domingo, 30 de julio de 2023

TIEMPOS PARA LA REFLEXIÓN

 


TIEMPOS PARA LA REFLEXIÓN

 

©Abg. Giuseppe ISGRÓ C.

 

 

El mundo pareciera vivir en un caos, pero está en un orden perfecto.

Cada quien se encuentra en el lugar que le corresponde, viviendo la experiencia mediante la cual aprende la lección de vida que le corresponde por su siembra y recogida.

Pero, el mundo se encuentra en una crisis, mejor dicho, en crisis de diversas índoles. Y las crisis, contrariamente a lo que pueda creerse son buenas, y necesarias. Permiten restablecer el equilibrio.

El equilibrio que se gesta puede ser económico, espiritual, político, social, jurídico, cultural, sanitario, y de muchas otras índoles.

Las crisis se enmarcan dentro de los ciclos. Los ciclos pueden ser cortos, o menores, es decir de tres años y medio, promedio; grandes, o mayores, entre ocho y once años, que, generalmente, incluyen dos ciclos menores. Y, luego, una clase que solamente los líderes de envergadura son capaces de comprender: Son los ciclos de largas oscilaciones, que suelen englobar determinados números de ciclos menores y mayores. Estos últimos, tienen un alcance de sesenta años, aproximadamente. Un líder fundamental, de cualquier índole, debe conocer a fondo los ciclos; esto le permitirá hacer proyecciones en el espacio y tiempo, y determinar realidades con una precisión matemática. Allí reside la clave del éxito de las empresas, profesionales, o líderes, que se perpetúan en el escenario del mercado.

Hay otras clases de ciclos, que alcanzan a centurias o milenios, por delante. Son muy singulares, en la historia, las personas que han dominado este tipo de percepción. El autor del salmo 105, algunos profetas, Nostradamus, los grandes utopistas, escritores de ciencia ficción, y algunos maestros de la humanidad o fundadores de movimientos espirituales.

Las peores crisis de todas son las políticas, por cuanto obedecen a intereses de grupos, cuyas componendas alteran las tendencias naturales. Pero, sus efectos son igualmente saludables. Engloban los tres ciclos anteriormente nombrados, y cada medio siglo, se van alternando en el poder, los que parecieran ser dos grupos diferentes de poder, a nivel mundial. Mirando la historia en forma retrospectiva, se observa ese fenómeno.

Igualmente, viendo lo que ha ocurrido en los siglos anteriores, se puede proyectar el futuro. Viendo las barbaries del siglo XX, con sus dos grandes guerras, y las incontables menores, frente a las cuales las inteligencias mejores dotadas se vieron impotentes, ¿qué se puede esperar del siglo XXI?

Quien ve los discursos de Mussolini, desde el primero hasta aquel en que se dirige al pueblo anunciando su participación en la guerra, la cara de ese hombre, ese día, estaba transfigurada. Que decir de los demás líderes, si este era uno de los mejores.

Frente a esa locura de líderes que se ven envueltos en situaciones que ni ellos mismos pensaron jamás verse involucrados, y que alguien ha manipulado, desde algún grupo de intereses particulares.

Están ocurriendo guerras en el siglo XXI; al indicio de los años noventa, del siglo XX, la guerra del Golfo, nos quitó la esperanza de que ese tipo de cosas hubiesen llegado a su final.

Y las guerras que se han ido suscitando, en el siglo XXI, a la vista de todos, preanuncian lo que podría ocurrir. Afortunadamente, la formación de la Unión Europea es un freno para otra gran guerra.

Las tendencias hacia un recrudecimiento del poder con mayor inhibición de la libertad individual, es un fenómeno que se ha ideo acentuando a partir de 1990. Las tendencias indican que surgirán nuevos hombres fuertes, en el mundo, pero camuflarán su esquema bajo la apariencia que las grandes masas ni son capaces de reconocer, ni de hacer nada por evitarlo.

Hasta que la humanidad no se prepare masivamente, estudiando a fondo, desarrollando su capacidad para pensar, elevando su conciencia moral, involucrándose en las acciones políticas y en los roles direccionales de un mundo mejor, dejarán de aparecer los líderes de envergadura que conduzcan al planeta hacia su nueva edad de oro.

Mientras a los jóvenes se les distraiga con juegos y sustancias nocivas, y las jóvenes solo piensen en engrosar sus pechos y su trasero, creyendo que con ello su poder de seducción le permitirá dominar al mundo, ¿qué esperanza hay de que la humanidad se encumbre a su mejor destino?

Las leyes que autorizan el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, las películas pornográficas, de violencia, de guerras y policíacas, están muy lejos de conducir a la humanidad de la nueva edad de oro.

