A LA GLORIA DE LA DIVINIDAD,
POR EL DEBER CUMPLIDO, TRABAJAR
©Giuseppe Isgró C.
Enero 1972
04-05 de Julio: 2019
Un poeta, o aspirante a serlo,
no debería tocar las obras de su juventud,
por cuanto ya no le pertenecen, según se dice.
En realidad aquel joven que las escribió,
ya no es el mismo, que ahora relee.
Sin embargo, nuestra vida es un enmendar constante
de las obras de nuestra juvenil vida,
desde las noches de los tiempos.
Si dejamos de hacerlo nosotros, sus autores,
es una oportunidad que se desaprovecha, irrepetible,
por eso hay que romper los moldes que inhiben la creatividad,
realizando el trabajo de perfección constante que nos compete.
Si se anhela llevar a cabo algo útil, hay que hacerlo.
Al final no deja de ser una única y eterna juventud
bajo el ropaje de las edades: eterna juventud,
en el ejercicio de una perfección que jamás será alcanzada,
pero, que siempre nos aproxima un poco más.
GIC
Una meditación de Jo con la Divinidad:
Elevando su pensamiento,
con los ojos vueltos hacia arriba;
centrando el sentimiento de la admiración
en la Divinidad, Jo, expresa:
Concédeme servir a la gloria de tu causa,
Oh Divinidad Omnipresente, ab-eterna.
Oh Creador del infinito,
razón de ser de todo lo existente.
Que mi mente se emociona
frente a la inmensidad del universo,
y perfección de la vida;
viendo que pese a todo
el pensamiento es más veloz
que la acción de cada ser,
y el tiempo siempre presente,
se hace corto, para satisfacer
las necesidades del sentimiento
de los atributos divinos.
La necesidad mayor que el ser palpa,
es observar las cosas esenciales por hacer,
y al realizarlas, o ponerse en camino
en pos de su logro,
igualar la velocidad del pensamiento se quisiera.
Empero, todo tiene su tiempo justo
y perfecto de ejecución, y de aparente descanso
en el eterno movimiento circular del ser,
en los estados de conciencia,
y las infinitas rectas en las estaciones de la vida.
Todo compasado según la imagen de la Espiral.
Movimiento circular en los estados de conciencia,
Expansión circular en las estaciones de la vida.
Admirable ascenso evolutivo, simultáneo,
de todos los atributos divinos,
en los infinitos grados de progreso,
en los 360 grados del ser
en la 16 direcciones de la Rosa de los Vientos.
Al igual que el movimiento circular
de los 8 trigramas dobles, repetidos,
en la Rueda del I Ching, o Libro de las mutaciones,
conforman los 64 exagramas, en eterna rotación,
expresan todas las situaciones de la vida;
se entiende así, el mapa del universo:
el plan divino de la creación
impreso en la conciencia de cada ser,
semillero de inspiración,
percepción de intuiciones.
Esto permite aflorar el conocimiento
de la aptitud, y la potencia de la actitud.
Se piensa más rápido
de lo que la acción puede realizar.
Empero, ¿qué se puede hacer?
si no es aguardar tranquilo
el paso lento del tiempo, eterno presente,
que sin embargo no lo es tanto
por las múltiples aspiraciones del Espíritu,
que requieren tiempo, sin tiempo,
dedicación, estudio, meditación, trabajo,
constancia, ideas claras, sentido de la meta,
centrado en un objetivo prioritario a la vez,
ad infinitum, en armonía con el orden cósmico
en los cuatro reinos naturales,
en todos los mundos del universo.
De la eternidad pasada,
se avanza hacia la eternidad futura.
Desde siempre para siempre:
un enigma descifrable,
en el eterno presente.
Que el horizonte brille con la luz sublime
y el Espíritu, conductor del hombre, camine firme;
Si alguna vez cayere, que se levante enseguida,
para avanzar siempre
hacia la estrella luminosa del firmamento,
Oh Divinidad, Gran Arquitecto, Oh Ser sin nombre,
ya que antes de Ti no hubo nadie que te lo pusiera,
faro seguro del ascenso de la conciencia,
en las infinitas estaciones de la vida.
Que no falte jamás la voluntad férrea,
ni tiemble nunca el brazo fuerte;
que el pensamiento siempre seguro,
la Luz de la Divinidad palpe
en conexión divina.
Que así sea, pensó Jo,
interiorizándose en la infinitud del ser,
pasando de la claridad superficial, objetiva,
a la profunda, subjetiva,
en exacta correspondencia:
Por eso Hermes, el tres veces grande,
El Mensajero, dijo:
-“como es adentro es afuera”;
-“como es afuera, es adentro”.
-“Cómo es arriba es abajo”;
-“cómo es abajo es arriba”,
para que se cumpla la Ley de la creación..
Luego, Jo concluyó:
La gloria más grande a la que aspirar pueda,
cada ser, trabajando a la gloria
del Gran Arquitecto del Universo,
es el sentimiento del deber cumplido,
por cualquier obra realizada,
ejerciendo la práctica de todas las virtudes,
viviendo una vida virtuosa, justa y perfecta,
siempre perfectible en mayor grado,
ad infinitum.
No es poca cosa, terminó pensando Jo.
Le vino a la mente:
cuánto queda por aprender!
Se repitió, en un silencioso soliloquio:
Humildad, ser mío; humildad.
Manos a las obras, sin prisa pero sin pausa,
disfrutando al mismo tiempo,
como lo hace el artista en la creación de su obra:
con amor, fervor y entusiasmo
con la justicia y la belleza por delante:
todo justo y perfecto.
.
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