EL POETA SABEDOR
DE CUANTO SU SIGLO SUPO
Escudero, dijo Hidalgo:
Refiriéndose a Dante Alighieri, José Enrique Rodó,
le calificó de: -“El poeta sabedor de cuanto su siglo supo, y présago de lo
demás”.
Ciertamente, gracias a Dante Alighieri, Giovanni
Boccaccio y Francesco Petrarca, que volcaron su mirada hacia la edad clásica
griega y latina, hicieron recordar un saber perdido por efecto de la
destrucción de miles de obras, en las bibliotecas de Alejandría, y en su
homóloga de Córdoba, ciudad ésta conocida como la Lumbre de Occidente y Capital
cultural del mundo.
Gracias a la expansión árabe, en gran parte del
mundo conocido a lo largo de la edad media, y al esplendor de Al Andalus, a los
traductores árabes, de Córdoba, Toledo, Palermo y Florencia, se salvaron las
pocas obras de cultura clásicas que hoy, aún, podemos leer.
Algunos judíos, entre ellos Moisés Maimónides y
Solomón Ibn Gabirol, de Córdoba, el primero, de Málaga, el segundo, centraron
su atención en Aristóteles, rememorando sus enseñanzas. La Guía de los
Perplejos, o Descarriados, de Maimónides, sigue siendo una obra cumbre de la
espiritualidad universal. En la Fuente de la vida, Ibn Gabirol plasma una obra
de corte aristotélico.
Ibn Arabi, Rumi, Al Gazzali, Ibn Jaldún llenan
páginas de inigualable sabiduría.
Raimon Lull, con su profunda y variada obra,
Alfonso X El Sabio, con sus Siete Partidas, Don Juan Manuel, con los 50 cuentos
de El Conde Lucanor, Dante, Boccaccio, Petrarca, Giotto, Cimabue, Jaldún, van
encendiendo antorchas de la libertad de pensamiento, y construyen la base del
subsiguiente Renacimiento italiano, primero, europeo, después.
Los mismos glosadores del Derecho Romano, entre
ellos Bartolo de Sassoferrato, Cino de Pistoia y Baldo de Ubaldis,
contribuyeron al Renacimiento Jurídico, con el manuscrito encontrado en
Bologna, con el inicio de su estudio y glosas, que abren una nueva era que
desemboca con los estudios del Derecho en Francia, Alemania, Italia, España y
otros países, aflorando la magna obra del Código de Napoleón, a principios del
siglo XIX, (1804), que inmortalizaría al Gran Corso y descubriría, también, el
genio jurídico francés. Otros nombres, son dignos de mención, en
Alemania: Savigny, Ihering y Gustav Radbruch. Lombroso, Chiovenda,
Carrara, Carnelutti y Calamandrei, en Italia. De España, mencionamos al gran
procesalista: Jaime Guasp Delgado.
Con breves expresiones, José Enrique Rodó retrata
los grandes genios como Leonardo Da Vinci, Francis Bacón, Marsilio Ficino,
Giovanni Pico de la Mirandola, Galileo, Miguel Ángel, y tantos otros.
En el Nuevo Mundo, que alcanza niveles de mayor
amplitud la visión de la cultura universal, como lo demuestran el mismo Rodó,
en Uruguay, Juan Montalvo, en Ecuador, Alfonso Reyes, en México, Andrés Bello y
Arturo Uslar Pietri, en Venezuela, Germán Arciniegas, en Colombia, Ralph Waldo
Emerson, en Norteamérica, Gabriela Mistral, en Chile, José Ingenieros, en
Argentina, por mencionar unos pocos, nada más, penetran en el horizonte
explorando lejanos senderos por donde, tarde o temprano, habrá que pasar la
humanidad del planeta tierra.
Cervantes y Don Quijote, y el resto de su
portentosa obra, siguen siendo materia de estudios inagotables, ya que el genio
cervantino se adelantó a su tiempo, escribiendo para todos los tiempos, con una
elevación de pensamiento, y sentimiento, que emociona cada vez que se acude a
ese preciado tesoro en busca de alimento espiritual.
La obra de Rodó, Motivo de Proteo, es una densa
apología a la aptitud humana, que sintetiza la expresión de la sabiduría
universal de todos los tiempos. Fácilmente podría transformarse en un libro
sagrado, o clásico para todos los tiempos al igual que Don Quijote, y servir de
lectura diaria a lo largo de muchas vidas, de millones de personas,
reencarnación detrás de reencarnaciones, por la visión de vida que plasma en
pocas páginas, con maestría inigualable, por el cultivo del arte, y por la
intuición y la inspiración. Es el estudio de toda una vida, y quién sabe de
cuántas más, por la reminiscencia del Espíritu. Sin olvidar el mensaje para la
juventud de su otra obra maestra: Ariel.
América, Tierra prometida y destinada a grandes
realizaciones en los tiempos venideros. Pequeñas noches oscuras del tipo
medieval, de transitoria duración e insignificancia, no podrán opacar
el luminoso futuro a que está destinada América, en general, y Latino-América,
de manera especial y particular.
Todos los personajes mencionados son maestros de la
humanidad, dignos de emulación. Montándose sobre sus hombros, como lo refiere
Newton, se podrá ver más lejos en dirección al infinito, ad infinitum.
Dante, Boccaccio, Petrarca, Giotto y Cimabue,
iniciadores del humanismo y precursores del Renacimiento. Cuántos nombres
falta, aún, para agregar. Ese mundo de la cultura brillará, cada día más y
mejor, ya que marca la senda del desarrollo según la visión luminosa que les
caracterizaba, a los humanistas y renacentistas, a los grandes del mundo
antiguo, que aún siguen vigentes.
Adelante.
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