©Abg. Giuseppe Isgró C.
En
cierta ocasión, Georges I. Gurdjieff, el exponente de la doctrina conocida como
El Cuarto Camino, en la primera mitad
del siglo XX, expresó: -¨Para un hombre, el darse cuenta de que no
tiene meta y de que no va a ninguna parte es el signo de que se aproxima a un
despertar: es signo que el despertar llega a ser realmente posible para él. El
despertar de un hombre empieza en el instante en que se da cuenta de que no va
a ninguna parte y de que no sabe a donde ir¨-.
Podemos
desglosar dicho aforismo en las siguientes partes: Primero: El darse cuenta,
una persona, de que no tiene una meta en la vida.
Segundo:
De que eso no le conduce a ninguna parte.
Tercero:
Darse cuenta de que no va a ninguna parte, es signo de que se aproxima a un despertar.
Cuarto:
Denota una señal de que el despertar es factible para dicha persona.
Quinto:
El despertar de la persona empieza en el
instante en que percibe que no va a ninguna parte y de que, además, no sabe a
donde ir.
El
darse cuenta de que se sabe, y de que no
se sabe, en determinado grado, es lo que se conoce como
Es,
definir, de manera exacta, cuál es el problema, situación por resolver, u
objetivo por realizar.
En
el instante en que la mente percibe lo que ignora, y lo que precisa conocer,
activa su mecanismo intuitivo, en las vertientes de conciencia objetiva y
subjetiva.
Por
la experiencia que tiene, rememora cómo en el pasado resolvió casos análogos, y
por las vías intuitiva e inspirativa, percibe
–a priori- el qué, el cómo, el cuándo, el dónde, el quién, el cuánto y el por
qué.
Aplicando
el razonamiento lógico, inductivo y deductivo, el método científico de
resolución de situaciones, el proceso de toma de decisiones, y la meditación
sosegada, aquietando la mente y el cuerpo, para ver con claridad, establece los
objetivos a los que a corto, mediano y largo plazo encauzará su energía
creadora.
Evidentemente,
la persona en particular tiene necesidades, deseos y anhelos insatisfechos que
hurgan en su interior, que se encuentran parcialmente bloqueados en busca de
una salida; de que probablemente tiene un cúmulo de necesidades acumuladas que
no sabe por dónde empezar a satisfacerlas.
El
primer paso es aquietarse. Aislarse a un lugar tranquilo donde sentarse, y
anotar en una hoja de papel todas las cosas que les inquietan, y que quiere,
realmente, resolverlas, o lograrlas. Es preciso anotar todo: Necesidades y
deseos; fortalezas y puntos menos fuertes del propio ser.
El
segundo paso es: Jerarquizar por su orden de importancia las cosas esenciales
que deben ser resueltas y/o realizadas.
Las
primeras para reestablecer el equilibrio esencial en la propia vida o actividad
personal o profesional.
Las
segundas, para realizar el cambio existencial deseado, a corto, mediano y largo
plazo.
La
clave es: Poner por escrito los objetivos para darle un carácter de permanencia
y tomar el control de su realización.
Los
objetivos deben ser realistas y alcanzables; pero deben implicar un reto que
motivo para alcanzar el resultado apetecido, despertando el sentimiento de
autorrealización.
Esos
objetivos van a fungir como el blanco al que hay que apuntar, teniéndolo
siempre a la vista noche y día, a cada instante.
Donde
se centra la atención se expande la conciencia perceptiva y realizadora. Sólo
existen dos vertientes: Conocimiento y poder creador. La concentración permite
expandir la conciencia de ambos y canalizarlos adecuadamente en dirección de
los objetivos debidamente planificados en el espacio y en el tiempo, por
escrito.
La
visualización permite abrir el camino interior para su logro,
satisfactoriamente, siempre y cuando ellos se realicen en perfecta armonía con
la ley cósmica y con todas las personas involucradas.
El
camino anterior es intuitivo e inspirativo. La relajación físico-mental, y la
meditación, permiten la unificación de la conciencia y el estado de
iluminación, o despertar.
Se
percibe la necesidad, los deseos y anhelos, en todas sus vertientes y
variantes, detectando el qué, el cómo, el cuándo, el quién, el dónde, el cuánto
y el por qué. Sabiendo lo que hay que hacer, y cómo, se tiene claro cual es el
puerto de destino, en cada etapa existencial, asó como dónde hay que ir, y en
cuánto tiempo, y porqué.
Se
comienza a vivir conscientemente. A tomar las riendas de la vida en las propias
manos. A darse cuenta de que se es un instrumento de la voluntad divina, de la
esencia universal, y de que los propios objetivos coinciden, exactamente, en
forma precisa, con los planes trazados por el Gran Arquitecto del Universo.
En
el instante en que se percibe de que se es instrumentos de
Se
recibirá, en cambio, el salario cósmico, en forma integral, experimentando,
cada quien, el sentimiento de la autorrealización: Es decir, de que va a alguna
parte, en un tiempo determinado, y que obtendrá unos resultados ciertos que se
corresponden con su misión de vida y con los propósitos cósmicos, en la eterna
polarización, de un estado de conciencia a otro más elevado, ad infinitum, en
el eterno retorno del ser a
Adelante.
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