¡ID, PERO SABED
ADONDE!
©Giuseppe Isgró C.
Entre todos, el más “osado
ignorante” siempre busca conducir a los otros, cuando él, casi siempre, es
incapaz de hacerlo consigo mismo. La escasa visión de su conocimiento le hace
ver un mundo infinito de posibilidades, que se reduce, normalmente, a nada,
pero que, para él es todo. Nadie puede dar lo que no tiene ni ver lo que su
experiencia aún no ha descifrado.
Los resultados, al
final, calificarán al osado que trascendió los límites de lo prudente, y los
seguidores le abandonan, exceptos aquellos que prefieren seguir en la caverna
de Platón.
En cambio, el más
lúcido entre todos, deja que cada quien acceda a su centro, desde el cual pueda
trazar la ruta que le conduzca a su destino.
Aquel que a sí mismo
logró libertar del yugo de la ignara oscuridad, anhela que todos los demás,
sean igualmente libres de dirigir sus vidas como se lo dicte su conciencia.
Sabe que las riendas
de la vida, a cada quien le toca en sus manos tomarlas, y no dejarlas en manos
ajenas que a profundo abismo, inconscientes, podrían conducirle.
El gran drama del ser
humano, hoy en día, y siempre, ha sido ser subalterno de alguien: un jefe, o
alguien, en cualquier rol, menos capaz a quien deberá obedecer, por trabajo, o
por dinero, o por obediencia de cualquier tipo, sin atreverse a asumir la
autonomía de su ser y alcanzar su independencia integral, eligiendo por sí
mismo, lo que le concierne, aunque se equivoque una o mil veces. Empero, es la
única manera de adquirir autonomía y autenticidad: Ser quien se es o cuanto se
pueda anhelar, sin límites de miopes intereses ajenos.
Desde el propio
centro de poder, y sabiduría, potencialmente infinitos, bajo la égida de la
justicia divina, con acceso a la fortaleza y templanza, igualmente, en estado
de potencialidad infinita, permite culminar, siempre, cada tarea de turno, para ascender a la siguiente etapa del camino, sin dar saltos inapropiados en la
eterna polarización de un estado de conciencia a otro más elevado.
Víctor
Hugo, al escribir su poema “Dios”, escuchó, en su mente, una voz que decía: -“Id, pero sabed adonde”.
Luego, en éxtasis inspirativo,
insuflado por el soplo divino, sigue diciendo: -“Todo globo que gira en tomo a
un resplandor, es planeta de lejos, de cerca humanidad”.
Por eso hay que
habituarse a caminar, cada día, hacía el centro de sí mismo, donde cada quién,
percibe claramente, la conexión con la Divinidad, ya existente, formando una
unidad indisoluble, eterna, sin el velo de la separación. Allí se adquiere conciencia sobre el
qué, el cómo, el dónde, el cuándo, el quién, el cuánto y el por qué, en cada
recodo del camino, ad infinitum.
Se percibe lo
potencialmente infinito, en sabiduría y prudencia, justicia, fortaleza y templanza, belleza, equilibrio y orden perfecto, por afinidad y armonía, pero en el grado análogo de la necesidad latente, que se manifiesta a cada momento, en
estricto orden prioritario, dentro de la conciencia.
Lo que se precisa es percibir,
comprendiendo, la necesidad potencialmente infinita para expresar todo el poder
y la sabiduría, pero falta la experiencia que es el salario cósmico. Pero, solo
gradualmente puede realizarse. Por eso los antiguos decían: divide y vencerás.
Divide la gran meta en objetivos parciales y aborda uno a la vez por su
estricto orden de importancia. Uno a la vez, podrás realizarlos todos en cada etapa del
eterno presente.
No se puede tener
todo el salario cósmico de una sola vez ya que la necesidad se encuentra
diluida en eternidad siempre presente, y a cada día le toca su ración justa y
perfecta, que siempre se podrá satisfacer. En la necesidad de cada día -y su objetivo inherente- es
preciso centrarse. Ella trae la oportunidad anhelada.
La necesidad diaria extrae
de la propia conciencia la dosis precisa de sabiduría, con prudencia equilibrada,
y el grado suficiente, y precisado, de poder potencialmente infinito, que, cada
día permite completar con éxito seguro la tarea inherente. Se adquiere,
indefectiblemente, la experiencia que facilita el acceso al siguiente peldaño.
