HISPANOAMÉRICA
TIENE ALGO QUE CONTAR...
©Abg.
Giuseppe Isgró C.
23 de abril de 2021
Hidalgo, -dice Escudero-, Hispanoamérica
tiene algo que contar, para el mundo, por largo tiempo aún.
-Sin duda alguna, -responde Hidalgo-, así es;
tienes mucha razón Escudero.
Es para reflexionar…
Hispanoamérica, sin duda, seguirá cumpliendo un rol
relevante como expresión sublime del Espíritu en una de las más hermosas, y
versátiles, lenguas existentes.
Latinoamérica, seguirá teniendo algo nuevo que
contar, que trascenderá en el espacio y en el tiempo por la universalidad de la
visión que se ha gestado en el Nuevo Mundo, por el cruce de todos los grupos
étnicos y culturas.
Latinoamérica y la península Ibérica: España y
Portugal, seguirán siendo los dos grandes polos en torno a los cuales
girará el mundo del futuro.
Lo que hoy se denomina con el término Tercer Mundo,
será, oportunamente, uno de los Mundos más sorprendentes, a pesar de las
apariencias temporales.
Los poetas y escritores, de cada lugar, y época,
preanuncian lo que será el futuro casi imperceptiblemente para la gran mayoría,
por los mensajes trascendentales que proyectan: Por su visión, intuición e
inspiración. Ellos son los maestros de la Patria, en cada Patria. Por eso es
preciso leer a los poetas de todos los países y tiempos, e igualmente, a los
grandes ensayistas, desde la más remota antigüedad. Ellos han vistos y seguirán
viendo el futuro con antelación, antes que nadie más. Tienen una rara capacidad
de proyectarse a mundos donde el futuro de aquí, allí es ya una realidad.
Observan con su imaginación -visión del Espíritu- lo relevante, y lo
traen como un mensaje de lo que será aquí, también, una realidad de progreso
emergente. Pero, lo que anuncian, ya existe en otras partes, aunque lo ignoren
y hablan de lo que su Espíritu ve, como visión profética.
Homero, sigue siendo fuente inagotable con sus dos
inmortales obras: La Ilíada y la Odisea. Sus relatos, de las virtudes heroicas
en acción plasmó el proyecto de la edad de oro griega, en sentido lato, -desde
el siglo XII al siglo IV a.n.e., y en sentido estricto, en el siglo
IV, a.d.n., propiamente, en que vivieran Sócrates, Platón, Aristóteles,
Alejandro Magno, Teofrasto y Xenócrates, entre otros, hasta que poco después se
fundara el Museo y la Biblioteca de Alejandría, por Tolomeo I. Soter, cuyo
primer director fuera el insigne Demetrio de Falereo. Cuánto queda por
extraerse de las obras homéricas, todavía, y de la interrelación entre ambos
mundos: el físico y el espiritual, de la que mucho tiempo después, en el siglo
XIX, de nuestra era, hablaría con conocimiento de causa, el gran Allan Kardec.
Aún, las mismas, preanuncian la nueva edad de oro en torno al treintavo
milenio, al igual que lo hiciera aquel salmista, que redactara el salmo 105, al
señalar las mil generaciones que se precisarían para completar el gran ciclo de
progreso, por adelante: Apenas una etapa básica para emprender el auténtico
trabajo a que está destinado el planeta tierra. De igual manera han
coincidido, en igual proyección hacia el año 30.000, de nuestra era, los
grandes utopistas del siglo XX: George Bernard Shaw, G. H. Wells, Henri
Poincaré y Aldous Huxley.
¡Cuánta sabiduría proyectan los poetas, aún sin
ellos percibirlo, muchas veces! ¡El contenido de sus poemas transciende sus
propias capacidades de percepción, comprensión y realización! Empero, son
capaces de ver lo que nadie es capaz de observar, todavía, excepto ellos,
señalando el rumbo y un destino para cada fase del progreso. Con cuanta
agudeza, Platón, a través del diálogo efectuado entre Sócrates y el rapsoda Ion
lo demostró.
