NUNCA
©Giuseppe
Isgró C.
01
de Mayo de 2021
Escudero, -dijo Hidalgo:
Nunca te des por vencido, antes de emprender
cualquier proyecto; siempre debes creer que lograrás culminarlo, una vez tomada
la decisión, y hayas dado el primer paso, aunque pases una eternidad, en
hacerlo. Empero, a cada proyecto debes asignarle un lapso máximo –curva de
resultado- dentro del cual alcanzar los resultados anhelados. Igualmente, antes
de decidir realizarlo, calcula si vale la pena llevarlo a cabo; caso contrario,
abstente con firmeza.
Nunca abandones a mitad de camino la realización de
un propósito u objetivo, una vez emprendido el proyecto; persiste hasta que
logres culminarlo con éxito. Cuando las cosas se ponen menos fáciles, si no
abandonas, en el momento de negarte en abandonar, a mitad de camino, se activan
los poderes creadores de tu mente, y comienzan a surgir las coincidencias que
aportan los resultados apetecidos.
Nunca pierdas la serenidad frente a nada ni nadie,
hasta el momento en que afrontes cara a cara a realidad emergente, tal como es;
allí, en ese instante en que, realmente la necesidad se hace manifiesta, o la
situación alcanza su punto álgido, encontrarás que, con facilidad tomas el
control, por cuanto el caso se ha delimitado en su fase objetiva y enmarcado
dentro de determinados linderos o límites controlables, aún en su aspecto menos
favorable. Automáticamente, emerge, desde el interior de la conciencia, el
conocimiento, las ideas necesarias y oportunas que aportan la visión de la
solución, como un chispazo intuitivo, o inspirativo, y el poder creativo que
generará la potencia suficiente para resolver lo que sea menester o alcanzar
cualquier logro que tú anheles con firmeza, a prueba de todo.
Nunca pierdas la calma imperturbable bajo ninguna
circunstancia por terrible que pueda parecerte; en el momento en que las
afrontas cara a cara te darás cuentas que sí puedes resolver lo que sea, si
confía hacerlo, con expectativa positiva, si asumes tus compromisos,
responsabilidades y la dirección de tus pensamientos, sentimientos, palabras y
actos, sin evasión. Recuerda: jamás abandones a mitad de camino. Puedes hacerlo
si crees que puedes, es la clave esencial que aplican los grandes triunfadores.
Nunca hagas negocios con quienes no están
dispuestos a pagar tus honorarios en lo que valen y toman algo sin intención de
pagar lo deben por los servicios recibidos, ya que, donde no hay intención de
pagar nada se puede sacar.
Nunca hagas negocios con gente sin valores, y
cuando observas una maña característica de gente con tendencia incumplidora,
abstente firme de hacer negocios, ya que, seguramente incumplirá, salvo
excepciones.
Por eso, a tu vez, nunca dejes de pagar lo debes,
rápidamente. Paga, cumple tus obligaciones, una vez contraídas. La credibilidad
y la confianza que generas, constituyen tu carta de crédito, que vale tanto, o
más que el dinero, cuando precisas hacer uso de ella.
Nunca hagas negocios sin hacerte cargo probable de
los resultados, sobre el qué, el cómo, el cuándo, el quién, el dónde, el cuánto
y el por qué.
Nunca tomes decisiones, igualmente, sin hacerte
cargo probable de cómo resultarán las cosas; 1) En el mejor de los casos, si
aun ocurriendo lo mejor, satisfacen, o no, las expectativas que se tienen; 2)
Si ocurriendo lo peor puedes controlarlo, sin descalabros de ningún tipo. Si
las respuestas permiten pasar la prueba, entonces se toma la decisión con
seguridad. Empero, una vez tomada, hay que persistir, serenamente, con
confianza y tenacidad, aunque se caigan cielo y tierra, hasta alcanzar la meta,
en el tiempo prefijado, y eso ocurrirá siempre, por haber forjado el hábito de
hacerlo.
Nunca hagas mal a nadie, porque tarde o temprano
tendrás que pagarlo, con los intereses acumulados.
Nunca creas que pasa desapercibido lo que piensas,
sientes, dices o haces; el universo tiene ojos invisibles, y visibles, por
todas partes. En primer lugar, la conciencia, que es una réplica exacta de la
de la Divinidad. Todo, al instante, lo transmites a la conciencia de la
Divinidad.
