LA SABIDURÍA
DE BENJAMIN FRANKLIN
©Abg. Giuseppe Isgró C.
En el año 2008, quien escribe tuvo un sueño durante el cual se
encontraba en una biblioteca, donde tomó al azar un libro cuyo título era “El
hombre de bien vivir”. Buscó, en el mismo acto onírico, el nombre del autor y
leyó: Benjamín Franklin.
En los años juveniles, una biografía de este gran hombre tuvo una
influencia positiva en su formación y un estímulo para remontar el vuelo hacia
la realización de los propios objetivos. Después accedió a la
Autobiografía de Franklin, que sin duda es un clásico americano de primer
orden y lectura obligada de todo humanista.
Posteriormente, en la bibliografía profesional relativas a marketing y
venta, muchos autores citan diversas enseñanzas de Franklin, entre ellos Frank
Bettger, de manera especial los trece principios que aplicó en su desarrollo
personal, los cuales son:
1. –“Templanza. –No comer hasta el hartazgo ni beber hasta la
exaltación”.
2. –“Silencio. –No hablar más de lo que fuera
útil para los demás y para uno mismo. Evitar las conversaciones insustanciales
y frívolas”.
3. –“Orden. –Dar un lugar a cada cosa y asignar
un lapso razonable a cada ocupación”.
4. –“Resolución. –Resolver lo que se debe hacer,
y hacer sin falta lo que se resuelve”.
5. –“Frugalidad. –No hacer gastos que no
beneficien al prójimo y a uno mismo; no desperdiciar nada”.
6. –“Laboriosidad. –No perder tiempo. Estar
siempre ocupado en alguna labor útil. Suprimir las actividades innecesarias”.
7. –“Sinceridad. –No valerse de engaños
perjudiciales. Pensar con buena fe y justicia y hablar con la misma intención”.
8. –“Justicia. –No dañar a nadie ni injuriarlo.
No negar los beneficios de que uno sea deudor”.
9. –“Moderación. –Evitar cuidadosamente los
extremos. No resentirse por las injurias más de lo que éstas merezcan”.
10. –“Limpieza. –No tolerar la suciedad en el
cuerpo, ni en la ropa, ni en la casa”.
11. –“Tranquilidad. –No preocuparse por
tonterías o accidentes comunes e inevitables”.
12. –“Castidad. –Usar los placeres del sexo
solamente para regular la salud o crear una familia; nunca por lujuria en
perjuicio de su paz y reputación”.
13. –“Humildad. –Imitar en lo posible a Jesús y
a Sócrates”.
Pero, desconocía que además de la Autobiografía citada, y el “Almanaque
Ricardiano”, el Imperio de la Vergüenza, y sus diversos trabajos
científicos, entre ellos el relativo al “pararrayos”, hubiese escrito una obra
con el título que observara en el sueño.
Cuál no sería nuestra sorpresa, al colocar en Internet el nombre del
libro, y el del autor, aparece en pantalla “El hombre de bien vivir”, de Benjamín
Franklin, el cual leí con agrado y mayor provecho.
Se ha seleccionado una muestra representativa de los aforismos de
Benjamín Franklin. Se abriga la confianza de que serán del agrado de todos,
sobre los cuales he realizado los inherentes comentarios exegéticos que siguen,
respectivamente, a cada uno.
1. -“Acostarse temprano y levantarse bien de mañana
proporciona salud, fortuna y sabiduría”-.
Desde muy joven descubrí que levantarse temprano, tan pronto como uno se
despierte, mantiene la claridad en las ideas y de la mente; activa la voluntad,
y prepara bien para el desenvolvimiento de la jornada.
Este mismo consejo lo da otro hombre ilustre, Angelo Siciliano, conocido
mejor por su pseudónimo Charles Atlas, quien recomendaba “saltar de la cama tan
pronto uno se despertara, y acostarse temprano”.
Mi propia experiencia indica que uno debe acostarse el mismo día en que
se levanta y no al día siguiente, como ocurriría si se va a dormir después de
las doce de la noche. Este debe ser el tope máximo para ir a dormir, y disponer
de una técnica para dormirse instantáneamente tan pronto como cada quien se
acueste, cosa bastante factible. Para poder permanecer despierto, o en
actividad hasta esa hora de la noche, es preciso eliminar de la dieta el azúcar
blanco, o de cualquier clase, como hábito de vida. Si logras hacerlo será una
de las mayores bendiciones de tu vida. Es decir, jamás ingerir azúcar en bebida
alguna. Esto ha sido una disciplina constante de quien esto escribe. Es preciso
levantarse temprano, alrededor de las 5 a.m., y acostarse a las 12 p.m., en
punto. En treinta segundos, con una convención mental, se entra en un sueño
profundo.
