viernes, 9 de julio de 2021

LA EDUCACIÓN DE BOLÍVAR

 


LA EDUCACIÓN DE BOLÍVAR

11-08-1995.

 

©Giuseppe Isgró C.

 

Bolívar, es uno de los genios más grandes que ha dado la humanidad, al lado de líderes políticos, militares y espirituales, como Solón, Creso, Shakyamuni, Pericles, Felipe de Macedonia, Demóstenes,  Alejandro Magno, Julio Cesar, Cicerón, Jesús, Marco Aurelio, Lincoln, Napoleón, José Martí, Gandhi, entre otros. Al igual que filósofos, científicos, artistas, escritores, educadores, etcétera, como Homero, Hesiodo, Confucio, Séneca, Plutarco, Rousseau, Benjamín Franklin, Allan Kardec, etcétera.

¿Cómo se desarrolló, para estar preparado y, llevar a cabo con éxito, la gran misión que la naturaleza de las cosas y la Divina Providencia le asignaron en el escenario del Continente Suramericano y mundial?

¿Cómo, en tan pocos años, llevó a cabo una síntesis tan admirable y coherente del saber universal, a cuyas grandes concepciones y proyectos siguieron acciones realizadoras, para plasmar lo pensado en la realidad?

Bolívar, haciendo lo que parecía imposible, una y otra vez, hizo lo posible: La Independencia Latinoamericana.

Ello marca el nacimiento de un nuevo mundo de realidades y posibilidades para el progreso de las causas de la humanidad y el desarrollo de los grandes valores universales del espíritu.

Bolívar nació en una familia de elevada condición socio-económico-cultural. Su padre poseía una importante biblioteca con libros de contenido vario, tales como: las obras completas de Benito J. Feijoo, erudito y ensayista español, entre ellas el Teatro Crítico Universal y los 19 tomos de las Cartas Eruditas y Curiosas, que contenían disertaciones sobre temas tan variados como filosofía, literatura, medicina, ciencias naturales, artes, etc.; obras literarias como la Odisea, Don Quijote, las Vidas Paralelas, de Plutarco, clásicos griegos, latinos y europeos, entre otros.

Los miembros de las familias como la de Bolívar, en la sociedad caraqueña de finales del siglo XVIII e inicios del XIX, al decir de los ilustres viajeros de la época, como Humboldt y el Conde Segur, eran de elevada cultura, buen gusto y distinción; las mujeres eran consideradas con nivel cultural superior a las de la Europa de entonces.

Si bien el contacto de Bolívar con su padre duró sólo hasta los tres años, su psiconsciente se alimentó con las imágenes de su personalidad, con efectos modeladores. Su madre fue una mujer culta, disciplinada y excelente administradora, por lo cual, su contacto con ella, hasta los nueve años, modeló, con certeza, la personalidad del futuro gran hombre, con los valores éticos-morales, costumbres y actitudes positivas frente a la vida, tan propios de una familia que, por generaciones, jugó un rol de preponderancia en la sociedad caraqueña.

El temprano contacto con las negras Hipólita, que lo amamantó, y Matea, con quien realizó sus primeros juegos infantiles, le pusieron en comunicación con un mundo que, al identificarse con él, y recibir expresiones de amor y bondad, le prepararon para apreciar, y valorar, en su justa dimensión, en el futuro, a cada una de las personas con las cuales estuvo  en contacto, independientemente de su condición social.

Quedar solo, a los nueve años, le enfrentó, tempranamente, a la vida, permitiéndole aprender a valerse por sí mismo, sin desestimar la importancia que tuvieron sus tutores en la formación de su carácter y personalidad. La educación que recibió fue acorde a su nivel socio-económico y de lo mejor que un niño de su condición podía recibir en la Caracas de la época.

Entre sus primeros maestros, en forma gradual y espaciados en el tiempo, se encuentra Francisco Antonio Carrasco, empleado de confianza, contador y cajero de la familia, en una tienda de importaciones, quien, en sus ratos libres o en las horas fuera del trabajo, le daba a Simoncito, lecciones de primeras letras, escritura y aritmética. Carrasco, actuó, en 1791, en calidad de “Curador Ad litem” tanto de Simón como de Juan Vicente. Fernando Vides, el mismo que fungió de testigo cuando Simón, que tenía cinco años, acompañado de su abuelo y del licenciado Sanz, tomó posesión, el 30 de julio de 1788, de su casa de Las Gradillas, también le dio clases de primeras letras, escritura y aritmética.

