domingo, 30 de julio de 2023

MARÍA DONDENA, LA GATA QUE REALIZÓ UNA HAZAÑA

 


MARÍA DONDENA,

LA GATA QUE REALIZÓ UNA HAZAÑA

 

©Abg. Giuseppe Isgró C.

Relato de un hecho real

de medianos de los años cincuenta del siglo XX

-1970- 


 

Era un día de octubre. La familia Romento, integrada por el matrimonio y tres hijos, en uno de sus viajes periódicos a Caracas, trajeron de Boleitas una gata negra con manchas blanquecinas, algo fea pero simpática con sus vivaces ojos.

El viaje, la gata, lo había realizado encerrada en una caja de cartón, en el viejo carro de la familia.

-¿Quién iba a pensar que esa larga incomodidad de cinco horas de viaje le permitiría aprovechar la gran oportunidad de su vida? La de demostrar al mundo lo grande y real de la inteligencia y capacidad de los gatos, cuya máxima expresión ella representaba en ese momento.

-¡Por fin hemos llegado!, -se habrá dicho María Dondena, al verse libre de la oscura caja donde había realizado su duro viaje.

La familia Romento, al llegar a su residencia, en Puerto La Cruz, había sacado a la asustada gata y encerrado en una pequeña habitación que le servía de depósito.

La señora Romento, después de dar alimento a María Dondena, se retiró tranquila a reposar del largo y cansado viaje.

–Ya se acostumbrará al nuevo hogar-, pensaba mientras cerraba la puerta. Pero, la realidad era muy otra. María Dondena parecía no estar conforme; allí, en Boleitas, vivía muy bien. Bueno, aquí con la familia Romento, también viviría excelentemente; pero no sería lo mismo. Quizá la vida romántica de María Dondena, allí en Boleitas, le hacía pensar de esta manera. Posiblemente era el afecto que sentía por sus antiguos dueños. En fin, -¿quién sabe lo que era? ¡Son cosas de gatos! Sólo sabemos que no estaba conforme con todo aquello y eso nos basta. -¡Escaparé!, -repetiría en su serena mente, mientras estudiaba el terreno con impasibilidad y férrea decisión.

La señora Romento, por descuido, había dejado media abierta una pequeña ventana en el lado sur de la casa. Seguramente, no era la casualidad la que ayudaba a María Dondena. ¡Muchas veces suceden cosas tan extrañas! Esta era una de aquellas. Afortunadamente ayudaba a la futura heroína.

María Dondena, mientras observaba palmo a palmo la habitación, fijó sus vivaces ojos en lo que sería tabla de su salvación. Allí estaba la salida que la ponía cara a la libertad. Saltando, rápidamente, por encima de unas cajas, María Dondena alcanzó la ventana, encontrándose ya libre.

Era ese el inicio de la parte culminante de la hazaña. Pero, -¿sabía ella que le separaban 400 Km? -¿Tendría fuerzas suficientes para llegar hasta allí? Otra interrogante tomaba cuerpo: -podría ella orientarse? -¿Cómo regresar si ni siquiera había visto por dónde había venido?

Estas preguntas le habían puesto a meditar, llegando quizá a exclamar: -¡No importa, apelaré a las facultades psíquicas propias de los seres vivientes y regresaré!

Convencida, seguramente, de su triunfo, emprende el retorno que había de conducirle a su amado hogar.

Al día siguiente, cuando la señora Romento fue a llevarle algo de comer, encontró que María Dondena ya no estaba allí. Preocupada, miró por todos lados, pensando que posiblemente se encontraba en alguna de las cajas que allí estaban. Pero no, la pequeña ventana abierta aclaró la realidad. ¡Maria Dondena, había escapado!

No sabemos las miles de situaciones que habrá vivido María Dondena. El hambre, de seguro habrá devorado su vacío estómago. La reseca garganta pocas veces habrá encontrado agua, la odiada agua, que apaciguara, aunque fuese levemente, su sed. Pero, superior a todo obstáculo, fiel a todo propósito, realizó la hazaña. María Dondena demostraba ser extraordinaria.

Ocho meses después, la familia antigua de María Dondena, veía llegar una gata en el gran patio de la casa. Era una gata maltrecha. Los gatos del lugar, acostumbrados tanto a echar a todo semejante extraño, por el contrario, se le acercaron con muestra de alegría, como aquellos que después de haber tenido fuera por muchos años a un ser querido, a su regreso le reciben con mezcla de lágrimas y alegría.

Los niños fueron los primeros en exclamar: -¡Mamá, es María Dondena! La sorpresa no pudo ser mayor para aquella señora. Una gata que para demostrar el afecto que siente por sus dueños recorre tantos kilómetros, no pudo menos que despertar, en aquella familia, un gran sentimiento de admiración y cariño. Se le tomó una foto, para registrar el acontecimiento.

Con todo cuidado, María Dondena es atendida por la señora Eugenia, que así se llama aquella señora que la había regalado. Con atenciones maternales curó los efectos de tan largo viaje, cuyas huellas estaban a la vista.

Al cabo de algunos días, María Dondena, pensaba quizá, que ya había realizado bastante en su intensa vida, o, probablemente intuía que ya se había completado el lapso previsto para ese ciclo de vida;  con calma imperturbable manifiesta en los sosegados rasgos de su cara, que la superación de las pruebas de la vida y la gloria alcanzada por propio esfuerzo otorgan, apaciblemente abandona el mundo de la materia para renacer en el del espíritu, satisfecha, seguramente, de su hazaña.

Realmente fue una hazaña. Casos como estos, indudablemente, siembran interrogantes en las mentes de las personas todas. El relato anterior, evidencia que los animales en general, poseen ciertas facultades de índole psíquica, sobre las cuales tienen gran control, y que, en momentos dados, les permiten hacer realizaciones que a la vista de los seres humanos se catalogan simplemente de extraordinarias.

La hazaña realizada por María Dondena, evidencia claramente esas facultades o mundo aun poco conocido en experiencias, el cual, bien vale el esfuerzo comenzar a conocer más profundamente.


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