Esa técnica o convención mental es la siguiente: -Colocado de
espalda sobre la cama, con la boca hacia arriba, tomas tres respiraciones
profundas; al inhalar, cuenta mentalmente seis, con pulmones llenos, retén el
aire contando veinticuatro; exhala, muy lentamente, contando seis. Luego, tocar
con el dedo índice un punto de la frente, o del cuerpo, y decir: 3, 2, 1: entro
en un estado de sueño profundo, perfecto, relajado y lúcido, contando de 3 a 1:
3-2-1, ahora estoy ya en un estado de sueño profundo, perfecto, relajado y
lúcido. Voy a permanecer en este estado de sueño profundo, perfecto, relajado y
lúcido, desde este momento hasta las 5 a.m.; voy a dormir un sueño profundo, perfecto,
relajado y lúcido, y me voy a despertar a las 5 a.m., completamente
descansado, con la mente lúcida de las cosas prioritarias que debo realizar
durante el día. Dentro de seis minutos se normaliza la salud perfecta en
cualquier órgano o parte del cuerpo que lo requiera, y se equilibra la energía
en cada parte de mi cuerpo que lo precise. Hecho está.
2. –“Tened voluntad y perseverancia y veréis
maravillas”-.
La voluntad, en cualquiera de sus expresiones, en los reinos humano,
animal, vegetal y mineral, representa, en cierto modo, una manifestación de la
voluntad divina, en alguna de sus múltiples vertientes. Como aspiración de
auto-superación, expresando el poder de la ambición, que representa el
mecanismo de progreso constante ad infinitum con que el Ser Universal ha dotado
cada ser. Esto determina que, sin necesidad de que nadie le obligue, cada quien
se impele a sí mismo, por la ambición, de alcanzar cada vez más elevados
avances en la auto-realización y en el logro de mayores niveles de riqueza
integral. Es la infinita sabiduría del Eterno que se expresa en la conciencia
de cada ser para cumplir con los planes trazados en la Ley cósmica, como
mandato divino, y a la vez, un Don inefable que guía, estimula e inspira con el
sentimientos de los valores universales del amor, la prudencia, el deber, la
justicia, la fortaleza, la templanza y la belleza.
La perseverancia, es la voluntad de seguir adelante aún cuando las
apariencias distorsionen la visión de la realidad aparentando una adversidad
que trasciende toda probabilidad de éxito. La ley de la vida es la del éxito en
todo, y el ser, aun cuando las cosas alcancen su nivel menos fácil de
realización, sigue expresando la energía creadora potencialmente infinita,
dentro de su conciencia, con el sentimiento de la prudencia, de la fortaleza,
de la templanza y de la justicia, que le impelen a seguir adelante hasta
alcanzar lo imposible, por cuanto nada es imposible para una mente determinada
a triunfar. Si no se abandona a mitad de camino y se persiste impasible hasta
la meta, se activan los poderes creadores de la mente, y las adversidades mudan
en situaciones favorables, surgiendo las coincidencias que aportan los logros
anhelados y aún mejores.
La persistencia en la consecución del objetivo asumido, una vez puestos
en camino hacia el logro, sin mudar de objeto cuando las cosas se ponen más
duras, y menos fáciles, es el secreto para culminarlo con éxito. Aún cuando
pareciera que jamás se alcanzará, día llegara en que toda meta se haga
realidad. La constancia, activada por la voluntad inquebrantable de alcanzar
cada una de las metas de turno antes de pasar a la siguiente. El otro gran
secreto, es: abordad una cosa a la vez, por su orden prioritario, dejando las
de jerarquías menores de lado hasta que les llegue su turno. Haciendo una cosa
a la vez se logran todas oportunamente, en el tiempo perfecto de Dios, con
desapego y sentido de la justicia, en armonía con todos y con el
Todo.
3. –“Contra el trabajo y la paciencia no hay
imposibles y con golpecitos repetidos se corta una robusta encina”-. “El
trabajo lleva tras sí las comodidades, la abundancia y la consideración”-.
Con el trabajo se logra todo el bienestar esencial que ha de menester
cada ser, en los cuatro reinos naturales, en cualquier nivel anhelado, sin
límites, excepto los que imponga la prudencia, la justicia, la templanza, la
belleza y el decoro, o la vergüenza, y la fortaleza, que permite seguir
adelante, o pararse, cuando así lo indique el sentido común.
Trabajo con propósito y sentido existencial, dando cada paso en
dirección del objetivo propuesto. Recta y constante acción, con idealismo,
buscando la excelencia y la realización de los resultados justos y perfectos,
haciendo de la propia vida una obra maestra. Una existencia de trabajo con
sentido, con propósitos claros y definidos, sabiendo que lo que se hace conduce
a una meta fundamental, en armonía con los planes trazados por el Supremo
Artífice.
El trabajo es fuente de abundancia y de riqueza integral. Pero la
prosperidad comienza en los propios pensamientos y sentimientos. Es un estado
de conciencia. Pensando y sintiendo en grande como en grande pensó y sintió el
Creador Universal al trazar los planos del Universo. Somos parte de esos planes
cósmicos en los cuales cabe asumir la cuota de aporte con la que cada quien
quiera contribuir en consonancia con su conciencia perceptiva, comprensiva y
realizadora. Deberá impregnar su trabajo con el sentimiento del amor, del deber,
de la justicia, de la belleza, del orden y de la armonía. Todo es abundancia en
los planes divinos, aún la más rigurosa ausencia de ella, que bien mirado
mantiene el equilibrio justo y perfecto, en el eterno orden universal, ubicando
a cada quien en el lugar que le corresponde por su suma existencial. La
eventual ausencia de abundancia es solamente aparente, ya que todo es
abundancia en tiempo oportuno. Hay siembra y recogida en el tiempo justo y
perfecto. Se cosecha en correspondencia a lo que se siembra y se recibe
tanto más de lo que se da. Ese es el camino recto hacia éxito anhelado.
El trabajo justo y perfecto, realizado con amor y excelencia, aun cuando
sea sin percibir honorarios, se granjea la estimación de quien recibe el
servicio, y el salario cósmico que aporta la vida, por la ley
cósmica. La consideración ajena, por el servicio excelente con que
se contribuye al bien común, permite fluir el aprovisionamiento constante, de
donde menos se piensa y espera, cada vez que se precisa, en el momento idóneo.
Es importante servir con desinterés, brindando el servicio adecuado
oportunamente, aportando los bienes y servicios requeridos según las
necesidades, o anhelos insatisfechos, del entorno en que se actúa. El salario
cósmico la vida lo aporta trascendiendo todo pago material por muy elevado que
éste sea. Sirviendo desinteresadamente, el salario integral viene dado por
añadidura. El Gran Dador es el Supremo Artífice por la ley
cósmica. La ley de compensación se expresa en armonía con la de justicia
y la de igualdad. Todas estas leyes en acción conjunta activan a la ley de
provisión cósmica, la cual siempre fluye, para cada ser, en los cuatro reinos
naturales, si se cumple con la propia cuota de trabajo según los planes
trazados por el Ser Universal.
4. –“Además del amor al trabajo es necesario,
también, tener constancia, resolución y cuidado; es necesario ver los negocios
con ojos propios, y no descansar demasiado en los ajenos”-. –“Guardad vuestra
tienda y vuestra tienda os guardará”-.
Esta observación de Benjamín Franklin denota profunda agudeza y
experiencia. Todo negocio que se atienda aportará prosperidad para su dueño, ya
que, la intención de brindar un servicio en forma adecuada es la clave para
atraer a los clientes para que lo utilicen, y lo prefieran al de la
competencia. Existen un conjunto de detalles que precisan atención y brindar el
servicio inherente a los clientes. Esos detalles para prestarle atención,
precisa, previamente, la visión de los mismos. La percepción de que alguien va a
requerir dicho servicio permite crear la infraestructura para proporcionarlo de
la mejor manera posible y al costo adecuado, en el momento oportuno. Por eso
Franklin sugiere: –“Guardad vuestra tienda y vuestra tienda os
guardará”-. El servicio correctamente brindado no pasa desapercibido y
de boca a oído se va trasmitiendo la excelencia del mismo y de quien lo
brinda. Quien se centra en su trabajo, desarrollando sus destrezas y
habilidades, para mantenerse activo de acuerdo con las inquietudes de los tiempos,
creando nuevos bienes y servicios, o sus respectivas innovaciones para irlas
adecuando a las exigencias emergentes, dispondrá de un negocio próspero que le
mantendrá a flote con el pasar del tiempo, a lo largo de la existencia. Muchas
veces, pasando los negocios de una generación a otra, creando la excelencia que
atrae a diversas generaciones de clientes. Quien esto escribe ha servido a tres
generaciones diferentes: Padres, hijos y nietos. En diversas actividades, ya
que, en la vida de una persona, cada quince o dieciséis años, es posible que se
precise cambiar de actividad, pero, la clientela le sigue de un rubro a otro.