Bolívar, asistió formalmente a la escuela de Manuel Zidardia, pedagogo erudito, de larga trayectoria. José Antonio Negrete, fue su maestro en historia, y espiritualidad. Guillermo Pelgrom, ilustre educador, de gran cultura, le dio clases de latín y, posiblemente, le habló de la historia de Roma, y de los clásicos latinos, en comentarios acordes con su edad. Francisco de Paula Revé y Berdura, mejor conocido como Andujar, gran humanista y científico, a partir de 1795, luego de la partida de Don Simón Rodríguez, de quien se hablará en el siguiente segmento, fue maestro, de Bolívar, a nivel más avanzado, en: Gramática, geometría, álgebra, moral y dibujo. A tales efectos le acondicionó, en su casa, un salón donde instaló una academia de matemáticas exclusivamente para él, a la cual, sin embargo, asistieron gran número de niños y jóvenes. Un principio de la filosofía educativa de Andujar, expresa: -“Es necesario orden y método para ensañar con claridad”.

 

-II-

 

El maestro que ejerció mayor influencia en Bolívar, entre los ocho y los doce años, antes de las enseñanzas del profesor Andujar y de Andrés Bello, fue el Sócrates venezolano, Don Simón Rodríguez. Esto, no tanto por la legendaria aplicación del método Rousseauniano, leyenda plasmada por Jules Manzini, en su famosa biografía, publicada en París en 1912, con el título: -“Bolívar y la Emancipación de las Colonias Españolas desde los Orígenes hasta 1851”, la cual, modernas investigaciones dejan de sustentar, pese al gran número de biógrafos que la adoptaron, posteriormente, sino porque Simón Rodríguez era un excelente maestro.

Estaba al día con los más importantes e innovadores tratados educativos de España, estaba dotado de una sincera vocación para la enseñanza, la cual lo acompañará toda su larga vida.

Supo inculcar en su discípulo Simoncito, -su alumno de primeras letras, lengua castellana y latina, aritmética e historia, por recíproca elección espontánea y por la simpatía mutua que se tuvieron, mientras el maestro era amanuense en la casa de su abuelo Don Feliciano Palacios y Blanco, un gran amor al estudio y despertar su notable curiosidad. Preguntaba mucho y constantemente, constituyendo el primer paso para desarrollar sólidos conocimientos, firmes convicciones y poderoso entusiasmo.

Le enseñó a aprender de la vida misma, de la convivencia social y escrutando la naturaleza, con aguda observación, profunda concentración y reflexión constante.

Formó su carácter, templando su personalidad. Le inculcó el orden y afianzó su sentido de responsabilidad y autodisciplina.

El 03 de septiembre de 1792, Don Feliciano escribe a su hijo Esteban, que se encontraba en España, diciéndole: -“Te incluyo una lista para que me compres y me remitas los libros que contiene. Dichos libros, encargados por requerimiento de Don Simón Rodríguez, fueron, entre otros: Reflexiones sobre el Verdadero Arte de Escribir, de Servidori, con sus respectivas láminas; Arte de Escribir, y Discurso sobre la necesidad de la mejora de las escuelas, de Don José de Anduaga; Compendio de Este Arte; Método de enseñar el conocimiento de las letras y sus uniones en sílabas y dicciones; Aritmética y Elementos de Álgebra; Prevenciones a los Maestros; además de otras, lo cual da una idea de su interés por el estudio y la actualización profesional constante.

Paralelamente, Simón Rodríguez, fue maestro en la escuela de Primeras Letras, de Caracas, desde el 31-05-1791 hasta el 19-10-1795, por lo cual, su actividad de amanuense de Don Feliciano fue desarrollada a tiempo parcial, educando voluntaria y desinteresadamente a Bolívar.

Bajo su dirección, Simoncito, fortalece su capacidad para actuar con aprovechamiento del tiempo, con modestia y sosiego. El maestro, enseña divirtiendo, narrándole fábulas instructivas, como las de Esopo; leyéndole rasgos biográficos de hombres ilustres, trayendo a colación sucesos ilustrativos, estimulantes y formativos.

Estimuló al discípulo en ser: Fiel, servicial, comedido, benéfico, agradecido, consecuente, generoso, amable, diligente, cuidadoso, aseado, respetuoso, y a cumplir con lo prometido. Dichas cualidades afianzadas en su personalidad lo llevarán a desarrollar, en cada caso, las habilidades que las circunstancias precisaban.

Le habla de las cinco clases de necesidades, fundamento del derecho natural, como son, a saber: alimentarse, vestirse, alojarse, curarse y distraerse; y, de las virtudes de los sabios, entre ellas: la prudencia, la justicia, el coraje, la fortaleza, la templanza, la modestia, el discernimiento, el respeto a la vida, a la propiedad, a la reputación, propia y ajena, que constituye la moderna auto-estima, indicándole que de la propia reputación depende el crédito.

