domingo, 23 de julio de 2023

VIVA SU PROPIA VIDA: NAPOLEÓN HILL

 

Edison con Napoleón Hill

VIVA SU PROPIA VIDA

 

NAPOLEÓN HILL


 

No alcanzará la tranquilidad si deja que otros vivan su vida por usted.

La verdad más profunda que concierne al ser humano es la siguiente: El Creador nos dio el completo e incuestionable derecho de prerrogativa sobre una cosa: nuestra propia mente. Seguramente su intención era animarnos a vivir nuestras propias vidas, a tener nuestras propias ideas, sin la interferencia de los demás.

De lo contrario no nos habría dotado de un dominio tan claro sobre nuestras mentes.

Al ejercer este privilegio de disfrutar de su mente y de su vida, se le abre la posibilidad de alcanzar objetivos muy elevados en el terreno que elija. El ejercicio de este privilegio es condición indispensable para que se dé el genio. Un genio no es más que alguien que ha tomado control sobre su propia mente, dirigiéndola hacia objetivos que él mismo ha elegido, sin permitir que influencias externas lo desanimen o desvíen de su propósito.

Todos conocemos historias de gente famosa que supo transformar la adversidad en ventaja, que superó grandes obstáculos para hacerse rico y famoso. Esta gente convirtió los obstáculos en escalones para el triunfo. Son los genios de la industria, los Henry Ford, los Thomas Edison, los Andrew Carnegie y los Wilbur y Orville Wright.

Pero es mucha más la gente menos conocida que se niega a aceptar el fracaso. Simplemente se niegan a ser uno más de la inmensa mayoría que a duras penas se gana la vida y sufren la miseria, la decepción y el fracaso.

Hace muchos años, un joven excombatiente del Ejército vino a verme en busca de trabajo. Me dijo que estaba desilusionado y deprimido, y que lo único que quería de la vida era un lugar donde dormir, y tener para comer. En sus ojos había esa mirada sin vida de los que han perdido la esperanza. Tenía frente a mí a un joven competente que estaba dispuesto a conformarse con casi nada, cuando yo sabía muy bien que si cambiaba de actitud podría ganar una fortuna.

Había algo en él, una chispa medio oculta, que me animó a preguntarle:

-¿Le gustaría convertirse en multimillonario? ¿Por qué conformarse con una existencia miserable cuando podría conseguir millones?

-No me tome el pelo –contestó-. Tengo hambre y necesito trabajo.

-No le estoy tomando el pelo –le dije-. Hablo en serio. Podría ganar millones si estuviera dispuesto a aprovechar el capital que ahora tiene.

-¿Qué quiere decir con capital? –exclamó. ¡No tengo más que la ropa que llevo en la mochila!

En el curso de nuestra conversación me enteré de que este joven había sido vendedor de cepillos antes de alistarse en el Ejército. Mientras estuvo enrolado trabajó gran parte del tiempo en la cocina y aprendió a cocinar bastante bien. En otras palabras, además de los atributos naturales de de un cuerpo sano y de una mente con un potencial enorme, su capital consistía en habilidad para cocinar y capacidad para vender.

Por supuesto que ni la capacidad para vender ni la habilidad para cocinar bastan para elevar a alguien a la categoría de multimillonario, pero este excombatiente dio un gran paso. Conoció su propia mente y se dio cuenta de las posibilidades que existían en cuanto tomó el control. Durante las dos oras que pasamos juntos, se transformó; pasó de ser una persona perdida en un mar de desesperación a ser un hombre que pensaba por sí mismo.

Una idea le dio el coraje de empezar: -“¿Por qué no utilizar su capacidad para vender y convencer a algunas amas de casa para que invitasen a sus vecinos a una cena hecha en su casa, así poder venderles utensilios de cocina?”

Le dejé un poco de dinero para que se comprara ropa y los primeros utensilios de cocina; a partir de ese momento él se encargó de todo. Durante su primera semana ganó cien dólares vendiendo baterías de aluminio. Las siguientes semanas duplicó esa cantidad. Entonces empezó a entrenar a otros vendedores, que contrató para vender las misas baterías.

Al cabo de cuatro años estaba ganando más de un millón de dólares al año y se había puesto en marcha un nuevo plan de ventas que desde entonces se ha convertido en una industria por sí misma. Cuando un hombre rompe con los prejuicios que encorsetan su mente y se conoce a sí mismo –el espíritu humano no tiene limitaciones- “las situaciones se transmutan y el éxito brilla plenamente”.


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