El aborto atenta contra la vida, el matrimonio entre gay crea una enorme confusión en millones de niños en el mundo entero, que no lo son, las películas pornográficas desvirtúan una de las funciones más hermosas de la naturaleza, que es la de procrear y concebir la vida para la perpetuación de la especie humana. Las películas de guerras hacen ver con naturalidad y como si fuesen una película a las guerras verdaderas. Y, las policíacas, en vez de centrar la atención de los jóvenes en ejemplos edificantes, tomados de las vidas de los grandes hombres, y mujeres, de la historia, constituyen una escuela, precisamente, para las cosas menos deseables. Esa es la razón por la que aquel hermano de Nazareth, dijo: -“En lo que ves, te convertirás”.

Es preciso un cambio de rumbo; dignificar a la mujer, para que sean madres capaces de forjar a las nuevas generaciones que gestará la nueva edad de oro en el planeta tierra. Madres que puedan inculcar los valores morales, en sus hijos, y sean capaces de participar, conscientemente, en una mejor dirección del mundo, como en efectos, comienzan a hacerlo exitosamente. Pero, hay que dignificar en mayor grado a la mujer para que los roles que desempeña la realicen bajo la égida de los valores universales. Y al influir como madre sobre sus hijos, y al tener un efecto positivo en su cónyuge, a partir de la mujer se va creando la sociedad anhelada.

Muchas cosas se ven con naturalidad, porque la sociedad ha sido condicionada para ello. Empero, es preciso cambiar muchas matrices de opiniones. Quién lo hará?

Las mismas crisis, en todos los ámbitos van generando las soluciones inherentes. Ellas pasan por los ciclos de leve contracción del libre flujo; luego, por una contracción, o crisis propiamente dicha, productora del equilibrio, y centrando todas las energías en las soluciones factibles. Luego, viene una ligera recuperación, y posteriormente, la nueva expansión.

Esto asemeja a las estaciones: en el mismo sentido enunciado: Otoño, invierno, primavera y verano, en una incesante repetición de los ciclos.

Se dice que las grandes fortunas se han gestado en épocas de crisis, y es cierto; que los nuevos estados de conciencia iluminada han emergido durante las crisis espirituales, o personales; el humanismo y el renacimiento, se generaron cuando la gente enfocó su atención a la cultura clásica que había sido olvidada por efectos del oscurantismo medioeval. Y los nuevos movimientos espirituales como el sufismo, la teosofía, el Espiritismo, la Masonería, e incontables más, después de las grandes tergiversaciones histórico-espirituales nacidas en la ciudad de Isnik, en el año 325 de nuestra era y acentuadas durante 1.600 años, y aún quedan sus rémoras.

Es preciso que la humanidad se cultive en una espiritualidad directa centrada en el Creador Universal, que conozca a fondo los valores universales, las leyes cósmicas, la ley de reencarnación y la del karma, que desarrolle armoniosamente sus facultades espirituales, su intuición e inspiración, y que adquiera una perspectiva universal de la vida. Es preciso una practica de las virtudes esenciales de la prudencia, de la justicia, de la fortaleza, de la templanza, y de la belleza, y todas aquellas que les son inherentes.

La naturaleza, a nivel mundial, está dando señales de alerta que es preciso que el ser humano interprete. Tiempos de grandes pruebas se avecinan para la humanidad. Y la humanidad no está preparada, suficientemente, para afrontarla y transmutarlas ventajosamente. Pero, aprenderá, ya que de las grandes crisis, surgen las grandes soluciones.

La fraternidad humana es todavía una utopía; el respeto al ser humano debe cultivarse. Hay que respetar a cada ser independientemente de su color, sexo, condición política o espiritual, grupo étnico, o país de origen. Y con el respeto, el amor, la amistad, la tolerancia. Quien sabe más que enseñe al que sabe menos. El que se cree superior, que vea la divinidad en ese ser. Que cada quien sepa que es circunstancial que ahora se sea de cualquier país del mundo; el que deprecia a la gente de color, puede en su siguiente vida, nacer en esa condición; el que ahora abusa de su fuerza, nacer en el lado opuesto, para que experimente lo mismo que produjo en los demás. El blanco puede ser negro, y el negro, blanco, en su siguiente vida. Esa discriminación de grupos étnicos está arraigada en todos los países del mundo, aún en aquellos que expresamente manifiestan que no son xenófobos. Excelentes amigos le han dicho al autor de este trabajo: -“Yo no soy racista, pero a mi no me gustaría que mi hija se casara con un….., y tú”. El autor responde: -“Qué importa el color o el grupo de origen, si es una buena persona”.

Y luego, es preciso que los humanos respeten la vida animal en el planeta.

Adelante.


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