Y qué decir de los Vedas, recopilados por aquellos
lejanos oidores a los pies del maestro-sensitivo, que oían enseñanzas que no
eran de este mundo, en aquellas épocas que se estiman, aún, primitivas. ¿De
dónde eran esas revelaciones que hacían aquellos hombres y mujeres hablando
semidormidos, transfigurados en sus rasgos y con potentes voces que en nada se
parecían a las propias? Ese es el misterio de los poetas inspirados, ¿Quién los
inspira? Ya, el mismo Homero hablaba de la intervención de los Dioses
–Espíritus-, en los actos de los hombres, claramente, a la vista de todos. Allí
están los mensajes, que se han estimado mitos, o casi fábulas fantasiosas.
Empero, cuántas cosas ciertas contienen, como lo constató el gran Heinrich
Schliemann, al descubrir Troya, en las Colinas de Hisarlik, en la actual
Turquía. Para hacerlo, siguió las descripciones homéricas al pie de la letra,
como certeros datos históricos y geográficos, y así los hechos lo demostraron
al encontrar la ciudad de Priamo, y de Eneas, entre las sexta y séptima de las
doce ciudades superpuestas, en el lugar señalado por Homero. ¿Cuánto de precisión
habrá dejado escrito aquel aeda inspirado, a quien tanto estimó Ulises, después
de someter a Demodoco -el verdadero nombre de Homero- a la
prueba del relato del caballo de Epeo, a su paso por el país de los Feacios, en
la antigua Camerina, Ragusa, Sicilia, de regreso a Itaca? Epeo, en la
construcción del mismo, según la Ilíada, aparentemente siguió las instrucciones
de Atenea. ¿Cómo conocía Homero tantos detalles sin haber estado jamás en el
lugar de los acontecimientos, que fue capaz de hacer llorar, de emoción, al
gran Odiseo? Todos, en la antigüedad, le reconocían a Homero, su don de poeta
inspirado, como lo ratifica Dión de Prusa, en sus Discursos. en el siglo I de
nuestra era.
La literatura latinoamericana es fuente inagotable
e integral de sabiduría diversa que precisa ser mejor conocida por la visión universal
de sus cultores. En España, al obsequiarle, quien esto escribe, a algunos
amigos, Las Lanzas Coloradas, de Arturo Uslar Pietri, quedaban asombrados al
deleitarse con su maravillosa prosa, además del conocimiento histórico y del
realismo que, justamente, recibió la denominación de fantástico. Pero,
igualmente, ocurre otro tanto, con Alfonso Reyes, al leer y releer esos ensayos
cortos sobre incontables temas que toca a vuela pluma, como pinceladas divinas,
iluminando el panorama que, luego, quien lee se orienta con claridad meridiana,
con lo cual puede recorrer seguro cualquier senda que elija.
Además de los autores mencionados, hay incontables
otros que esperan ser redescubiertos por las nuevas generaciones, y por el
mundo entero. Entre ellos: Los venezolanos Andrés Bello, Isaac Pardo, Teresa de
la Parra, Mariano Picón Salas y Tomás Polanco Alcantara; los mexicanos Juana
Inés de La Cruz, Amado Nervo y Octavio Paz; los ecuatorianos José Joaquín De Olmedo y Juan Montalvo; el
uruguayo José Enrique Rodó; el colombiano Germán Arciniegas; el dominicano Pedro
Henríquez Ureña; los peruanos Inca Garcilaso de la Vega y Mario Vargas Llosa; los
argentinos Domingo Faustino Sarmiento y José Ingenieros; el cubano José Martí y
la chilena Gabriela Mistral, y tantos otros, aguardan con sus tesoros valiosos,
como ya ocurrió con los clásicos en la edad media, que fueron redescubiertos
con el surgimiento del Humanismo, en el siglo XIV, y el posterior Renacimiento
italiano, primero, y europeo, después, entre los siglos XV y XVI d.n.e.
Cuánto no queda por descubrir en los cincuenta y
cinco tomos de las obras de los Historiadores de Indias, que solo unos pocos
eruditos conocen a fondo.