Muchos de los clientes de mi temprana incursión en la venta de libros
especializados y de cultura clásica, pasaron a serlos durante los dieciséis
años en que me desempeñé en la industria del seguro. Posteriormente, gran
número de ellos, fueron mis clientes en el área inmobiliaria, durante
diecinueve años. Ahora, por muchos años, los son en el Despacho de abogado. En
cada nueva fase profesional se aprovecha el potencial desarrollado y la
experiencia acumulada en las actividades anteriores, predominando los estados
de conciencia en las estaciones alcanzadas. No está dicho que deba permanecerse
durante toda una existencia en la misma actividad, ya que llega un momento en
que se puede experimentar un anhelo de cambio para despertar un nuevo interés
de aprendizaje y progreso. La excelencia de un área suele desplazarse a otra, e
igualmente, ocurre con la clientela, que le sigue a donde vaya. Al margen de
eso, surgen los nuevos usuarios de los bienes y servicios que se comercializan,
creando, o ampliando la clientela en forma constante. Salvo que no se mantenga
la constancia en determinada área o que se ejerciten diversas actividades al
mismo tiempo. Aquí reside la importancia de crear o innovar, continuamente,
para satisfacer las nuevas necesidades emergentes, en los segmentos de mercado
en que se actúa. Quien mucho abarca, poco aprieta, dice el aserto popular.
Es preciso especializarse, en cada actividad que se ejerza, para alcanzar la
efectividad y la excelencia. El interés por la propia actividad lleva a cada
quien a mantenerse al día, ofreciendo, siempre, las creaciones de bienes y
servicios, o innovaciones, en el ramo en que se actúa. Quien se interesa por
los demás, logra que los demás se interesan, a su vez, por cada quien,
adquiriendo los bienes y servicios que brinda al mercado en que actúa.
5. –“El que quiera prosperar en los negocios
hágalos por sí mismo”-.
Existen profesiones o actividades cuyos servicios se brindan por sí
mismos, no por medio de ayudantes o colaboradores. Un médico, un abogado, un
ingeniero, u otra profesión liberal cualquiera, podrá disponer de colaboradores
o socios, pero, hay una parte de la actividad o servicio que el cliente lo
quiere recibir de esa persona en particular, y no de su asistente. Si el
colaborador fuera tan bueno como el jefe, trabajaría por su cuenta, y el
cliente, quizá lo preferiría. Es preciso tener en cuenta la variante de la ley
de Pareto, que dice: -“El 20% de las actividades producen el 80% de los
resultados, y el 80% de las mismas, únicamente el 20%. Por lo cual, si se elige
bien las actividades idóneas, eliminando todas aquellas que consumen mucho
tiempo y aportan pocos resultados económicos, siempre se dispondrá de tiempo
para realizar las actividades más lucrativas. A tales efectos, nadie irá más
allá de hasta donde alcance la preparación del profesional y su experiencia. Es
preciso desarrollar un constante plan de desarrollo para optimizar las propias
habilidades profesionales, especializándose, única manera de poder elevar el
nivel de ingresos acordes a la excelencia del servicio brindado.
6. –“El saber es para el hombre estudioso; la
riqueza para el vigilante; el poder para los valientes y la “gloria” para
los virtuosos”-.
Todas estas virtudes y habilidades debe poseerlas el profesional
liberal, que reúne en sí, al estudioso que alcanza, diariamente, un mejor nivel
de excelencia y competencia, haciéndole capaz de asumir retos cada vez más
elevados. Por esto se requiere estar atento a todos los particulares de la
profesión que se desempeña y a las variantes del mercado, para optimizar la
riqueza integral, no solamente económica. Muchas veces, existen otras clases de
riquezas que son inmensamente más valiosas que la compensación económica, la
cual, no obstante, si se brinda el servicio adecuado, vendrá por añadidura. El
profesional debe ser valiente para asumir nuevos retos y compromisos, cuya
experiencia adquirida es un poder que le impele a asumir roles de mayor
envergadura, de manera constante. La gloria, para los virtuosos, es decir, el
salario cósmico. El profesional liberal exitoso es un dechado de virtudes, que,
aún sin compensación económica, cumple su deber aportando el servicio adecuado.
Luego, la vida, además de las compensaciones inherentes, de donde menos se
piensa y espera, cosecha gloria inmortal, porque, los actos heroicos,
desinteresados, granjean el aprecio de la colectividad, o mercado en que se
actúa, y un gran número de personas querrán recibir el servicio de esas
personas excelsas y dignas, dotadas de virtudes excepcionales, pero, que en el
fondo, no hacen más que cumplir con su rol profesional y su compromiso social
asumido hacia la comunidad en que sirven.
7. –“Si queréis ser ricos, no aprendáis solamente a
saber como se gana, sino también como se ahorra”-.
