LA PROGNOSIS
DE APOLONIO DE TIANA
©GIUSEPPE ISGRÓ C.
Apolonio de Tiana fue un
contemporáneo del hijo del carpintero de Nazareth, a quien sus contemporáneos
consideraban de análoga jerarquía en sus estados de conciencia evolutiva.
En cierta ocasión, el
emperador Vespasiano, le formuló esta interesante pregunta:
“¿Qué debe hacer un buen
líder para gobernar bien?”
Apolonio, le respondió:
-“Lo que preguntáis no se
enseña. El arte de reinar es el más grande que existe entre los hombres, y no
se puede enseñar. Sin embargo, yo os diré algo que no dejará de merecer vuestro
asentimiento. No contéis con las riquezas que están almacenadas, y que valen
menos que un montón de arena, ni con las que proceden de los hombres arrancadas
bajo el peso de los tributos, porque el oro que viene de las lágrimas es bajo y
sin brillo alguno. Si queréis usar de las riquezas mejor que cualquier líder,
socorred a los indigentes y dejad a los ricos que gocen en paz de sus bienes.
Temed vuestro poder absoluto, y así podréis usarlo con más moderación. Guardaos
de cortar las espigas que sobresalgan de las otras, como injustamente aconseja
Aristóteles, y tened cuidado de no provocar odios, ni levantarlos, como se
levantan las yerbas entre los trigos; haceos temer de los perturbadores, menos
castigándoles que dándoles a entender que podéis castigarlos. ¡Obedeced vos
mismo a la ley, Oh líder!, y si la observáis, seréis un legislador prudente.
Respetad a Dios; grandes dones habéis recibido de Él, y más grandes cosas os
dará. Haced esto, como líder, en lo que concierne al Estado, y en lo que se
refiere a vos mismo, como simple particular”.
Las nuevas generaciones de
líderes, que emergen, a nivel mundial, y que, en un no lejano tiempo habrán de
tomar las riendas de los destinos de sus respectivos países, precisan de una
guía certera en la cual basar su acción como conductores prudentes y efectivos.
Al final de sus carreras, serán evaluados por los resultados que han sido
capaces de gestar, haciéndose acreedores a la gratitud, o a la desaprobación de
la conciencia pública, que es el más severo, e insobornable de los jueves. Es
preciso recurrir, como fuentes esenciales en las cuales basar su formación
constante, a los grandes autores de la antigüedad clásica.
La vida de Apolonio de
Tiana, de Filostrato, de la cual se ha tomado la cita anterior, es una de ellas.
Describe la vida virtuosa de uno de los personajes históricos más
sobresalientes. Es un paradigma vigente. Sus vidas paralelas, al estilo de
Plutarco, las podemos enmarcar, -como un ejercicio de meta-historia-, entre las
figuras sobresalientes de: Tales de Mileto, Empedocles de Agrigento,
Aristóteles, Leonardo Da Vinci y Emanuel Swedemborg.
Otra fuente de consulta
imprescindible, es: Las vidas paralelas, de Plutarco, obra que ha formado la
mayor cantidad de líderes, y estadistas, en el mundo occidental, a partir del
siglo II de nuestra era. Por supuesto, LOS SOLILOQUIOS, o Meditaciones, de
Marco Aurelio, debería ser un libro de cabecera, tanto del joven que aspira a
las grandes responsabilidades como de aquel que sobre sus hombros las sustenta,
en un momento dado.
Empero, la respuesta de
Apolonio de Tiana, debería ser reproducida y colocada en un marco, y ubicarla
al lado de la cama, donde pueda verla, y leerla, cada noche antes de acostarse,
y al mismo tiempo, ser lo primero que vea, cada mañana, al levantarse, para
inspirarse en las labores del día.
Si así lo hiciera, el
líder alcanzará un nivel de eficiencia tal, que habrá de merecer que
incontables generaciones de jóvenes emulen sus ejemplos, y mayor número, aún,
de personas, bendigan su nombre, a lo largo de los siglos, por los cuantiosos
beneficios con que habrá contribuido al engrandecimiento de su Patria, o de la
humanidad.
Los grandes líderes de
todos los tiempos han sido lectores, y practicantes asiduos, de las enseñanzas
contenidas en los Versos de Oro Pitagóricos. Meditan, cada día, en un verso
diferente, y su respectivo comentario exegético, según la versión de Hierocles
u otra de que se disponga.
Esa es la razón por la
cual aún se recuerdan y admiran nombres como los de Alejandro Magno, Ptolomeo I
Soter, Antonino Pío, Marco Aurelio, Juliano, Mahoma, Alí, Abderraman III,
Saladino, Solimán El Magnifico, Abraham Lincoln, entre otros.
Adelante.
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