UN COMINCIARE TUTTO DA CAPO
Un empezar todo de nuevo, en cada etapa,
con la experiencia adquirida: divino tesoro,
en la eterna polarización de un estado de
conciencia, a otro más elevado, ad infinitum
En todo ciclo de vida, cada ser, en los cuatro
reinos naturales, se encuentra preparado para empezar, nuevamente, desde el
inicio, para aprender.
Es un nuevo comienzo, pero desde una nueva
perspectiva, en un estado de conciencia más elevado. Como percibía Arturo Uslar
Pietri, en edad avanzada: Él había aprendido donde se encontraba la información
que precisaba, pero que la tarea por realizar, en adelante, era una nueva, en una fase incipiente, la obra que compete, de acuerdo con las
inquietudes de los tiempos. En ese hacer y rehacer, o dejar de hacer, observando
y comprendiendo, se va logrando la perfección, -siempre relativa- que permite
percibir la información en la obra anterior, y corregirla. La experiencia,
divino tesoro.
Hacer, rehaciendo, y corregir, innovando y
creando, es un eterno ir y venir, constantes, en un viaje hacia la eternidad
presente: Aquí y ahora.
Aquí, es donde se encuentra la conciencia del
ser; ahora, es el instante presente de la eternidad, siempre presente, en
tiempo presente. ¿Qué es lo que cambia? El estado de conciencia por la
experiencia y que la perfección de los atributos divinos ya existe, de por sí.
Esto, debido a la emanación a la conciencia individual, de cada ser, en los
cuatro reinos naturales, en estado de perfección latente. Es decir: El ser, en
los cuatro reinos naturales, emana perfecto a la conciencia individual, en el
alma universal, a partir de la Divinidad, sin separarse de la Divinidad y sin
dejar de ser la Divinidad. Pero, falto de experiencia, precisa adquirirla en el
eterno camino de retorno desde el ser individual al Ser Universal.
Escudero, -continúa Hidalgo: Cuando creemos
que ya sabemos, percibimos que no sabemos, y empezamos de nuevo para llenar ese
espacio de la esfera mental que refleja la porción de ignorancia que se precisa
transmutar en conocimiento, sabiduría, prudencia o experiencia. Es el grado de
aptitud perceptiva, comprensiva y realizadora desarrollado como bagaje
existencial.
A partir de la nueva ascensión de grado, o
estado de conciencia, se percibe la emergente porción de ignorancia, de turno,
que habrá de satisfacer. Jamás, afortunadamente, dejaremos de ser ignorantes,
ni eternos aprendices, caso contrario, ¿cómo adquiriríamos los nuevos estados
de conciencia en las infinitas estaciones de la vida?
Es como tener hambre y comer para satisfacer
esa necesidad. Pero, jamás se dejará de tener hambre, y cada vez que se tenga
la misma, cada quien adquiere mayor conciencia del alimento que perciba para
alimentar el cuerpo.
El Espíritu, -Escudero, tiene hambre de
conocimiento. Es la necesidad de comer que siempre experimentará tras breves
intervalos de satisfacción temporal. Es un estado de insatisfacción constante
que jamás dejará de experimentar, nuevamente, tan pronto como satisfaga la de
un breve intervalo anterior.
La naturaleza de las cosas busca que el ser esté en constante y eterno
movimiento, para evitar estancarse.
Si no existiesen las necesidades básicas, las
de seguridad, la de pertenencia o afectivas, las de hetero y autoestima, y las
de autorrealización, en ciclos constantes y alternos, repetitivos ad infinitum,
los seres, en los cuatro reinos naturales, se achantarían: Dejarían de estar
activos.
Si no hubiese insatisfacción espiritual, que
impele a expresar la fuerza creadora potencialmente infinita hacía propósitos
claramente definidos, en dichos reinos naturales, los seres se estancarían y
dejaría de haber progreso.
Que gran visión tuvieron Sidharta Gautama y
Abraham Maslow, a la distancia de 2.500 años que les separaban, guardando las
distancias, que siempre podría haberlas por la misma dinámica de la vida.
Por esto y mucho más, es: Un cominciare tutto da capo, pero, con la experiencia adquirida: divino tesoro, en la eterna polarización de un estado de conciencia a otro más elevado, ad infinitum.
Adelante.
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