EL PODER DEL OPTIMISMO
©Abg. Giuseppe ISGRÓ C.
Existe toda una doctrina metafísica en torno al optimismo y uno de los filósofos racionalistas que estudió a fondo este tema fue Gottfried W. Leibnitz, quien a finales del siglo XVII e inicio del XVIII, sustentaba la idea de que –“gracias a la armonía preestablecida por el Creador se disponía el mejor de los mundos posibles”- cuya teoría se conoce como optimismo metafísico. Él sostenía que la verdad se sustentaba en la razón y en los hechos; por la primera, la verdad era inmutable, por ejemplo: dos por dos son cuatro y no podría ser de otra manera, por cuanto ello crearía una contradicción. En cambio, el planeta tierra tiene un satélite; es una verdad de hecho, pero ésta sí podría cambiar y ser de otra manera.
Dentro de la capacidad perceptiva del ser existe la intuición que facilita el conocimiento de la realidad en su doble vertiente basada, la primera, en los valores universales inmutables y, la segunda, en la sustentada por hechos sujetos a cambio de tendencias o manifestación, como efectos que son de una causa que los genera, y al cambiar ésta se modifican aquellos.
El conocimiento de la realidad universal, de las leyes naturales, de los valores y principio cósmicos y sus respectivas leyes eternas, la percepción del Creador y sus atributos divinos, la visión de que el ser humano está constituido por un espíritu eterno e inmortal, con preexistencia y supervivencia al presente ciclo de vida; el estar consciente de la ley de reencarnación y la ley del karma, en la eterna y continuada vida, es decir, la pluralidad de existencias y la pluralidad de mundos habitados, la ley de evolución y la del eterno progreso, la solidaridad universal, la conformación de una sola ecología mental cuyas facultades mentales y espirituales le permiten al ser una interconexión permanente con todas las mentes de acuerdo a la propia esfera mental o estado evolutivo y la factibilidad de conexión permanente con la Inteligencia Infinita del Universo –como canal de Luz y expresión de la voluntad divina-, la unificación de los estados de conciencia archivados en la memoria espiritual, fruto de incontables ciclos de vida, por medio de la meditación profunda, permite aflorar, en la conciencia, la percepción de una perspectiva optimista, ya que se hace cargo probable de los resultados finales positivos, en cada etapa, de acuerdo con los planes cósmicos y que, toda manifestación de la energía positiva se hace con un fin ulterior bueno o favorable.
En 1930, con el inicio de la Facultad de Parapsicología, en la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, U.S.A., el Dr. Joseph B. Rhine y su equipo de colaboradores, llevaron a cabo un descubrimiento que, aquí, nos permite interrelacionar consecuencias interesantes.
Al efectuar miles de experimentos de laboratorio con las cartas Zener, juego de veinticinco cartas diseñadas por Karl Zener, –cinco cartas con cada uno de los siguientes símbolos-: el cuadrado, el signo más, el círculo, las ondas y la estrella de cinco punta, el Dr. Rhine había llegado a la conclusión de que, cualquier persona sin ningún tipo de desarrollo en su facultad de percepción extra-sensorial, por efecto de la casualidad, según riguroso cálculo estadístico- debía tener cinco aciertos; cuando éstos eran superiores a cinco, -hasta veinticinco-, cada acierto adicional reflejaba la presencia de un equivalente grado de desarrollo de la facultad de percepción extra-sensorial; análoga relación estadística habían determinado para los experimentos de psicoquinesia. Pero, ocurrió algo que le llamó poderosamente la atención. Algunos sujetos de experimentación lograban resultados por debajo del mínimo que debía ser alcanzado por efecto de la casualidad por cualquier persona que no presentase ningún tipo de capacidad de percepción extra-sensorial.
Después de analizar a fondo el caso, se percató de un hecho notable, revelador y, para nosotros, de gran significación. Aquellas personas que obtenían resultados por debajo del mínimo esperado, sí presentaban un estado desarrollado de su capacidad de percepción extra-sensorial -y también, psico-cinético-, solo que en sentido inverso. Es decir, su expectativa negativa de logros le hacía alterar los resultados mínimos que debían haber obtenido por vía de la casualidad.
¿Qué ocurre en la vida? El esquema de la naturaleza de las cosas conlleva a que, cualquier persona, en condiciones normales, llevando a cabo determinadas actividades, debería obtener un determinado grado de resultados que representase un éxito mínimo probable y factible, siempre haciendo lo que se precisa. Empero, muchas personas, por su expectativa negativa o pesimismo, alteran los resultados mínimos o máximos que, con una actitud -o enfoque- optimista, serían fácil obtener.
Se tiende a crear lo que se piensa o espera. –Siddhartha Gautama, decía: -“Prosigamos hasta la meta, nuestros pensamientos crean el mundo”-. Los pensamientos tienen un poder de atracción y repulsión. Lo semejante atrae a lo semejante. Las expectativas positivas u optimistas atraen a los elementos coadyuvantes y repelen a los opuestos y viceversa. Ricardo Guada, tiene un excelente lema: -“Si quieres saber como será el futuro, predícelo”. Generalmente, se cumplen las propias expectativas.
Adelante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario