domingo, 25 de junio de 2023

KARMA, VIPAKA Y DHARMA

 


KARMA, VIPAKA Y DHARMA

©Abg. Giuseppe Isgró C.

 

En la literatura sánscrita, la ley del karma se relaciona con la acción y la reacción, o consecuencia; esa es la razón por la cual se habla de karma y vipaka.

En el hinduismo, la ley del karma se vincula con la actividad mediante la cual, cada ser, pueda alcanzar la unión con la Divinidad.

Empero, siendo cada ser una emanación de la Divinidad a la conciencia individual, en el alma universal, sin separarse de sí misma, y sin dejar de ser ella misma, la unión ya existe en forma indisoluble y permanente, en el eterno presente. Lo que ocurre es, que por el efecto de sus pensamientos, sentimientos, palabras y actos, cada ser interrumpe la conciencia de la unión, con la ausencia de lo que ello implica, en cuanto al flujo del poder creador y de la sabiduría de los valores universales, expresados en la propia conciencia, por el lenguaje de los sentimientos.

En la actualidad, al hablar de ley del karma y del vipaka, ambos términos los relacionamos con la causa y el efecto, con la acción y reacción, y, con la siembra y recogida.

En el Manava-Dharma Sâstra o Leyes de Manú, Código redactado en torno al año 3.800 antes de nuestra era, al mencionarse a la ley del karma, se expresa lo siguiente: -“El ser dotado de razón obtiene una recompensa o un castigo en su Espíritu, por los actos del Espíritu; por los de la palabra, en los órganos de la palabra; por los actos corporales, en su cuerpo”.

Ahora bien, ¿qué es el karma?

El término karma deriva de dos partículas: la primera, kar, que significa: -aplicación de la voluntad –o poder creador- por la persona; y, man: equivalente a pensador; por lo cual, karma, etimológicamente, significa: -acción de la voluntad sobre el pensador -y sus pensamientos.  A la palabra karma le sigue el término vipaka, que representa: fruto, resultado, reacción o compensación.

Existen cuatro elementos que tienen una marcada influencia en las personas: Los pensamientos, los sentimientos, las palabras y los actos. Los dos primeros, es decir, los pensamientos y los sentimientos, en ambas polaridades, positiva y negativa, activan a la ley de atracción y la de repulsión. Por la ley de atracción, lo semejante atrae a lo semejante y repele a lo desemejante. Los opuestos jamás se juntan.

Por los pensamientos y sentimientos, activando a las leyes de atracción y repulsión, en ambas polaridades: positiva y negativa, creamos las circunstancias en torno a las cuales va a girar nuestra propia existencia.

Tan pronto los pensamientos y sentimientos se traduzcan en palabras y acciones, activan a las leyes del karma y del vipaka, creando karma, que puede ser positivo o negativo, según su índole positiva o negativa.

El karma se relaciona con el pasado, del cual surge el vipaka, o reacción presente; ambos, karma y vipaka, constituyen un mecanismo de ajuste o compensación.

La ley universal que rige este mecanismo es la ley de afinidad. La ley de afinidad se sustenta en otras leyes auxiliares, entre las cuales podemos citar a la ley de justicia, cuyo fiel de la balanza indica el grado de compensación que se debe aportar o recibir.

La balanza, como es del conocimiento de todos, tiene dos platillos que representan: primero: a la ley de igualdad: igualdad en la ley y ante la ley, donde la ley cósmica no tiene preferencias por nadie, excepto el estricto sentido de justicia, que trasciende la equidad. Segundo: el otro platillo, simboliza a la ley de compensación.

El resultado de la compensación, en la balanza de la justicia divina, se conoce como Suma Existencial. Representa el saldo de vida, al igual que en una cuenta bancaria, después de haberse efectuado todos los abonos y retiros correspondientes. El resultado es el saldo, según cuyo importe, la persona adquiere mayor o menor capacidad de acción.

A su vez, la ley de afinidad, por el el grado de suma existencial, ubica o reubica a cada ser en el orden que le corresponde; orden éste, en el cual podrá actuar en consonancia con su grado de afinidad. Igualmente, en ese orden podrá recibir o efectuar las compensaciones inherentes en relación con los seres que correspondan.

Es un efecto instantáneo de la ley del karma y del vipaka, el cual era denominado por Edgar Cayce, como “Karma al contado”, es decir, de efectos instantáneos.

