©Giuseppe Isgró C.
Un futuro que, tecnológicamente, está llegando más rápido de lo que se
está mentalmente preparado. Esto, cambiará nuestros hábitos de vida, en gran
parte; y será muy positivo.
Empero, moralmente, en valores, la humanidad está muy lejos en adelantar
al mismo ritmo.
Mucha de esta tecnología, como lo anticipaba Aldous Huxley, en su libro
El Mundo Feliz, en 1932, será utilizada por grupos de poder, o por los Estados
del planeta, para someter a un mayor control al ser humano, y se tendrá menos
privacidad, y sus derechos serán más fácilmente vulnerados por los mismos
Estados de los países en que se viva. Para muestra un botón muy cercano.
Pero, con esa misma tecnología, los mismos ciudadanos podrán controlar
mejor al Estado, y hacerlo más eficiente. Se podrá controlar los escrutinios
electorales, y hacer más seguros los procesos.
Sin embargo, eso va en beneficio del progreso. El ser humano, estando
muy lejos de haber alcanzado un estado de perfeccionamiento moral, en un mundo
de la normalidad anterior, no acelerará ese desarrollo moral paralelamente con
esta tecnología; por una razón: en los últimos seis mil años no ha avanzado
moralmente al mismo ritmo que la ciencia y la tecnología. Necesita su tiempo de
maduración y educación. En muchos sentidos, parte de ese progreso se ha estado
utilizando en detrimento del propio ser humano.
Precisamente, por esa imperfección moral del ser humano en determinados
niveles y grados, determinará el mal uso de esos avances, por grupos de poder
inadecuadamente desarrollados éticamente.
Sin embargo, desde una perspectiva optimista, estos adelantos podrían
contribuir a desarrollar un enfoque más positivo.
No dudo tanto del ser humano, en general, quien con buena orientación mejoraría
rápidamente, también en la parte moral. La duda reside en algunos centros de
poder mundiales, que por largo tiempo se rehusarán en dejar de manipular la
vida en el planeta tierra, buscando de mantener a la población mundial dentro
de cierto encajonamiento, ya que perderían el control de la situación.
Como están las cosas, en ningún Estado, en el planeta, y eso quiere
decir, ningún líder capaz de dirigir a un ser humano desarrollado en sus
niveles más elevados. No sabrían que hacer con él, ya que buscaría asumir esas
funciones de poder que ahora poseen unos pocos.
Sin embargo, las empresas que dejan de adaptarse a las nuevas realidades
desaparecerán del mercado, como ha ocurrido en tiempos pasados. Hay que
adecuarse. Leía, recientemente, que estos robots, no tienen la capacidad de los
sentimientos, y en algunas circunstancias se ignora cómo podrían reaccionar.
Dos puntos adicionales:
Al final de cuenta, el ser humano es un “robot” inmensamente más
poderoso que cualquier otro invento realizado, o por realizar, en un futuro;
pero ignora cuál es su poder, y como utilizarlo. Ese aprendizaje es imperioso
que se comience por desarrollarlo de manera más efectiva.
Por otra parte, para concluir, a pesar del comentario en relación a los
abogados, estimo que la carrera de Derecho existirá, aún, por muchos milenios,
precisamente, por la imperfección moral del ser humano. Lo que pudiese variar
es el uso de los conocimientos del abogado: podría transformarse en un educador
de la axiología, o ciencia de valores.
En un futuro, el Derecho, estimo, debe ser enseñado en las escuelas
desde los primeros grados, al igual, que los principios esenciales de la salud,
para que cada quien pueda mantenerse sano, por sí mismo, y actuar, éticamente,
también, a conciencia.
Personalmente, prefiero el progreso con todos los riesgos que pueda
implicar. Pero, tengo confianza, que el ser humano preparado, tendrá trabajo en
cualquier lugar y tiempo; lo que sí estoy seguro, que si ahora, en la vida
normal de una persona, sea preciso cambiar de actividad de tres a cuatro veces,
mínimo, en la existencia; el futuro, con las situaciones cambiantes del
mercado, quizá habrá que hacerlo veinte o más veces, o cada año.
No hay que temer al progreso, pero sí es preciso asimilarlo y adaptarse.
Un tema para seguir meditando.
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