No solamente hay que aprender a ganar, sino como reinvertir el fruto del
propio trabajo. Parte de los ingresos debe invertirse en la adquisición de obras
destinadas al desarrollo personal y profesional, y al incremento de la cultura
clásica. Nadie puede ir más allá de hasta donde alcanzan los propios
conocimientos y experiencias. El desarrollo profesional debe ser constante,
para alcanzar renovados niveles de excelencia y competencia. El mejor ahorro es
el que se realiza en el aprendizaje constante. De esta manera se podrá decir,
con Pitaco, uno de los siete sabios: -“Todo lo llevo conmigo”. Luego,
parte del ingreso obtenido debe estar destinado a la inversión: para adquirir
una casa propia, en cada etapa de la vida, de acuerdo al rango o nivel
profesional alcanzado; una oficina, o local, es otra de las metas. Y las
inversiones constantes, de acuerdo a la propia potencialidad, invirtiendo
mediante créditos a largo plazos, cuya inflación suele pagar parte de la
inversión. Por sí sola. Una décima parte de todo lo que se gana debe ser
destinado para pagarse, primero a sí mismo.
8. –“Un poco repetido varias veces hace un mucho”-.
La actividad constante va incrementando la propia competencia y riqueza
personal. Hay una máxima que vale la pena tener presente: Donde se centra la
atención se ensancha la conciencia perceptiva, comprensiva y realizadora. El
cuerpo y la mente, quieren más de lo que se les da. Es preciso, por lo tanto,
dar el primer paso en cualquier cosa que se desea emprender, y persistir en la
ruta hasta alcanzar la meta, sea cual ésta fuere. El hábito del estudio, del
trabajo y de la riqueza se fortalece con la práctica y la constancia. Jamás se
debe abandonar a mitad de camino, cuando las cosas se ponen duras, ya que, casi
siempre, indican el momento en que las situaciones adversas mudan en
favorables, si cada quien se niega a abandonar a mitad de camino, y a
persistir, serena y sosegadamente, como decía Don Quijote.
9. –“Cuando el pozo está seco se conoce lo que vale
el agua”-.
En la época de abundancia es preciso tomar las previsiones para las
épocas de escasez. Esto significa que no hay que desviar el dinero que se gana
en gastos superfluos e insustanciales. La vida aporta con antelación a que se
manifiesten las necesidades los recursos que se han de precisar. Por eso, es
indispensable, no malgastar la totalidad de lo ganado salvo que sea en gastos
útiles y productivos, que representan un respaldo para la propia actividad o
ejercicio de la profesión.
10. -“La vanidad de los adornos es “preciso desterrarla”-.
Los ingresos se clasifican en tres partes: los mínimos esenciales que
garanticen la permanencia en el mercado. Los que justifican que cada quien se
dedique a una actividad, cualquiera que esta sea. Y, por último, aquellos que
permitan realizar cosas que den brillo a la propia actividad, o profesión. Sin
embargo, sí estos últimos ingresos no se logran, no afecta para nada el ejercicio
del propio desempeño. Es importante mantenerse en el nivel óptimo de desempeño
profesional, evitando el despilfarro o el gasto fruto de la vanidad personal.
11. –“Es más fácil reprimir el primer capricho que satisfacer todos los que
después son sus consecuencias”-.
Es preciso acostumbrarse desde temprana edad, en controlarse en
satisfacer gustos o pasiones que pueden desviar del camino de la virtud y del
perfecto equilibrio. El aforismo de Solón El Ateniense, que fuera inscrito en
el portal del Templo de Apolo, en Delfos de la antigua Grecia, de: “Nada
demasiado”, debería ser tenido en cuenta. El cuerpo y la mente quieren más de
lo que se le da. Por eso, si se le da estudio, trabajo y hábitos justos y
perfectos, en todos los ámbitos existenciales, igualmente, por el camino de la
virtud, mientras más se avance, más se querrá avanzar, ad infinitum. Los
hábitos positivos cuidarán, por si mismos, en desplazar a los menos favorables,
al igual que la luz evacúa la oscuridad, sin esfuerzo alguno. La templanza es
una de las cinco virtudes que aporta autodominio y desapego en todos los
ámbitos existenciales. La fortaleza en la templanza y la templanza en la
fortaleza, se equilibran mutuamente en la práctica de todas las virtudes. Si la
prudencia y/o la sabiduría, acompañada de la justicia, guían los pensamientos,
los sentimientos, las palabras y los actos, permitirán una vida virtuosa,
reflejando la belleza, símbolo de la perfección siempre relativa, pero
ascendente en la eterna polarización.
12. –“Los grandes navíos pueden engolfarse; pero los barquichuelos no deben
alejarse de la costa”-.
El niño gatea; el adulto puede correr. Así ocurre en la vida
profesional. Se va adquiriendo la competencia para ir asumiendo, cada vez más y
mejor, compromisos de mayor envergadura. He ahí la importancia del constante
aprendizaje por objetivos y resultados. Con cada nuevo logro, se adquiere la
competencia de ir asumiendo otro de mayor envergadura. He ahí el secreto.
13. –“El orgullo que come vanidad cena desprecio”-.
