La edad más avanzada es la más propicia para adquirir niveles más elevados de comprensión. También, cada quien, en su respectivo grado, debe compartir su experiencia, ya que, enseñando es como mejor se aprende, dado que, cada persona a quien se transmite conocimiento, a su vez es una comunicadora de experiencias, que enriquece al instructor. Se precisa compartir la propia experiencia con niños y jóvenes, ya que ellos vienen a la nueva existencia con ideales renovadores de progreso, que enriquecerán el porvenir. Nadie debería jubilarse a ninguna edad, ya que, siempre tendrá la oportunidad de servir, transmitiendo a las nuevas generaciones su experiencia, y a la vez, absorber, de ellas, los ideales renovadores para la época siguiente.

Igualmente, el entorno presenta, para cada quien, oportunidades y amenazas. Las primeras hay que aprovecharlas mediante el aporte de bienes y servicios que satisfagan las necesidades insatisfechas, o los anhelos de las personas de mayor poder adquisitivo. Hay que prepararse, para ello, detectando las necesidades insatisfechas del mercado. Las amenazas del entorno, se pueden controlar con el conocimiento adecuado, con la actitud correcta, tomando decisiones acertadas, en tiempo oportuno.

Toda situación que se afronta, en la vida, y en el mercado, presenta sus propios medios para resolverlas, aprovechando la oportunidad inherente que trae consigo.

En cualquier fase existencial, si se presenta una situación para resolver, es porque se está en condiciones de hacerlo; caso contrario, jamás se habría presentado.  Esto aporta elementos de tranquilidad y seguridad: Siempre se puede si se cree en la posibilidad inherente.

El planeta se encuentra en tiempos de cambios hacia mejores niveles de percepciones, comprensiones y capacidades realizadoras para ascender a nuevos estados y estaciones de conciencia. Esto no será por generación espontánea, a pesar de la influencia positiva, y modeladora, de la resonancia magnética, sino mediante un proceso gradual, de acuerdo a un estricto plan de vida individual, y colectivo, acordes a los planes de desarrollo trazados por el Gran Arquitecto del Universo en la Ley cósmica. Por supuesto que, lo que parece casualidad, obedece a una estricta causalidad. Es decir, los campos morfogenéticos, y saltos cuánticos, comunican la visión gradual de las nuevas fases de desarrollo, cuyo espectro tiene incontable número de vertientes y variantes, que, cada quien, en su respectivo nivel, aprovechará en forma apropiada.

Como muy bien lo expresaba Hermes Trismegisto, en el Kybalión, en la más remota antigüedad, cada quien instruye, o guía, en los niveles inferiores y sirve, o es guiado, en los superiores. (Parafraseado).

La suma existencial alcanzada, en cada ciclo, por todo ser, le ubica, o reubica, en el orden perfecto que le corresponde, de acuerdo a la ley de afinidad, en estricta correspondencia con la ley de justicia, cuyo fiel señala el cuánto, el dónde y el por qué, el cómo, el cuándo y el con quién.

680: En El Libro de los Espíritus, se lee:

¿Existen seres humanos cuya ineptitud para cualquier tipo de trabajo le rinda inútil la propia existencia?

-“Dios, en su justicia, no condena sino a quien vegeta en voluntaria inutilidad, por cuanto vive a costo del trabajo ajeno. Pero, Él quiere que cada ser se rinda útil en proporción de las propias fuerzas”-. (Ver Nº 643).

Adelante.

 


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