¿Es usted un Quijote o un Sancho Panza,
o las dos cosas, al mismo tiempo?
©Abg. Giuseppe Isgró C.
¿Es usted un Quijote o un Sancho Panza?, le
preguntó el guardián de la segunda cámara, la de compañeros de andanzas, a
Hidalgo y Escudero, al cruzar el umbral de los cinco toques y pasos, después de
subir las cinco gradas que, en aquel oriente de luz, y toda luz, todas las
cosas se veían con mayor claridad, pese a la profundidad en la esencia en que
se penetraba. Hidalgo y Escudero, que juntos concurrían a las faenas de ese
día, antes de ubicarse en la columna pertinente, responden, por su respectivo
turno: -"Quijote y Sancho Panza soy, según la faena que me toque realizar,
o representar a la Gloria del Eterno".
Y cuáles son las cuatro virtudes que engalanan a
los caballeros que son compañeros en el cultivo de las artes que ennoblecen
nuestra misión:
La respuesta que recibe, por turno, el guardián,
son: -"la vergüenza, que me impele a cumplir con mi deber, y a huir del
incumplimiento de mis obligaciones, afrontando siempre mis responsabilidades en
pro del bien común. Además, el linaje de la nobleza reflejado en mis buenas
costumbres, virtudes y libertad de pensamientos; el saber por el cultivo del
arte y por la intuición y la inspiración del Eterno que guía mis pensamientos,
sentimientos, palabras y actos. Y, por último, la bondad que orienta mis
intenciones hacia el bien común en beneficios de todos, y el respeto hacia
todos los seres de los cuatro reinos naturales".
El Guardián del recinto de luz, en aquel oriente
que es fuente de sabiduría, conciencia y trabajo que desbasta toda piedra bruta
por rudimentaria que fuere, si no cesa de aplicar, con prudencia y constancia,
el mazo y el cincel, la escuadra y el compás que perfilan los parámetros dentro
de los cuales es preciso circunscribir los pensamientos, sentimientos, palabras
y actos, y la rectitud de la escuadra, símbolo de la maestría en la capacidad
de aprender ad infinitum, que no que no tiene fin en el descubrimiento de la
propia ignorancia, meditaba las respuestas recibidas. .
Y esas eran algunas de las reflexiones que pasaban
por la mente del guardián mientras veía a Hidalgo y Escudero, encaminarse a
ocupar su lugar de asiento en aquella corporación que inmortalizara el ilustre
Don Miguel de Cervantes y Saavedra en su inmortal Quijote y demás hijos de su
pensamientos, obras para todos los tiempos y para todos los Hidalgos y
Escuderos, por los tiempos de los tiempos, en este mundo llamado Tierra, que un
día será toda Luz, y en incontables otros por donde el linaje humano,
purificado, bajo la égida del vitriol, va realizando el eterno retorno a la
fuente, de la cual, paradoja, jamás ha salido.
El Edificio debe ser construido, en tiempo
oportuno, con el ladrillo que conforma la propia esencia, en el orden justo y
perfecto.
22-07-2018
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