CERVANTES, LECTOR DE HOMERO
©Giuseppe Isgró c.
-“Que
yo vea si la gallardía de vuestro rostro responde a la de vuestra disposición”,
-dijo don Quijote, parodiando a Homero.
Este aforismo denota que Cervantes era
un lector asiduo y profundo de Homero. Esta expresión se la dirige Ulises, en
la corte del gobernante Alcinoo, en el País de los Feacios, (Antigua Camerina,
ubicada entre Agrigento y Ragusa, Sicilia, Magna Grecia), cuando uno de los
hijos de Alcinoo reta a Ulises para demostrar sus habilidades, siendo un
invitado de su padre. Aquel joven era apuesto físicamente, pero, sus
condiciones éticas, o morales, de dignidad y nobleza, de respeto y
consideración, dejaban de corresponder a su presencia física.
Eso lo podemos observar hoy en día
cuando incontables damas, a nivel mundial, de belleza física notable, se
esmeran en acentuarla con retoques de múltiples formas, creyendo, de esa
manera, ejercer un mayor influjo de seducción. En cambio, con cultivar su
interior, los sentimientos de los valores universales, su intelecto con la
lectura de los clásicos, su espiritualidad en conexión con la Divinidad para
que aflore en su ser el fuego sagrado que diviniza, armoniza y embellece de
verdad verdad, transformándose en un ser verdaderamente interesante, no
solamente un objeto de deseo físico.
Esos seres que han de construir la
nueva edad de oro, de ahora en adelante, labor que podría estar concluida, en
sus aspectos elementales, en torno al año 30.000 de nuestra era, para luego
pasar a la realización de la verdadera gran obra a que está destinado el
planeta tierra, encontrarían una guía efectiva en la lectura, y estudio, de la
obra de Homero, y en la de Cervantes, no sólo en el Quijote, que es una obra
maestra preponderante en la literatura universal, -para todos los tiempos-,
sino sus Novelas Ejemplares y demás ensayos.
La sabiduría cervantina aflora en cada
página de una manera admirable y cada lector encontrará el alimento integral
que precisa.
Cada nueva generación descubre cosas
nuevas que habían pasado desapercibidas a las anteriores. Es decir, sus valores
universales inmutables, permanecen constantes en el espacio y tiempo: son
eternos.
Esos valores eternos e inmutables supo
verlos, Cervantes, en los simples detalles de la vida diaria, y plasmarlos como
nadie lo ha hecho, en sus obras inmortales. Si pudiésemos elevarnos desde una
perspectiva más elevada desde la cual viéramos quien fue antes, en vidas
anteriores, Cervantes, veríamos que se fue preparando durante muchas vidas, con
la misma intención de alcanzar una conciencia universal de la vida. Veríamos a
Porfirio, discípulo y amigo de Plotino, a Plutarco, a Xenócrates, discípulo de
Platón, y director de la Academia platónica, durante 25 años, más atrás, aún, a
Hesiodo, uno de los dos más grandes poetas de la antigüedad, junto con Homero,
entre algunos más que cada lector podrá descubrir con su imaginación -visión
del Espíritu- si se aplica a ello con diligencia y constancia, y además,
estudia las obras de los grandes pensadores de todos los tiempos.
Ese es el ejemplo de Cervantes, y de
don Quijote. Por eso, la sobrina de don Quijote, decía de su tío: -"Este hombre lo sabe todo y es capaz
de disertar con propiedad sobre cualquier tema".
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