Mientras más se asciende, más lejos se ve.
Igualmente, al
acceder a la fuente interior, al propio centro, en meditación, en
interiorización profunda, aflora en la conciencia la visión de la nueva tarea,
y del escenario en que se precisa desenvolverse para alcanzar los logros
apetecidos.
Primero se percibe,
luego se comprende y acto seguido, se realiza con acción efectiva, con la
certeza de los resultados, como si ya…. hubiesen sido alcanzados, con total desapego, bajo la
égida de la justicia, con la verdad por delante.
La experiencia pasada
permite descubrir la oportunidad nueva que aflora cada día viendo más allá de
las apariencias; es decir: Percibiendo la nuez dentro de la cáscara.
Hay que percibir la realidad
más allá de las apariencias, desde el centro del propio ser interior,
trascendiendo el ego y el velo de la separación, en conexión divina. Se precisa
observar la verdad sea cual fuere, aceptándola tal cual es, sin falsos
prejuicios, yendo con la verdad por delante siempre.
Si así lo haces,
yendo con la verdad por delante siempre, será la persona recta que tú te afanas
de ser, constantemente, y en proclamar a
los cuatro vientos.
Aquí no vale la
mentira piadosa que con otros y consigo mismos los incautos utilizan creyendo
que a la vida tan fácilmente se le puede engañar.
Con mentiras piadosas
no se va a ninguna parte. Tarde o temprano, la persona que ha sido engañada
efectuará su justo y oportuno reclamo.
Hay que ir por la vida
con la verdad por delante y apartarse de todos aquellos que proceden de
diversos modos.
La vida paga con la
misma moneda que se le da.
Por la ley de
afinidad, te mantiene en el camino que recorren los justos, si eres justo.
¿Es la vida injusta
con alguien, oh ser ingrato que dejas de percibir la belleza y la justicia
divina que en todo expresa su veredicto por el fiel de la balanza?
Allí se pesan los
pensamientos, los sentimientos, las palabras y los actos.
Los pensamientos y
los sentimientos, por la ley de atracción, atraen lo semejante a tu vida a lo
pensado y a lo sentido.
Las palabras y las
acciones, por la ley del karma y el vipaka, por la ley de causa y efecto, por
la siembra y la recogida, compensa los resultados, con el salario cósmico, o
anti-salario.
Se recibe lo mismo
que se da en forma acrecentada. Una semilla produce incontable frutos, que a su
vez generan incontables nuevas semillas.
Si no se para de
sembrar la nueva siembra trae los nuevos frutos que cada día se precisan
incesantemente.
Gracias a Dios que
da, con cada tarea la esperanza de lo infinito, sin límites algunos y la certeza
de ir siempre a un más allá, en experiencia, en la espiral evolutiva del
universo.
En lo macro o en lo
micro, sea cual fuere tu ubicación, o estado de conciencia, si miras bien más
allá de las apariencias, ya te encuentras en casa, en tu propio centro,
expresando, igualmente, lo potencialmente infinito, en sabiduría, en poder
creativo, en justicia, en fortaleza, en templanza, en belleza, en salud y en
equilibrio, de acuerdo a tus propias necesidades y anhelos, así como con tus propósitos
de servicios.
Solamente siente la
sabiduría interior que es la misma de Dios, en tu conciencia, y tu poder, que
igualmente es el de Dios que te impele a la realización de tu objetivo
claramente percibido y comprendido, en el espacio y tiempo, ad infinitum.
Siente lo grande
dentro de ti, sin mencionar vanas palabras creadoras del espejismo inexistente.
Solamente deja que se
manifieste tu sabiduría y poder, aceptando, previamente, tu realidad, las
necesidades que cada día trae consigo junto con sus provisiones u oportunidades.
Las unas van siempre aparejadas con las otras. Si no se ahuyentan las primeras,
se asegura la presencia de las segundas. Mirar siempre más allá de las
apariencias, es condición sine qua non.
Recordad: Id, pero sabed a
donde. Las necesidades y los propósitos genuinos, siempre indican el camino correcto, en
el aquí y ahora.
Adelante.