Existe un orgullo sano, fruto de la conciencia de la propia dignidad,
que impele a la persona a no realizar nada que sea ajeno a la virtud o al
cumplimiento del propio deber. Ese orgullo sano emana de la conciencia interior
del propio deber, de la propia ambición de alcanzar niveles más elevados de
progreso. Parafraseando a William Blake, podría decirse: -Nadie vuela
demasiado alto si lo hace con sus propias alas. Ahora bien, realizar
actos de vanidad para aparentar es otra cosa. Las apariencias no tienen nada
que ver con la realidad. Es preciso ser humildes, y actuar acordes con la
verdad por delante. Eso tiene mayor mérito y nadie puede criticar a quien es
auténtico en sus pensamientos, sentimientos, palabras y actos, y merece ser
ayudado para alcanzar mejores niveles de excelencia. Hay que descubrir la
divinidad interior que se anida en cada ser y realizar todo lo que pueda
permitir que aflore, primero en la conciencia, mediante la conexión divina y la
aceptación de la realidad. Luego, que aflore en los pensamientos, sentimientos,
palabras y actos, de acuerdo con el amor, el deber, la justicia, la prudencia,
la templanza, la humildad, la fortaleza, la paciencia y la belleza. Con la
verdad por delante, nadie podrá ser criticado. Por los actos de la vanidad,
reñidos con la realidad, sí se podrá serlo, y además, merecer el repudio
inherente. Aceptar, siempre, la verdad, tal cual es, y actuar de acuerdo con
ella. Los demás que piensen o digan lo que quieran. Nada os debe importar si
vuestros pensamientos, sentimientos, palabras y actos son virtuosos.
14. –“Un hombre que ha nacido libre jamás debe avergonzarse ni temer hablar
a su semejante, ni mirarle a la cara”-.
Libre y de buenas costumbres, es la condición inherente a los hijos de
la luz. La gente realmente evolucionada, de valor, sería incapaz de subestimar,
o discriminar, a nadie, ni siquiera a una hormiguita, y trata con dignidad a
todos sus semejantes. Para ser libres de pensamientos, sentimientos, palabras y
actos, es preciso que los pensamientos y sentimientos se ciñan a los valores
universales del amor, de la justicia, de la prudencia, de la fortaleza, de la
templanza y de la belleza. Si esto es así, se sabrá reconocer el valor de cada
quien, y respetarlo. Se tendrá la humildad de aprender de quienes sepan más,
más allá de las apariencias, porque, viendo más allá de ellas, se apreciará el
valor de cada quien, y se le tratará dignamente. Con el sentimiento de la
propia dignidad se podrá aprender con sólo observar. Cada quien puede enseñar,
con su ejemplo, sin pronunciar palabra alguna. Al mirar a la cara, o cara a
cara, a las personas, o a los acontecimientos, se les podrá apreciar tal como
son y dejarán de parecer diferentes de lo que son, o maximizarlos. No hay que
temer de mirar cara a cara la realidad y aceptarla. Al hacerlo así, se comienza
a tomar el control de las situaciones, sosegadamente; con serenidad, calma y
apacibilidad. Afrontar todo lo que proporciona temor es el primer paso para
superar ese efecto y desarrollar la propia auto-confianza y el valor, y la
conciencia de la propia valía, y la de los demás. Haz todo lo que temas hacer,
con prudencia, y pronto no habrá nada que te cause temor, excepto del de faltar
al cumplimiento del propio deber, o realizar actos reñidos con la justicia y la
prudencia.
15. –“Difícil es que un saco vacío se mantenga derecho”-.
Esto significa que es preciso alimentarse bien, en lo físico, en lo
mental, en lo intelectual y en lo espiritual. A nivel físico, con alimentos
saludables, que aporten los nutrientes capaces de permitir un día de trabajo
intenso conservando la vitalidad al final de la noche, cuando a las doce en
punto, se vaya a descansar. Eliminando los alimentos nocivos, con cuya sola
observancia se mantiene una salud perdurable. A nivel mental, con pensamientos
y sentimientos acordes a los valores de la justicia, la fortaleza, la
templanza, la belleza y la prudencia, para conducirse en forma virtuosa en
todos los ámbitos existenciales. A nivel intelectual, mediante la lectura de
obras de literatura clásica, textos de desarrollo profesional, la historia, la
ciencia y la filosofía, que eduquen los sentimientos y la visión de la vida,
para saber que hacer, o que dejar de hacer, en todo momento. Y sobre todo, para
discernir la diferencia entre las cosas más allá de las apariencias.
16. –“El sol de la mañana no dura todo el día”-.
