11-08-1995.
©Giuseppe Isgró C.
Bolívar, es uno de los genios más grandes que ha dado la
humanidad, al lado de líderes políticos, militares y espirituales, como Solón,
Creso, Shakyamuni, Pericles, Felipe de Macedonia, Demóstenes, Alejandro Magno, Julio Cesar, Cicerón, Jesús,
Marco Aurelio, Lincoln, Napoleón, José Martí, Gandhi, entre otros. Al igual que
filósofos, científicos, artistas, escritores, educadores, etcétera, como
Homero, Hesiodo, Confucio, Séneca, Plutarco, Rousseau, Benjamín Franklin, Allan
Kardec, etcétera.
¿Cómo se desarrolló, para estar preparado y, llevar a cabo con
éxito, la gran misión que la naturaleza de las cosas y la Divina Providencia le
asignaron en el escenario del Continente Suramericano y mundial?
¿Cómo, en tan pocos años, llevó a cabo una síntesis tan
admirable y coherente del saber universal, a cuyas grandes concepciones y
proyectos siguieron acciones realizadoras, para plasmar lo pensado en la
realidad?
Bolívar, haciendo lo que parecía imposible, una y otra vez,
hizo lo posible: La Independencia Latinoamericana.
Ello marca el nacimiento de un nuevo mundo de realidades y
posibilidades para el progreso de las causas de la humanidad y el desarrollo de
los grandes valores universales del espíritu.
Bolívar nació en una familia de elevada condición
socio-económico-cultural. Su padre poseía una importante biblioteca con libros
de contenido vario, tales como: las obras completas de Benito J. Feijoo,
erudito y ensayista español, entre ellas el Teatro Crítico Universal y los 19
tomos de las Cartas Eruditas y Curiosas, que contenían disertaciones sobre
temas tan variados como filosofía, literatura, medicina, ciencias naturales,
artes, etc.; obras literarias como la Odisea, Don Quijote, las Vidas Paralelas,
de Plutarco, clásicos griegos, latinos y europeos, entre otros.
Los miembros de las familias como la de Bolívar, en la
sociedad caraqueña de finales del siglo XVIII e inicios del XIX, al decir de
los ilustres viajeros de la época, como Humboldt y el Conde Segur, eran de
elevada cultura, buen gusto y distinción; las mujeres eran consideradas con
nivel cultural superior a las de la Europa de entonces.
Si bien el contacto de Bolívar con su padre duró sólo hasta
los tres años, su psiconsciente se alimentó con las imágenes de su
personalidad, con efectos modeladores. Su madre fue una mujer culta,
disciplinada y excelente administradora, por lo cual, su contacto con ella,
hasta los nueve años, modeló, con certeza, la personalidad del futuro gran
hombre, con los valores éticos-morales, costumbres y actitudes positivas frente
a la vida, tan propios de una familia que, por generaciones, jugó un rol de
preponderancia en la sociedad caraqueña.
El temprano contacto con las negras Hipólita, que lo amamantó,
y Matea, con quien realizó sus primeros juegos infantiles, le pusieron en
comunicación con un mundo que, al identificarse con él, y recibir expresiones
de amor y bondad, le prepararon para apreciar, y valorar, en su justa
dimensión, en el futuro, a cada una de las personas con las cuales estuvo en contacto, independientemente de su
condición social.
Quedar solo, a los nueve años, le enfrentó, tempranamente, a
la vida, permitiéndole aprender a valerse por sí mismo, sin desestimar la importancia
que tuvieron sus tutores en la formación de su carácter y personalidad. La
educación que recibió fue acorde a su nivel socio-económico y de lo mejor que
un niño de su condición podía recibir en la Caracas de la época.
