Y ALGUNAS IDEAS
TOMADAS AL VUELO
©Abg. Giuseppe Isgró C.
El barco debe ser
conducido tomando firme el timón entre las manos. No puede dejarse vapulear por
cualquier viento, o ráfaga, sino disponer las velas de manera que le conduzcan
a un puerto claramente prefijado, o a uno alterno, en caso de que las
circunstancias así lo aconsejen.
Nadie puede ayudar
a quien no desea ser ayudado, o no tiene conciencia de precisar dicha
ayuda.
Cuando la persona que ha contratado tus servicios no sabe lo que desea, y no se
deja ayudar dándote toda la información cierta, y pertinente, para hacer un
análisis y establecer los objetivos que deben ser alcanzados de mutuo acuerdo,
mediante un mandato otorgado por escrito, se debe abandonar el caso, dejando de
hacer trato con dicho prospecto.
Decía
Séneca, -parafraseado-: -“Cuando el capitán no tiene claro el
puerto de destino al cual quiere llegar, ningún viento le será favorable".
Cuando hay dos capitanes al frente de una nave, o aeronave, si surge alguna eventualidad, el de menor experiencia debe dejar el mando al más veterano.
Igual proceder debe seguir el más lúcido cuando la otra parte tiene ideas
divergentes sobre lo que hay que hacer. Es preciso dejar que cada persona
ejerza su derecho de libertad para decidir, que le ha otorgado la naturaleza de
las cosas. Moraleja; Si la otra persona estima que sus ideas son
mejores, hay que dejarle en paz y seguir el propio camino. En estos casos, a la
larga, el ejemplo de la propia conducta, o actitud de dignidad frente a la
vida, es el mejor medio de trasmisión de enseñanzas. Es decir, es preferible
enseñar con el ejemplo más que con palabras en gran número de circunstancias.
Jamás un buen ejemplo pasará desapercibido y tarde o temprano constituirá un modelo
a seguir, en determinado grado.
Algunas personas
lo único que desean es utilizar el buen nombre de los demás en su propio
beneficio, más allá de lo que las mismas personas prudentemente harían para sí.
Es preciso dejar de entrar en trato con tales personas, o calibrar bien los
riesgos, tomando las debidas precauciones para que no sea perjudicado el propio
nombre.
Hay personas de
óptima reputación personal, o profesional, con quienes es lícito entrar en
negociaciones o tratos. Empero, siempre hay que pagarle los honorarios justos
por sus servicios, o es preferible dejar de utilizarlos.
Lo mismo acontece cuando cada quien brinda sus servicios. Es preciso
cobrar los honorarios justos, y si la otra parte no desea pagarlos, es mejor
dejar de realizar el trato.
Hoy en día la
gente prefiere pagar a un buen abogado para redactarle un documento de compra
venta o de otra índole. Antes, la gente buscaba a un familiar, para ello,
porque le exoneraba los honorarios, o le cobraba poco. Pero, lo barato sale
caro, cuando quien realiza el trabajo no está debidamente calificado. No se
puede obtener mucho con poco, o algo a cambio de nada. Todo tiene su precio, y
hay que pagarlo. Cuanto más es oneroso si, realmente, no se desea pagarlo.
Cuando la otra
parte, en una negociación, da señales de escasa seriedad en los detalles de
poca monta, igual conducta asumirá cuando se trate de cosas de mayor
envergadura. Por ende, es preferible dejar de hacer trato con tales personas.
Si una persona, hablando con otra por teléfono, al entrar en una oficina pública, interrumpe la conversación diciendo que está entrando en el Registro Público y alguien le está indicando que debe apagar el teléfono, sin ser verdad, denota que la persona no es veraz. Dijo algo que no es verdad sin necesidad.
Era suficiente decir que le llamaría más tarde o, por ejemplo: -Déjeme
pensarlo y te llamo. La persona que no es veraz en cosas
insignificantes, tampoco lo será en las más serias. Moraleja: Para que
la propia credibilidad pueda consolidarse, se debe ser siempre veraz, aun en
contra de sus propios intereses. Derivará un beneficio mayor quien dice la
verdad, aun cuando aparentemente pierda.
Adelante.
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