Lo significativo es que, en Latinoamérica se conoce
la literatura universal por el hábito de beber en todas las fuentes antiguas y
modernas, por creerlas, y hacerlas propias, como un legado personal común. Esto
ocurre, quizá, en mayor grado que en lugar alguno, -o por lo menos, en no
menor grado- por el ansia insaciable que ha animado a los más preclaros
seres del Nuevo Mundo, que han anhelado conocerlo todo, por supuesto, sin jamás
haberlo logrado. Empero, en muchas cosas han llegado bastante lejos, y siguen
avanzando con mentes despojadas de trabas e inhibiciones de pensamientos: Con
mente abierta y libre.
De ahí nace la visión universal de sus poetas,
escritores y líderes, en Latinoamérica, lo que le permite, no solo ver más
lejos, sino, también, llegar más lejos.
España y Portugal, tienen inmensos tesoros
literarios que, precisan prestarle atención. Entre sus legados más
antiguos y los más recientes, se pueden mencionar las obras de: Baltazar
Gracián, Alfonso X El Sabio, Don Juan Manuel, Concepción Arenal, Amalia Domingo
Soler, José Ortega y Gasset, María Zambrano, Julián Marías, Juan Valera y el poeta
egabrense Mario Alcántara, con su excelente poesía dispersa en la colección de
Revistas que publicara en Cabra, Provincia de Córdoba.
¿Qué decir de los poetas y escritores judíos
españoles, como el malagueño Solomon Ibn Gabirol, el cordobés Moisés Maimónides?, o,
entre los árabes, Abulabás Ben Alarif de Almería, Ibn Hazm, Ibn Arabi. De
Portugal, Luís Vaz de Camoens, es una referencia necesaria.
Las nuevas generaciones latinoamericanas, e
ibéricas, deben adquirir conciencia en mayor grado del valor de sus respectivos
legados a la humanidad y apreciarlos como una fuente de obligado estudio. Es
preciso emular los ejemplos de Francisco de Miranda, Andrés Bello, Simón
Bolívar, Alfonso Reyes, Amado Nervo, José Enrique Rodó y Octavio Paz, entre
otros, que han recurrido a todas las fuentes, sin considerar ninguna extraña a
sus propios intereses.
El resto de mundo, precisa involucrarse, para
trascender sus límites en forma conjunta, armoniosa y de común provecho.
Reconocer las fortalezas literarias recíprocas de
la península ibérica y de Latinoamérica, en lo que les une, para
optimizarlas en una sólida asociación obteniendo los beneficios inherentes, es
imperante necesidad: de tú a tú. Entre miles de cosas, les une una de las más
maravillosas lenguas existentes: la española, o castellana, y una obra múltiple
común equiparable a la de Roma, -y en mi opinión personal, aún muy superior en
muchos aspectos, la creación del mundo ibérico en América.
Además del Quijote, el resto de la obra cervantina
aún tiene mucho más que ofrecer. Cuando se estudie con mayor profundidad, sobre
todo el contenido en valores universales, y en las virtudes cultivadas por
todos los personajes creados por el genio inmortal de Cervantes, en todas sus
novelas ejemplares, alcanzando niveles de excelencias en algunas de sus últimas
obras, entre ellas: Los trabajos de Persiles y Sigismunda. de sublime
prosa.
Repetimos: La obra de Miguel de Cervantes y
Saavedra, en España, es para todos los tiempos. La de Andrés Bello, Alfonso
Reyes, Mario Vargas Llosa, Jorge Luís Borges, Amado Nervo, Octavio Paz,
Gustavo Pereira, Tomás Polanco Alcántara, José Ingenieros, José Enrique Rodó y
numerosos otros, en América, son modelos a emular, bajo cuya égida pueden
seguir creando en forma segura, los nuevos escritores latinoamericanos y
disfrutar el mundo entero. Una referencia a Gabriel García Márquez, quien
sugería leer los clásicos universales en forma sistemática, como disciplina
intelectual. Así lo hizo él, desde temprana edad; este método contribuyó a
transformarlo en uno de los autores más admirados, y leídos, a nivel
mundial. Hispanoamérica, tiene, aún, mucho que contar.
Lo que ha hecho grande a Hispanoamérica, es que ha
emprendido la búsqueda de los mejores poetas y escritores que cada país ha
dado, antiguos y modernos, estudiándolos, y asimilándolos, considerándolos
suyos, como un legado propio. Un ejemplo digno de emular.
Adelante.