LA BELLEZZA
Enneade I, 6
PLOTINO
Versión castellana
y comentarios exegéticos:
©Abg. Giuseppe Isgró C.
©Abg. Giuseppe Isgró C.
1. La bellezza, nel suo più alto grado, è nell`àmbito della vista; è anche nell`udito –e segue gli accostamenti delle parole- è poi anche música, e in ogni specie di música, persino; e, infatti, canti e ritmi sono belli. Inoltre, al di là e al di sopra le sensazione, troveremo belleza nei costumi, nelle azioni, negli atteggiamenti, nella scienza: v`è, poi, anche la bellezza della virtù. ¿C`è qualcosa ancora che precede queste cose belle? Ecco l`oggetto della nostra dimostrazione.
La belleza, en su mas alto grado, se encuentra en el ámbito de la vista; y también en el oído –y siguen las combinaciones de las palabras- y después, también la música, y en cada especie de música, incluso; y de hecho, cantos y ritmos son bellos. Por otra parte, más allá y por encima de la sensación, encontraremos belleza en las costumbres, en las acciones, en las actitudes, en la ciencia: existe, después, aún la belleza de la virtud. ¿Existe algo, todavía, que precede estas cosas bellas? He aquí el objeto de nuestra demostración.
Ora, ¿qual`è, propiamente, la causa que rende belli i corpi alla nostra rappresentazione e fa si che l`udito consenta a riconoscere che certi suoni sono belli? ¿Come mai le cose, che si riannodano direttamente allo Spirito, sono, tutte quante, belle? Il principio della bellezza è unico e idéntico in tutte le cose. ¿O, una è la bellezza corpórea; altra è la bellezza in altre cose? Se è una, ¿qual’è?
Ahora, ¿cuál es, propiamente dicho, la causa que rinde bellos los cuerpos a nuestra representación y determina que el oído reconozca que ciertos sonidos son bellos? ¿Por qué, todas las cosas que se conectan directamente con el Espíritu, son todas bellas? El principio de la belleza es único e idéntico en todas las cosas. ¿O, una es la belleza corpórea; otra es la belleza en otras cosas? Si es una, ¿cuál es?
Alcune cose, infatti, come i corpi sono belle, non in ragione del soggetto stesso, ma per partecipazione; altre cose, invece, sono di per se stesse, belleza, como la natura della virtù. ¿I corpi? ¿Non vedete che i medesimi corpi appaiono, a volte, belli, a volte, no? Gli è come dire che ‘esser corpi’ è una cosa, ‘esser bello‘ è una cosa ben diversa. Ma, dunque, ¿qual’è questo principio la cui presenza si rinviene nei corpi? Ecco il primo oggetto della nostra indagine sul’argomento.
Algunas cosas, de hecho como los cuerpos son bellas no en razón del sujeto mismo, sino por participación; otras cosas, en cambio, son por si mismas, belleza, como la naturaleza de la virtud. ¿Los cuerpos? ¿No veis que los mismos cuerpos aparecen, a veces, bellos, y otras, no? Es como decir, que ser cuerpo es una cosa, y ser bello es otra muy diversa. Pero, entonces, ¿cuál es este principio cuya presencia se manifiesta en los cuerpos? He aquí el primer objeto de nuestra investigación sobre el argumento.
COMENTARIO EXEGÉTICO:
©Abg. Giuseppe Isgró C.
La belleza es uno de los atributos de la Divinidad; cada uno de estos atributos se interrelaciona con su análogo valor universal. Cada valor universal es el soporte de un principio cósmico; a su vez, cada principio constituye la base sobre la que se sustenta la Ley Cósmica. La belleza es el equivalente a la justicia estética. La armonía exterior reflejada como belleza, en cada ser o expresión de vida, en los cuatro reinos naturales, o expresión artística, u otra del ingenio humano, debe ir aparejada por una armonía interior, donde cada elemento debe ser combinado en forma justa y perfecta. Podría decirse, con certeza, para que exista verdadera belleza, deben confluir la justicia y el amor, además de todos los demás valores universales, en su justa proporción y orden. Evidentemente, cualquier expresión de la belleza no es la belleza en términos absolutos de la Divinidad, sino una manifestación relativa al estado de conciencia, y a la respectiva estación, en un momento dado. La eterna polaridad por la que avanza cada ser, manifestará, gradualmente, grados más elevados de belleza, ad infinitum, en los cuatro reinos naturales.
Plotino, acertadamente, percibe que por el sentido de la vista, es la principal forma de captar la belleza; ese sentido físico tiene dos vertientes: una percepción objetiva; otra subjetiva, por la intuición y la inspiración, en su aspecto clarividente. Ciertamente, esta forma de percepción tiene que ver con las formas, y cualesquiera combinaciones de las mismas, coloridos, tamaños, entre otros elementos.
Luego, se percibe la belleza por el oído, apreciando la armonía de los sonidos, de la música en todas sus variantes, en el canto, en la conversación o en el discurso.
Sin duda alguna, la percepción objetiva de la belleza, puede hacerse, también, por medio de los otros sentidos: el tacto, el gusto y el olfato, bajo su respectivo carácter, cualidades agradables al tacto, gustos exquisitos de cualquier fruto o tipo de alimento, y el olor, tanto de las flores, como de los frutos, y cualquier otra manifestación de la naturaleza. Son variantes de la belleza, apreciadas por esos respectivos sentidos del tacto, gusto y olfato. Constituyen estas cualidades, o virtudes, valores para apreciar la realidad en sus inmensas vertientes y variantes, de acuerdo a los inherentes valores universales.
Posteriormente, Plotino se refiere a la belleza de la virtud. De hecho, la virtud es la conducta enmarcada en los parámetros de los valores universales. Se expresa, y se reconoce, por los sentimientos: El sentimiento de la belleza, del amor, de la justicia, de la fortaleza, de la templanza, de la bondad, del deber, de la solidaridad, de la amistad, e incontables otros.
Acto seguido, Plotino hace referencia al hecho de que, cuando todas las cosas se expresan mediante la conexión con el Espíritu, -y con la Divinidad-, dichas manifestaciones siempre son bellas. La conexión espiritual con la Divinidad, trascendiendo el ego, los sentidos físicos y la percepción limitada de la conciencia objetiva, eleva el tono vibratorio, armonizando el ser con frecuencias más elevadas de armonía y orden, de sentimientos y emociones análogas a los valores universales, permiten que cualquier expresión a partir de la conexión con la Divinidad refleje la perfección, siempre relativa, pero en grado más elevado, de cualquier valor universal, o estado de conciencia, en la inherente estación temporal, o grado perceptivo de la conciencia. Se convierte, la belleza, de esta manera, en una meditación realizadora que expande la conciencia perceptiva, comprensiva y realizadora, tanto de la belleza y el sentimiento inherente que la expresa, en cada ser de los cuatro reinos naturales, como de los demás atributos divinos o valores universales. Esto es lo que se denomina el estudio de todas las ciencias, de todas las filosofías, de todas las artes, y la práctica de todas las virtudes, labor a la que se dedican los Hijos de la Luz como expresión de su autoridad moral.
Adelante.
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