©GIUSEPPE ISGRÓ C.
La fuerza es una sola: La que mueve el infi
nito universo; la energía
universal en movimiento, accionada por la voluntad suprema del Creador
Universal.
Es ese poder potencialmente infinito que reside en el Espíritu eterno e
inmortal, de cada ser, en los cuatro reinos de la naturaleza.
Si el ser humano tuviese una necesidad infinita, expresaría un poder
“efectivo” infinito.
El mecanismo es automático, y funciona como un termostato, generando la
fuerza necesaria, para mantener la normalidad en todo, a menos que nosotros
mismos inhibamos su funcionamiento, con expectativas inadecuadas.
El compromiso, asumido con férrea determinación del logro, siempre
encuentra la fuerza suficiente para alcanzar la meta, satisfactoriamente.
La activación de la energía para realizar las funciones inherentes a
cada ser, acrecientan, simultáneamente, el propio conocimiento de las
facultades personales, del grado de fuerza que se posee, en ese momento, del
entorno, y, gradualmente, de la fuente universal.
Este poder viene, acrecentado, también, por el conocimiento de los
valores universales que rigen todas las acciones humanas, para optimizar los
resultados.
El conocimiento, entonces, pasa a ser un factor decisivo para encontrar
la fuerza: la propia fortaleza, en todas sus vertientes.
El conocimiento es fortaleza en grado análogo al de comprensión: De sí,
de las propias facultades, de los atributos divinos o valores universales, de
la Divinidad que se anida en el propio interior, de la conciencia personal como
réplica de la del Creador, de las leyes universales, de la misión de los seres,
en cada plano y reino natural y del entorno.
El entorno aporta necesidades por resolver y oportunidades para
optimizar mediante la creación de bienes y servicios.
Paradójicamente, hasta los puntos menos fuertes, del propio ser,
constituyen elementos para encontrar la fuerza: la que sea capaz de transformar
toda adversidad en oportunidades existenciales.
Las pruebas de la vida, son las que mejor ayudan a cada quien, para
encontrar su propia fuerza, si las afronta con decisión, y con ánimo de
triunfar.
El servicio es otra vertiente de la fuerza: Dando lo que la gente
precisa, obtenemos lo que necesitamos, en un proceso de intercambio perenne.
Dar y recibir, es un mecanismo que permite encontrar la fuerza de la
prosperidad, de la riqueza, del bienestar, de la abundancia, del conocimiento y
de la autorrealización.
Pero, la fuerza está dentro, y es allí donde hay que buscarla, en la
conexión con la fuente universal: el Creador Universal. Si la encuentras en tu
interior, podrás manifestarla, correctamente, en tu exterior.
La meditación, centrando la mente en el Creador y sus atributos divinos,
permite fluir la energía y el conocimiento.
En la meditación el ser encuentra su fuerza.
Es preciso el desapego y regirse por los valores, rehusando todo lo que
deja de corresponder con la justicia, la prudencia, el amor, la fortaleza, la
templanza, entre otros valores.
El desapego es un camino perfecto para encontrar la fuerza. Evita que
nos carguemos de objetos innecesarios que hacen que el recorrido sea muy
pesado.
La clave es dar y recibir, valor por valor. SEMBRAR LO MISMO DE LO QUE
SE QUIERE COSECHAR.
La abundancia de Dios siempre es suficiente, aún en su mayor expresión
de templanza.
Evitar involucrarse en tareas que son ajenas al propio plan de vida, es
parte del uso de la fuerza. Forma parte de la sabiduría natural, encerrada en
la ley cósmica.
Rehusarse en abandonar a mitad de camino, cuando las cosas se ponen
menos fáciles, activa la fuerza, y comienzan a suceder prodigios de
coincidencias y logros.
Centrar la propia fuerza en un logro, o solución, a la vez, optimiza la
fuerza.
Discernir, entre el bien y el mal, entre lo útil y necesario, y lo
superfluo e innecesario, entre lo que hay que hacer y lo que hay que dejar de
hacer, oportunamente, es otro mecanismo para encontrar la fuerza. Es preciso
saber ver más allá de las apariencias.
El ahorro, también es una expresión de la fuerza: ahorro de energía, de
tiempo, de recursos, de preocupaciones innecesarias, etcétera.
Aceptar las cosas como son, y descubrir en ellas las oportunidades
inherentes ocultas, afrontándolas y resolviéndolas.
La visión es la característica principal del líder, es UNA FUERZA
FUNDAMENTAL. Visión es ver, ver es descubrir, descubrir es comprender,
comprender es elegir, y elegir es otra de las fuerzas esenciales: al usar bien
del don de elegir, nos transformamos en dueños de nuestro destino.
El amor representa la expresión de la fuerza suprema en todas sus
vertientes y variantes.
Adelante.
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