Entre sus primeros maestros, en forma gradual y espaciados en
el tiempo, se encuentra Francisco Antonio Carrasco, empleado de confianza,
contador y cajero de la familia, en una tienda de importaciones, quien, en sus
ratos libres o en las horas fuera del trabajo, le daba a Simoncito, lecciones
de primeras letras, escritura y aritmética. Carrasco, actuó, en 1791, en
calidad de “Curador Ad litem” tanto de Simón como de Juan Vicente. Fernando
Vides, el mismo que fungió de testigo cuando Simón, que tenía cinco años,
acompañado de su abuelo y del licenciado Sanz, tomó posesión, el 30 de julio de
1788, de su casa de Las Gradillas, también le dio clases de primeras letras,
escritura y aritmética.
Bolívar, asistió formalmente a la escuela de Manuel Zidardia,
pedagogo erudito, de larga trayectoria. José Antonio Negrete, fue su maestro en
historia, y espiritualidad. Guillermo Pelgrom, ilustre educador, de gran
cultura, le dio clases de latín y, posiblemente, le habló de la historia de
Roma, y de los clásicos latinos, en comentarios acordes con su edad. Francisco
de Paula Revé y Berdura, mejor conocido como Andujar, gran humanista y
científico, a partir de 1795, luego de la partida de Don Simón Rodríguez, de
quien se hablará en el siguiente segmento, fue maestro, de Bolívar, a nivel más
avanzado, en: Gramática, geometría, álgebra, moral y dibujo. A tales efectos le
acondicionó, en su casa, un salón donde instaló una academia de matemáticas
exclusivamente para él, a la cual, sin embargo, asistieron gran número de niños
y jóvenes. Un principio de la filosofía educativa de Andujar, expresa: -“Es
necesario orden y método para ensañar con claridad”.
-II-
El maestro que ejerció mayor influencia en Bolívar, entre los
ocho y los doce años, antes de las enseñanzas del profesor Andujar y de Andrés
Bello, fue el Sócrates venezolano, Don Simón Rodríguez. Esto, no tanto por la
legendaria aplicación del método Rousseauniano, leyenda plasmada por Jules
Manzini, en su famosa biografía, publicada en París en 1912, con el título:
-“Bolívar y la Emancipación de las Colonias Españolas desde los Orígenes hasta
1851”, la cual, modernas investigaciones dejan de sustentar, pese al gran
número de biógrafos que la adoptaron, posteriormente, sino porque Simón
Rodríguez era un excelente maestro.
Estaba al día con los más importantes e innovadores tratados
educativos de España, estaba dotado de una sincera vocación para la enseñanza,
la cual lo acompañará toda su larga vida.
Supo inculcar en su discípulo Simoncito, -su alumno de
primeras letras, lengua castellana y latina, aritmética e historia, por
recíproca elección espontánea y por la simpatía mutua que se tuvieron, mientras
el maestro era amanuense en la casa de su abuelo Don Feliciano Palacios y
Blanco, un gran amor al estudio y despertar su notable curiosidad. Preguntaba mucho
y constantemente, constituyendo el primer paso para desarrollar sólidos
conocimientos, firmes convicciones y poderoso entusiasmo.
Le enseñó a aprender de la vida misma, de la convivencia
social y escrutando la naturaleza, con aguda observación, profunda
concentración y reflexión constante.
Formó su carácter, templando su personalidad. Le inculcó el
orden y afianzó su sentido de responsabilidad y autodisciplina.
El 03 de septiembre de 1792, Don Feliciano escribe a su hijo
Esteban, que se encontraba en España, diciéndole: -“Te incluyo una lista para
que me compres y me remitas los libros que contiene. Dichos libros, encargados
por requerimiento de Don Simón Rodríguez, fueron, entre otros: Reflexiones
sobre el Verdadero Arte de Escribir, de Servidori, con sus respectivas láminas;
Arte de Escribir, y Discurso sobre la necesidad de la mejora de las escuelas,
de Don José de Anduaga; Compendio de Este Arte; Método de enseñar el
conocimiento de las letras y sus uniones en sílabas y dicciones; Aritmética y
Elementos de Álgebra; Prevenciones a los Maestros; además de otras, lo cual da
una idea de su interés por el estudio y la actualización profesional constante.