Ralph Waldo Emerson, señalaba que: -“Todo acto tiene en sí mismo, su propia compensación.

El karma se puede dividir en tres grandes grupos: Karma acumulado, que es el que resulta al término de un ciclo de vida, o en un momento dado. Karma maduro, que es aquel que, al iniciar un nuevo ciclo de vida, será el que marcará el destino de la persona, como plan de vida, mediante el cual, recibirá las compensaciones de las cuales es acreedor, y otorgará, aquellas de las cuales es deudor. Esto mirado en un ciclo macro, es decir, una existencia completa. o muchos ciclos de vida; empero, ocurre exactamente lo mismo en un microciclo a cada instante de la existencia.

El tercer aspecto de la ley del karma, es el incipiente, es decir: las palabras y los actos presentes tenderán a crear el karma futuro.

Esta es la razón por la cual, una vez compensado el karma maduro, mirando al futuro, es preciso enmarcar los propios pensamientos y sentimientos, las palabras y las acciones, en el Dharma, ley cósmica, o los valores cuyos principios representan.

Guiando los pensamientos, sentimientos, palabras y actos, deseos y anhelos, por los parámetros de los valores universales, el karma incipiente se conduce en polaridad positiva, aportando el grado de felicidad, autorrealización y tranquilidad de Espíritu suficientes, generando el sentido de la propia paz interior.

Es lo que hacían los filósofos estoicos en la antigua Grecia, es decir: vivir en armonía con las leyes de la naturaleza.

Igualmente, Sidharta Gautama, con las Cuatro nobles verdades y el Noble sendero óctuple, señalaba el recto camino a seguir, mediante las rectas opiniones, o arte del discernimiento, los rectos propósitos, objetivos e intenciones; las rectas y armoniosas palabras, las rectas acciones; los rectos medios de sustentamiento de vida; el recto esfuerzo, la recta atención y la recta concentración.

Mediante la aplicación del Noble sendero óctuple, se transmutan los estados de conciencia de un grado a otro más elevados, así como los estados de insatisfacción, canalizando el potencial de la energía creadora hacía la realización de objetivos claramente prefijados, y enunciado por escrito, a corto, mediano y largo plazo. Es lo que la psicología humanista, o la escuela de Abraham Maslow, denominó como Insatisfacción creadora.

Maslow, y sus discípulos, en la teoría de la motivación, sintetizó, en forma admirable, como toda necesidad, de la índole que fuere, genera, tan pronto se experimente una necesidad, una fuerza motivadora suficiente, para ayudar a desplazar a la persona en particular, hasta aquel lugar en el cual se encuentra la satisfacción pertinente.

La conciencia perceptiva, comprensiva y realizadora, por la intuición y la inspiración, aporta el conocimiento claro del qué, del cómo, del cuándo, del dónde, del quién, del cuánto y del porqué.

El karma, evidentemente, tiene un efecto protector para la persona justa, tanto en protegerlo, evitando que le sucedan experiencias que no corresponden a su plan de vida, como, sucediéndole diversos acontecimientos, activando el mecanismo de compensación adecuado al resarcimiento del perjuicio recibido.

La ley cósmica tiene dos principios esenciales, enunciados por Joaquín Trincado: El amor, el primero, que expresa: Quien odia tendrá que amar.  El segundo: Quien quita una vida, debe reponerla. A tales efectos, naciendo como mujer, en un nuevo ciclo de vida, y teniendo como hijo, o hija, a aquel ser de cuya vida era deudor (a). El conocimiento de esta ley, evitaría a gran número de personas de incurrir en actos que preservarían la existencia de incontables otras, ya que se tendría consciencia de las consecuencias exactas de las propias acciones.

En todo caso, en la conciencia, siempre se expresa una advertencia coercitiva, antes de ser realizado cualquier acto indebido; es la acción pedagógica del Ser Universal por el lenguaje del sentimiento del valor inherente de la justicia, percibiendo, cada ser, lo que es justo o no, tan pronto manifieste el pensamiento, o el sentimiento. Del mismo modo, una vez realizado el acto, en polaridad negativa, se activa la acción coactiva de la ley cósmica, en la conciencia, experimentando, la persona, instantáneamente, la reprimenda, o la consciecia del error en que ha incurrido, que no le dejará tranquila hasta que haya compensado el acto, y aprendido la experiencia inherente.

 

Resumen de una conferencia dictada el 13 de noviembre de 2014, en la ciudad de Barcelona, Venezuela.

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