©Abg. Giuseppe Isgró C.
14-06-2020
Canta, poeta, canta
a la gloria de tu Patria,
a las glorias de todas las Patrias,
que, también son tuyas;
como madres bondadosas,
como escuelas en las que has de formarte.
Los poetas de cada pueblo,
por lejano y foráneo que fuera,
son tus maestros,
de los que has de beber la savia
que la madre naturaleza
le permitió destilar
como fuente para calmar, o saciar,
la sed del infinito,
a cada instante,
en cada maestro que ya bebiera
en la misma fuente
y ahora extiende sus manos,
entregándote la síntesis de su experiencia,
como muestra de la esencia que él absorbiera.
Ahora, y siempre, él te la transmite
para que tú, a tu vez, después de beber
y saciar tu sed, si puedes,
la transfieras, tu experiencia,
al que, detrás de ti, sigue tus pasos,
en cada nueva generación,
ad infinitum, por los tiempos de los tiempos.
Siembra, poeta, siempre,
sin importar cuán árido te parezca
el sendero por el que transitas, ahora,
que, toda semilla, por sí misma,
sabe extraer de su propio entorno
la esencia según el plan que el Gran Arquitecto
le asignara en el concierto de todas las cosas.
Cada semilla no ignora cuál es su eterno trabajo,
que hace con la misma tenacidad divina
de la que emana, al igual que todos los seres,
en forma indivisa, de la Divinidad,
para cumplir su rol en la expansión de la Creación,
bajo la Guía del Supremo Hacedor.
Da lo que puedas, sin preocuparte de la cuantía,
que mientras más des, más recibes para seguir dando,
sin cansarte jamás, ya que la fuente es inagotable,
y la que limita no es la fuente, que es infinita,
sino tu capacidad de dar, homeopáticamente,
que, en cada nueva dilución, aumenta su potencia,
ad infinitum.
Canta, poeta, canta,
como canal de la Divinidad, que te usa
como instrumento de su voluntad,
para llevar su esencia donde más se precisa,
percibiendo de tu parte, el salario cósmico,
y la percepción y comprensión del deber cumplido.
Eres un eslabón de la cadena universal, de la que recibes, y a tu vez, transmites, al que te sigue,
y así sucesivamente, de lo superior a lo inferior,
de arriba abajo, de adentro a fuera,
para que se cumpla la realización de la Gran Obra.
Canta, poeta, canta,
para que la intuición permanezca viva,
y la inspiración fluya, como guía divina,
del Gran Arquitecto en la conciencia,
por el sentimiento de los atributos divinos,
del amor, la prudencia, la justicia,
la fortaleza, la templanza y la belleza.
Da con benevolencia, que limas las asperezas,
y gana buenas voluntades, de amistad perenne,
el bien y la cooperación enriquecen a todos por igual,
dando y recibiendo se siembran las semillas
que a todos enriquecen, cada día, a cada instante,
a la Gloria de la Patria, y a la de todas las Patrias,
que son muchas; todas han de cobijarte,
en algún instante, en el eterno ahora.
II
Canta, oh hombre,
el canto que la tierra espera,
de esperanza y luz,
de amor y paz,
de armonía y progreso,
de felicidad y dicha.
Hoy, es el día glorioso
que la humanidad esperaba,
por cuanto llega al tope de su camino:
Año 26.000 d.n.e.,
nuevos tiempos de verdad.
Hay orden justo y perfecto,
armonía y bienestar,
justicia y amor.
Es el comienzo de la Edad de oro
soñada por los utopistas del siglo XX.
Comienza el verdadero trabajo,
a que se destinó este terruño llamado Tierra;
los recuerdos del futuro,
vistos en lejanos mundos, se hacen presente ahora
como misión de vida, por largo tiempo aún.
Son tiempos de gloria,
a la Gloria del Supremo Artífice.
Los ojos pueden ver la clara luz,
comprender la realidad percibida
y quien percibe, comprendiendo,
puede realizar la Gran Obra
según la inquietud de los tiempos.
Por delante, la eternidad,
de igual modo, mirando hacia atrás.
Empero, el tiempo presente,
precisa nuestro enfoque,
persistente atención,
aquí, ahora y siempre,
para expandir la conciencia,
para hacer la obra del día,
una a la vez, cuando esté de turno,
y su turno le toca.
Es la hora de la luz
y del poder, que,
siempre van juntos.
Conocimiento, suprema visión;
experiencia, potencia realizadora,
guíenme, aquí, ahora y siempre
por el sendero de la Gran Obra.
Canta, poeta, canta,
a la Gloria del Gran Arquitecto
del Universo.
Adelante.
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