Paralelamente, Simón Rodríguez, fue maestro en la escuela de
Primeras Letras, de Caracas, desde el 31-05-1791 hasta el 19-10-1795, por lo
cual, su actividad de amanuense de Don Feliciano fue desarrollada a tiempo
parcial, educando voluntaria y desinteresadamente a Bolívar.
Bajo su dirección, Simoncito, fortalece su capacidad para
actuar con aprovechamiento del tiempo, con modestia y sosiego. El maestro,
enseña divirtiendo, narrándole fábulas instructivas, como las de Esopo;
leyéndole rasgos biográficos de hombres ilustres, trayendo a colación sucesos
ilustrativos, estimulantes y formativos.
Estimuló al discípulo en ser: Fiel, servicial, comedido,
benéfico, agradecido, consecuente, generoso, amable, diligente, cuidadoso,
aseado, respetuoso, y a cumplir con lo prometido. Dichas cualidades afianzadas
en su personalidad lo llevarán a desarrollar, en cada caso, las habilidades que
las circunstancias precisaban.
Le habla de las cinco clases de necesidades, fundamento del
derecho natural, como son, a saber: alimentarse, vestirse, alojarse, curarse y
distraerse; y, de las virtudes de los sabios, entre ellas: la prudencia, la
justicia, el coraje, la fortaleza, la templanza, la modestia, el
discernimiento, el respeto a la vida, a la propiedad, a la reputación, propia y
ajena, que constituye la moderna auto-estima, indicándole que de la propia
reputación depende el crédito.
Don Simón Rodríguez solía expresar: -“Sólo el modesto es
respetable, porque tiene en que fundar sus pretensiones. Pretende con orgullo
porque sabe que ha de obrar con acierto. Esta especie de hombre es la que
reúne, de ordinario, mayor número de virtudes y hace mayor suma de bien, -yerra
a veces, es verdad, pero, -¿quién se expondrá a errar sino el que emprende?”
Otras de las máximas del maestro, son:
1. –“Si la ignorancia
reduce al hombre a la esclavitud, instruyéndole, el esclavo será libre”-.
2. –“Pedir lo
necesario, es el derecho natural; pedir lo que es debido, derecho civil;
interesarse por el prójimo, benevolencia”-.
Bolívar, aprendió tempranamente que, el cumplimiento del deber
es fuente certera de satisfacción, y a ser constante y esforzado en el logro de
sus metas.
Don Simón Rodríguez, expresó: -“Todo es oficio; el que hace
profesión de influir, debe saber en qué influye: -por qué, cómo y para qué”-.
Con el tiempo, Don Simón Rodríguez, sintetiza, fruto de su
experiencia como educador, que toda persona debe recibir cuatro tipos de
instrucción:
1. –“Social, para
hacer una Nación prudente”-.
2. Corporal, para
hacerla fuerte”-.
3. Técnica, para
hacerla experta”-.
4. Y, “científica,
para hacerla pensadora”-.
Como maestro efectivo, Don Simón Rodríguez, ayudó a Bolívar a
comprender los elevados valores de la vida y a aprender por sí mismo, con lo
cual, se convirtió, gradualmente, en uno de los más fecundos autodidactas que
ha dado la humanidad.
Es posible que la influencia mayor de Simón Rodríguez, sobre
el discípulo, la ejerció en el encuentro efectuado al inicio de 1805, en París,
durante el segundo viaje de Bolívar a Europa, como se verá en otro artículo.
En el próximo segmento, se analizará la influencia, en la
formación de Bolívar, de uno de los más importantes forjadores intelectuales
que tuvo Bolívar: El Marqués de Ustariz, quien gestó al Estadista.