Millones de pequeños seres se encuentran en tu
entorno, que son testigos. No sueles prestarle atención, pero, están allí,
percibiendo todo lo que haces: moscas, mosquitos, insectos, e incontables
otros. Las mentes interrelacionadas contigo, por vía telepática perciben lo que
piensas, siente, dices o haces, intuitivamente, por cuyos efectos, son atraídos
o apartados de ti, automáticamente.
Con tus pensamientos y sentimientos, activas la ley
de atracción y la de repulsión, donde lo semejante atrae lo semejante y rechaza
lo desemejante. Automáticamente, va creando las situaciones análogas a tus
pensamientos y sentimientos y pasas a formar parte de los grupos que piensan o
sienten como tú, en cualquier lugar en que se encuentren, en este planeta, o
donde se encuentren, a nivel físico, o espiritual. Canalizarás, sin darte
cuenta, de esa esfera mental, por la ley de los reflejos, -como es abajo es
arriba, como es arriba es abajo, y como es adentro es afuera, y viceversa-
creando tu realidad inherente. Tus palabras y actos, activarán,
automáticamente, por la ley del karma y del vipaka, acción-reacción, las
circunstancias de tu vida, satisfactorias o insatisfactorias, según
corresponda. Haz, siempre, el bien; será tu mayor riqueza.
Nunca seas injusto; siempre debes ser justo y
perfecto, en todo, aunque, también, perfectible, ya que la perfección es de
desarrollo eterno, sin límites algunos.
Nunca odies a nadie; libérate de ese sentimiento
nefasto. Lo semejante atrae lo semejante y aparta de lo opuesto. Ama siempre;
será tu mejor escudo protector.
Nunca digas mentiras, bajo ninguna circunstancia,
ni aún "las piadosas"; hay que decir siempre la verdad, sea
la que fuere. Es la que prevalece por encima de todo. Lo que vale es la
credibilidad, por eso, sé veraz a prueba de todo, lo cual será tu tesoro más
valioso, como lo fue para Xenócrates, en la antigua Grecia, donde su palabra
valía más que un documento. Siempre con la verdad por delante, le duela a quien
le duela, con las las consecuencias eventuales que fueren. Nadie podrá criticarte
por decir la verdad, pero, sí podrán hacerlo por lo contrario y pagarás un
precio elevado, por ello, si fuera el caso. ¿A qué sirve engañarte a ti mismo,
ya que a nadie más podrías engañar, aunque tú no lo creas?
Nunca seas desleal, ni infiel; sé leal y fiel
siempre, es decir moneda verdadera, no falsa, en cuyo caso la persona, o vale,
o no vale nada. Al final cosecharás lo mismo que siembres, y mereces. O, ¿acaso
crees que siendo desleal e infiel merecerás la lealtad y la fidelidad? Para
merecer el bien que anhelas, debes darlo tú, primero.
Nunca sueñes imposibilidades, es decir, recibir
algo a cambio de nada. Todo tiene un precio, hay que pagarlo. Si no deseas
pagarlo, no tome la cosa, por cuanto, siempre pagarás, virtualmente, aunque con
demérito.
Nunca dejes de pagar lo que debes. Págalo, por
cuanto nunca se podrá escapar de hacer el pago. Pagar libera, y es
gratificante. El deudor es esclavo andante, y no podrá descansar jamás mientras
no pague, sea lo que fuere el tipo de su deuda. Libérate, pagas lo que debes,
afronta tu realidad en estricto orden jerárquico. Da la cara por tus
obligaciones de cualquier índole. Vas a observar como tu vida irá cambiando,
mejorando, enriqueciéndose. Cumple tus compromisos.
Nunca vuelvas a hacer negocios con quien te
incumple una vez, salvo las excepciones justificadas. El incumplidor debe pagar
un costo: el de ser ignorado como si ya no existiese, e inclusive, hay que
perdonarlo, para liberarse de él. En ese caso, automáticamente, se activa a la
ley de justicia. La compensación vendrá de donde menos se espera con cargo a la
balanza de pago del deudor. Es la ley de compensación divina, impresa en una
hoja de cálculo automático, en la conciencia de cada ser, en los cuatro reinos
naturales, con abonos y cargos instantáneos. Arroja el saldo, o suma
existencial, actualizado, en todo momento. Esto permite disponer de libertad, o
de la inhibición de la misma, en forma imperceptible, pero activa, con
precisión matemática.
