SÉ CONSTANTE
©Abg. Giuseppe Isgró C.
Decía Bias, El Prienio: –“Pon
manos a la obra con lentitud, pero, una vez comenzada, sé constante”.
Esto significa que, antes
de emprender una acción determinada es preciso hacerse cargo probable de los
resultados que serán obtenidos, y si éstos, en el mejor de los casos,
satisfacen, o no; y si, en el menos favorables que se obtuviera podrían
controlarse las circunstancias. Sometidos ambos aspectos al análisis de la
propia conciencia, en una representación abstracta de la imaginación, y
habiendo definido correctamente el qué, el cómo, el cuándo, el dónde, el quién,
el cuánto y el por qué, es necesario dar el primer paso acto seguido de la toma
de decisión. La mayor parte de las personas precisan fortalecer el hábito de
emprender las respectivas acciones una vez tomada la decisión respectiva.
Empero, asumida que sea la
decisión, y ya puestos en movimiento, se
requiere persistir hasta alcanzar los resultados preestablecidos. Jamás debería
abandonarse la partida a mitad de juego. Se gane, o pierda, hay que persistir
hasta el final, con la expectativa positiva, el optimismo potenciado, la
voluntad firme y la conciencia clara del objetivo, pese a las eventuales adversidades en contra,
las cuales, oportunamente, en el tiempo perfecto de Dios, serán transmutadas en
su polaridad positiva.
Cuando la persona se niega
a abandonar a mitad de camino, se activan los poderes creadores de la mente, y
por vía intuitiva, o inspirativa, se perciben los elementos coadyuvantes que se
precisan, y por la ley de atracción activada, se atraen de manera natural los
resultados apetecidos, surgiendo como aparentes coincidencias. La constancia es
la virtud que mayor número de proyectos ha logrado culminar, exitosamente, a lo
largo de la historia.
Por lo cual, una vez
iniciada la obra se requiere persistir hasta hacerla una realidad, y no cambiar
de propósito hasta alcanzar la meta prefijada en forma satisfactoria.
Esta disciplina tendrá dos
ventajas claramente identificadas: La primera, sabiendo que, una vez puestos en
movimiento, se persistirá hasta hacer realidad el proyecto sin importar cuales
obstáculos se presenten, esto permitirá calibrar bien la conveniencia de
ponerse en camino o no. Este conocimiento evitará comprometerse con la
realización de objetivos que escapan a los propios planes personales. La
segunda es: La percepción de que, sean cuales fueren los eventuales obstáculos
que se afronten, siempre alcanzará la meta, cueste lo que cueste, en esfuerzo,
dedicación, estudio, recursos, y otros elementos inherentes, permite emprender
la realización del proyecto con la expectativa positiva en cuanto a su
culminación exitosa. Esa certeza interior impele a actuar como si ya la obra estuviese realizada
satisfactoriamente, con desapego de los resultados, con lo cual se toma el
total control de la realidad y de la ejecución de las acciones respectivas, en
el espacio y tiempos suficientes.
Generalmente, iniciada ya
la obra, no se aborda otra hasta culminarla con éxito, después de lo cual, se
pasará al siguiente objetivo, o prioridad. Este es el secreto de manejar un
solo objetivo, o solución de situaciones, a la vez, haciendo un uso efectivo
del principio de la concentración.
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