©Abg. Giuseppe
Isgró C.
En la literatura sánscrita, la ley del karma se relaciona con la acción
y la reacción, o consecuencia; esa es la razón por la cual se habla de karma y
vipaka.
En el
hinduismo, la ley del karma se vincula con la actividad mediante la cual, cada
ser, pueda alcanzar la unión con la Divinidad.
Empero,
siendo cada ser una emanación de la Divinidad a la conciencia individual, en el
alma universal, sin separarse de sí misma, y sin dejar de ser ella misma, la
unión ya existe en forma indisoluble y permanente, en el eterno presente. Lo
que ocurre es, que por el efecto de sus pensamientos, sentimientos, palabras y
actos, cada ser interrumpe la conciencia de la unión, con la ausencia de lo que
ello implica, en cuanto al flujo del poder creador y de la sabiduría de los
valores universales, expresados en la propia conciencia, por el lenguaje de los
sentimientos.
En la
actualidad, al hablar de ley del karma y del vipaka, ambos términos los
relacionamos con la causa y el efecto, con la acción y reacción, y, con la
siembra y recogida.
En el
Manava-Dharma Sâstra o Leyes de Manú, Código redactado en torno al año
3.800 antes de nuestra era, al mencionarse a la ley del karma, se expresa lo
siguiente: -“El ser dotado de razón obtiene una recompensa o un castigo
en su Espíritu, por los actos del Espíritu; por los de la palabra, en los
órganos de la palabra; por los actos corporales, en su cuerpo”.
Ahora bien,
¿qué es el karma?
El término karma
deriva de dos partículas: la primera, kar, que significa: -aplicación
de la voluntad –o poder creador- por la persona; y, man: equivalente a
pensador; por lo cual, karma, etimológicamente, significa: -acción de la
voluntad sobre el pensador -y sus pensamientos. A la palabra karma le
sigue el término vipaka, que representa: fruto, resultado, reacción o
compensación.
Existen
cuatro elementos que tienen una marcada influencia en las personas: Los
pensamientos, los sentimientos, las palabras y los actos. Los dos primeros, es
decir, los pensamientos y los sentimientos, en ambas polaridades, positiva y
negativa, activan a la ley de atracción y la de repulsión. Por la ley de
atracción, lo semejante atrae a lo semejante y repele a lo desemejante. Los
opuestos jamás se juntan.
Por los
pensamientos y sentimientos, activando a las leyes de atracción y repulsión, en
ambas polaridades: positiva y negativa, creamos las circunstancias en torno a
las cuales va a girar nuestra propia existencia.
Tan pronto
los pensamientos y sentimientos se traduzcan en palabras y acciones, activan a
las leyes del karma y del vipaka, creando karma, que puede ser positivo o
negativo, según su índole positiva o negativa.
El karma se
relaciona con el pasado, del cual surge el vipaka, o reacción presente; ambos,
karma y vipaka, constituyen un mecanismo de ajuste o compensación.
La ley
universal que rige este mecanismo es la ley de afinidad. La ley de afinidad se
sustenta en otras leyes auxiliares, entre las cuales podemos citar a la ley de
justicia, cuyo fiel de la balanza indica el grado de compensación que se debe
aportar o recibir.
La balanza,
como es del conocimiento de todos, tiene dos platillos que representan:
primero: a la ley de igualdad: igualdad en la ley y ante la ley, donde la ley
cósmica no tiene preferencias por nadie, excepto el estricto sentido de
justicia, que trasciende la equidad. Segundo: el otro platillo, simboliza a la
ley de compensación.
El
resultado de la compensación, en la balanza de la justicia divina, se conoce como
Suma Existencial. Representa el saldo de vida, al igual que en una cuenta
bancaria, después de haberse efectuado todos los abonos y retiros
correspondientes. El resultado es el saldo, según cuyo importe, la persona
adquiere mayor o menor capacidad de acción.
A su vez,
la ley de afinidad, por el el grado de suma existencial, ubica o reubica a cada
ser en el orden que le corresponde; orden éste, en el cual podrá actuar en
consonancia con su grado de afinidad. Igualmente, en ese orden podrá recibir o
efectuar las compensaciones inherentes en relación con los seres que
correspondan.
Es un
efecto instantáneo de la ley del karma y del vipaka, el cual era denominado por
Edgar Cayce, como “Karma al contado”, es decir, de efectos instantáneos.
Ralph Waldo
Emerson, señalaba que: -“Todo acto tiene en sí mismo, su propia compensación.