-III-
El 19 de abril de 1799, a los 16 años, Simón Bolívar, se
embarca para España, con el objetivo de perfeccionar sus estudios.
Allí estará hasta mayo de 1802. Lleva con él las Vidas
Paralelas, de Plutarco, de las cuales es asiduo lector. Su tío Esteban,
queriéndolo preparar para la carrera diplomática, le pone al frente de
profesores de lengua francesa, inglés e italiano; de matemáticas, baile,
esgrima y equitación, durante aproximadamente un año.
Empero, la mayor influencia en su formación la ejercerá el
sabio Marqués de Uztariz, a quien Bolívar estimaba como a uno de los siete
sabios de Grecia. Lo admiró, expresándose de él, siempre, con veneración.
El Marqués de Uztariz poseía una de las mejores bibliotecas
personales y había cultivado una sólida y profunda cultura clásica y
filosófica. Francisco de Miranda que le conoció en 1778, se expresó
elogiosamente de él, por: -“sus profundos conocimientos en las ciencias morales
y políticas y por sus virtudes públicas y privadas pocos comunes”-.
Fue quien convirtió a Bolívar en un verdadero estudiante y
estimuló el desarrollo de su personalidad a niveles muy elevados. Bajo su guía,
estudió con profesores selectos las materias de: Matemáticas, idiomas vivos,
filosofía, literatura e historia.
Profundizó el estudio de los autores clásicos de la
antigüedad, entre ellos: filósofos como Platón, con sus obras La República y
Las Leyes; Aristóteles, de quien estudió, con toda seguridad, su libro La
Política; Epitecto y su famoso Manual; Marco Tulio Cicerón y sus Discursos,
Sobre las leyes, La República, De los Deberes, Del Supremo Bien, etcétera;
Séneca y sus Epístolas Morales a Lucilo y los Tratados Morales; historiadores
como Herodoto y sus Nueve Libros de Historia; Tucidide y La Guerra del Peloponeso;
Diógenes Laercio y Sus Vidas de los más ilustres Filósofos Griegos; Polibio y
su Historia Universal; Tácito y los Anales del Imperio Romano; Suétonio y la
Vida de los Doce Césares; Tito Livio y su Historia de Roma desde su fundación;
Julio César y su Guerra Civil y Las Guerras de las Galias, obra ésta, que será
su libro de cabecera durante sus futuras campañas.
Las lecturas de Bolívar incluyeron: Oradores como: Demóstenes
y sus Discursos Políticos y privados; poetas, como Homero y sus clásicos La
Ilíada y La Odisea. Hesiodo: Teogonía y Los trabajos y los días. Virgilio: La
Eneida y Las Bucólicas.
Entre los autores clásicos europeos, leyó a Vittorio Alfieri,
el poeta de: -“Quise, siempre quise, fortísimamente quise”-; Dante: La Divina
Comedia; Maquiavelo: El Principe y El Arte de la Guerra; Voltaire: El siglo de
Luis XIV y Cartas Filosóficas; Rousseau: El Contrato Social, Emilio o la
Educación, Confesiones, Discurso sobre la Economía, etc.; John Lock: Ensayo sobre el Gobierno Civil y
el Ensayo sobre el Entendimiento Humano. Es preciso destacar que la influencia
de John Lock, además de la de Aristóteles, se observará, años más tarde, en las
dos Constituciones escritas por Bolívar: la de Angostura y la de Bolivia.