Mucha sabiduría encierra este aforismo. La prosperidad tiene ciclos
alternos: activos y pasivos. Y la ausencia de prosperidad, igual. La adversidad
tiene su término si se persiste en transmutarla en oportunidades de riqueza y
aprendizaje. Las oportunidades, en la vida, suelen presentarse bajo el disfraz
de la adversidad. Si se la afronta para resolver las situaciones que le son
implícitas, se aprovecha la oportunidad equivalente, o mayor, que esconden en
su interior. Esos son los ciclos alternos de la naturaleza. La primavera, el
verano, el otoño y el invierno. Permiten el equilibrio en la naturaleza y en la
vida. En los negocios, también. Los ciclos económicos de recuperación, expansión,
recesión y contracción, se repiten en ciclos menores, mayores y de largas
oscilaciones. Quien los domine, al igual que los ciclos históricos, tiene en
sus manos las riendas de la riqueza integral.
17. –“Acostaros sin cenar antes que amanecer con deudas”-.
Las deudas son fuentes de esclavitud, o de riqueza, según el móvil que
las guíen. Deudas por cosas que no contribuyen a crear fuentes de riquezas,
como las inversiones prudentes, para apalancar el progreso en la propia
actividad o negocio, invirtiendo en equipos, o insumos que ayudan a incrementar
los beneficios, permitiendo que la inflación contribuya a pagar parte del
crédito obtenido, es una forma saludable de adquirir compromisos económicos,
preferiblemente con instituciones financieras, más que con particulares. Pero,
hay que evitar todo tipo de deudas por satisfacer hábitos pocos saludables, en
cualquier ámbito existencial.
18. –“Ganad lo que podáis y guardad vuestra ganancia: he aquí el verdadero
secreto de convertir vuestro plomo en oro”-.
Este consejo de Franklin vale su peso en oro. Es preciso guarda una
parte de lo ganado, o invertirlo en forma productiva en bienes de refugios que,
no solamente mantienen su valor, sino que lo acrecientan, como bienes
inmuebles, por ejemplo. Una forma sana de invertir una parte de lo que se gana,
repetimos, es hacerlo en el propio autodesarrollo o educación, en obras de
cultura clásica o de formación profesional, o en costear la asistencia a las
mejores universidades. El desarrollo personal y profesional debe ser constante
a lo largo de toda la vida, ya que, los avances son constantes, y
permanentemente el mercado va cambiando. Es preciso desarrollar la visión que
permita detectar los cambios antes de que ocurran para saber que innovaciones o
creación de nuevos bienes y servicios hay que efectuar para asumir nuevas
cuotas de servicios, en esos mismos segmentos mercados, u otros, con lo que,
mantener la propia prosperidad activa y constante, en el espacio y en el
tiempo.
19. –“En la escuela de la experiencia las lecciones cuestan caras; pero
solamente en ella se corrigen los insensatos”-.
La verdadera maestra de la vida es la experiencia; la que desarrolla la
aptitud y proporciona la visión. La experiencia optimiza el pensar, el sentir,
el hablar y el actuar. Es preciso prepararse y aprender con maestros, o por sí
mismos, por ensayo y error. Al afrontar las propias necesidades, sin evadirlas,
asumiendo las inherentes responsabilidades, aflora en la propia conciencia la
percepción del qué, del cómo, del cuándo, del dónde, del quién, del cuánto y
del por qué. Paralelamente fluye , en forma análoga, el poder potencialmente
infinito en la proporción correcta, que permite hacer lo que debe ser
realizado, si no se abandona a mitad de camino. El conocimiento y el poder
creador se encuentran dentro del ser. Afloran al exterior, cuando la persona
asume su rol y afronta la realidad. El éxito alcanzado permite obtener la
experiencia que es lo que le da valor a la persona, y a cualquier ser de los
cuatro reinos naturales. La experiencia, la aptitud, la inteligencia y el
carácter, se desarrollan simultáneamente, y aflora, en el Espíritu, la visión
existencial, es decir, la conciencia perceptiva, comprensiva y realizadora, en
determinado grado, en una eterna polarización, ad infinitum. La experiencia es
la maestra de la vida y la que otorga autoridad moral y competencia personal y
profesional, en todo.
20. –“Se puede dar un buen consejo, pero no el buen juicio”-.