Don Simón Rodríguez solía expresar: -“Sólo el modesto es respetable, porque tiene en que fundar sus pretensiones. Pretende con orgullo porque sabe que ha de obrar con acierto. Esta especie de hombre es la que reúne, de ordinario, mayor número de virtudes y hace mayor suma de bien, -yerra a veces, es verdad, pero, -¿quién se expondrá a errar sino el que emprende?”

Otras de las máximas del maestro, son:

1.    –“Si la ignorancia reduce al hombre a la esclavitud, instruyéndole, el esclavo será libre”-.

2.    –“Pedir lo necesario, es el derecho natural; pedir lo que es debido, derecho civil; interesarse por el prójimo, benevolencia”-.

Bolívar, aprendió tempranamente que, el cumplimiento del deber es fuente certera de satisfacción, y a ser constante y esforzado en el logro de sus metas.

Don Simón Rodríguez, expresó: -“Todo es oficio; el que hace profesión de influir, debe saber en qué influye: -por qué, cómo y para qué”-.

Con el tiempo, Don Simón Rodríguez, sintetiza, fruto de su experiencia como educador, que toda persona debe recibir cuatro tipos de instrucción:

1.    –“Social, para hacer una Nación prudente”-.

2.    Corporal, para hacerla fuerte”-.

3.    Técnica, para hacerla experta”-.

4.    Y, “científica, para hacerla pensadora”-.

Como maestro efectivo, Don Simón Rodríguez, ayudó a Bolívar a comprender los elevados valores de la vida y a aprender por sí mismo, con lo cual, se convirtió, gradualmente, en uno de los más fecundos autodidactas que ha dado la humanidad.

Es posible que la influencia mayor de Simón Rodríguez, sobre el discípulo, la ejerció en el encuentro efectuado al inicio de 1805, en París, durante el segundo viaje de Bolívar a Europa, como se verá en otro artículo.

En el próximo segmento, se analizará la influencia, en la formación de Bolívar, de uno de los más importantes forjadores intelectuales que tuvo Bolívar: El Marqués de Ustariz, quien gestó al Estadista.

 

-III-

 

El 19 de abril de 1799, a los 16 años, Simón Bolívar, se embarca para España, con el objetivo de perfeccionar sus estudios.

Allí estará hasta mayo de 1802. Lleva con él las Vidas Paralelas, de Plutarco, de las cuales es asiduo lector. Su tío Esteban, queriéndolo preparar para la carrera diplomática, le pone al frente de profesores de lengua francesa, inglés e italiano; de matemáticas, baile, esgrima y equitación, durante aproximadamente un año.

Empero, la mayor influencia en su formación la ejercerá el sabio Marqués de Uztariz, a quien Bolívar estimaba como a uno de los siete sabios de Grecia. Lo admiró, expresándose de él, siempre, con veneración.

El Marqués de Uztariz poseía una de las mejores bibliotecas personales y había cultivado una sólida y profunda cultura clásica y filosófica. Francisco de Miranda que le conoció en 1778, se expresó elogiosamente de él, por: -“sus profundos conocimientos en las ciencias morales y políticas y por sus virtudes públicas y privadas pocos comunes”-.

Fue quien convirtió a Bolívar en un verdadero estudiante y estimuló el desarrollo de su personalidad a niveles muy elevados. Bajo su guía, estudió con profesores selectos las materias de: Matemáticas, idiomas vivos, filosofía, literatura e historia.

Profundizó el estudio de los autores clásicos de la antigüedad, entre ellos: filósofos como Platón, con sus obras La República y Las Leyes; Aristóteles, de quien estudió, con toda seguridad, su libro La Política; Epitecto y su famoso Manual; Marco Tulio Cicerón y sus Discursos, Sobre las leyes, La República, De los Deberes, Del Supremo Bien, etcétera; Séneca y sus Epístolas Morales a Lucilo y los Tratados Morales; historiadores como Herodoto y sus Nueve Libros de Historia; Tucidide y La Guerra del Peloponeso; Diógenes Laercio y Sus Vidas de los más ilustres Filósofos Griegos; Polibio y su Historia Universal; Tácito y los Anales del Imperio Romano; Suétonio y la Vida de los Doce Césares; Tito Livio y su Historia de Roma desde su fundación; Julio César y su Guerra Civil y Las Guerras de las Galias, obra ésta, que será su libro de cabecera durante sus futuras campañas.

Las lecturas de Bolívar incluyeron: Oradores como: Demóstenes y sus Discursos Políticos y privados; poetas, como Homero y sus clásicos La Ilíada y La Odisea. Hesiodo: Teogonía y Los trabajos y los días. Virgilio: La Eneida y Las Bucólicas.

