Da las gracias, a
la Divina Providencia, por todas las cosas buenas que posees: Vida, con un
espíritu inmortal; luz, experiencia, familia, amigos, salud, voluntad de
triunfar, tenacidad, auto-confianza, “know how” o conocimientos técnicos y/o
profesionales, cultura, ciertos recursos, etcétera.
El poder de la
gratitud conecta la propia dínamo psiconsciente con la fuente de donde emana
todo poder genuino, el Gran Ser Supremo, con cuya unión armónica experimentas,
automáticamente, las más sublimes manifestaciones de conciencia cósmica,
energía y plenitud de vida.
Llena, la mente, de
admiración y respeto por las leyes universales que impecablemente rigen todo,
como “la dirección invisible” a que hacía referencia Adam Smith, en su obra
“Las Riquezas de las Naciones”, cuando decía: -“Todo individuo trata de emplear
su capital de tal forma que su producto tenga el mayor valor posible.
Generalmente ni trata de promover el interés público ni sabe cuánto lo está
promoviendo. Lo único que busca es su propia seguridad, sólo su propia ganancia
y al hacerlo, una mano invisible lo lleva a promover un fin que no estaba en
sus intenciones. Al buscar su propio interés, a menudo promueve el de la
sociedad más eficazmente que si realmente pretendiera promoverlo”-.
El amor, la
humildad, la sinceridad de propósito, la paz y el orden interior, son elementos
que es preciso cultivar, asiduamente, en el ascenso del progreso y la propia
contribución a la riqueza del mundo.
La regla de oro es
efectiva, cuando exhorta: -“Haz a los demás lo mismo que desearías para ti, en
idénticas condiciones “-.
La armonía,
cultivada en lo interno, establece correspondencia con la cósmica, con el Gran
Ser Supremo, a cuya guía y poder confía la propia existencia. Poniendo orden y
reinando internamente, gobiernas y ordenas en lo externo.
Establece sintonía
con las fuerzas cósmicas superiores a través de la siguiente afirmación:
-Gracias, Creador
Universal, porque ya todo está resuelto. Hay armonía y orden; prosperidad,
abundancia y equilibrio; luz y amor; poder y humildad; fraternidad y
comprensión; fortaleza y salud; sabiduría y tolerancia; riqueza y generosidad;
metas y realización. Que la Divina Esencia cósmica colme mi ser y guíe mi mente
para que, con acierto, actúe en todos los actos de la vida. Que las bendiciones
cósmicas llenen a toda la humanidad de sentimientos de amor, fraternidad y
bienestar, para que la paz profunda sea la expresión del poder para vivir que
en cada persona reside. Así sea. Así será. Hecho está.
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