Probablemente, no todos quieren oír consejos; sin embargo, si alguien se
toma la molestia de darlo, merecería que se le oyera, y acto seguido, darle las
gracias. Si luego decide seguirlo o no, es asunto de cada quien. Muchas veces
se paga un costo en ambos sentidos. Ya que, es preciso detectar la intención
con que la persona lo otorga, sobre todo cuando no se le ha solicitado. Siempre
es preciso detectar la intención de quien da el consejo. Al final, hay que
dejarse guiar por el propio sentimiento del deber, del honor, de la justicia y
de la propia dignidad personal. Pero, con darle las gracias, a la persona, se
le retribuye el servicio prestado. El asesor sugiere. Pero, la decisión es
personal y el costo de oportunidad por realizar una decisión, o dejar de
hacerlo, también, por eso, nadie debería inmiscuirse en la vida de nadie, salvo
en aquellos casos que sea moralmente válido hacerlo, que cada quien sabrá el
cuando y el por qué. La experiencia es algo que se quiere adquirir por sí
mismo, y esa es la razón que pocos son susceptibles de seguir cualquier consejo
que se le de. Muchos solicitan consejos, pero, en el fondo, tampoco hay certeza
de que los seguirán, pero, es deber de cada quien, si se tiene la experiencia,
dar la mejor opinión que pueda, para cumplir con el deber de solidaridad, o de
conciencia. Pero, además de señalar el camino, hay que dejar que la persona en
cuestión lo recorra, no cargarla sobre los hombros y recorrer el camino por
ella. Dar lo que se nos solicita, y dejar que cada quien decida, sin interferir
ni inmiscuirse, respetando cualquier decisión con desapego. Existe determinado
grado de responsabilidad, y costo inherente, por los errores en que se pueda
inducir a otros con el propio asesoramiento. Es preciso calibrarlo y tenerlo
presente al emitir opiniones.
21. –“El que no admite consejo no puede ser socorrido”-.
Quien no acepta consejo es imposible que se le pueda ayudar. A lo sumo,
dar la propia opinión, pero, siempre, hay que respetar la decisión que la
persona tome, siendo de su única responsabilidad el resultado de lo que haga.
Llegará un momento en que aflorará, en su mente, la idea correcta, para
realizar lo pertinente, en el tiempo perfecto de Dios. Existe un plan divino en
la vida de cada persona. Es preciso dejar que aflore ya que cada persona es
responsable de su propio plan de vida. Quien interfiera, oportunamente,
experimentará interferencias análogas, como un medio de adquirir experiencia
del deber de respetar el camino de cada quien.
22. –“Si no queréis escuchar la razón, ella no dejará de darse a conocer”-.
La vida tiene múltiples medios para que se manifieste la verdad
inherente a cada quién. Oportunamente, la conciencia se iluminará con la
intuición pertinente y con la inspiración que aporta la idea oportuna, o por el
aprendizaje bien sea en la escuela del dolor o en la del conocimiento asimilado
sin costosa experiencia. Pero, en todo ser, existe un mecanismo interior que
permite aflorar la verdad que le es inherente, y necesaria, en tiempo oportuno.
El Gran Pedagogo se expresa en la conciencia de cada ser, por el lenguaje del
sentimiento del amor, de la prudencia, del deber, de la justicia, de la
fortaleza, de la templanza y de la belleza, aportando la guía divina y la
manifestación del poder potencialmente infinito, en la proporción correcta a la
magnitud de esa experiencia en particular.
23. –“Solamente el primer paso es lo que cuesta”-.
Con el primer paso, hay que vencer la fuerza de inercia para ponerse en
movimiento. Una vez puestos en movimiento, la misma fuerza de inercia permite
fluir manteniendo el movimiento hasta alcanzar la meta. Si no se abandona a
mitad de camino, cuando las cosas se ponen menos fáciles, en ese instante se
activan los poderes creadores de la mente, aportando la visión correcta y la
energía creadora en grado suficiente, que permite culminar la acción en los
resultados previstos y anhelados, la proporción factible y adecuada a la
intensidad desplegada, integralmente hablando.
24. –“La sabiduría que me atribuían, apenas en décima parte me era propia,
pues la había recogido rebuscando en el campo de la experiencia de todos los
siglos y de todas las naciones”.
Benjamín Flanklin, en determinada fase de su vida, adquirió conciencia
del sentimiento de la humildad, a partir de la cual comenzó a cosechar mejores
resultados. Toda persona que alcanza resultados de valor, en su vida, percibe
que sin la ayuda ajena, o la intervención de algún factor que le es ajeno, no
habría logrado lo que se le atribuye. Es ahí la importancia de que los grandes
hombres atribuyan el determinado grado de mérito de cualquier obra realizada, a
la divinidad, o a quien realmente lo tenga. Las ideas fluyen sin que se sepa de
donde vienen a la propia mente, la energía emana en forma imperiosa cuando las
propias fuerzas parecían exhaustas, conduciendo las acciones hasta coronarlas
con éxito. Las personas que aportan la ayuda providenciales aparecen cuando
menos se piensa y del lugar inesperado, aportando las coincidencias que
permiten culminar con éxito el propósito, o el objetivo antepuesto como meta.
Quizá, el único mérito sea el de haberse colocado al servicio de la
inteligencia divina que ha utilizado a cada quien como instrumento, por eso, si
algo hay de mérito, en la propia obra, hay que atribuirlo a la Divinidad, tal
como lo sugería Bias, el Prienio, uno de los siete sabios.
Adelante.
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