LA BATALLA DE LA VICTORIA
©Giuseppe Isgró C.
El 12 de febrero de 1814, se realizó la heroica Batalla de la Victoria, -en Venezuela- en la cual José Felix Ribas, al frente de unos dos mil soldados, la mayoría de ellos jóvenes de doce años en adelante, y asistidos, oportunamente, por el refuerzo enviado por el Libertador, desde San Mateo, al frente de Vicente Elías y Manuel Aldao, lograron un triunfo que, sin duda alguna, aparte de mermar el ejército realista al frente de Francisco Tomás Morales, afianzaron la confianza de los patriotas, en las batallas sucesivas.
Con anterioridad al 03 de febrero, el ejército patriota –comandado por Vicente Campos Elías, español al servicio republicano-, había perdido la Batalla de La Puerta, a cuyo frente del bando contrario se encontraba José Tomás Boves, quien fue herido en la pierna, al tiempo en que era derribado su caballo. Mientras Boves se recuperaba, Morales, con un ejército de siete mil hombres, se trasladó al Estado Aragua, con la finalidad de ir cercando al Libertador que se encontraba en Valencia e impediría la comunicación con José Felix Ribas, ubicado en Caracas. De allí, oportunamente, con el refuerzo de Boves, que se recuperaba, tomar la capital.
Ribas, viendo el peligro que ello entrañaba, reclutó, en Caracas, alrededor de 800 jóvenes, -entre liceístas y universitarios-, desde los doce años en adelante, quienes con un entusiasmo propio de la edad, que desestima los riesgos y, a la vez, con gran motivación y fervor patriótico, fueron guiados por el mismo Ribas hasta el Estado Aragua. Su finalidad era la de frenar a Morales. A tales efectos, la batalla se realizó el 12 de febrero de 1814, desde las ocho de la mañana, en la plaza y en las diferentes calles de la población de La Victoria, -nombre éste que, en su fundación, siglos antes, le asignaron en homenaje a la Batalla de Lepanto, en la cual combatiera el inmortal Cervantes-.
La de La Victoria era una batalla desigual, tal como acontecía con casi todas las de la guerra de la Independencia; pero, el valor, el fervor patrio, la necesidad suprema de vencer para salvar la Patria, -un poco la justicia divina que secunda a los que actúan con justa causa, hace resistir a ese grupo de intrépidos jóvenes que, junto a los reclutados en el Estado Aragua, conforman 2.000 valerosos soldados, de quienes, a las cuatro de la tarde, sólo quedaban, aproximadamente, 1.000. En esas condiciones poco favorables, aparecen en escena –según O´Leary-, 350 soldados que, como ya se dijo, enviados por Bolívar, y capitaneados por Campo Elías y Manuel Aldao, irrumpieron en el campo enemigo, del cual recibieron la pregunta: -¿Quién vive?, a la cual, respondieron: -“El vencedor de Mosquiteros”.
Era tal la confianza de ese puñado de hombres que, con su penetración en el campo enemigo, desconcertaron a los realistas, quienes, cuando lograron cercarlos, enfrascándose en ardua lucha, José Feliz Ribas aprovechó para atacar con sus restantes 1.000 hombres, por la retaguardia de los realistas, causando grandes estragos en dichas filas.
La emoción de los patriotas, -de ambos grupos, el comandado por Ribas, y el de Campos Elías-, fue tal que se abrazaron en pleno fragor de la batalla, entre los disparos de ambos bandos, y ese acto de celebración anticipado del triunfo, terminó de atemorizar a los realistas, quienes se dispersaron, abandonando el campo de batalla.
Las pérdidas del ejército realista fueron cuantiosas, y cuando Boves, sobreponiéndose a su herida, intentó ayudar a Morales, ya no había nada que hacer.
Ribas salió en persecución del enemigo para afianzar los resultados, aún, más. Había sido una batalla heroica, cuyo valor de tantos jóvenes que apenas empezaban a vivir ha inmortalizado esa fecha para conmemorar el día de la juventud, como una evidencia más de que, cuando se quiere, se puede, si se enfrentan las situaciones con coraje, firmeza y voluntad de triunfo.
Al día siguiente, El Libertador, desde Valencia, emitió una salutación a los vencedores, en la cual, entre otros aspectos, expresaba: -“Soldados: Vosotros, en quienes el amor a la Patria es superior a todos los sentimientos, habéis ganado la palma del triunfo, elevando al último grado de gloria esta Patria privilegiada, que ha podido inspirar el heroísmo en vuestras almas impertérritas. Vuestros nombres no irán a perderse nunca en el olvido. Contemplad la gloria que acabáis de adquirir…… El general Ribas, sobre quien la adversidad no puede nada, el héroe de Niquitao y Los Horcones, será, desde hoy, titulado el Vencedor de los tiranos de La Victoria…… Volad vencedores, sobre las huellas de los fugitivos; sobre esas bandas de tártaros que, embriagados de sangre, intentaban aniquilar a la América culta, cubrir de polvo los momentos de la virtud y del genio; pero en vano, porque vosotros habéis salvado la Patria”.
Los hechos relatados reflejan varios ejemplos dignos de emulación. El primero, esos valientes jóvenes –y los adultos también-, frente a unos enemigos temibles como los eran Boves y Morales, enfrentaron con realismos las circunstancias, y con fe, tenacidad y coraje invencibles, acometieron, en condiciones de desventaja, -2.000 contra 7.000-, una batalla de la que dependía la supervivencia de la Patria. Lograron el objetivo.
La enseñanza desprendida, es:
1. Es preciso enfrentar con realismo, y fe en el triunfo, las situaciones, persistiendo, sin mudar de propósito, hasta obtener los resultados apetecidos.
2. La elevada autoestima que debe predominar en el ánimo. Los 350 hombres al mando de Campos Elías y Aldao, cuando a la pregunta de: -¿Quién vive?, responden: -“El vencedor de Mosquitero”, denotaban poseerla en alto grado. Ese estado mental le llevó a penetrar en campo enemigo realista, el cual le era muy superior cuantitativamente, en una proporción de veinte veces. Su actitud osada, y las acciones confiadas que ejecutaron, sembraron el desconcierto, demostrando, una vez más, la veracidad del aserto: -“El mundo se apartará para dar el paso al que, firmemente, osa”. Tal como decían los antiguos: -“Hazlo y tendrás el poder”.
3. Los jóvenes de la Batalla de La Victoria, eran poseedores de la capacidad inherente a tal misión, realizando acciones propias de la edad adulta. Su sentimiento de la propia importancia les había redimensionado a niveles heroicos y en tal medida respondieron.
4. Por esa razón, es preciso asumir retos cada vez más elevados para construir la Patria anhelada.
5. Otro aspecto digno de ser destacado, es: Los patriotas DIERON POR HECHO de que habían ganado la batalla, al estrechar abrazos emocionados entre ellos, con lo cual sembraron el pánico entre los realistas. Aplicaron el principio enunciado por William James, años más tarde, de: -“Actuar como si….. ya se estuviese en posesión de los resultados apetecidos”.
José Felix Ribas, al término de la Batalla de La Victoria, expresó: -“La jornada ha sido larga y cruel, pero gloriosa”-.
Adelante.
Adelante.
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