©Giuseppe
Isgró C.
Revisado:
17-04-2019. 5:30 am
La emoción del
momento breve,
que pasa cuando el
calmado Espíritu,
vibrar intensamente
hace al ser humano.
El sentimiento del
infinito progreso que el ser percibe,
comprender le permite
que no puede quedarse estacionado,
anclado en el pasado
por muy glorioso que éste haya sido.
Que nuevas sendas se
abren en su camino,
entre las cuales
elegir la que mejor se adapte a su plan de vida,
y desandar las
eventuales rutas que les separan de su destino particular,
en concordancia con
los planes cósmicos,
para vivir en armonía
con la naturaleza y el orden divino
trazados en la
conciencia de cada ser,
en los cuatro reinos
naturales.
Qué momentos éstos
que la visión del Universo
se abre a la
conciencia, gradualmente, vislumbrando su ideal de turno,
siguiendo, un paso a
la vez, en dirección de su siguiente meta.
Qué vida hermosa,
ésta, llena de vibrantes pensamientos positivos,
y creativos, de
sentimientos imbuidos de valores: amor, justicia, y mucho más,
de palabras que
insuflan entusiasmo que expresan a Dios en la conciencia,
impulsando las
acciones, el trabajo que todo lo puede, y logra.
Nada imposible existe
para el hombre, según Napoleón,
por eso borró, de su
diccionario, esa palabra, o freno, que limita.
Empero, amar el ideal
concebido engendra sabiduría y genera energía creadora,
ya que siempre, el
conocimiento va aparejado con el poder realizador.
No obstante, la
prudencia, la dedicación, la atención plena y el justo esfuerzo,
concentrando todos
los recursos a un resultados a la vez,
optimiza los logros
en tiempo cierto y oportuno, según los planes del universo,
de los cuales, cada
quién, es un instrumento ejecutor, ad infinitum.
Y pasan los años de
la existencia, que aun siendo muy largos,
no dejan de ser
breves, en un solo ciclo de vida.
Cómo una sola
existencia podría satisfacer la sed del infinito
que cada ser
experimenta, vislumbrando una realidad preexistente,
que trasciende el
aquí y ahora, aunque siga siendo el eterno presente?
De las acciones
pasadas queda la experiencia, y el recuerdo sublime
de los logros ya
alcanzados, como preciados tesoros: suma existencial,
que ubica y reubica,
a cada quien, en el lugar justo y perfecto,
que le corresponde,
en el concierto de todas las cosas: salario cósmico.
La vida es bella,
bella, sublime grandeza del Ser Universal.
Qué importa si
actuar, incesantemente, se debe, de un objetivo cierto,
a incontables otros
que irán surgiendo en la conciencia de cada ser?
Lo importante es
respetar los ciclos naturales y el ritmo de la vida:
actividad-descanso,
pensamiento-acción, estudio y realización,
guiados por el amor,
supremo poder realizador, que todo lo puede,
en la eterna
polarización, o transmutación alquímica,
de una estación de la
conciencia a otra más elevada.
El sentido de la
medida, o justicia, como valor esencial,
seguro permite
avanzar, hasta alcanzar todas las metas,
al final de cada
ciclo: cumbres de gloria personal, si el ideal fue realizado.
Desde la cima
ascendida, en la evolución humana, se contempla el pasado glorioso,
si fue exitoso, o la
senda de la rectificación por el Noble Sendero Óctuple,
pero, la alegría que
se experimenta en cada caso,
permite observar la
siguiente fase del eterno camino de retorno
del ser individual al
Ser Universal, encontrando, siempre, un más allá.
Entonces, concebir es
posible nuevas metas gloriosas,
otros horizontes que
conquistar, mientras se labra la piedra bruta,
en cúbica, que el Gran
Arquitecto habrá de utilizar,
en la expansión de la
Gran Obra de la Creación.
El velo de la
separación se va depurando, viendo claramente la unidad
en la diversidad
existente, y que todo es Uno, aunado en los eslabones
de la cadena de la
fraternidad universal, donde al ayudar al otro,
cada quien, en
realidad, lo hace a sí mismo.
Cuántas cosas
cambiarían mirándolas con una visión imbuida de valores,
en las infinitas
estaciones de los estados de conciencia!
Con esta perspectiva,
emocionado, cada ser, expresará:
La vida es bella,
bella; gracias, Oh Divinidad,
por tu infinita
bondad, amor y justicia,
ley cósmica impresa
en mi conciencia, replica de la Tuya,
donde me convierto en
eterno aprendiz
de tu infinita
sabiduría, por la experiencia,
adquirida día a día.
Si no existiesen
pruebas en las nuevas metas por alcanzar,
sembradas por el
sentimiento de la ambición en la conciencia,
como semillas de
progreso incesante, superando la adversidad,
portadora de
beneficios equivalentes, o mayores aún, oportunidades,
cómo se podría
ascender a nuevos niveles de riqueza integral,
o salario cósmico?
Gracias, Oh
Divinidad: la vida es bella, bella,
tal como Tú has
dispuesto que fuera, en la Ley cósmica,
y en los planes que
has trazado en la conciencia de cada ser,
y del Universo, en la
eterna expansión de la Creación,
en tu carácter de
Eterna Pedagoga.