Entre los autores clásicos europeos, leyó a Vittorio Alfieri, el poeta de: -“Quise, siempre quise, fortísimamente quise”-; Dante: La Divina Comedia; Maquiavelo: El Principe y El Arte de la Guerra; Voltaire: El siglo de Luis XIV y Cartas Filosóficas; Rousseau: El Contrato Social, Emilio o la Educación, Confesiones, Discurso sobre la Economía, etc.;  John Lock: Ensayo sobre el Gobierno Civil y el Ensayo sobre el Entendimiento Humano. Es preciso destacar que la influencia de John Lock, además de la de Aristóteles, se observará, años más tarde, en las dos Constituciones escritas por Bolívar: la de Angostura y la de Bolivia.

Bolívar leyó, de Francis Bacon: Novum Organum y La Nueva Atlántida; de Condillac: su Ensayo sobre el origen del conocimiento humano, el comercio y el gobierno, el lenguaje del cálculo, etc.; de Lavosier: Elementos de Química; de Spinoza: Ética y Tratado Teólogico-político; de Holbach: Sistemas de la naturaleza y sistema social; de Hume: Sobre el humano entendimiento; de Adam Smith: La Riqueza de las Naciones; de Montesquieu: El Espíritu de las Leyes; de Bufón: Épocas de la Naturaleza, Historias Naturales, generales y particulares y Discurso sobre el estilo; de Hobbes: Leviatán, obra ésta que Bolívar estimaba mucho; de Diderot: Sistema Social; de Cervantes: Don Quijote; de Garcilaso de la Vega, El Inca, los Comentarios Reales y La Florida del Inca; de Bartolomé de Las Casas, Breve relación de la destrucción de India y su Vida de Cristóbal Colón.

Leyó, también, a Helvetius, D`Lambert, Filangieri, Rollin, Berthot; Labaide; Mably, Robertson, -de quien leyera su Vida de Carlos V y la Historia de América; Lord Chesterfield y los dos tomos de sus famosas Cartas a su hijo. Conoció –y leyó- la Enciclopedia, y un gran número de otros autores.

La enumeración que precede refleja las principales obras de los autores citados, de las cuales existen referencias, directas e indirectas, de que Bolívar las leyó. Es posible que algunas las leyera con mayor profundidad; que otras las haya solamente hojeado y continuado su lectura en épocas futuras, y cierto número de ellas, en su contenido las conociera por sus conversaciones, tanto con el Marqués de Ustariz, como con otros intelectuales con quienes entró en contacto.

Bolívar, solía expresar: -“Más se aprende conversando con el Marqués de Ustariz que en las obras de los sabios”. Bajo su guía, Bolívar comenzó a amar las grandes obras del espíritu humano, a meditar sobre sus ideas y a conversar con él sobre los variados temas de sus lecturas. Adquirió el hábito que lo mantendrá durante toda su vida, de alimentar su espíritu con las obras de los grandes pensadores de todos los tiempos.

El Marqués de Ustariz, es realmente quien gestó al futuro gran Estadista que luego sería Bolívar. Con él consolidó Bolívar su acervo cultural que tanta confianza le daría al emitir con brevedad juicios profundos y certeros, en cada una de sus actuaciones. En la casa del Marqués de Ustariz se efectuaban reuniones constantes con intelectuales destacados, cuyo intercambio de ideas, en el cual participó Bolívar, fue un medio importante para ampliar sus horizontes culturales y su visión de líder continental.

Cuando se va rastreando la influencia de las lecturas de Bolívar, se descubren las huellas de las mismas en muchos acontecimientos importantes de su trayectoria; por ejemplo: su decreto de la “Guerra a Muerte”, en el cual obligaba a los que vivían en Venezuela, durante la guerra de la independencia, -realistas y patriotas- a definirse por el bando de la causa patriótica, se inspiró en el emitido por Solón, cuando éste decretó que en épocas de peligro para la Patria ningún ciudadano podía permanecer indiferente.

La Carta con las instrucciones para la educación de su sobrino Fernando, -que constituye de por sí una joya de la Pedagogía moderna, de lectura obligada para todo intelectual- denota la influencia de las lecturas de Aristóteles y de Plutarco; del primero, cuando se refiere a la educación musical, -sugiriendo que no era preciso impartírsela salvo que mostrara una predisposición especial para dedicarse a este arte- reflejando el pensamiento aristotélico al respecto y del segundo, en lo referente al estudio de la historia, debiéndola estudiar comenzando desde la más reciente hasta remontarse,  gradualmente, a la más antigua, emulando el plan de Plutarco en la redacción de sus Vidas Paralelas. En el Resumen sucinto de la Vida del General Sucre, emula el arte de la biografía al estilo del gran Maestro de Queronea, al poner énfasis en los detalles edificantes, la cual constituye una auténtica obra maestra.

Adelante.

 

Publicado en el Diario EL TIEMPO, I) 28/07/1995; II) 04/08/1995; y III) 11/08/1995.

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