Nunca hagas a nadie lo que no quieras para ti, en
idénticas condiciones y situaciones. Siempre haz a los demás lo mismo que
quisieras para ti, en cualquier escenario.
Nunca te quejes por costumbre, por nada, de nada ni
por nadie ni de nadie; acepta las cosas como son; pudieron ser diferentes,
inclusive, menos favorables. Sé agradecido. Las cosas suceden, siempre, de la
mejor manera posible, y factible, por ley cósmica. La gratitud permite
optimizar los resultados a partir de cualquier circunstancia que se afronte.
Constituye el factor creador de la riqueza integral acorde con las inquietudes
de los tiempos, según el inherente plan cósmico.
Nunca devuelvas mal por bien. Es mejor devolver
bien por mal, aunque es preferible mantener apartada la otra mejilla, no sea
que te la vuelvan a golpear; por prudencia.
Nunca faltes el respeto a nadie, ni maltrates a
ningún ser humano, animal, vegetal o mineral; aún el reino mineral es sensible
al irrespeto del ser humano. Sé, siempre respetuoso con todos, en todo,
siempre. La clave es el respeto, aunque te irrespeten, nunca le falte al
respeto, tú, al irrespetuoso. Esa será su mejor lección moral. Felipe de
Macedonia, el padre de Alejandro Magno, cumplía rigurosamente, este precepto.
Demostraba su superioridad moral con todos aquellos que, en el mundo político
de la época, algunas veces se insolentaban.
Nunca te salgas de los límites enmarcados dentro de
los parámetros de los valores universales, como el amor, la prudencia, la
sabiduría, la justicia, la fortaleza, la templanza, la belleza, la serenidad,
el autodominio, la armonía, el orden, el respeto, la salud, el perdón, la
compensación, la reciprocidad y el equilibrio, dando y recibiendo, siempre,
valor por valor.
Nunca dejes de hacer la mayor suma posible de bien
que te sea factible, ni dejes de devolver, siempre, bien por mal.
Nunca dejes de creer que hoy es mejor que ayer, a
pesar de las apariencias, que mañana, será mejor que hoy, y que, el futuro, a
pesar de cualquier época oscura temporal, siempre será mejor que el pasado, por
ley de vida.
Nunca te apartes del bien y de la la justicia;
nunca dejes de apartarte del mal y de la injusticia.
Sea el recto camino, siempre, tu camino.
Sean la bondad, y la justicia, la gratitud y el
amor, la belleza y el respeto, el trabajo y el servicio, la generosidad y el
altruismo, la nobleza y la práctica de todas las virtudes, tus emblemas como un
hijo de la luz, que eres.
Nunca la esperanza te abandone, bajo ninguna
circunstancia adversa, porque en los momentos menos fáciles de la vida, es
cuando la noche muda en día, el sol vuelve a aparecer, y las situaciones
adversas se transforman en los canales de las grandes oportunidades y riquezas
integrales, si persistes mirando confiadamente, hacia adelante, enfocado tu
atención en el cumplimiento de tu gran destino, en los planes cósmicos, del que
eres un activo instrumento creador bajo la égida de la voluntad divina que te
impele a las grandes realizaciones, como un reflejo divino de tu ser.
Nunca dejes de reconocer tu esencia divina análoga
a la esencia de la Divinidad, sin separación de la Divinidad y sin dejar de ser
la Divinidad.
Nunca dejes de percibir la sabiduría potencialmente
infinita de tus atributos divinos, ni el poder, de igual manera, potencialmente
infinito, análogo al del Creador Universal, que te es inherente, que
manifestarás en igual grado a las magnitudes de las necesidades que
experimentes, en un momento dado, día a día, y a los elevados objetivos de
realización que te antepongas como metas de contribución en la Gran Obra, como
aporte voluntario al bien común.
Recuerda: Nunca, es la consigna liberadora, y
enriquecedora, integralmente, que permite aflorar la nobleza divina del
carácter del ser, en el eterno camino de la vida, cada día más y mejor, ad
infinitum.
Adelante.