El karma se
puede dividir en tres grandes grupos: Karma acumulado, que es el que resulta al
término de un ciclo de vida, o en un momento dado. Karma maduro, que es aquel
que, al iniciar un nuevo ciclo de vida, será el que marcará el destino de la
persona, como plan de vida, mediante el cual, recibirá las compensaciones de
las cuales es acreedor, y otorgará, aquellas de las cuales es deudor. Esto
mirado en un ciclo macro, es decir, una existencia completa. o muchos ciclos de
vida; empero, ocurre exactamente lo mismo en un microciclo a cada instante de
la existencia.
El tercer
aspecto de la ley del karma, es el incipiente, es decir: las palabras y los
actos presentes tenderán a crear el karma futuro.
Esta es la
razón por la cual, una vez compensado el karma maduro, mirando al futuro, es
preciso enmarcar los propios pensamientos y sentimientos, las palabras y las
acciones, en el Dharma, ley cósmica, o los valores cuyos principios
representan.
Guiando los
pensamientos, sentimientos, palabras y actos, deseos y anhelos, por los
parámetros de los valores universales, el karma incipiente se conduce en
polaridad positiva, aportando el grado de felicidad, autorrealización y
tranquilidad de Espíritu suficientes, generando el sentido de la propia paz
interior.
Es lo que hacían
los filósofos estoicos en la antigua Grecia, es decir: vivir en armonía
con las leyes de la naturaleza.
Igualmente,
Sidharta Gautama, con las Cuatro nobles verdades y el Noble
sendero óctuple, señalaba el recto camino a seguir, mediante las
rectas opiniones, o arte del discernimiento, los rectos propósitos, objetivos e
intenciones; las rectas y armoniosas palabras, las rectas acciones; los rectos
medios de sustentamiento de vida; el recto esfuerzo, la recta atención y la
recta concentración.
Mediante la
aplicación del Noble sendero óctuple, se transmutan los estados de conciencia
de un grado a otro más elevados, así como los estados de insatisfacción,
canalizando el potencial de la energía creadora hacía la realización de
objetivos claramente prefijados, y enunciado por escrito, a corto, mediano y
largo plazo. Es lo que la psicología humanista, o la escuela de Abraham Maslow,
denominó como Insatisfacción creadora.
Maslow, y
sus discípulos, en la teoría de la motivación, sintetizó, en forma admirable, como
toda necesidad, de la índole que fuere, genera, tan pronto se experimente una
necesidad, una fuerza motivadora suficiente, para ayudar a desplazar a la
persona en particular, hasta aquel lugar en el cual se encuentra la
satisfacción pertinente.
La conciencia
perceptiva, comprensiva y realizadora, por la intuición y la inspiración,
aporta el conocimiento claro del qué, del cómo, del cuándo, del dónde, del
quién, del cuánto y del porqué.
El karma,
evidentemente, tiene un efecto protector para la persona justa, tanto en
protegerlo, evitando que le sucedan experiencias que no corresponden a su plan
de vida, como, sucediéndole diversos acontecimientos, activando el mecanismo de
compensación adecuado al resarcimiento del perjuicio recibido.
La ley
cósmica tiene dos principios esenciales, enunciados por Joaquín Trincado: El
amor, el primero, que expresa: Quien odia tendrá que amar. El segundo:
Quien quita una vida, debe reponerla. A tales efectos, naciendo como mujer, en
un nuevo ciclo de vida, y teniendo como hijo, o hija, a aquel ser de cuya vida
era deudor (a). El conocimiento de esta ley, evitaría a gran número de personas
de incurrir en actos que preservarían la existencia de incontables otras, ya
que se tendría consciencia de las consecuencias exactas de las propias
acciones.
En todo
caso, en la conciencia, siempre se expresa una advertencia coercitiva, antes de
ser realizado cualquier acto indebido; es la acción pedagógica del Ser
Universal por el lenguaje del sentimiento del valor inherente de la
justicia, percibiendo, cada ser, lo que es justo o no, tan pronto manifieste el
pensamiento, o el sentimiento. Del mismo modo, una vez realizado el acto, en
polaridad negativa, se activa la acción coactiva de la ley cósmica, en la
conciencia, experimentando, la persona, instantáneamente, la reprimenda, o la
consciecia del error en que ha incurrido, que no le dejará tranquila hasta que
haya compensado el acto, y aprendido la experiencia inherente.
Resumen de una conferencia
dictada el 13 de noviembre de 2014, en la ciudad de Barcelona, Venezuela.
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