Bolívar leyó, de Francis Bacon: Novum Organum y La Nueva
Atlántida; de Condillac: su Ensayo sobre el origen del conocimiento humano, el
comercio y el gobierno, el lenguaje del cálculo, etc.; de Lavosier: Elementos
de Química; de Spinoza: Ética y Tratado Teólogico-político; de Holbach:
Sistemas de la naturaleza y sistema social; de Hume: Sobre el humano
entendimiento; de Adam Smith: La Riqueza de las Naciones; de Montesquieu: El
Espíritu de las Leyes; de Bufón: Épocas de la Naturaleza, Historias Naturales,
generales y particulares y Discurso sobre el estilo; de Hobbes: Leviatán, obra
ésta que Bolívar estimaba mucho; de Diderot: Sistema Social; de Cervantes: Don
Quijote; de Garcilaso de la Vega, El Inca, los Comentarios Reales y La Florida
del Inca; de Bartolomé de Las Casas, Breve relación de la destrucción de India
y su Vida de Cristóbal Colón.
Leyó, también, a Helvetius, D`Lambert, Filangieri, Rollin,
Berthot; Labaide; Mably, Robertson, -de quien leyera su Vida de Carlos V y la
Historia de América; Lord Chesterfield y los dos tomos de sus famosas Cartas a
su hijo. Conoció –y leyó- la Enciclopedia, y un gran número de otros autores.
La enumeración que precede refleja las principales obras de
los autores citados, de las cuales existen referencias, directas e indirectas,
de que Bolívar las leyó. Es posible que algunas las leyera con mayor
profundidad; que otras las haya solamente hojeado y continuado su lectura en
épocas futuras, y cierto número de ellas, en su contenido las conociera por sus
conversaciones, tanto con el Marqués de Ustariz, como con otros intelectuales
con quienes entró en contacto.
Bolívar, solía expresar: -“Más se aprende conversando con el
Marqués de Ustariz que en las obras de los sabios”. Bajo su guía, Bolívar
comenzó a amar las grandes obras del espíritu humano, a meditar sobre sus ideas
y a conversar con él sobre los variados temas de sus lecturas. Adquirió el
hábito que lo mantendrá durante toda su vida, de alimentar su espíritu con las
obras de los grandes pensadores de todos los tiempos.
El Marqués de Ustariz, es realmente quien gestó al futuro gran
Estadista que luego sería Bolívar. Con él consolidó Bolívar su acervo cultural
que tanta confianza le daría al emitir con brevedad juicios profundos y
certeros, en cada una de sus actuaciones. En la casa del Marqués de Ustariz se
efectuaban reuniones constantes con intelectuales destacados, cuyo intercambio
de ideas, en el cual participó Bolívar, fue un medio importante para ampliar
sus horizontes culturales y su visión de líder continental.
Cuando se va rastreando la influencia de las lecturas de
Bolívar, se descubren las huellas de las mismas en muchos acontecimientos
importantes de su trayectoria; por ejemplo: su decreto de la “Guerra a Muerte”,
en el cual obligaba a los que vivían en Venezuela, durante la guerra de la
independencia, -realistas y patriotas- a definirse por el bando de la causa
patriótica, se inspiró en el emitido por Solón, cuando éste decretó que en
épocas de peligro para la Patria ningún ciudadano podía permanecer indiferente.
La Carta con las instrucciones para la educación de su sobrino
Fernando, -que constituye de por sí una joya de la Pedagogía moderna, de
lectura obligada para todo intelectual- denota la influencia de las lecturas de
Aristóteles y de Plutarco; del primero, cuando se refiere a la educación
musical, -sugiriendo que no era preciso impartírsela salvo que mostrara una
predisposición especial para dedicarse a este arte- reflejando el pensamiento
aristotélico al respecto y del segundo, en lo referente al estudio de la
historia, debiéndola estudiar comenzando desde la más reciente hasta
remontarse, gradualmente, a la más
antigua, emulando el plan de Plutarco en la redacción de sus Vidas Paralelas.
En el Resumen sucinto de la Vida del General Sucre, emula el arte de la biografía
al estilo del gran Maestro de Queronea, al poner énfasis en los detalles
edificantes, la cual constituye una auténtica obra maestra.
Adelante.
Publicado en el Diario EL TIEMPO, I) 28/07/1995; II)
04/08/1995; y III) 11/08/1995.
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